Si algo tienen en común los asesinatos del político conservador Álvaro
Gómez Hurtado y del periodista Jaime Garzón, es que fueron planeados y
ejecutados por un “aparato organizado de poder”. Pero lo
sorprendente no es eso sino que, basados en las declaraciones que alias 'Don
Berna' dio desde una cárcel de Miami el miércoles 12 de agosto, podría pensarse
que tuvieron los mismos victimarios, o sea que detrás de ambos habría estado el
mismo aparato de poder.
Comencemos por Jaime Garzón, cuyo crimen lo justificaron en que se
estaba lucrando con sus mediaciones para liberar a secuestrados de las FARC, y
en tal medida era miembro o al menos cómplice de ese grupo guerrillero. ‘Berna'
vinculó a los generales (r) Enrique Mora Rangel (entonces comandante del
Ejército), Harold Bedoya y el mayor de la Policía Mauricio Santoyo. A los anteriores
se agrega José Miguel Narváez, quien habría convencido a Carlos Castaño de la
conveniencia de matar al humorista, y el coronel Jorge Eliécer Plazas, acusado
de haber entregado a los sicarios de la banda La Terraza de Medellín la
información requerida para ubicar y matar al día siguiente a Garzón.
La información aportada por el declarante permite advertir que ese
aparato de poder no se limitó a cometer el crimen, sino que desvió la
investigación (de lo cual se encargó el DAS) e intentó borrar
toda evidencia de los vínculos entre los paramilitares y el homicidio,
tarea en la que habría cooperado el coronel Santoyo (exjefe de Seguridad de
Álvaro Uribe) interceptando las comunicaciones de los jefes de La Terraza, ocho
de ellos invitados por Castaño a una finca en Córdoba, donde fueron asesinados
y enterrados en fosa común.
En lo referente al asesinato de Álvaro Gómez, la hipótesis más fuerte, investigada por los fiscales generales Alfonso Valdivieso y Alfonso
Gómez Méndez entre 1995 y 2001, apuntaba a un grupo de militares golpistas que
querían por un lado propiciar la caída de Samper y por otro acallar al líder
conservador, a quien le habrían propuesto encabezar un gobierno de transición
tras un golpe de Estado que estaban fraguando, y al cual él se habría negado.
Esta tesis es compartida por el hombre mejor informado durante el gobierno de
Ernesto Samper, el embajador de Estados Unidos Myles Frechette, quien en entrevista para NTN24 el
pasado 22 de enero dijo que “fueron algunos derechistas y militares los que
pensaron en eso, quienes habían hablado con él (Gómez Hurtado) de un posible
golpe que se venía discutiendo mucho en Bogotá”.
Un primer elemento coincidente en las muertes de Garzón y Gómez es que
el coronel Jorge Eliécer Plazas y el general Rito Alejo del Río aparecen
vinculados a ambas, y según artículo
de El Tiempo el propio Plazas afirmó al ser detenido, que “quiere decir la
verdad sobre el crimen de Garzón y el de Álvaro Gómez Hurtado, la masacre de
Mapiripán y otros homicidios atribuidos a los ‘paras’ en asocio con militares”.
Un segundo aspecto coincidente lo aporta Carlos Castaño en su libro ‘Mi
confesión’, donde dice en la página 234: “Pensé en contar lo que conozco sobre
su asesinato, pero me arrepentí. Primero, no tuve nada que ver y segundo la
verdad ya la conocen los afectados (la familia Gómez Hurtado). Por una extraña
razón, entre ellos y los victimarios parece que se hubiese pactado un
armisticio sordo y rencoroso. El crimen del líder conservador fue perpetrado
por un sector del narcotráfico y uno del Estado”. Y más abajo dice: “Dudo si
deba ser yo el que revele la verdad sobre el responsable de la muerte del
doctor Gómez, sobre todo cuando la gente del poder ha preferido guardar
silencio. Lo que sí permanece claro para mí es que han tratado de torcer la
verdad de manera insistente”.
Hablando de “torcer la verdad” entra en escena el narcotraficante
Hernando Gómez Bustamante, alias ‘Rasguño’, a quien el 26 de noviembre de 2013 una
Corte de Nueva York condenó a 30 años de prisión, tras sentenciar que “todas
las declaraciones que había entregado el narcotraficante en procesos como el
del magnicidio de Álvaro Gómez (…) carecían de veracidad y hacían parte de una
estrategia para buscar beneficios jurídicos que le ayudaran a rebajar su
condena”. (Ver artículo
sobre condena).
Para no abandonar las coincidencias, un año antes (noviembre 15 de
2012) se conoció un informe
de RCN Noticias donde se afirma que las declaraciones de ‘Rasguño’ culpando a Ernesto Samper y Horacio Serpa de haber instigado el crimen, fueron “producto
de un plan del extinto jefe paramilitar Carlos Castaño para desviar la
investigación y proteger a un alto oficial del Ejército”, y que la Fiscalía
tendría las pruebas. (Por cierto, ¿qué le habrán mostrado al periodista de RCN
para que hubiera hecho afirmación tan contundente?)
Pero ahí no acaban las sorpresas, porque el 16 de diciembre de 2013 Semana.com
reveló las declaraciones que el 15 de mayo de ese año había dado a fiscales de
Justicia y Paz el exparamilitar Edwin Zambrano, alias ‘William’, donde afirmó
que “para agosto de 1995 se hizo un consenso de comando de milicias urbanas de
las autodefensas en la finca Campo Dos en la vía a Valencia, presidida por Carlos
Castaño, Vicente Castaño y varios narcotraficantes como Varela, Hernando Gómez
Bustamante, alias Rasguño, y el general Rito Alejo del Río”. (Ver
artículo).
En esa reunión los narcos asistentes habrían expuesto que Álvaro Gómez “estaba dando bastante incentivo a los medios sobre la influencia del narcotráfico en la campaña de Samper, por lo que era necesario betar (sic) esa propaganda para que no se distorsionara una posible negociación de narcotraficantes en el futuro”. Según Zambrano, el general Rito Alejo del Río “determinó que el operativo más seguro sería a la salida de la universidad donde laboraba el doctor Gómez, y que la única forma era filtrar la seguridad por medio del mismo Estado”.
En esa reunión los narcos asistentes habrían expuesto que Álvaro Gómez “estaba dando bastante incentivo a los medios sobre la influencia del narcotráfico en la campaña de Samper, por lo que era necesario betar (sic) esa propaganda para que no se distorsionara una posible negociación de narcotraficantes en el futuro”. Según Zambrano, el general Rito Alejo del Río “determinó que el operativo más seguro sería a la salida de la universidad donde laboraba el doctor Gómez, y que la única forma era filtrar la seguridad por medio del mismo Estado”.
El asesinato de Álvaro Gómez ocurrió el 2 de noviembre de 1995, y en
ese momento el general Rito Alejo del Río era en la Brigada XIII de
Inteligencia del Ejército el superior inmediato del coronel Jorge Eliécer
Plazas, hoy acusado de haber tenido una participación directa en el crimen de
Jaime Garzón, ejecutado el 13 de agosto de 1999.
¿Ya se va entendiendo por dónde va el agua al molino?
DE REMATE: José Miguel Narváez, acusado de haber sido el determinador del asesinato de Jaime Garzón, está 'preso' en la Escuela de Comunicaciones del Ejército en
Facatativá, pese a que nunca ha sido oficial de las Fuerzas Armadas. Por este
motivo debería estar en una cárcel ordinaria, pero tiene “club por
cárcel”. Y nadie se atreve a decir ni mu…
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