Hubiera preferido dejar esto para el libro que preparo sobre el
asesinato del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado, pero un Confidencial en
la primera edición de 2018 de Semana (número 1.862) enciende las alarmas y
obliga a manifestarse.
Para entender el título que hoy escogí debo remitir a mi última
columna, donde preguntaba: “Frente a la declaratoria de lesa humanidad que
acaba de decretar el Fiscal, ¿significa eso que se cayó el proceso contra (Héctor
Paul) Flórez y este fue declarado inocente…?”. La respuesta llegó en modo
exprés, con este
Confidencial: “Acusado de asesinato de Álvaro Gómez Hurtado al parecer era
inocente”.
De entrada el título es inexacto pues el hombre no solo fue acusado, sino
condenado a 40 años de cárcel. En busca de demostrar la inocencia de quien se
probó había sido el que disparó sobre el líder inmolado, la familia Gómez
Hurtado publicó el domingo 12 de octubre de 2014 lo que llamé un
“publirreportaje judicial” en el programa Los
Informantes de Caracol (dirigido por María Elvira Arango, exempleada del
Noticiero 24 Horas), con un doble objetivo: airear ante la opinión pública la supuesta
inocencia de quien llamaron “un chivo expiatorio”, y reiterar la tesis según la
cual “la mafia mató a Álvaro Gómez a pedido del gobierno de turno”. (Ver
programa).
¿En qué me baso para afirmar que la justicia probó que Héctor Paul
Flórez Martínez fue quien disparó sobre AGH? En lo que escribí para Semana.com el
29 de octubre de 2014 titulado Los Informantes y el “chivo expiatorio”, eso
no es periodismo: “no sabemos si Arango investigó al respecto, pero si
lo hizo omitió contar que a sus 21 años Héctor Paul Flórez no era un
“delincuente común” sino un asesino confeso. Aunque en la indagatoria negó su
participación en el crimen de Gómez Hurtado, sí reconoció haber participado en
organizaciones dedicadas al sicariato y “haber cometido el delito de homicidio
en la persona de Ovidio Fernández en Carmen de Bolívar el 7 de enero de 1994
mediante el pago de un millón de pesos”, según el expediente.
También omitió contar María Elvira que luego de su captura, en fila de
seis personas fue reconocido por numerosos testigos presenciales como uno de
los tres que dispararon (uno con tiros al aire para distraer la atención, otro
contra José del Cristo Huertas y Flórez contra Gómez Hurtado), y que entre los muchos
testigos estuvo José Guillermo Vélez, quien “lo reconoció someramente pero
cuando el acriminado asumió la actitud de disparar, el reconocedor rompió en
llanto y excitación cuando observó el tatuaje con las iniciales RC que en la
mano izquierda tiene Héctor Paul Flórez”.
Está además la confesión de su amigo Carlos Alberto Lugo (ver confesión),
quien fue invitado a participar en el crimen pero se negó y luego declaró que
Flórez le contó haber disparado el día anterior cuatro veces sobre su víctima,
y “el hecho tuvo comprobación por el protocolo de necropsia visible a folio 104
del C.O. 1, en el que se dice que fueron 4 los tiros recibidos por el doctor
Gómez Hurtado, con 4 orificios de entrada, ninguno de ellos en la cabeza”.
Es de veras sorprendente la información que trae el citado Confidencial
de Semana, no solo porque omite contar que el hombre fue condenado y que la
familia de Álvaro Gómez intervino desde el comienzo de la investigación con el
abogado Hugo Escobar Sierra (q.e.p.d.), participó como parte civil y estuvo de
acuerdo con la condena. Sorprende también –por aberrante- que quien hoy está al
frente como apoderado para tumbar el proceso es nada menos que un sobrino de la
víctima, Enrique Gómez Martínez, y la sorpresa crece hasta el escándalo cuando
se lee al final del Confidencial que “la Fiscalía va a iniciar una acción de
revisión ante la Corte Suprema de Justicia para demostrar que el señor Flórez
Martínez es totalmente inocente de ese crimen”. Óigase bien: “totalmente”.
¿Qué se traen entre manos, ah? ¿En qué momento la Fiscalía pasó de ente
acusador a entidad defensora de un convicto a quien no solo se le probó la
culpa y la familia de la víctima estuvo de acuerdo, sino que hoy disfruta de
libertad condicional tras pasar 18 años en presidio? ¿Y gracias a cuál arte de
birlibirloque resulta el Fiscal General coincidiendo en todo con la tesis que
más le conviene a la familia Gómez Hurtado…? ¿Tendrá algo que ver en ese súbito
giro la discípula del inmolado Álvaro Gómez, la columnista alvarista María
Isabel Rueda, reconocida como cercana amiga y consejera de Martínez Neira?
Sea como fuere, no se puede perder de vista que hace tres años la misma
María Elvira Arango dio en el clavo cuando ‘sin querer queriendo’ explicó el
motivo por el cual Gómez Martínez se convirtió en apoderado del asesino: porque
“con Héctor Paul condenado… el crimen no puede ser declarado de lesa
humanidad”.
