Uribe ha escalado el lenguaje de la confrontación, se defiende
atacando. Ello obliga a sus críticos a subir el tono, y en río revuelto
ganancia de pescadores: la estrategia consiste en encochinar a todo el mundo,
para que no se note lo cochinos que están por igual él, sus secuaces y sus vasallos.
Hablando de cochinadas, la última consistió en acusar a Daniel Samper Ospina de ser un “violador de niños”. No se puede acusar al acusador de lo
mismo, pero sí es llamativa la estrecha relación que el Centro Democrático
sostiene con un verdadero violador de menores, más exactamente con alguien a
quien la Corte Suprema de Justicia condenó a 42 meses de prisión por el delito
de “acceso carnal violento agravado”.
Se trata de Jorge Luis Henao Arango, a quien el requete-uribista Fernando Londoño presenta en La Hora de la Verdad como vicepresidente del Comité Municipal del Centro Democrático de Buga (ver foto), y según los bugueños es el que maneja los hilos de ese partido. Allá se le ve en fotos con Carlos Holmes Trujillo, con José Obdulio Gaviria o con el mismísimo expresidente Uribe, y cuesta creer que no son amigos si aparece abrazándolo, lo cual indicaría un nivel de amistad o confianza entre ambos, pues una cosa es tomarse una foto a su lado y otra es que Uribe se deje abrazar.
Sea como fuere, resulta inconcebible que antes de ser vinculado al
uribismo nadie del Centro Democrático conociera sus antecedentes, que incluyen
además de la violación (“en la madrugada del 25 de diciembre de 1989 de la
empleada del servicio doméstico Luz Adriana Aristizábal, de 13 años de edad”)
una condena a 120 meses de cárcel en Panamá por narcotráfico, según denunció
Ramiro Bejarano en columna para El Espectador. (Ver
columna).
Pero ténganse de atrás: tan demoledora revelación no hizo siquiera pestañear
a Henao, ni a su partido ni a la opinión pública, y esto también demostraría que
el hombre está muy bien ‘protegido’. Lo cierto es que mientras su entronque con
la alcaldía de Buga se mantuvo intacto, Daniel Samper Ospina fue salvajemente
atacado por las hordas de matones virtuales que desató Uribe con su acusación
infame, trayendo el amargo recuerdo de Jaime Garzón, asesinado por las balas de
quienes pensaban sobre su víctima lo mismo que hoy piensa Uribe sobre el
humorista bogotano. A Garzón lo mataron, con Samper Ospina va en su asesinato
moral.
Y como al que no quiere caldo se le dan dos tazas, también de Buga
llega la noticia de un candidato al Concejo (adivinen por cuál partido… exacto,
el Centro Democrático), Ricardo Buitrago Osorio, encarcelado en 2015 por los
delitos de acto sexual abusivo y acceso carnal violento con menor de 14 años, violación
que según la denunciante ocurrió dentro de una iglesia cristiana al finalizar
el ‘culto’. (Ver
noticia).
Pero no perdamos la atención sobre el primer violador de menores,
Jorge Luis Arango, cuyo caso se ajusta a lo que comenté en columna
anterior sobre Yidis Medina: una clara manifestación de la cultura
‘traqueta’ que se impuso desde el gobierno Uribe, consistente en la notoriedad
que adquieren ciertos personajes
condenados por la justicia, tipo alias Popeye o el mismo Fernando Londoño, más
conocido como ‘el Héroe de Invercolsa’.
En consonancia con lo anterior, según Ramiro Bejarano “la estrategia
de los mafiosos aliados con políticos no es nueva. Por ejemplo, en Buga el
exalcalde John Harold Suárez Vargas y el actual, Julián Latorre, en vez de
responder ante la ciudadanía por la corrupción que los agobia, han empoderado a
un individuo de precaria reputación” (Jorge Luis Henao), a quien Bejarano muestra
como “un ostentoso directivo del Centro Democrático y próspero constructor de
una urbanización que ya mis paisanos bugueños, burleteros con el apunte
oportuno, la denominan “Villa Coca”.
Lo sorprendente es que la cercanía de Henao se da no solo con lo más
granado del uribismo, sino también con el ‘zarrapastroso’ Angelino Garzón (hoy
reacomodado en las filas del CD) y con el subdirector de la Policía, general
Ricardo Alberto Restrepo, de quien es amigo suyo desde cuando fue comandante de
la Policía en el Valle. Bejarano tiene razón cuando afirma que “produce no solo
desconcierto, sino miedo, que el comandante de la Policía de un departamento
ande con personas que han sido condenadas penalmente”, y por dos delitos de
peso mayor: narcotráfico y violación de menores. Desconcertante, sin duda, pues
a cualquier oficial de la Policía le basta con introducir la cédula de
cualquier persona en una base de datos para conocer en cosa de segundos todo su
prontuario…
Lo más desconcertante de todos modos no es eso, sino constatar que
mientras no es posible probar que Samper Ospina sea un violador de menores, Álvaro
Uribe sí sigue manteniendo relaciones cercanas –e inalteradas- con un verdadero
estuprador, a quien además ha ayudado a impulsarle su carrera política y sus
negocios. Baste saber que Henao preside el Comité de Ganaderos, es el principal
beneficiado en las licitaciones de construcciones de vivienda y tiene a toda su
familia, incluidos su esposa y amigos de ella, trabajando en la alcaldía de
Buga.
Por cierto, ¿sería acaso por tratarse de una simple muchacha del
servicio que la condena al violador fue de solo 42 meses? Y sin
cambiar de tema: ¿será posible que el Centro Democrático asuma ahí su
responsabilidad política? Mejor dicho: ¿el país le permitirá a Uribe pasar de
agache frente a tan delicado tema…?
DE REMATE: Daniel Samper Ospina y Antonio
Caballero han dicho que no le tienen miedo al expresidente Uribe, pero no
nos digamos mentiras: el complique está en el día que nos crucemos con alguien
que quiera hacerle el favor a su patrón de sacarlo a uno del camino.
2 comentarios:
Hasta donde se ha rebajado el periodismo. En esto consiste la profesión? Entonces es una vil profesión. Como se escribe una columna con falascias ad hommine. Y como se defiende la élite cuando insultan a un departamento. Solo existen derechos para esta vil profesión que ya dista mucho de lo que es el verdadero periodismo. Valga el adjetivo
El cinismo de Uribe no tiene límites como tampoco la estulticia de quienes son sus seguidores.
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