Amordazar es taparle la boca a alguien con cualquier instrumento, real
o virtual, para que no pueda hablar. Eso hicieron conmigo desde la W Radio
Julio Sánchez Cristo y María Isabel Rueda el pasado 29 de diciembre, cuando
trapearon con mi prestigio a raíz de la última columna que escribí para El
Espectador, titulada El ‘carameleo’ de
Mauricio Gómez y la muerte súbita de Myles Frechette, y no me permitieron defenderme
de sus acusaciones. (Ver
columna).
Ese día los oyentes despertaron escandalizados al enterarse de que un
periodista de nombre Jorge Gómez Pinilla escribió esto: “Mi tesis es que la
familia Gómez Hurtado está haciendo todo lo que tiene a su alcance para que lo
declaren crimen de Estado (el asesinato de Álvaro Gómez) y así hacerse a una
indemnización multimillonaria”. Obviaron, eso sí, citar lo que dije a
continuación: “Según Carlos Castaño en su libro Mi confesión, “la verdad ya la
conocen los afectados (o sea los familiares). Por una extraña razón, entre
ellos y los victimarios parece que se hubiese pactado un armisticio sordo y
rencoroso”. (Pág. 234).
Pacto sordo y rencoroso fue el que escenificaron María Isabel Rueda y
Julio Sánchez, la primera afirmando que se trataba de “una
canallada de un tamaño que me parece increíble que El Espectador la haya
albergado”, mientras el segundo lo veía “muy doloroso para la familia de un
líder tan representativo”, y el muy respetable Alberto Casas lo consideró
(cuando lo acorralaron para que diera su opinión) algo “absurdo,
desproporcionado e irrespetuoso”.
Absurdo, desproporcionado e irrespetuoso es que digan todas esas cosas
contra mí y me nieguen el elemental derecho a la réplica. Y canallada es que manden
al editor de W Radio a invitarme a hablar (ver invitación)
y me hayan tenido horas enteras sin poder moverme, y al final salieran con que
“queríamos hacer la entrevista al tiempo con Mauricio Gómez, pero él declinó la
invitación. Por cuestión de equilibrio preferimos no hacer ahora el reportaje.
Nos quedaremos solo con la mención hecha más temprano”. (Ver DM).
Eso sonó a otra burla, como la que me montó Mauricio Gómez desde su
oficina en CM& para embolatarme el acceso a un video de vital importancia
para mi investigación periodística. Por cierto: ¿por qué en su incoherente carta
de protesta a El Espectador Gómez Escobar dice que yo le pedí que buscara
en el archivo de 24 Horas, si ese nombre nunca se mencionó? Eso sería como si
yo me pusiera a buscar una anterior columna mía para Semana… en los archivos de
Cromos.
De otro lado: ¿cuál “equilibrio” puede haber en que Sánchez haya leído
los apartes más lesivos a mi prestigio de la carta que Mauricio Gómez dirigió a
El Espectador (que es como si él mismo hubiera hablado) y luego digan que se
quedarán “con la mención hecha más temprano”? Es precisamente esa “mención” la
que me perjudica, y constituye un atentado contra mi buen nombre que no se me respete
el derecho a defenderme de semejante canallada. Aquí sí, canallada.
Así las cosas, puesto que desde esa emisora me amordazaron para
impedirme ejercer mi defensa, me permito exponer por qué dije –y sostengo- que la
familia Gómez Hurtado está en busca de “un botín”, expresión ésta usada por don
Julito, pero igual la comparto.
Comienzo por aclarar que mi tesis no es nueva sino de tres años atrás,
por los días en que doña María Isabel me hizo echar de Semana.com, y lo dije en
dos columnas. Así que no entiendo por qué el escándalo lo arman ahora, si
tuvieron suficiente tiempo para refutarme o llegado el caso demandarme por
calumnia, injuria o atentado contra el buen nombre de esa familia.
La primera vez fue en Los Informantes
y el “chivo expiatorio”: eso no es periodismo. Ahí llamé la atención sobre
un capítulo de ese programa de María Elvira Arango dedicado a tratar de probar
la inocencia de quien la justicia probó –valga la redundancia- sin margen de
duda haber sido el que disparó las balas que mataron a Álvaro Gómez. Pero el
motivo de mi asombro –y escándalo- no estuvo ahí, sino en constatar que según ese
programa “Enrique Gómez Martínez, sobrino y abogado de la familia, hoy es su
apoderado y lucha ahora desde el mismo bando”. (Ver
columna). ¿Cómo es posible –me preguntaba- que justo el que disparó sobre
la humanidad abaleada y doliente del líder conservador termine defendido por un
miembro de esa misma familia?