A ver, barájenla más despacio: ¿la noticia de hace ocho días no era
que la Fiscalía había declarado el crimen como de lesa humanidad? ¿Por qué
aparece entonces ahora ante la Corte Suprema defendiendo a un presidiario que
de algún modo ya cumplió su pena, y por qué emitió declaratoria de lesa
humanidad para un crimen si por lo visto debía esperar a que la CSJ tumbara el
proceso contra el único condenado que hubo? ¿Acaso el fiscal ensilló antes de
traer las bestias…?
El asunto adquiere cierto tufillo de pesado hedor, como de cosa descompuesta,
al observar que el Fiscal General de la Nación en su soberana potestad se puso
la misma camiseta de Enrique Gómez Martínez (diferente a la camiseta de la
víctima, ojo) y aboga por un asesino confeso ante la Corte Suprema, coincidiendo
además con la estrategia periodística de la María Elvira Arango y María Isabel
Rueda, ambas agradecidas ex subalternas de la familia Gómez Hurtado.
En referencia al Confidencial podría pensarse que Felipe López (dueño
de Semana y autor de esas píldoras informativas) fue asaltado en su buena fe,
pero el asunto se torna ‘intrigante’ al constatar que ocho días antes la
portada de la edición 1.861 de Semana se tituló Los papeles del magnicidio, con este encabezado: “Semana revela la
verdadera historia de cómo la Fiscalía pudo comenzar a esclarecer el magnicidio
del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado”.
Si el título del Confidencial era inexacto esto ya es sesgado, pues da
a entender que la Fiscalía de Eduardo Montealegre y todas las anteriores
estuvieron erradas o dando “palos de ciego” (la expresión es de Semana), pero
bastó con que se pusiera al frente de la investigación un hombre como Néstor H Martínez
Neira para que por fin se “empezara a esclarecer” lo ocurrido….
Semana está en libertad de decir un día una cosa y un tiempo después
otra, pero es deber del periodista bien informado mostrar una contradicción donde
se presenta. Hoy Semana acoge –en consonancia con el nuevo Fiscal- la versión
de Hernando Gómez Bustamante, alias ‘Rasguño’, según la cual el asesinato de
Álvaro Gómez fue un favor que el cartel del Norte del Valle le hizo al gobierno
de Ernesto Samper: “El ‘Gordo’ y Horacio mandan la razón con el ‘Gordo Nacho’
(Ignacio Londoño) de que hagamos lo que sea para parar a Álvaro Gómez porque si
hay un golpe militar van a extraditar a todo el mundo”.
La contradicción reside en que el mismo Felipe López, según me contó
cuando le ofrecí la entrevista que le hice a Myles Frechette en abril del año
pasado, escribió en febrero de 2010 un artículo sobre Rasguño que tituló “¡Está
loco!”, cuyo encabezado decía: “Semana conoció la totalidad de la declaración
de 'Rasguño' sobre el magnicidio de Álvaro Gómez. Salpica a medio país, dice
todo tipo de mentiras y deja ver una siniestra intención de salvar a unos y
hundir a otros. ¿Hay alguien detrás de esa estrategia?”. (Ver artículo).
Pertinente pregunta, porque después de observar que hoy coinciden al
dedillo la familia Gómez Hurtado, la Fiscalía General de la Nación, las Marías
–Elvira Arango e Isabel Rueda- y Semana (que recibe convenientes filtraciones sobre
casos delicados como el atentado al Centro Andino), queda la nítida impresión
de que hubiera una especie de mano negra detrás de “esa estrategia”.
Pertinente también es la columna que escribí hace dos meses, titulada Revista Semana, ¿vocera oficiosa de la
Fiscalía? No quiero posar de iconoclasta, pero los sucesos atropellados
de las últimas semanas de diciembre parecen concederme la razón cuando dije
arriba que Álvaro Gómez Hurtado debe de estar revolcándose en su tumba.
DE REMATE: Cuenta el ideólogo conservador Pablo Victoria en su libro Memoria de un golpe que el general
Fernando Landazábal fue a visitarlo a su oficina y le dijo, muy preocupado: “Quiero
hablar con usted, pero otro día, porque yo sé quién mandó asesinar a Álvaro
Gómez” (pág. 277). Quedaron en que cinco días después hablarían sobre el tema,
pero fue asesinado el día anterior, el 12 de mayo de 1998. Y es cuando el
lector perspicaz se pregunta: ¿por qué tenía que haber una cita posterior, en lugar
de haberle contado ahí mismo? ¿O fue que en efecto le contó e ipso facto el
general se convirtió –como Álvaro Gómez- en alguien que sabía demasiado? Y lo
más raro: ¿quién y por qué asesinó al General Landazábal justo 24 horas antes del momento en que le
revelaría a Victoria el gran secreto…?
3 comentarios:
Lo que debe querer la familia es dinero. Ser indemnizados por el estado. No sé si me recuerde, yo le mandé una cronología hace unos años. Cordial saludo. Carlos S.
Carlos, muchas gracias, ¿puede usted mandar mandarme de nuevo esa cronología...?
Carlos, esa cronología me la puede mandar a jorgegomezpinilla@yahoo.es
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