A un comentarista de la actualidad nacional se le escuchó decir –cual si llegara a una brillante conclusión- que El Tiempo se metió un autogol con la salida intempestiva de Claudia López, pues eso tendería a fortalecer el medio a donde ella iría a parar. Agregaba el reputado analista que habían cometido craso error, y que en su ofuscación habían reaccionado “con la cabeza caliente” cuando reemplazaron la que habría podido ser una cortés carta de despido con una nota destemplada al final de la columna: “El Tiempo rechaza por falsas, malintencionadas y calumniosas las afirmaciones de Claudia López”. Y ponía como prueba de la equivocación los más de 1.700 comentarios –todo un record- que la mentada columna había recibido ese día, la mayoría a favor de la columnista, en lo que habría sido una especie de flagelación para ese medio.
Es posible que no hayan encontrado la justificación mas acertada al ver supuesta falsedad, mala intención o calumnias en lo que no pasó de ser uno de los tantos juiciosos análisis a los que nos tiene acostumbrados la López, donde lo que quizá mas les dolió fue “recordar que a El Tiempo nunca se le ocurrió preguntarles a sus foristas si Juan Manuel Santos debía renunciar por el escándalo de los falsos positivos.” Pero de ahí a decir que hubo ofuscación o cabeza caliente en la decisión tomada, hay un largo trecho. Porque una cosa es que les haya disgustado que la columnista se hubiera valido de su tribuna de opinión para develar los intereses que esa casa periodística tiene en el tercer canal (algo que cualquier lector desprevenido percibe en la sesgada titulación que aplican cuando temen molestar al Presidente en temas de su ínterin) y otra que haya sido la propia columnista la que dio ‘papaya’ para su salida.
En otras palabras, lo que le da la razón a esa columna de Claudia López es que la hayan sacado por la puerta de atrás, pues esto se traduce en un ‘gesto’ que agrada a los detractores de la columnista, o sea al furibismo reinante, o sea a los potenciales donantes del tercer canal. No se requiere aplicar malicia indígena para apreciar que El Tiempo ha venido ‘depurando’ su línea editorial con la exclusión de columnistas críticos como María Jimena Duzán (y ahora Claudia López), y la inclusión de otros de marcada tendencia pro Uribe como Fernando Londoño, José Obdulio Gaviria, Plinio Apuleyo Mendoza, María Isabel Rueda o Mauricio Vargas. Así las cosas, la columna citada les cayó como anillo al dedo para prescindir de sus servicios, de modo que siguen llenando los requisitos para hacerse merecedores al tan anhelado premio, en la medida en que se rasgaron las vestiduras, y eso incrementa el mérito.
No quiere decir lo anterior que esa casa periodística no haya sufrido una mella en su prestigio, porque se destapó como practicante de la censura de prensa, justo en momentos en que uno de sus ex codirectores, Enrique Santos Calderón –y columnista, además- preside la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Pero es un desprestigio que sólo cunde entre un público habitualmente crítico, tanto de la prepotencia de ese medio como del gobierno Uribe, de modo que en la relación costo-beneficio salen gananciosos.
Sea como fuere, el lapo que se acaban de dar habrá de representarles un costo a mediano plazo, no necesariamente en lo económico (todo lo contrario), pero si en lo periodístico. Baste citar las palabras del ex ministro Rudolf Hommes –también columnista de El Tiempo, y quizá próximo a seguir los pasos de la defenestrada- a quien RCN Radio le preguntó por las consecuencias que traería la salida intempestiva de Claudia López, y esto respondió:
“Eso se les va a devolver, pues uno no hace eso impunemente”.
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