A tan aberrante paradoja intenté darle explicación en Las dos Marías y los dos Enriques: engañando
unidos (ver
columna), donde informé de algo que había pasado desapercibido pero requiere
atención, y sigue sin respuesta: ¿Por qué Enrique Gómez Hurtado se reunió en
forma clandestina durante dos horas en su propia casa con el coronel Bernardo
Ruiz Silva por los días en que este huía de la justicia tras ser cobijado con
orden de detención, acusado de haber dirigido el complot para asesinar a su
propio hermano…? Tratándose de un prófugo de la justicia ¿no era su deber ponerlo
en conocimiento de la autoridad, y al omitirlo habría incurrido en el delito de
encubrimiento?
Permítanme ahora remitirme al sobrino de la víctima: ¿cómo hace Enrique
Gómez Martínez para no entrar en conflicto de intereses con su propia familia
al representar al único condenado que hubo por el asesinato de su tío, en el
trámite de un recurso de revisión que busca anular la sentencia, siendo que se
trata de un proceso en el que la familia intervino con su entonces apoderado
(Hugo Escobar Sierra) desde el comienzo de la investigación, participó como
parte civil y estuvo de acuerdo con la condena? Eso de defender al que la
justicia le probó su participación material en el magnicidio es precisamente lo
que tiene relación con algo que dijo María Elvira Arango en Los Informantes citado: “El caso está a
un año de prescribir, y con Héctor Paul condenado, el crimen no puede ser
declarado de lesa humanidad”. Frente a la declaratoria de lesa humanidad que
acaba de decretar el Fiscal, ¿significa eso que se cayó el proceso contra
Flórez y este fue declarado inocente…?
Ya el proceso no va a prescribir, porque el fiscal Néstor Martínez Neira
se acaba de casar con la tesis de la familia del inmolado –y por tanto con la
versión de alias ‘Rasguño’- y lo declaró crimen de lesa humanidad, y al parecer
ha desechado las declaraciones del recién fallecido exembajador Myles Frechette
que habló de “militares
retirados de derecha”. O sea que solo falta que este mismo fiscal lo
declare crimen de Estado (pero no por lo de los militares sino por aparente
culpa del gobierno donde se presentó dicho crimen), y entonces la familia de la
víctima se haría a una jugosa indemnización, cuyo monto total ronda los 2.000
millones de pesos, según fuentes de alto crédito.
Respecto a la carta-protesta de Mauricio Gómez a don Fidel Cano,
además de incoherente es irrespetuosa, por partida doble: con él, pues duda de
su idoneidad como director cuando habla del “lamentable ejercicio de periodismo
a sueldo que El Espectador patrocina”. Y conmigo, porque en lugar de rebatir los
argumentos acude a la falacia ad hominem de señalarme como “asalariado de
Horacio Serpa”. La verdad monda y lironda es que entre febrero de 2012 y
septiembre de 2013 fui editor general y cofundador del portal Olapolitica.com, del cual me separé en parte
por diferencias con su “Comité del Aplauso” (libro Objetivo: hundir a Serpa, pág. 32) y
en parte porque el lanzamiento de Serpa al Senado me impidió continuar al
frente de su revista virtual. Como escribí en amable carta de renuncia, “lo mío
es el periodismo político, no el periodismo al servicio de una campaña
política”.
Tengo por el doctor Horacio Serpa los mejores sentimientos de respeto,
gratitud y admiración, y la amistad que nos une nunca ha sido obstáculo para
expresarle con santandereana franqueza mis diferencias, cuando estas se presentan.
Por ejemplo, a raíz de la onerosa consulta (onerosa sobre todo para la imagen
del candidato) que nunca debió existir, pues el Partido Liberal debió rodear e
impulsar la figura de Humberto de la Calle a la presidencia desde el primer
día. Lo cierto es que en esa consulta yo voté por De la Calle, y Serpa por Juan
Fernando Cristo. Y seguimos de amigos.
Ya para concluir, está lo que le pregunté a María Isabel Rueda antes
de que me hiciera echar de Semana.com: Por qué el 4 de agosto de 2007 dijo esto
en su columna de la edición
1.318 de Semana: “No creo que (Samper) haya tenido nada que ver con el
asesinato de Álvaro Gómez”. Y por qué más abajo agregó: “Siempre he creído en
la teoría de que un crimen de Estado acabó con la vida de Álvaro Gómez, entendiendo
por ello la posibilidad de que miembros de las Fuerzas Armadas (…) sin
conocimiento de Samper, hubieran planeado y efectuado el magnicidio”. Y por qué
7 años después, el 8 de noviembre de
2014, dijo esto: “Luis Hernando Gómez Bustamante, alias ‘Rasguño’ (…) ha
hablado 4 veces ante la justicia. Ya dijo quién mató a Álvaro Gómez. Ya dijo
por qué”. Como quien dice, ella ya sabe quién mandó matar a Álvaro Gómez, dónde
está su asesino. Que lo diga. Seguimos atentos a su respuesta.
