¿Qué tienen en común el asesinato de Jaime Garzón y el escándalo que
se desató tras la captura del hacker Andrés Sepúlveda, el mismo que fue grabado
por su colega español Rafael Revert en comprometedora reunión con el entonces
candidato del uribismo a la presidencia, Óscar Iván Zuluaga? La respuesta cabe
en dos palabras: Inteligencia Militar. Dos hechos recientes atraen la atención
sobre ambos casos, por eso que llaman ‘modus operandi’.
En el caso de Jaime Garzón las averiguaciones hasta ahora adelantadas
permitirían concluir que se trató de un operativo de inteligencia militar con
amplias ramificaciones, en un escenario donde nada parece contradecir al
hermano de este, Alfredo Garzón, cuando asumió plena responsabilidad para
decirle al programa Los
Informantes de Caracol que el crimen se tejió desde el alto mando militar.
Todo indica que el recién capturado coronel Jorge Eliécer Plazas
Acevedo, quien manejaba el alias de ‘don Diego’ y dirigía la Brigada XIII de
Inteligencia Militar, desde un año antes de la muerte de Jaime Garzón escuchaba
todas sus llamadas y le pasó algunas grabaciones a José Miguel Narváez, asesor
de inteligencia del Ejército que le dictaba a la cúpula de las AUC unas
conferencias tituladas ‘Por qué es lícito matar comunistas’, y es Narváez quien
le entrega a Carlos Castaño la información que habría de justificar el
asesinato del comunicador. ¿Hubo alguien en la cadena de mando del Ejército que
por encima de Plazas y Narváez dio órdenes en tal sentido? Si hemos de creerle
al bien informado hermano de Jaime Garzón, sí.
Como dato llamativo, dos días antes de su muerte Garzón se entera de que
Castaño ha dado dado la orden de matarlo, y le habla al ministro de Defensa
Rafael Pardo para que intervenga ante el alto mando militar; luego busca una
cita (infructuosa) con el comandante del Ejército, general Jorge Enrique Mora, pero
consigue hablar con el general Rito Alejo del Río, comandante de la Brigada
XIII del Ejército donde trabajaba bajo su mando directo el coronel Jorge
Plazas, el mismo que les habría entregado a los sicarios llegados de Medellín
la información de inteligencia requerida para asesinarlo al día siguiente. Como
quien dice que Garzón ya sabía por dónde iba el agua al molino, pero no pudo
detener su caudal.
En el caso del hacker Andrés Sepúlveda, un artículo
de Semana en su última edición prendió las alarmas en torno a lo que sería
un entramado de complicidad que involucraría a los principales organismos de
inteligencia militar del Ejército, sumado a que la revista devela un plan para
asesinar a Sepúlveda, con dos audios que constituyen poderosa evidencia. Según
la revista, “Sepúlveda es clave para terminar de armar un complejo rompecabezas
de personajes que parecían aislados pero que en realidad tienen múltiples vasos
comunicantes, y que han llevado a las autoridades a pensar en una conspiración
de gran calado”. La hipótesis que desarrolla la Fiscalía apuntaría a que las
interceptaciones de Sepúlveda, la fachada de inteligencia militar de la sala Andrómeda
descubierta en Galerías, y el cierre de la ‘sala gris’ de la Central de
Inteligencia Militar (CIME) del Ejército unos días antes, serían temas
interconectados.
En columna
para Semana.com publicada al día siguiente de la primera vuelta electoral
que ganó Óscar Iván Zuluaga, dije que “la pregunta de fondo es si Andrés
Sepúlveda es o no un agente de inteligencia militar, en consideración
básicamente a que si el animal tiene alas de pato, camina como pato y grazna
como pato… es un pato”. Unos días después de la captura de Sepúlveda se supo de
otro hacker, Carlos Escobar, con quien el detenido trabajó en llave y tenía el
mismo perfil cien por ciento uribista (“le manejo la cuenta a Álvaro Uribe
Vélez”, “le hacemos seguimientos a guerrilleros”), y le dijo a Las2orillas
que manejaba la página alvarouribesenador.com, algo que Uribe nunca desmintió.
