La información fechada el pasado 6 de febrero dice que “la fiscal del
caso del asesinato de Jaime Garzón pidió a un juez especializado del circuito
que condene al coronel (r) Jorge Eliécer Plazas Acevedo como coautor de este
crimen”. Y según la Procuraduría, “aprovechó su poder cuando era comandante de
inteligencia de la Brigada 13 para cometer un acto criminal”. (Ver
noticia).
Basta conocer la carrera militar y el prontuario delictivo del coronel
Jorge Eliécer Plazas Acevedo para tener certeza de la doble acusación, pero
sobre todo para descubrir que su participación como coautor se habría hecho
extensiva al asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, no solo por testimonios
aportados al proceso sino por confesión propia. Al momento de ser recapturado
luego de una fuga (purgaba condena de 40 años por el secuestro y asesinato del
empresario Benjamín Khoudari), el abogado de Plazas Acevedo afirmó que su
defendido “quiere decir la verdad sobre el crimen de Garzón y el de Álvaro
Gómez Hurtado, la masacre de Mapiripán y otros homicidios atribuidos a los “paras”
en asocio con militares”. La misma ‘verdad’ que hoy pretende llevar ante la JEP
para tratar de eludir tan larga condena.
En lo referente al magnicidio del dirigente conservador, a Plazas Acevedo
se le habría asignado el control del perímetro y al coronel Bernardo Ruiz la planeación
táctica, sobre un escenario en el que se habrían desplegado tres grupos
básicos: de choque (vigilancia), de asalto (seguridad perimetral) y de
seguridad (objetivo). Ambos, Plazas Acevedo y Ruiz Silva, pertenecían a la Brigada
20 de Inteligencia Militar el día que se consumó el atentado. Según un testigo
presentado en la revista Semana como “el hombre
clave”, esa mañana del 2 de noviembre de 1995 intervinieron más de 30
personas en garantizar el ‘éxito’ de la operación.
Un papel similar habría desempeñado el coronel Jorge Eliécer Plazas en
el también ‘exitoso’ operativo que condujo al asesinato de Jaime Garzón: su coordinación
logística cuatro años después, consistente en suministrar a los sicarios de la
banda La Terraza de Medellín la información requerida para ubicar y matar al
día siguiente a Garzón, el 13 de agosto de 1999.
Para esa fecha Plazas Acevedo ya no actuaba desde la Brigada 20 que
dirigía el coronel Ruiz Silva sino desde la Brigada 13, ambas de Inteligencia
Militar, esta última presidida por el general Rito Alejo del Río, el mismo a
quien Álvaro Uribe Vélez le rindió un sentido y concurrido homenaje de
desagravio en el Hotel Tequendama el 29 de abril de 1999, cuatro meses antes de
que se encargaran de lo de Garzón.
El coronel Plazas Acevedo tiene todas las trazas de no ser un angelito,
sino todo lo contrario, pero la pregunta del millón es si de su participación
en ambos crímenes no se enteraron sus superiores inmediatos, en cuyo caso habría
actuado como rueda suelta. En busca de una respuesta clarificadora aparece otro
artículo de Semana (titulado En reunión
militar se habría dado la orden de asesinar a Jaime Garzón) donde se habla
de “uno de los investigadores de la época, Ender Olejua, quien fue uno de los
testigos de la Fiscalía en el proceso” y se refirió una “junta militar” para
discutir el caso de Garzón. Según Olejua, “se reunieron algunos militares y de
ahí salió la orden para que Carlos Castaño hiciera el mandado”. (Ver
artículo).
Por su parte Diego Fernando Murillo, alias ‘don Berna’, involucró a
los generales Jorge Enrique Mora (entonces comandante del Ejército) y Harold
Bedoya, y al mayor de la Policía Mauricio Santoyo, exjefe de seguridad de
Álvaro Uribe, hoy preso en EE.UU. por paramilitarismo y narcotráfico. (Ver
declaración). Este último (Santoyo, no Uribe) se habría encargado de
interceptar las comunicaciones de los jefes de La Terraza e invitar a ocho de
ellos a una finca de Carlos Castaño en Córdoba, donde fueron masacrados y
enterrados en fosa común, dentro del objetivo compartido de desviar la
investigación y ocultar a los verdaderos autores intelectuales y materiales del
crimen.
Pero ahí no paran las sorpresas, porque el 16 de diciembre de 2013
Semana.com reveló (en artículo titulado Rito
Alejo y el magnicidio de Gómez Hurtado) las declaraciones que el 15 de mayo
de ese año dio a fiscales de Justicia y Paz el exparamilitar Edwin Zambrano,
alias “William”, quien afirmó que “para agosto de 1995 se hizo un consenso de
comando de milicias urbanas de las autodefensas en la finca Campo Dos en la vía
a Valencia, presidida por Carlos Castaño, Vicente Castaño y varios
narcotraficantes como ‘Varela’, Hernando Gómez Bustamante, alias ‘Rasguño’, y
el general Rito Alejo del Río”. (Ver
artículo).
En esa reunión los asistentes habrían expuesto que Álvaro Gómez
“estaba dando bastante incentivo a los medios sobre la influencia del
narcotráfico en la campaña de Samper, por lo que era necesario betar (sic) esa
propaganda para que no se distorsionara una posible negociación de
narcotraficantes en el futuro”. Según Zambrano, el general Rito Alejo del Río
“determinó que el operativo más seguro sería a la salida de la universidad
donde laboraba el doctor Gómez, y que la única forma era filtrar la seguridad por
medio del mismo Estado”.
No es posible saber a ciencia cierta quién miente y quién dice la
verdad frente a dos crímenes que se supone debieron haber tenido diferente
motivación (Jaime Garzón y Álvaro Gómez), pero la aparente vinculación en uno y
otro de oficiales como los coroneles Jorge Eliécer Plazas, Bernardo Ruiz y Mauricio
Santoyo, así como de los generales Harold Bedoya y Rito Alejo del Río (para no
mencionar a Álvaro Uribe, cercano a todos los anteriores), podría conducir a
pensar que si se unificaran en un solo proceso las investigaciones por uno y
otro caso, quizás se llegaría a sorprendentes resultados…
DE REMATE: Según un estudio de la Comisión
Colombiana de Juristas (CCJ), el orden, control y cultura paramilitar
siguen vigentes en el país: “es claro que las organizaciones sucesoras del
paramilitarismo (Bacrim) tienen vínculos con las Autodefensas Unidas de
Colombia”. Esto significa que un grupo subversivo de extrema izquierda conocido
como FARC está siendo remplazado por un grupo paramilitar de extrema derecha
conocido como AUC, aunque hoy con otros nombres, y sus focos están dedicados a
copar los espacios dejados por las FARC. Ahí les dejo ese trompo, pa’ que lo
bailen en una uña.
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