DE REMATE: Ante la negativa
de Sergio Fajardo a medirse en una consulta con Humberto de la Calle,
conviene aclararle que este se enfrentó a las maquinarias del Partido Liberal
representadas en Juan Fernando Cristo y las derrotó. De la Calle representa más
un baluarte (y socio) en defensa de la paz, que a su propio partido. Es casi
obvio que ante una eventual consulta el 11 de marzo gana Fajardo, pero con De
la Calle como su Vice la fórmula se haría arrolladora.
10 comentarios:
Comparto su concepto y admiración por De La Calle, pero no comparto la unión con Fajardo, quien no le ha aclarado a la opinión pública su posición en los temas de paz y parece que estuviera acomodando una declaración conveniente a sus aspiraciones y no su posición real ante el tema.
Muchas gracias, don Fabián.
Simplemente excelente, de principio a fin.
Cada vez admiro màs y màs su trabajo,gracias por informarnos con tanto profesionalismo e imparcialidad.
Periodistas como usted son la esperanza de un cambio total y un mejor futuro para todos.
Mis respetos y admiración por su persona y por su gran labor.
Apreciado periodista. Usted tiene un gran defecto: expone argumentos en la Colombia guerrillera. Guerrillera civil desde cuando rojos y azules amenazaron con matar a Bolívar, depusieron a Melo, incenciaron a Colombia en el mediano siglo XIX, la volvieron a incendiar con Nuñez, la hundieron en la guerra de los 1000 días, sacralizaron la violencia bajo los baculazos cardenalicios de comienzos del XX... Taparon. Taparon. Y pretenden sobrevivir tapando... Su pelea amenaza estar perdida. Sólo que la suma de comentarios que Ud. ha recibido de nosotros sus lectores en EE, debe animarle a continuar. El ardor que les está produciendo al final del intestino a los Julitos y Marías es buena señal. Aquellos que señalan a las FARC como los hacedores de la peste, son precisamente los ladrones que, señalando para ese lado, preparan su terreno para coger para otro lado con el botín y repartírselo en las sedes del Country Club criollo
(II) Me identifico como uno de los favorecidos por la familia Gómez. Fuí escritor de editoriales cuando Álvaro Gómez dirigía EL SIGLO por los 70s y me dirigía como imberbe estudiante. Tengo por tanto qué agradecerle, precisamente, al difunto y también a su hermano, Enrique. Mi agradecimiento consiste, precisamente, en defender el imperio de los hechos, no de las palabras. Me retiré del alvarismo cuando olfateé las inmensas dificultades que traería consigo hacer política siendo un sujeto salido del polvo pueblerino. Pensante, no doblegado. Escribiente, no silente. Preguntante, no acallado. Por ello, retirado como Director de la Fundación RESPUESTA del grupo Gómez, emprendí solitario y feliz el camino de la MISIÓN PREGUNTA. Era y sigo siendo incómodo. Y la incomodidad intelectual es algo que no soporta esa Colombia guerrillera de los siglos XIX y XX. La misma que con Julitos y Marías pretende meternos los dedos en la boca haciéndonos creer que comenzó apenas en 1964...¡con las FARC!
Don Jorge, saludos cordiales.
He tenido la teoría de que la parte de la Familia Gómez Hurtado sabe más de lo que pasó ese día que lo que dice, tanto así que su hermano Enrique como cabeza visible siempre evade las cuestiones relacionadas acerca de su ubicación un par de semanas antes del magnicidio, o cómo se reunió con gente de las FFAA aduciendo motivos "políticos". Apoyo su querella ya que es el único que le da vida a ese suceso y que muchos periodistas, en especial cercanos a esa Familia como Maria Isabel Rueda, los Sánchez C., están trabajando para hacer que se olvide. Ánimo.
P.D.: Humberto de la Calle es una gran figura para este país y más como partícipe de Toda la lucha que ha dado el Proceso de Paz con las FARC, no obstante, no es visto como un lider político y cualquier alianza en vez de sumarle podría perjudicarlo. Esto hasta ahora pero en Marzo sabremos quienes están listos y quienes no. Saludos.
Ellos, si son periodistas " pagados" Tu sigue adelante.Salud.
Buen día, no había tenido la oportunidad de leer un despliegue informativo sobre los "gamonales" de la radio y mucho menos sobre su capacidad destructiva con declaraciones ambiguas sobre un hecho de trascendencia nacional.
Felicitaciones por su valiente nota
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