martes, 12 de febrero de 2019

Jaime Garzón, Álvaro Gómez: coronel implicado, cúpula impune


La información fechada el pasado 6 de febrero dice que “la fiscal del caso del asesinato de Jaime Garzón pidió a un juez especializado del circuito que condene al coronel (r) Jorge Eliécer Plazas Acevedo como coautor de este crimen”. Y según la Procuraduría, “aprovechó su poder cuando era comandante de inteligencia de la Brigada 13 para cometer un acto criminal”. (Ver noticia).

Basta conocer la carrera militar y el prontuario delictivo del coronel Jorge Eliécer Plazas Acevedo para tener certeza de la doble acusación, pero sobre todo para descubrir que su participación como coautor se habría hecho extensiva al asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, no solo por testimonios aportados al proceso sino por confesión propia. Al momento de ser recapturado luego de una fuga (purgaba condena de 40 años por el secuestro y asesinato del empresario  Benjamín Khoudari), el abogado de Plazas Acevedo afirmó que su defendido “quiere decir la verdad sobre el crimen de Garzón y el de Álvaro Gómez Hurtado, la masacre de Mapiripán y otros homicidios atribuidos a los “paras” en asocio con militares”. La misma ‘verdad’ que hoy pretende llevar ante la JEP para tratar de eludir tan larga condena.

En lo referente al magnicidio del dirigente conservador, a Plazas Acevedo se le habría asignado el control del perímetro y al coronel Bernardo Ruiz la planeación táctica, sobre un escenario en el que se habrían desplegado tres grupos básicos: de choque (vigilancia), de asalto (seguridad perimetral) y de seguridad (objetivo). Ambos, Plazas Acevedo y Ruiz Silva, pertenecían a la Brigada 20 de Inteligencia Militar el día que se consumó el atentado. Según un testigo presentado en la revista Semana como “el hombre clave”, esa mañana del 2 de noviembre de 1995 intervinieron más de 30 personas en garantizar el ‘éxito’ de la operación.

Un papel similar habría desempeñado el coronel Jorge Eliécer Plazas en el también ‘exitoso’ operativo que condujo al asesinato de Jaime Garzón: su coordinación logística cuatro años después, consistente en suministrar a los sicarios de la banda La Terraza de Medellín la información requerida para ubicar y matar al día siguiente a Garzón, el 13 de agosto de 1999.

Para esa fecha Plazas Acevedo ya no actuaba desde la Brigada 20 que dirigía el coronel Ruiz Silva sino desde la Brigada 13, ambas de Inteligencia Militar, esta última presidida por el general Rito Alejo del Río, el mismo a quien Álvaro Uribe Vélez le rindió un sentido y concurrido homenaje de desagravio en el Hotel Tequendama el 29 de abril de 1999, cuatro meses antes de que se encargaran de lo de Garzón.

El coronel Plazas Acevedo tiene todas las trazas de no ser un angelito, sino todo lo contrario, pero la pregunta del millón es si de su participación en ambos crímenes no se enteraron sus superiores inmediatos, en cuyo caso habría actuado como rueda suelta. En busca de una respuesta clarificadora aparece otro artículo de Semana (titulado En reunión militar se habría dado la orden de asesinar a Jaime Garzón) donde se habla de “uno de los investigadores de la época, Ender Olejua, quien fue uno de los testigos de la Fiscalía en el proceso” y se refirió una “junta militar” para discutir el caso de Garzón. Según Olejua, “se reunieron algunos militares y de ahí salió la orden para que Carlos Castaño hiciera el mandado”. (Ver artículo).

Por su parte Diego Fernando Murillo, alias ‘don Berna’, involucró a los generales Jorge Enrique Mora (entonces comandante del Ejército) y Harold Bedoya, y al mayor de la Policía Mauricio Santoyo, exjefe de seguridad de Álvaro Uribe, hoy preso en EE.UU. por paramilitarismo y narcotráfico. (Ver declaración). Este último (Santoyo, no Uribe) se habría encargado de interceptar las comunicaciones de los jefes de La Terraza e invitar a ocho de ellos a una finca de Carlos Castaño en Córdoba, donde fueron masacrados y enterrados en fosa común, dentro del objetivo compartido de desviar la investigación y ocultar a los verdaderos autores intelectuales y materiales del crimen.

Pero ahí no paran las sorpresas, porque el 16 de diciembre de 2013 Semana.com reveló (en artículo titulado Rito Alejo y el magnicidio de Gómez Hurtado) las declaraciones que el 15 de mayo de ese año dio a fiscales de Justicia y Paz el exparamilitar Edwin Zambrano, alias “William”, quien afirmó que “para agosto de 1995 se hizo un consenso de comando de milicias urbanas de las autodefensas en la finca Campo Dos en la vía a Valencia, presidida por Carlos Castaño, Vicente Castaño y varios narcotraficantes como ‘Varela’, Hernando Gómez Bustamante, alias ‘Rasguño’, y el general Rito Alejo del Río”. (Ver artículo).

En esa reunión los asistentes habrían expuesto que Álvaro Gómez “estaba dando bastante incentivo a los medios sobre la influencia del narcotráfico en la campaña de Samper, por lo que era necesario betar (sic) esa propaganda para que no se distorsionara una posible negociación de narcotraficantes en el futuro”. Según Zambrano, el general Rito Alejo del Río “determinó que el operativo más seguro sería a la salida de la universidad donde laboraba el doctor Gómez, y que la única forma era filtrar la seguridad por medio del mismo Estado”.

No es posible saber a ciencia cierta quién miente y quién dice la verdad frente a dos crímenes que se supone debieron haber tenido diferente motivación (Jaime Garzón y Álvaro Gómez), pero la aparente vinculación en uno y otro de oficiales como los coroneles Jorge Eliécer Plazas, Bernardo Ruiz y Mauricio Santoyo, así como de los generales Harold Bedoya y Rito Alejo del Río (para no mencionar a Álvaro Uribe, cercano a todos los anteriores), podría conducir a pensar que si se unificaran en un solo proceso las investigaciones por uno y otro caso, quizás se llegaría a sorprendentes resultados…

DE REMATE: Según un estudio de la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ), el orden, control y cultura paramilitar siguen vigentes en el país: “es claro que las organizaciones sucesoras del paramilitarismo (Bacrim) tienen vínculos con las Autodefensas Unidas de Colombia”. Esto significa que un grupo subversivo de extrema izquierda conocido como FARC está siendo remplazado por un grupo paramilitar de extrema derecha conocido como AUC, aunque hoy con otros nombres, y sus focos están dedicados a copar los espacios dejados por las FARC. Ahí les dejo ese trompo, pa’ que lo bailen en una uña.

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