Tal vez el principal motivo por el cual los colombianos clasificamos –según encuestas- entre los más felices del planeta, radica en que el país vive un punto de quiebre permanente, en el que no pasa semana sin que estalle un nuevo escándalo de alquilar balcón. Es algo que pondría de punta los pelos a un predecible suizo o a un gélido danés, pero por tratarse de Colombia cada escándalo termina transformado en un verdadero show, donde hay desde el empresario del espectáculo que maneja los hilos, pasando por los que componen la tramoya bajo órdenes suyas, hasta el público que ávido de emociones observa entre complacido y atónito al maestro de todas las ceremonias.
La rebaja de 400 pesos en el precio del galón de gasolina (a punto de comenzar el paro de los transportadores de carga y a horitas de haber estallado el escándalo por un lote de los hijos del Presidente) es parte de ese mismo show, al que muchos medios de comunicación se pliegan de manera entusiasta e irresponsable. Entre unos y otros se ha perdido el espíritu crítico, conditio sine qua non para la conformación de una masa cada día más inerme e informe, sólo consciente de que el show debe seguir, porque a eso la tienen acostumbrada.
Hace unos meses David Murcia Guzmán se metió con la familia de Álvaro Uribe y quiso darle a éste lecciones de comunicación familiar (“no sé cómo será la relación del Presidente con sus hijos, pero definitivamente no está enterado de lo que hacen…”) y al día siguiente era apresado en Panamá y traído de inmediato a Colombia, en muestra clara de la capacidad de reacción que tiene el personaje a quien Murcia quiso poner en apuros. Ahora el escándalo es por un terreno de 32 hectáreas en Mosquera -que de tener uso rural pasó a convertirse en zona franca-, pero este nuevo asunto en lo más mínimo trasnocha al Presidente, pues lo hemos visto capoteando temporales y tormentas de mayor calado.
Lo verdaderamente asombroso es que ante el cúmulo de escándalos (chuzadas ilegales del DAS, referendo defectuoso, falsos positivos, parapolítica, DMG, visita de mafiosos a Palacio, yidispolítica, etc.) el Gobierno le vaya dando a cada uno su consabido trámite mediático, como si se tratara de un menester más de la vida cotidiana, y la gente quede tan conforme. Es quizá porque se sabe de antemano que en efecto el show continúa, sin que cada nuevo escándalo produzca consecuencias reales (todo pareciera ficción) para complacencia de la galería, desde luneta hasta gallinero.
A esta telenovela de interminables capítulos hoy se suman los hijos del galán, quienes han dicho que “nosotros tenemos por norma contarle todo a mi papá", y de paso han aclarado que su padre se mostró contrario al negocio del lote. Pero ellos le replicaron, cual hijos de tigre: “papá, es que nosotros también somos empresarios; es un derecho que tenemos''.
Y el show continuó.
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