martes, 15 de marzo de 2022

Fajardo, ¿por qué no te largas?

 


Tomado de El Espectador

Partamos de considerar que gran parte de la culpa de que un monstruo como Álvaro Uribe Vélez hubiera logrado la reconquista del poder para un nefasto tercer periodo presidencial (camuflado en un mequetrefe al que le encanecieron el pelo para darle experiencia), recae en Sergio Fajardo.

No es por matoneo que se le señala de ser un tibio, porque las pruebas de su tibieza abundan. Por ejemplo, cuando hace cuatro años largos la prioridad era defender el acuerdo de paz y se le invitó a unir fuerzas con Humberto de la Calle, pero despreció la oferta alegando que no quería “nada con el Partido Liberal ni con ningún partido”. ¿Y a qué obedeció semejante desatino? A que iba primero en las encuestas y creía que eso le iba a durar para siempre.

Por esos días dije algo que sigue teniendo vigencia: “hoy se les presenta la oportunidad dorada a las fuerzas que en defensa de la paz se hallan agrupadas alrededor de Humberto de la Calle, Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Claudia López, Jorge Robledo y Clara López, de llevar a buen puerto este proyecto reconciliación nacional. Basta con ponerse de acuerdo en el reparto equitativo de tareas hacia la construcción de un país donde quepamos todos, para que el triunfo esta vez (a diferencia del nefasto 2 de octubre de 2016) no nos sea esquivo”. (Ver columna)

Pero triunfaron los egoísmos individuales, sobre todo el narcisismo sectario de Fajardo, y por el camino de la variopinta división de la centro-izquierda se coló el candidato de la bestia a la segunda vuelta, Iván Duque, en compañía de Gustavo Petro. Fajardo había quedado de tercero con la nada despreciable suma de 4’602.916 votos, detrás de los 4’855.069 que obtuvo Petro. ¿Y qué hizo con ese capital político, cuando recaía sobre sus hombros la responsabilidad de decidir el futuro de la nación en los cuatro años siguientes?

Nada. Escurrió el bulto. Si le aplicamos simple lógica política (para no hablar de sentido común, hoy el menos común de los sentidos), a Fajardo le correspondía apoyar a quien dentro de la misma tendencia progresista le había ganado en franca lid, y contribuir de ese modo a impedir que la cavernícola extrema derecha se apoderara de la presidencia para ejecutar la promesa que hoy está cumpliendo a carta cabal: hacer trizas el proceso de paz.

Pero prefirió anunciar su voto en blanco e irse a ver ballenas, con los resultados ya conocidos: los cuatro años de gobierno más desastrosos de las últimas décadas, en los que Fajardo tiene una alta cuota de responsabilidad, porque en su cálculo egoísta quizás avizoró que si permitía que ganara Duque, cuatro años después con su abultada votación él podría superar a Petro y ser el próximo presidente.

El pueblo al parecer le castigó en las urnas semejante desacierto, pues de los cuatro millones y medio de votos que obtuvo en 2018, el domingo pasado apenas alcanzó a contabilizar 723.084, cifra además inferior a la que obtuvo la segunda en la coalición del Pacto Histórico, Francia Márquez: 783.160.

Pero Fajardo parece no darse por enterado, y ha salido muy orondo en su Twitter a “convocar a los ochos millones de personas que no participaron ayer”, como si nada hubiera pasado, como si esos mismos millones de personas en la menguada votación que obtuvo no le hubieran pasado cuenta de cobro por los onerosos errores cometidos, en parte suyos y en parte de la babosa coalición que encabeza.

También ha salido a hablar de “evitar que se repita la polarización de 2018 que nos dejó atrapados”, inconsciente en su marasmo de que ha quedado tan golpeado, que su escasa fuerza electoral si acaso le alcanzará para quedar de cuarto en la primera vuelta, muy seguramente detrás del cantinflesco Rodolfo Hernández.

Tengo frente a mis ojos un artículo de El País de España titulado “Sergio Fajardo gana en un centro fragmentado y debilitado”, donde se dice que este “apareció en el evento de victoria junto a los otros cuatro precandidatos con los que compitió, un símbolo de unión que no siempre lograron tener en los últimos meses”. (Ver noticia con foto).

