“Dios no es bueno”.
Christopher Hitchens
Si algo queda claro de lo ocurrido con el demencial ataque yihadista contra
Charlie Hebdo, es que esta es una lucha a muerte entre la civilización y la
barbarie, donde para dicha o desdicha de la humanidad una de las dos partes en
conflicto terminará por imponerse.
Alguna razón les cabe a los ‘abogados del diablo’ que muestran con
dedo acusador los crímenes perpetrados por las potencias occidentales sobre
comunidades árabes o musulmanas, o sobre el mismo pueblo palestino. Pero en el
caso que nos ocupa el problema a dilucidar es ese fanatismo religioso que se
escuda en que su Dios ha sido ofendido para descargar sobre un grupo de
humoristas su ira asesina, de ningún modo justificable, porque es la expresión
de un atraso mental y cultural que no merece ningún respeto y hay que poner en
evidencia, por el bien de todos los mortales en capacidad de razonar.
En esta misma línea se expresa el columnista Carlos
Palacio en Las 2 orillas cuando advierte que “el atroz ataque (…) en París
es una muestra más del nivel de imbecilidad al que puede llevarnos el
fundamentalismo religioso”. Es por ello que el tema no se debe focalizar en un
territorio específico o en un conflicto entre naciones, sino entre dos
cosmovisiones que chocan en un escenario donde una de las dos fuerzas se quiere
imponer por la vía de la fuerza y de la sinrazón (porque cree tener a Dios de
su lado), mientras la otra se quiere imponer por la vía de la razón, porque es
lo único que tiene: la razón.
Por la vía de la fuerza no solo se han querido imponer Al Qaeda o las hordas
yihadistas alentadas por el Corán, sino
las demás iglesias y religiones desde el principio de todos los tiempos. Y para
la muestra todos los botones que se quieran: por el lado católico las cruzadas bárbaras
sobre Tierra Santa o esa Inquisición demencial que achicharraba al parroquiano
a la menor sospecha, y por el lado judío un Yahvé guerrero que siglos atrás alentaba
a su “pueblo elegido” a cortar las cabezas de sus enemigos y hoy a ocupar
ilegalmente la franja de Gaza y demás territorios palestinos.
Ardua es la tarea que aún le queda a la humanidad para superar esos
estados de confusión soportados sobre el relato de un Dios que para hacer nacer
a su hijo en la Tierra insufla el aliento vital del Espíritu Santo sobre una
mujer virgen (quien después de parir sigue siendo virgen), y pregona contra
toda evidencia que el mundo fue creado en siete días y al séptimo su creador
–de naturaleza masculina, mientras lo femenino aparece relegado- depositó a la
primera pareja sobre el paraíso terrenal para que lo estrenaran con
responsabilidad, pero estos no lo supieron administrar y “desobedecieron”, y es
por eso que el mundo no se ha podido arreglar como el mismo Dios hubiera
querido, de modo que seguimos cargando con la culpa de ese pecado original.
Esa es la mejor demostración de que la religión no se practica como
quien practica un deporte o una afición artística, sino que se padece. Y los
padecimientos comienzan desde que el ‘creyente’ es matriculado contra su
voluntad, unos desde el bautismo y otros mediante circuncisión o Bar Mitzvah,
en cualquier caso incorporados a un engranaje de poder que uniforma el
pensamiento y no permite herejía, blasfemia o apostasía alguna, so pena de
castigos que van desde la excomunión hasta el escarnio público o el ostracismo
social. Te dicen además que primero pasa un camello por el ojo de una aguja que
un rico por la puerta del cielo, y te lo crees y con ese cuento aceptas con
resignación la pobreza material, porque después te vas a desquitar y te vas a
ir para el cielo, pero siempre y cuando aceptes todo “como Dios quiso que fuera”,
y no protestes ni te rebeles.
No hace falta ser un genio para constatar que desde el principio de la
humanidad las religiones han sido el detonante de feroces guerras entre tribus,
comunidades y naciones, así como las principales causantes de una sobrepoblación
ligada al atraso económico y cultural. Y en muchos lugares del planeta lo
siguen siendo, porque defienden unas estructuras de poder injustas y arcaicas.
A los de más allá se les define como talibanes, a los de más acá como
lefebvristas o a los de acullá como Estado Islámico, pero todos con la misma
intolerante raíz: “el que no está conmigo, está contra mí”. Visiones
teologizadas que tratan a las mujeres como seres inferiores, y mujeres que
siguen atadas al engaño y a la sumisión.
Como dije en columna de octubre de 2013 para Semana.com (Pepe
para Papa), tal vez el planeta sería un mejor vividero si así como los alienados
creyentes en mitos y deidades están organizados en iglesias jerarquizadas que
controlan sus voluntades y sus pensamientos, igual los ateos y agnósticos se organizaran en alguna congregación que tratara de abrir ojos, de sacar al mayor
número de personas de la oscuridad en que se hallan, de establecer un sano
contrapeso desde el mundo de la razón y el sentido común. Y pensando con
sentido altruista en una verdadera salvación, sobre todo del planeta.
Sea como fuere, me queda la tranquilidad de mis convicciones
personales, entre esas la que me dice que el único Dios verdadero es Quetzalcóatl.
Es sabido que cuando llegaron los conquistadores del viejo continente aplastaron
el quetzalcoatlismo, y por eso hoy campea la anarquía y el caos sobre el orbe: porque
están adorando a falsos dioses.
2 comentarios:
Me llamó mucho la atención que al final de la masacre el ganador es la persona jurídica Charlie Hebdo y sus accionistas. La popularidad del medio y el tiraje de revistas impresas y online, la traducción a varios idiomas convirtieron un hecho inesperado (y muy desafortunado) en algo que Nicholas Taleb llamaría un Cisne Negro. Por su puesto que lamento y condeno toda forma de violencia...habrían grupos de poder más grandes detrás de este atque o se trataría de un grupo de enfermos armados? Es muy probable que nunca sepamos la verdad
Seria muy Positivo...
sobre Auto_Atentados del Tío_Sa... Pa´_satanizar a los Musulmanes...
Publicar un comentario