Tal es la dimensión que les da Jorge Gómez Pinilla, en su columna de
El Espectador, a la violación de la periodista y a su violador, a partir de los
indicios que ella misma ha soltado, gota a gota, en ese mismo medio y en
declaraciones a emisoras.
Y es que Gómez Pinilla sucumbe, como cualquier otro ser humano —como
lo han hecho muchos colombianos en los últimos días—, al principio sicológico
de cierre, según el cual las formas abiertas o inconclusas generan cierta
incomodidad, por lo que se tiende a completar con la imaginación lo que se cree
que hace falta. Las formas abiertas, en fin, invitan a ser cerradas.
Precisamente, la revelación de Morales se destaca porque tiene esa
particularidad: cuenta qué le pasó, pero no quién fue su agresor. Por eso, tan
pronto publicó su columna en El Espectador el viernes pasado, fue perseguida
por sus colegas, especialmente de radio, que lucharon por sacarle el dato
necesario para ‘cerrar’ su historia. Es decir, dar respuesta a la pregunta
¿quién fue el violador?
Aunque se negó, ella misma en su columna acotó las posibilidades (fue
uno de sus jefes), con lo que desató una jauría en busca del personaje a quien
ella, en principio, solo se refirió como “Él”, pero del cual soltó después más
indicios.
“Quien me violó, ustedes lo ven y lo oyen todos los días” y “Harvey
Weinstein [productor acusado de abusar sexualmente de mujeres que quieren
llegar a Hollywood] es un pobre imbécil al lado de este personaje”, dijo en Blu
Radio. Y en W radio soltó la frase que da, hasta ahora, la pista más grande
sobre su violador: es “una figura relevante, de alguna manera, en nuestra
historia”.
Gómez Pinilla hace en su columna una analogía con el mito griego de
Ariadna (que le entregó un hilo a Teso para que, en el laberinto del Minotauro,
encontrara el camino de regreso después de matarlo), y les da el carácter de
ese hilo mitológico a las aseveraciones de Morales. Seguir el hilo de esas
declaraciones, según su percepción, “pareciera conducir a la única identidad
posible de su ‘Minotauro’ agresor”.
Él se fija especialmente en el calificativo de “peligroso” que le ha
dado Morales a su violador en distintas entrevistas, por lo que considera
“pertinente” recordar cuáles fueron los jefes de la periodista desde que
comenzó su carrera en 1995: Juan Carlos y Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Felipe
López, Yamid Amat, Juan Gossaín, Julio Sánchez Cristo, Hernán Peláez y Gustavo
Gómez. “¿Cuál de todos ellos será el ‘peligroso’?”, se pregunta Gómez Pinilla.
También recuerda lo que el abogado y columnista Ramiro Bejarano dijo
en una entrevista en El Espectador el año pasado, como apoderado de Daniel
Samper Ospina, tras la publicación de un trino en el que Álvaro Uribe lo acusó
de “violador de menores”. El entrevistador le pregunta a Bejarano: “¿Hay
miedo?”. Y Bejarano responde: “Sí, todo el que se enfrente con Uribe tiene que
temer, y no soy el único, pues ayer, por ejemplo, la columnista Claudia Morales
dijo que por motivos personales no se refería a Uribe y que sentía miedo”.
Gómez Pinilla confiesa que ha tenido la tentación de conminar a
Morales a que responda (sí o no) “si su violador fue el mismo que tuvo de jefe
en 2003 y con quien dejó de trabajar al año siguiente”. Pero de inmediato
aclara que se abstiene, “porque luego dirán que es que pretendo acorralarla”.
Como Gómez Pinilla, el también columnista de El Espectador Andrés
Hoyos es presa del principio sicológico de cierre y lamenta que Morales, por el
miedo que siente, solo haya entregado “la mitad de las piezas de un
rompecabezas” y no diga “dónde se consigue la otra mitad”. Pero Hoyos se armó
el suyo y comienza por preguntarse si ‘Él’, “dada la confusión tipográfica que
echó a andar Claudia con la mayúscula, se sentirá Dios”.
Y lanza una premonición que, desde su perspectiva, saca al sospechoso
de violar a Morales del ámbito del periodismo y lo sitúa más bien en el de la
política: “Algo me dice que la columna de Claudia va a tener un fuerte efecto
en las elecciones parlamentarias del 11 de marzo”.
2 comentarios:
No confunda señor Gòmez Pinilla, Martha Lucia Ramirez era ministra de defensa en el período de los falsos positivos y el exministro Camilo Gòmez el autor intelectual de la Directiva que puso en marcha la maquinaria de muerte y para rematar su amigo Horario Serpa el que le diò el aval a las convivir. Tiene que ajustar su artículo y no mentir porque se va desprestigiar como los fósforos de madera. " cuando el indio va de culo no hay barranco que lo ataje, Agualongo el inquebrantable"
Responda señor Gòmez Pinilla, no se puede tolerar la mentira. El señor de la Calle es un clientelista, ha sabido disfrutar de las ubres del Estado, està presto al mejor postor, reina con los godos y con los manzanillos. En Colombia no ha existido liberalismo, solo godarria y manzanillos. Entre Cristo y de La Calle se despilfarraron cincuenta mil millones de pesos en una burlezca pantomima llamada consulta, con este dinero se habrían creado empresas y empleo y no hubiere pelechado este cinismo desgraciado. Esta clase politiquera es bellaca y miserable, no tiene pudor en gastarse recursos del erario público en tonterías bajo la falacia de " democracia", cuando lo que esconden son intereses mezquinos.
De la Calle es como los clanes politicos tradicionales, gobiernan con godos y manzanillos , no tienen pudor y en tres estos sobresalen las familias Pardo, Pastrana, Gòmez, Holguìn, Sardi, Ospina, Lòpez y otros tantos màs. El cinismo, mentira, barbarie son especies carroñeras que destruyen las sociedades.
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