"Soy como la mayonesa en un sándwich”.
Francisco Santos Calderón
Por las redes sociales circula una irreverente aunque acertada interpretación
en forma de meme, sobre lo que hoy ocurre entre Francisco Santos y Álvaro
Uribe. En la misma foto del evento del pasado 6 de febrero donde Pachito
anunció su retorno al redil uribista, se le ve sonriente de oreja a oreja, mientras
a su izquierda el expresidente aparece pensando: “A este bobo no se lo espanta
ni echándole agua caliente”.
La frase es muy de la usanza antioqueña, de esas que le suelta la
matrona paisa al niño hiperactivo que vive agarrado de su falda, y refleja una
realidad tragicómica para el uribismo, pues por mucho que intentaron hacerlo a
un lado, Pachito aprovechó el desplome de la candidatura de Óscar Iván Zuluaga
para meterse de nuevo en la colada.
Otra foto reciente muestra a quienes en algún momento fueron los cinco
‘fusibles’ que tuvo Uribe en su carrera hacia la reconquista de la presidencia,
de los cuales cuatro ya se le han fundido (ver foto). Pacho Santos debió
percibir que se estaba quedando definitivamente por fuera y se arrechó, como
dicen en el Santander de su tatarabuela Antonia Santos. Y decidió volver al
ruedo, solo que lo hizo como el hijo malcriado que se cuela en una reunión de
grandes sabiendo que su presencia es inoportuna, pero no le importa porque su
papá es el dueño de la casa.
Hay quienes dicen que Pachito está pensando en que “a falta de pan,
buenas son tortas”. En otras palabras, que a falta de presidencia uribista contemplaría
una eventual candidatura a la vicepresidencia, pero no de Óscar Iván Zuluaga
(¡por supuesto!) sino de Martha Lucía Ramírez. En este contexto es irrefutable
que hoy le hace fuerte campaña a la dirigente conservadora, en lo que
constituye una carga de profundidad contra el candidato de su propio partido y
en últimas contra el proyecto político de su jefe, pero nadie puede impedir que
así ocurra. Es lo que se llama ‘pescar en río revuelto’.
En referencia a la primera foto (la del agua caliente), resulta
pertinente preguntarse si la presencia de Pacho Santos en ese evento de Suba fue
de puro espontáneo, o si lo acordó con el expresidente Uribe. Según la activa
tuitera Emma Flood, “el
regreso estaba preparado porque ¡oh casualidad!, OIZ no estaba ahí”.
Ahora bien: ¿fue Uribe el que llamó a Pachito a pedirle que regresara
a sus filas, o fue este quien le dijo “jefecito, aquí está su soldado, por
favor no me deje por fuera”? Eso nunca se sabrá, pero nuestras antenitas de
vinilo reportan que pudo ser lo segundo, porque con o sin la presencia de tan
intenso y folclórico personaje, la nave uribista terminará indefectiblemente virando
a estribor, hacia una estrecha alianza con el Partido Conservador. Y Pacho
quiere estar ahí, a la hora del campanazo.
Sea como fuere, algún uribista sensato (que los hay, así suene a
oxímoron) debería invitarlo a reflexionar si no será que se está metiendo a los
codazos en el lugar equivocado, donde no lo quieren, como lo demostró la convención
del UCD de la que lo sacaron ‘de taquito’, aunque él insista –contra evidencia-
que todo ocurrió a espaldas de su muy admirado y nunca bien ponderado jefe
Álvaro Uribe.
Un asunto que ayudaría a resolver el intríngulis sería saber si fue él
quien en 2002 le pidió la vicepresidencia a Uribe, o si fue este quien se la
ofreció. En el libro Rebelde con causa, que Francisco Santos editó a las
volandas el año pasado (aunque esa platica se perdió), su patrón dice en el
prólogo: “Un sábado temprano, antes de emprender alguna de las giras de la
campaña, me llamó la doctora Alicia Arango Olmos, para alterar la agenda e
introducir una reunión inmediata con Pacho. Quedó definido que sería el
candidato a la vicepresidencia”. Y Pacho en la página 103 cuenta al respecto:
“Me preguntó que cómo me parecía Mauricio Rodríguez, que qué tal juan Lozano,
le di mi opinión, y en algún momento me dijo: ¿A usted le gustaría? Y le dije:
“Sí”.
Por esos días se sabía que Uribe buscaba un bogotano como fórmula a la
vicepresidencia (ya se la había ofrecido a Eduardo Pizano) para abrirse espacio
político en esos conventículos de la oligarquía santafereña que tanta
desconfianza le producía, y lo que dicen fuentes bien informadas es que el
exjefe de redacción de El Tiempo se le fue hasta la oficina para que, cumplido
el primer requisito que buscaba, lo tuviera en cuenta. Es sabido además que en
un momento de ofuscación, por allá en 2007, al entonces presidente se le escapó
que Pacho le había pedido ese puesto.
Hoy Francisco Santos con su relamida obsecuencia y su pose de lacayo pretende
hacerle creer a Uribe que él no es portador del ADN Santos, el mismo del que le
pidió el Ministerio de Defensa y a lo que tampoco pudo negarse, porque fue Juan
Manuel quien le organizó y le puso a marchar el Partido de la U para abrirle el
camino a su reelección.
Pero no es fácil que eso ocurra (que Uribe olvide tan riesgoso origen
y parentesco), menos si Pachito sigue diciendo cosas tan irreflexivas e
inmaduras como que Uribe es “un gigante al que lo rodean personas muy pequeñas”,
o que “soy una persona de inmenso carisma”, ubicándose así cual Gulliver a la
misma altura de su jefe, de modo que quienes acompañan a ese par de colosos pasan
a ser una recua de insignificantes liliputienses.
Y nadie se atreve a decirle “¡por qué no te callas!”, por una razón de
peso: porque Pachito posee un inmenso capital político, representado en que
nadie ha registrado mejor que él en las encuestas de opinión para remplazar a
Uribe. Y es por eso –solo por eso- que a la plana mayor del uribismo le toca
tragarse todos los días semejante sapo.
Twitter:
@Jorgomezpinilla
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