Un deliberado intento de engaño a la Corte Suprema de Justicia acaba de
fracasar en la figura de Enrique Gómez Martínez, sobrino del asesinado Álvaro
Gómez Hurtado, después de que el alto tribunal ratificó la pena a
40 años de prisión contra el único condenado que hubo, Héctor Paul Flórez. A
él, hasta donde llega la información que se conoce, la justicia le probó haber
sido uno de los sicarios que disparó contra el dirigente conservador el 2 de
noviembre de 1995, cuando salía de la universidad Sergio Arboleda en compañía
de su asistente, José del Cristo Huertas Hastamorir.
Fueron varios los intentos que en representación de otros miembros de su
familia hizo el abogado Gómez Martínez de torcerle el cuello a la justicia, con
una finalidad puramente monetaria, si hemos de creerle al mismo demandante cuando
el 2 de noviembre de 2018, en un nuevo aniversario de la inmolación de su tío y
el mismo día que pidió revisión del fallo que encontró responsable del
crimen a su ‘cliente’, afirmó sin ruborizarse que “una vez sea fallada a su
favor esta demanda, Héctor Paul Flórez reclamará al Estado la indemnización
correspondiente por la vulneración de sus derechos a una defensa justa y al
debido proceso”. (Ver noticia).
Por eso dije en columna
anterior que Álvaro Gómez debe de estar revolcándose en su tumba, pues es
impresentable que su familia como parte civil haya logrado la condena del
asesino a 40 años y más de 20 años después, ya consumado el propósito de
desviar la investigación, el sobrino de la víctima aparezca defendiendo a uno
de los sicarios. El Consejo de la Judicatura tendría aquí un caso elocuente
para investigar y juzgar a Enrique Martínez Gómez por conflicto de intereses.
Pero ahí no para la cosa, porque el pasado domingo 17 de febrero se
presentó una situación que escapa a toda lógica: en horario AAA durante su
emisión de las 7 de la noche, Noticias Caracol presentó un reportaje de casi 6
minutos, donde en tono de primicia nacional mostraban de refilón un informe de
la Dirección de Policía Judicial que probaría que la investigación por el
crimen había sido desviada y –en reminiscencia de un capítulo de Los Informantes de 2014- presentaban a Héctor Paul Flórez
como un angelito a quien la justicia convirtió en “chivo expiatorio”. La
prueba reina que quisieron presentar como hecho sobreviniente fue un documento
que todo el tiempo estuvo incorporado al proceso, pero en la nota lo hicieron
figurar como si fuera el hallazgo judicial del siglo. (Ver informe de Noticias Caracol).
Lo sorprendente está en que luego de machacar sobre
la injusticia que se habría cometido con tan larga condena, la inocente reportera
(ella sí) afirma que “a Héctor Paul le queda un último recurso: la Corte
Suprema de Justicia, que tiene en sus manos la suerte del único condenado por
el magnicidio”.
Lo que no se dice allí es que once días antes de la presentación de ese reportaje, el miércoles 6 de febrero, con ponencia del magistrado
Eugenio Fernández la sala penal de la Corte Suprema ya había rechazado la acción
de revisión en la que Enrique Gómez pedía tumbar la condena, mediante un
documento de 32 páginas donde refuta uno a uno sus argumentos, basada en que
los elementos aportados como prueba sobreviniente ya habían sido tenidos en
cuenta en otros estrados judiciales: “no es novedoso el contenido de las
declaraciones rendidas por los testigos a los que alude la defensa”.
Pero en desarrollo del citado reportaje, que coincide con la llegada a
ese noticiero de Mauricio Gómez Escobar, periodista estrella del mismo e hijo
de la víctima, se le escucha orondo a su primo Enrique afirmar que “hay
documentos que fueron ocultados hasta hoy (…) hace menos de cinco o seis meses
por la Policía, y los vinimos a conocer por otras fuentes”.
