No podemos permitir que se nos vaya el ya
casi expresidente Juan Manuel Santos sin dejar constancia para la historia de
cosas que ocurrieron y que no pueden quedar en el olvido. Cosas que antes no se
hicieron públicas por una norma tácita de confidencialidad con un gobierno al
que se le intentó prestar una ayuda profesional, pero terminó estrellándose
contra la pared de su propia oficina de Comunicaciones.
Fueron dos intentos, el primero
durante la campaña del plebiscito, del que se ha dicho hasta la saciedad que
fue el más grande error político de Santos. Por esos días, un grupo de
comunicadores preocupados por la avalancha de propaganda negra que se vertía
sobre las redes y en las calles contra el proceso de paz, a comienzos de 2016 desarrollamos
el Proyecto PEPA, Pedagogía para la Paz, donde a modo de justificación decíamos:
“Un aspecto muy criticado en el gobierno de Juan Manuel Santos tiene que ver
con el manejo de sus comunicaciones hacia afuera. Pareciera que no hay una
línea estratégica unificada en la producción de contenidos. Esto ha permitido
que las fuerzas políticas contrarias al proceso de paz y afines a la
prolongación de la guerra hayan ganado terreno en el imaginario colectivo, con
la repetición constante de la idea según la cual el presidente de la República
está entregando el país a las FARC”.
El primero en ser abordado
sobre el tema fue el senador Horacio Serpa, quien comprendió la urgencia de
“adoptar medidas de choque para suplir la ausencia de una estrategia unificada en
el manejo de la información sobre paz y posconflicto, ante los medios de
comunicación y entre las entidades a cargo de la consolidación de la paz social”.
Gracias a su gentil mediación llegamos hasta el despacho del entonces ministro
del Interior, Juan Fernando Cristo, a quien quisimos convencer de que “para
lograr el desmonte del odio y hacer renacer la semilla de la esperanza, se
requiere acudir a las mismas armas de los sembradores de confusión: meterle
creatividad. El Gobierno Nacional debe reaccionar con urgentes medidas de
choque, que hagan visible ante la población el mecanismo perverso que reposa
detrás de las toneladas de propaganda negra contra la paz que la extrema
derecha hace circular en redes”.
El ministro Cristo escuchó
con suma atención, pero supimos que habíamos fracasado en nuestro intento cuando
dijo que lo único que podía hacer era pasarle el documento al Consejero de Paz,
Sergio Jaramillo. La burocracia se interpuso.
Y ocurrió lo que ya se sabe:
que los enemigos de la paz sí lograron convencer a las masas ignorantes del
peligro que había detrás del acuerdo de paz con las Farc porque circulaban unas
cartillas del Gobierno para convertir a nuestros hijos en homosexuales y
después iban a establecer el ateísmo por decreto y para colmo de males decenas
de miles de personas se abstuvieron de votar por el SÍ porque las encuestas lo
daban ganador por más de 20 puntos y “un voto menos a nadie perjudica”, y fue así
como el 2 de octubre de 2016 triunfaron el odio, la oscuridad y la confusión
sobre la razón y el sentido común.
Pero habrían de venir
tiempos peores: apenas en los albores de la campaña a la Presidencia 2018 se
vio que los amigos de la guerra intensificaron sus ataques contra el gobierno
-y de contera contra la paz- reeditando la exitosa estrategia de inundar las
redes con propaganda negra, calumnias y noticias falsas. Y dentro del mismo
grupo creativo de comunicadores preocupados se reactivaron las alarmas, y vimos
la necesidad de contribuir a “romper el hechizo”, y en tal sentido le dirigimos
una misiva al Ministro Consejero de Comunicaciones, Camilo Granada, pero no
obtuvimos de tan pomposo cargo ni siquiera una amable señal de Recibido. No
hubo feedback, mejor dicho.
Sea como fuere, desarrollamos
un proyecto orientado a adoptar medidas de choque para enfrentar la feroz
arremetida de la bestia con su propaganda negra, que comprendía dos frentes:
1. Lanzar
una agresiva campaña publicitaria en medios masivos que mediante “el poder de
la verdad” contrarrestara el ambiente negativo y hostil que había contra la paz.
2. Desarrollar
la página web Bancodementiras.com, herramienta
de choque para hacer evidentes entre el mayor número posible de colombianos las
mentiras y engaños que infestaban el ambiente.
En esta ocasión, con la
mira puesta en llegar hasta el Alto Gobierno contamos con la fortuna de
contactar a quien puso la primera semilla para la germinación del proceso de
paz, Enrique Santos Calderón, hermano del presidente y jefe del autor de esta
columna durante los años de la revista Alternativa. Hubo un primer encuentro en
el restaurante Agatón de Bogotá, él escuchó con atención, fue consciente del "ineficiente
aparato de comunicación y prensa del gobierno" (lo dijo él), y al día
siguiente nos puso en comunicación con su sobrino Esteban, hijo menor de Juan Manuel.
Con Esteban Santos se
desarrolló una comunicación fluida por Whatsapp; siempre contamos con su
gentileza y buen trato, hasta el día en que manifestó que a él le correspondía
retransmitir nuestras ideas a… Camilo Granada. Ahí fuimos conscientes de que
por muy hijo de presidente que fuera, Esteban no podía saltar olímpicamente a
la mano derecha de su papá en el tema comunicaciones, y comprobamos atónitos
que nos estrellábamos de nuevo con una realidad tozuda: la del poder
burocrático que en lugar de dinamizar… inmoviliza.
Con Enrique Santos Calderón
hubo un segundo y último encuentro en la terraza del Sofitel, frente a Agatón, donde
él explicó que hizo lo que estuvo a su alcance y nosotros le agradecimos sus sinceros
y renovados esfuerzos por contribuir a la
reconciliación de los colombianos.
A escasos días de la culminación
del gobierno de Juan Manuel Santos se dirá que es llorar sobre la leche
derramada, y toca reconocerlo. Pero, como ya se dijo arriba, hay momentos de la
vida en los que resulta imperativo contar ciertas cosas que pasaron, así solo
sea para tratar de descifrar por qué Colombia de la noche a la mañana terminó
encaminada por la senda del caos, el absurdo y la sinrazón.
Porque, no nos llamemos a
engaños: lo que se viene es el estropicio más tenaz.
DE REMATE: Con la reforma
tributaria que se avecina, en menos de un año no quedará duda en que el
gobierno de Iván Duque actúa como un Robin Hood al revés: les quitará plata a
los pobres para dársela a los ricos. Menos impuestos para empresarios,
declaración de renta para asalariados desde
dos millones al mes. Es lo que pide el Consejo Gremial Nacional.
Pueblo indolente y cobarde, tiene lo que se merece.
2 comentarios:
El equipo de comunicaciones de él fue pésimo. Tuvo al frente a Pilar Calderón, una jefa que tuve que destruía todo lo que le le parecía de su altura y construía a partir de su única opinión. Supernumerario de comunicaciones y ahora en Barcelona puesta por el gobierno, fue parte de los grandes nombramientos que no protegieron la imagen de Santos sino que reforzaron su hundimiento. Y así hay muchos...
Excelente.
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