Victoria… ¿cuál victoria? Mira uno la foto del evento y encuentra solo caras alargadas, invitados de piedra a un convite donde se respira más ambiente de derrota que de triunfo. ¿Qué estarían pensando en ese instante Humberto De La Calle, Juan Fernando Cristo, Alejandro Gaviria, Carlos Amaya y Juan Manuel Galán? ¿Serían conscientes de que son coequiperos del “ganador” de una consulta donde los votos sumados de los cinco que compitieron no alcanzaron ni siquiera para empatar a los que obtuvo ‘Fico’ Gutiérrez?

En esa foto llama sobre todo la atención Gaviria, distraído con su mirada hacia el costado izquierdo, como quien no tiene velas en ese entierro. Y es cuando uno se pregunta si será que esos cinco excandidatos de rostro circunspecto están obligados a cumplir el compromiso que pactaron de apoyar al ganador de la consulta, o si no será que en aras de enfrentar con las fuerzas numéricas requeridas a la caverna representada en ‘Fico’, orientan sus ojitos en la misma dirección de Alejandro, hacia la izquierda…

Si se le ha visto al mismísimo director del Partido Liberal reunirse con Gustavo Petro, ¿qué les cuesta a ellos, portadores de un pensamiento aún más liberal que el de César Gaviria, hacer lo mismo?

Mejor dicho, ¿se imaginan nomás el alivio que sentirían Humberto, Juan Fernando, Juan Manuel, Carlos y Alejandro donde a Sergio le diera por seguir el ejemplo de Óscar Iván Zuluaga?

Lo preocupante en últimas es que la bajísima votación de la coalición Centro Esperanza representa para Fajardo un triunfo pírrico, pero este nunca lo reconocerá y, en tal medida, podría ser de nuevo la piedra en el zapato para el progresismo en su búsqueda de la ya más que merecida Presidencia de la República en la segunda vuelta.

RECTIFICACIÓN: En mi columna del miércoles pasado titulada “Muchas gracias por el detalle. Ya le firmé el recibo a Marín”, publiqué el pantallazo de un chat donde una supuesta funcionaria de la gobernación de Santander, de nombre ÉRIKA YISETH FLÓREZ ANGARITA, se dirige a contratistas de esa entidad en busca de votos. Una persona con ese mismo nombre, pero “funcionaria en Carrera Administrativa de la Dirección Territorial de Salud de Caldas”, me escribe para solicitar que aclare que no es ella la persona relacionada con ese chat. Hago la debida rectificación, puntualizando en que al parecer fui engañado por una persona interesada en construir un montaje.

1 comentario:

Rodrigo Saavedra Macia. dijo...

Para usted todo vale si el fin es derrotar a Uribe. Las minorías solo valemos si elegimos su único destino de acogernos a Petro. Su militancia, disfrazada de opinador, copta el derecho de Fajardo deser parte del juego electoral e invita incluso a los otros candidatos a romper pacto, que en otras columnas ha criticado por no honrar la palabra, que según usted vale todo y hoy no vale nada. Los tibios teenmos derecho a representarnos y parte del país en el que no cabemos según su militancia, que nos daría patente de inteligentes ciudadanos si apoyamos a su Petro. En la historia de la humanidad los extremos han creado los conflictos que luego se han tenido que arreglar tibieza, luego de pagar un alto precio. Lo leó siempre y lo creí un democrata, pero hoy no es más que un emocionado militante. Soy tibio y elogio la tibieza. Los desafíos son complejos y no hay tiempo para peleas de brabucones. La acción frente a la crisis climática, la adaptación a la revolución tecnológica, el intervenir el futuro de la educación, hacer ya una transformación demográfica, operar una innovación en salud más allá del efectismo de fin de las Eps, rebajar la desigualdad lacerante y jugarnos por los movimientos sociales, todo no se puede afrontar desde la polarización radical y constante. Disculpe usted mi tibieza, de reclamar que Fajardo siga, la cual no debe ser nada frente a la grandeza de su exigida y reclamada decisión de parte del estorboso Fajardo.