Pero faltaba un tercer hacker,
Yesid González Arango, conocido con el alias de ‘Bambino’ y a quien Sepúlveda
luego de su captura relacionó como uno de los contactos que tenía en la sala Andrómeda.
Y resultó que este último trabajaba en el comando de las Fuerzas Militares,
como le reconoció a Blu
Radio el propio comandante de la FAC, general Guillermo León. Motivo por el
cual se podría concluir que si ya no son uno sino tres los que en patota caminan
como patos, graznan como patos y tienes
alas de pato, es porque son patos…
En el entramado que muestra Semana, el hilo conductor parecería ser el
general Mauricio Forero, director de la CIME. Pero no se trata de repetir aquí
ese artículo, sino de hacer ver que cuando uno de los miembros de la patota es tomado
preso se convierte de inmediato en patito feo, porque ‘sabe demasiado’, y es
entonces cuando aparecen unas grabaciones que no dejan duda sobre un plan para
asesinar a Sepúlveda dentro de La Picota. Mientras tanto, desde otro frente el
procurador Alejandro Ordóñez ponía su granito de arena tratando de bloquearle
el proceso a la Fiscalía con leguleyadas, según reveló Noticias
Uno este domingo 3 de agosto.
En la columna citada dije también que en ese contexto de relaciones
‘pecaminosas’ entre Ejército y espías cabría otra pregunta, y es si Andrés
Sepúlveda pudo haber sido el vaso comunicante de Inteligencia Militar con la
campaña de Óscar Iván Zuluaga. Yendo más lejos, me atreví a aventurar si no
sería que durante la campaña electoral los aparatos de inteligencia de las
Fuerzas Militares estuvieron dedicados a espiar y hostigar la campaña a la
reelección de Juan Manuel Santos, en una especie de activa colaboración
camuflada con el candidato de Álvaro Uribe, quien en sus ocho años de gobierno
impulsó una política de Seguridad Democrática, de claro corte militarista.
Modestia aparte, la investigación
revelada por Semana parece concederme la razón en cada una de las hipótesis
que formulé.
Volviendo a la investigación por el crimen de Jaime Garzón, este fue
asesinado el 13 de agosto de 1999, cuatro meses antes de que Álvaro Uribe le
rindiera al general Rito Alejo del Río un suntuoso homenaje de desagravio en el
Hotel Tequendama (29 de abril), pese a que ya eran vox populi sus vínculos con
el paramilitarismo y a que por eso mismo la embajada de Estados Unidos le había
retirado la visa.
Verdadabierta.com
cuenta que el paramilitar Jesús Emiro Pereira Rivera, alias ‘Alfonso’, dijo en
versión libre ante Justicia y Paz que el general le había ayudado a llegar a
Bogotá, a donde los Castaño lo mandaron en 1998. Según Pereira, el general Rito
Alejo del Río lo recomendó con el coronel Jorge Eliécer Plazas, jefe de
inteligencia de la Brigada XIII del Ejército con sede en Bogotá. “Fue Rito
quien nos recomendó al coronel Plazas; cómo éramos nuevos en Bogotá, Rito Alejo
me presentó”.
Y entonces, uno se pregunta: ¿conocía el general del Río los planes de
su subordinado el coronel Plazas para asesinar a Jaime Garzón? Y aquí entre nos
(o mejor, entre ellos), ¿le habría comentado del asunto a su gran amigo el
exgobernador de Antioquia y futuro presidente? Porque es que, hasta donde llega
nuestra información, los tres hacían parte de la misma patota…
DE REMATE: El general Rito
Alejo del Río y el coronel Jorge Plazas también aparecen involucrados por
testigos en el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, pero esto será tema de otra
patota. Eh, que digo: de otra columna.
2 comentarios:
Señor comunista, así le duela la mayoría estamos con Uribe columnista de mierda que el único tema que tiene es difamar al gran colombiano...
Si que si
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