En días pasados el país despertó
con una noticia de esas que el senador Álvaro Uribe fabrica para hacer explotar
de manera controlada, el día y hora que más le conviene, como pieza de
relojería en un entramado mediático fríamente calculado. En el caso que nos
ocupa, dijo que “el magistrado José Luis Barceló anunció a varios
interlocutores que me llevaría a indagatoria y a la cárcel”. (Ver
noticia).
Se trata de una acusación
sinuosa mediante la cual comete -además- el delito de obstrucción a la
justicia, y la parte sinuosa reside en que habla de varios interlocutores pero
no da el nombre de ninguno, porque no tiene ningún nombre. Si tuviera al menos
uno, obraría a su favor la recusación con la que trató de embolatar no tanto la
indagatoria sino lo que él ya sabe que le corre pierna arriba: una orden de
detención, con base en las pruebas existentes.
Esto es un secreto a voces,
la verdad desnuda es que el presidente de la Corte Suprema, José Luis Barceló
Camacho, instructor de la investigación penal matriz contra el senador Álvaro
Uribe Vélez (expedientes UI38451 y 40248) en diferentes documentos de público
acceso ha calificado los delitos como “concierto para delinquir, homicidio y
otros”, con base en el abundante cúmulo probatorio recaudado por un muy
profesional equipo de investigadores, que incluyó la cooperación de una agencia
de inteligencia europea.
Según información no
desmentida del portal Lanuevaprensa.com.co que dirige Gonzalo Guillén (el
mismo cuyas denuncias pusieron preso al guajiro Kiko Gómez) “el más
estructurado de los delitos calificados en contra de Álvaro Uribe en términos
probatorios es el de concierto para delinquir, y proviene de la cantidad de
casos en los que los testigos de cargo son obligados a cambiar sus versiones
acusatorias o son asesinados cuando rehúsan hacerlo”. (Ver
artículo).
En este contexto se
entiende por qué el sindicado Álvaro Uribe ha enfilado sus baterías mediáticas
contra la legítima autoridad que lo juzga, mediante una estrategia perversa que
usa como idiotas útiles a los medios ávidos de noticias explosivas, así sean
falsas, como la del magistrado Barceló.
El acusado habría podido refutar
la evidencia con pruebas, testimonios y hechos verificables, que es lo que hacen
los inocentes, pero prefirió irse por la vía de atacar con insultos y
falacias la honorabilidad de sus jueces, que es lo que suelen hacer los
culpables. Y los medios caen redonditos cuando actúan como campana de
resonancia de semejante libelo, contribuyendo así a minar la credibilidad de la
justicia y a enrarecer el ambiente.
El senador Álvaro Uribe
como cualquier otro ciudadano de quien se presume su inocencia está en el legítimo
derecho de defenderse, pero desborda los linderos de la legalidad cuando
utiliza su inmenso poder mediático y político para arremeter contra la
institución que en cumplimiento de su deber lo juzga. Es el suyo un poder
amedrentador, intimidatorio, avasallador, atrabiliario, fiel copia de los
métodos que en su gobierno quiso imponer pasando por encima de lo que se le
atravesaba, fueran periodistas críticos, políticos opositores, testigos
incómodos de El Aro, magistrados de las Altas Cortes o muchachos que no estaban
recogiendo café.
El problema de fondo son
las retaliaciones que se habrán de desatar contra la institucionalidad el día
que en ejercicio de sus atribuciones la Corte Suprema ordene el arresto del
expresidente. En las redes sociales hay muestras por montones de lo que se
puede desencadenar, como este trino de Catalina Suárez, furibunda uribista (valga
la redundancia): “Que quieran llevar al Presidente Uribe a la cárcel es una
cosa, que lo vayamos a permitir es otra!!! #ConUribeSiempre”. (Ver trino).
Está además lo que había
dicho cuatro años atrás el muy parlanchín Francisco Santos, más conocido como
Pachito: “Llegan a ponerle un dedo a Uribe y se incendia este país”. ¿En
tratándose de nuestro flamante Embajador ante el Gobierno de los Estados Unidos
de América, tendremos un incendio teledirigido desde Washington…?
Sea como fuere, al margen
de si Uribe es o no apresado al término de la ya insalvable indagatoria ante la
Corte, aquí debemos brindar prístina claridad en nuestro decidido apoyo al lema
que el presidente Iván Duque ha señalado como directriz a las autoridades en su
lucha sin cuartel contra toda forma de delincuencia: “el que la hace, la paga”.
Por último, esto no lo digo
yo; lo dice María Antonia Pardo (@NanyPardo): “Habla por celular con hampones de tú a tú,
usa vocabulario de hampón en sus charlas con hampones, sus testigos son
hampones, sus abogados son los mismos de los hampones, muchos de sus
colaboradores o funcionarios están presos o huyendo de la justicia por hampones,
pero “Él” es honorable”.
A la autora de ese trino se
le consigue en Barranquilla y vive despotricando contra el mejor presidente que
ha tenido Colombia. Es algo intolerable, duélale a quien le duela. Vayan por
ella.
DE REMATE: Por las redes
anda circulando un trino de La FM donde Uribe asegura que “me quieren enviar a
la cárcel”, con esta respuesta mía: “¡Por supuesto! ¿Acaso no es eso lo que se debe
hacer con los delincuentes? ¡Meterlos a la cárcel!” (Ver trino).
Vengan por mí.
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