Un hecho político que pasó desapercibido en días pasados fue la
coincidencia de opiniones entre tres mujeres que mueven la opinión pública –Claudia
López desde la izquierda, María Isabel Rueda desde la derecha y Paloma Valencia
desde la extrema derecha- en torno al hacker Andrés Fernando Sepúlveda, a quien
las dos primeras definieron como “un charlatán”.
Que así se exprese la columnista
conservadora es apenas comprensible, pues ella se ciñe al libreto uribista
(ver meme adjunto), por ejemplo cuando dice que “Sepúlveda resultó ser un
charlatán incluso en su reprobable misión de difamar”, o que “ojalá no se siga
en esta peligrosa senda de montar libretos para criminalizar a la oposición”. Pero
sorprende –casi hasta el escándalo- escuchar a la senadora López acompañada de
la ultragoda Paloma Valencia en La Noche de RCN decir esto:
“resulta escalofriante para la democracia colombiana que los medios, la
Fiscalía y toda la opinión pública estén girando en torno a un charlatán de
pésima categoría”.
Charlatán es sinónimo de mentiroso, y eso haría pensar que quienes le hemos dado credibilidad a lo que contó Sepúlveda a Semana y a La FM somos una partida de ingenuos o tontos de capirote, pues –al contrario de la muy sagaz e iluminada Claudia López- fuimos engañados en nuestra buena fe por un personaje fantasioso o mitómano, al que la Fiscalía en contubernio con el gobierno de Juan Manuel Santos le habría dado un libreto para hundir al Centro Democrático.
Lo sorprendente es ver cómo Claudia López descarga todo el peso de la
culpa sobre el hacker y exonera de responsabilidad a la campaña de Óscar Iván
Zuluaga, a quien ve como otro ingenuo que “le comió el cuento”. ¿Cree acaso la
senadora de Alianza Verde que las pruebas que anunció o ya presentó Sepúlveda
son pura patraña? ¿O es que el hombre se cree un Supermán capaz incluso de
engañar a un polígrafo, al que dijo estar dispuesto a someterse? ¿Y los cuatro
intentos que le habrían hecho de matarlo para silenciarlo son entonces un
montaje de la Fiscalía, como dice Óscar Iván Zuluaga del video donde se ve al
hacker suministrándole información de Inteligencia Militar sobre el proceso de
Paz en La Habana, lo cual según este era el tema que se le había asignado?
"El testimonio del hacker al único que incrimina es a él mismo,
con los demás no hay posibilidad", dice la brillante investigadora y
excolumnista a quien siempre he admirado, al punto de haberle dedicado el 9 de
mayo pasado una columna
donde pregunté “¿qué pasaría si renuncia Peñalosa y lo remplaza Claudia?”
Pero esta vez no le creo, porque pareciera que se le fueron las luces al aparecer
sirviendo de idiota útil a la causa uribista. Prefiero más bien creerle a Julio
Sánchez Cristo cuando en entrevista
a Zuluaga dijo que el presidente Juan Manuel Santos no se habría arriesgado
a decir que estamos ante una “empresa criminal”, si no hubiera sido porque fue debidamente
‘dateado’ en torno a las pruebas que habría entregado el hacker a la Fiscalía.
Contrario a lo que piensa la muy valiente y corajuda Claudia López,
por quien habría votado al Senado si no fuera porque voté liberal, me atrevo a
pronosticar que se avecina un remezón que permitirá identificar parte de esas fuerzas
oscuras que de un tiempo para acá le han venido colaborando tras bambalinas al proyecto
político engañosamente conocido como Centro Democrático. “Habrá llanto y crujir
de dientes”, mejor dicho.
Andrés Fernando Sepúlveda afirma haber sido puesto en la tarea de
obtener información que permitiera acabar con el proceso de paz, y todo lo que
confiesa o revela lo expresa con mucha propiedad, y parece tener pruebas que
sustentan sus aseveraciones. Diríase que en la campaña electoral estuvo precisamente
al servicio de esa misión desestabilizadora, como lo fue también (desestabilizadora)
la revelación que hizo Álvaro Uribe en su cuenta de Twitter de las coordenadas
del lugar donde el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) facilitaría el
traslado de un miembro de las Farc a Cuba, con base en información que le
habría suministrado el entonces jefe del Comando Conjunto de Operaciones del
Ejército, general Javier Rey, si es que hemos de creerle al hacker.
En mi columna
anterior dije que “es mucha la tela que falta por cortar, pero lo
interesante de las declaraciones de Andrés Sepúlveda es que permiten distinguir
con relativa nitidez las huellas que durante la pasada campaña electoral fueron
dejando los dedos de una especie de Mano Negra puesta al servicio del proyecto
de ultraderecha encarnado en la ‘majestad’ del expresidente Álvaro Uribe”. Con
base en los últimos acontecimientos, me sostengo en lo dicho.
DE REMATE: Coincido con Mauricio
Vargas en que el hacker español Rafael Revert pudo ser un infiltrado -él
sí- de la Fiscalía o del gobierno en la campaña de Óscar Iván Zuluaga. Pero tengo
la nítida impresión de que Andrés
Sepúlveda no es ningún charlatán, que decidió colaborar con la Fiscalía cuando
vio que era el mejor seguro de vida para que no lo mataran, y que algunas de las
pruebas que tiene pondrán en aprietos a más de uno.
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