El pasado lunes 24 de mayo el presidente Uribe comparó a su gobierno con una gallina que pone “tres huevitos de prosperidad: el de la seguridad, el de la promoción de la inversión y el de la política social”. Y pidió, en tono parroquial: “cuidemos esos huevitos”. Es de Perogrullo que se trataba de una –otra- expresión pública de apoyo a Juan Manuel Santos, quien durante toda la campaña habló de pasar de la seguridad a la prosperidad democrática. Como dice el refrán: blanco es, gallina lo pone…
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Lo cierto es que Uribe no se expresa así por posar de metafórico, sino para provocar un efecto político. En eso, estamos ante un genio de la propaganda. Y la estrategia le funcionó, si nos fijamos en los resultados que le dan a su ‘polluelo’ candidato un primerísimo lugar, muy por encima de Antanas Mockus, a quien dejó casi con respiración artificial. En esta campaña el Presidente se vio ante el imperativo de endosarle a Santos una buena tajada de su popularidad, tarea nada fácil (por la falta de charme de su pupilo), pero no hay duda en que lo logró.
Diríase que las primeras derrotadas fueron las encuestas, pues ninguna mostraba una votación tan alta para el candidato de la U, lo cual podría incluso prestarse para especulaciones. Habrá que ver ahora cómo se justifican los encuestadores, que en lo único que acertaron fue en el último lugar de Rafael Pardo, en la medida en que para el primer lugar daban un empate técnico entre Santos y Mockus.
Los segundos grandes derrotados fueron los partidos Liberal y Conservador, cuyas votaciones sumadas apenas superan el millón y medio de votos. En lo referente a Noemí Sanín, no sería exagerado afirmar que durante los debates se sobreactuó y terminó por desdibujarse. Había que verla con su sonrisa forzada y su marcado histrionismo, para sospechar que no iba por buen camino. Fue como la novia que hemos dejado de querer, por lo que se esfuerza aun más en recuperar el cariño perdido, sin saber que ese esfuerzo desmedido la conduce a su perdición. Como en efecto ocurrió.
El último lugar para Rafael Pardo obedece a que aplicó una estrategia altamente riesgosa (“lo que puede ir mal se pondrá peor”, reza una ley de Murphy), cual fue la de apuntarle a conservar su propio ‘nicho de mercado’, o sea el Partido Liberal. Pardo se dedicó a agitar el trapo rojo, confiado en estudios analíticos que así lo recomendaban. Pero le fallaron tanto los análisis como las otrora ‘huestes’ liberales, en parte porque la lealtad de cuerpo partidista está mandada a recoger, y en parte porque a pesar de su brillante inteligencia, su profundidad analítica y su coherencia política –que esperamos conserve-, le faltó lo que le sobra a Horacio Serpa: carisma. Y como dice el refrán popular, no se le pueden pedir peras al olmo. Pardo dejó en libertad a sus seguidores para que voten “a conciencia”, y falta por conocer la decisión de la bancada liberal, compuesta por congresistas necesitados de puestos, después de doce años de orfandad burocrática.
Germán Vargas Lleras y Gustavo Petro pueden darse por bien servidos, en sus respectivos tercero y cuarto lugar. Al candidato de Cambio Radical le representa una victoria táctica hacia la segunda vuelta, pues sus votos son hoy los más cotizados. Pero no es fácil colegir hacia dónde se irán, si hacia la U o hacia los Verdes, en la medida en que Vargas Lleras brilló con luz propia como el ala decente del uribismo, pero Mockus encarna precisamente la decencia. Así que el dilema será entre apoyar la continuidad del proyecto uribista, o decidirse por lo que en efecto sería un ‘cambio radical’.
En lo referente al candidato del Polo, queda demostrado que las continuas embarradas y consecuentes rectificaciones de Mockus –sumado al brillante desempeño de Petro en los debates- le devolvieron buena parte de los votos que al principio de la campaña se le habían marchado hacia el Partido Verde. Petro sale fortalecido de la contienda, con una votación cercana a la de Vargas Lleras, que también cuenta a la hora de las alianzas.
La pregunta del millón, ahora, es cómo harán los Verdes para atraer hacia su causa los votos que no fueron para Santos, y sumarle los de los abstencionistas que no votaron en la primera vuelta pero estarían dispuestos a dejarse ‘seducir’ para la segunda. Es la hora de la reingeniería en esa campaña, donde lo primero a revisar es por qué, pese a que se daba por descontado que fue la unión entre Mockus y Fajardo lo que los puso de primeros en las encuestas, los votos del ex alcalde de Medellín no se vieron reflejados –de nuevo- en los guarismos electorales. (¿Sería porque se cayó de la bicicleta?) De otro lado, viendo que los votos uribistas se quedaron con Santos, a Mockus le corresponde ahora radicalizar su discurso, ya liberado de la camisa de fuerza que le impedía mostrarse como opositor, para no caerles mal a esos sectores.
Lo verdaderamente asombroso de la jornada es comprobar que la cadena de escándalos que volvieron a aflorar en las últimas semanas de la campaña, y que apuntaban por igual a Juan Manuel Santos como al presidente Uribe (chuzadas del DAS, ‘falsos positivos’, affaire Santiago Uribe, etc.), no tuvieron ninguna incidencia en las urnas. Es algo que pone en entredicho la madurez política de la nación, pues basta con que el presidente Uribe les pida a los colombianos que le cuiden sus huevitos, para que casi la mitad de los votantes salga corriendo -como gallina clueca- a votar por el también cuestionado Juan Manuel Santos…
jorgegomezpinilla@yahoo.es
1 comentario:
Pienso que el caudal electoral que logró Mockus tiene un mayor potencial de crecimiento de cara a la segunda vuelta, que el que tiene Santos. Es claro que casi la totalidad de personas que votaron por Pardo y por Petro, en segunda vuelta lo harán por Mockus, lo cual lo subiría al 35% en la intención de votos. Por su parte los votos de Noemí y Vargas Lleras se desplazarén en partes iguales a los dos candidatos ganadores. Todo esto daría como resultado a Santos con el 54% y Mockus con el 43%. Vemos como ene ste escenario el margen entre los dos candidatos es más estrecho y puede variar si el partido verde se pone las pilas.
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