Decía el filósofo del pesimismo, Emile Cioran, que “sin importar qué
camino tomes, relájate: siempre será el equivocado”. La cita viene a raíz de lo
que hasta hace unos días era un proceso de paz, pero ahora está ad portas de
convertirse de nuevo en un proceso de guerra. Estamos frente a un escenario ominoso,
en el que toda reflexión viene acompañada de una lamentación, porque los dos actores
del conflicto (que en realidad son tres) parecen empujar de manera torpe y
descabellada hacia la alternativa de patear el tablero y levantarse de la mesa.
Comenzando por las FARC: ¿cómo pueden sus comandantes insistir desde
La Habana en un cese al fuego bilateral tras la muerte de 27 combatientes
suyos, si fueron ellos los que rompieron su cese unilateral al asesinar a diez
soldados en Cauca? Una sencilla ecuación de pensamiento lógico permite
evidenciar que si ese sangriento ataque no se hubiera presentado, tampoco se
habrían reanudado los bombardeos y muy posiblemente ya se habría concretado el
cese bilateral, o se estaría muy cerca de él.
Por eso no se entiende que ahora salgan con un discurso envalentonado,
solo porque les acaban de dar de su propia medicina. Lo que se niegan a
entender es que si están sentados negociando es porque tras su prepotencia triunfalista
durante el gobierno de Andrés Pastrana quedaron políticamente aislados, y tras
la dicta-blanda de Álvaro Uribe quedaron militarmente golpeados. Y con sus
últimas acciones y declaraciones se están quedando cada vez más solos, y si
esta espiral de ojo por ojo continúa, llegará el momento en que el país se
hastíe y todos clamen al unísono: ¡acaben con ellos!
No hay duda en que el cese bilateral del fuego sería la salida más
lógica, pero la dificultad radica en que hoy no tiene presentación política: es
tal el desprestigio de las FARC, que hacerles esa concesión sería darles la
razón a quienes pregonan que “se le está entregando el país a la guerrilla”. Sea
como fuere, si no hubieran pisado la cáscara al atacar a un contingente militar
asombrosamente desguarnecido en zona roja, otro gallo estaría cantando.
Como dije en reciente
columna, “en el ambiente se percibe que fuerzas oscuras buscan propiciar
las condiciones para forzar a Juan Manuel Santos a pararse de la mesa y abocar
una salida autoritaria”. ¿Resistirá el país que en su ánimo de devolver el
golpe un nuevo ataque de las FARC acabe con la vida de otros diez soldados, por
poner cualquier cifra? He ahí el peligro inminente.
En este contexto, el terreno está abonado para escalar a una fase de
guerra sicológica: así como existen los falsos positivos, también existen esos
falsos negativos en los que la Mano Negra tiene una vasta (y basta)
experiencia, con un caso emblemático: el famoso collar bomba que en 2002 destrozó
la cabeza de una mujer, atribuido falsamente a las FARC. Puesto que quien no
conoce la historia está condenado a repetirla, Semana ya lo advirtió en su última
edición dedicada al tema (La paz
herida): “fuerzas oscuras podrían cometer un acto de estos para endilgarlo
a la guerrilla y echar por la borda los diálogos”.
Podrían, no. Pueden. Y cuentan a su favor con que no es fácil
discernir si ya comenzaron a sembrar el ambiente de una zozobra favorable a los
amigos de la guerra, dispuestos a impedir a como dé lugar que les quiten los pingües
beneficios que obtienen con la confrontación armada. En este escenario de
desestabilización fríamente calculada, no se sabe por ejemplo si el atentado
cometido en Tumaco con una granada contra un vehículo de la Policía, donde
murió un agente, fue obra de la subversión o de quienes producen ‘víctimas
colaterales’ para incentivar el odio de la población civil hacia las FARC. Y donde
además hay poderosos medios de comunicación dedicados a hacerles sonoro
eco a esas acciones.
El segundo gran error de las FARC después del asesinato de los diez
soldados en Cauca estuvo en que no reconocieron su equivocación al violar su
propio cese unilateral, ni expresaron arrepentimiento por lo ocurrido.
Supongamos que haya sido cierto lo que dice Joaquín
Robles en Semana.com, que “los combates empezaron mucho antes de que se
ocultara el sol y la muerte de los soldados se produjo casi a la medianoche”.
Pero eso no fue lo que pareció, sobre todo cuando un macabro video profusamente
difundido por Internet –que forma parte de la guerra sicológica y que debieron
haber grabado los propios compañeros de las víctimas- mostraba soldados inermes
bocabajo con el cuerpo destrozado sobre el piso del coliseo donde pernoctaban
antes del ataque.
A las FARC les corresponder expresarse con sentido estratégico (porque
no lo están haciendo) y diferenciar entre lo ocurrido y lo que la opinión
pública percibió asqueada como lo que ocurrió, y en tal medida actuar a favor
de esa paz que de labios para afuera dicen buscar en La Habana, si no quieren
caer en el tercer y último error, del que ya no tendrán oportunidad para
reponerse: que sigan actuando como idiotas útiles de sus enemigos y haciendo precisamente
lo que ellos quieren que hagan, porque a eso los están empujando: a que se
levanten de la mesa y reanuden las acciones bélicas.
El día que eso ocurra, el expresidente Álvaro Uribe y el procurador
Alejandro Ordóñez se frotarán las manos de la dicha y no sabrán cómo
agradecerles a las FARC (y al Espíritu Santo) por tantos favores políticos
recibidos.
DE REMATE: Es una suerte
para Bogotá que el discurso a favor de la “seguridad” lo esté enarbolando
Pachito Santos y no un candidato con carisma, pues en caso tal sí habría
motivos para preocuparse.
1 comentario:
aqui el unico idiota util es usted liberaloche que no se entera de nada,a las farc les importa un carajo el proceso de paz,ellos ya tienen la guerra de negocio,y toda esa payasada de "el frente amplio para la paz" fue solo el trampolin engañabobos de santos,que aprovechandose de que la izquierda no tiene cojones para movilizar a las masas a la calle para sacar a todas las ratas del gobierno,como se ha hecho en ecuador y en bolivia tumbando hasta presidentes,les metio el culebron del"mal menor" en la cabeza,pero es que ese es el problema de los partidos que no tienen una politica clara,por andar montando"super coaliciones" como el polo.
y ya que trabaha en el tiempo,se le pide que su queridisimo periodico al que le gusta difamar sin pruebas al 100% deje de rebuznar que los lideres indigenas, sindicales, campesinos,la marcha patriotica y demas organizaciones sociales son "terroristas" que eso tambien fomenta la guerra.
y el liberalismo de revolucionario o izquierdista no tiene un carajo,los liberales de colombia son solo derechosos light y al igual que los godos defienden el libre mercado y la globalizacion.
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