La piedra del escándalo reside en que habiendo fallado la Corte sobre las pretensiones del
demandante y luego de haber sido notificado, Enrique Gómez asaltó la buena fe del noticiero cuando once días después desconoció (u
ocultó, aquí sí) la providencia “no susceptible de ser recurrida”, y dio
declaraciones que engañaron o confundieron a la opinión pública, pues hizo
creer que el recurso de reposición interpuesto aún seguía su curso: “mientras
el país espera por el recurso ante la Corte, la Fiscalía avanza en la
investigación por la presunta desviación de esta investigación (sic)”, dice la
engatusada autora del reportaje, cuyo nombre no aparece quizá por vergüenza
propia.
La providencia de la Corte Suprema se traduce en que la condena a 40
años de cárcel contra Héctor Paul Flórez -de los cuales pasó 23 en la cárcel y
hoy está en libertad condicional- es cosa juzgada. En otras palabras, que a
Enrique Gómez Martínez y demás deudos esa platica se les perdió.
Remato esta columna con el párrafo final de un equilibrado artículo de
Semana en su última edición, donde en una primera parte le
quitaron al suscrito columnista la palabra de la boca, pero en la segunda no:
“Todo lo anterior arroja dos escenarios diametralmente opuestos. Por un lado,
no tiene lógica pensar que a la sala penal de la Corte Suprema le interese
desviar la investigación de un crimen de esa trascendencia nacional. De ser
así, esta sería una teoría de conspiración que a nadie le cabe en la cabeza.
Por otro lado, igual de improbable es que la familia del inmolado líder
conservador encabece un movimiento para reivindicar la inocencia de quien según
la justicia es el autor material”. (Ver artículo).
Aquí entre nos, eso de “igual de improbable” también podría ser sometido
a revisión, pues en la práctica lo han venido haciendo. Sobre todo desde lo
mediático, con agresivas acusaciones contra el gobierno de
Ernesto Samper para lograr que el magnicidio se configure como crimen de Estado
(detrás de lo cual habría otro jugoso botín), y donde la voz cantante de tal
despropósito siempre ha sido la columnista conservadora María Isabel Rueda,
quien acostumbra recurrir a los buenos oficios de sus invaluables amigos, las
vacas sagradas del periodismo nacional.
Sea como fuere, si la conspiración para ocultar a los verdaderos
responsables del asesinato de Álvaro Gómez no proviene de la Corte Suprema, se
hace casi de Perogrullo inferir que podría provenir de los parientes de la
víctima…
DE REMATE: En días recientes se hizo
viral la noticia de
una estafadora conocida como ‘la mona Jaller’, quien al momento de su captura
afirmó saber quién mató a Álvaro Gómez, y agregó: “aténganse a las
consecuencias”. El periodista Mauricio
Collazos de RCN Radio le preguntó si algún político tendría que
preocuparse, y la señora respondió: “Pregúntele a Pastrana”. A continuación el
analista Jorge Restrepo, al informar desde su cuenta de Twitter sobre esa
entrevista, incurrió en grave falta a la ética periodística cuando en trino
suyo –que
también se hizo viral- puso en boca de su colega Collazos una pregunta que este
no formuló: “¿Quién tiene que preocuparse, acaso Horacio Serpa?”. El primero en
pedir rectificación debería ser el periodista afectado, negando enfáticamente haber
dicho eso. Si no lo hace, debe ser que no le ve problema a que su nombre sea
utilizado por un superior suyo para confeccionar una noticia falsa.
2 comentarios:
El cerco noticioso de RCN y Caracol
https://laorejaroja.com/el-cerco-noticioso-de-rcn-y-caracol/
aeropuerto Toncontin, Marcos Porras le negó la entrevista al periodista Cesar Silva de UNE TV OPINEN
https://www.youtube.com/watch?v=RrolcbpU5vg
El cerco noticioso de RCN y Caracol
https://laorejaroja.com/el-cerco-noticioso-de-rcn-y-caracol/
aeropuerto Toncontin, Marcos Porras le negó la entrevista al periodista Cesar Silva de UNE TV OPINEN
https://www.youtube.com/watch?v=RrolcbpU5vg
https://www.youtube.com/watch?v=5CbOoC65kII
Cómo es la autoestima del esclavo moderno
https://www.youtube.com/watch?v=qnXQA6l4sG0
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