Lo que viene ocurriendo desde
hace algunos meses en el Partido Liberal desdice de cualquier agrupación
política que se precie de ser progresista o de avanzada, y echa por la borda la
grandeza que lo acompañó durante los doce años de sequía burocrática por los
que transitó con altura, cuando ejerció una oposición constructiva, madura y
valiente en los sucesivos gobiernos de Andrés Pastrana y Álvaro Uribe.
Luego el liberalismo entró
a jugar un papel decisivo en la construcción de la paz, labor que le encomendó
Juan Manuel Santos a su jefe negociador con las Farc, el exconstituyente y
exvicepresidente Humberto de la Calle Lombana. Lo hicieron a carta cabal, no se
puede negar, y en tal medida tuvieron una importante representación en el
anterior gobierno.
Pero el modo en que el Partido
Liberal corrió a adherir a Iván Duque fue sencillamente vergonzante, en
consideración a lo que había dicho su jefe único de Álvaro Uribe. El mismo César
Gaviria que lo señalaba de ser un mentiroso redomado
que había pertenecido al Cartel de Medellín (ver
noticia), conformado una “monstruosa maquinaria criminal” y pagado
los ‘falsos positivos’ con dineros reservados de las Fuerzas Militares (ver
noticia), apenas el pupilo de su acérrimo enemigo ganó en la primera
vuelta, se acordó de que Duque “sigue siendo liberal”.
Esto produjo una lógica y
previsible desbandada en las filas liberales, que se expresó en la renuncia masiva
de figuras ilustres como Juan Fernando Cristo, Yesid Reyes, Ramiro Bejarano o
Guillermo Rivera, pero igual conservó a mentes brillantes como las de Rodrigo
Llano o Héctor Riveros.
Y para saber en qué quedó
convertido el liberalismo nos remitimos al retrato que aporta el agudo analista
político santandereano Gerardo Martínez, en reminiscencia de la Gruta
Simbólica:
“El partido independiente
perdió sin querer el in
y se quedó dependiente;
cansado de verse así,
en seguida perdió el de
y vino a quedar pendiente;
después, en el mes de
abril,
perdió el pen, le quedó el
diente.
Y hoy tiene gastado el di
y se ha convertido en ente”.
Hablando precisamente de
independientes, el pasado 5 de septiembre el Partido Liberal decidió declararse
en “independencia”, pero no por cuestión de principios sino porque Duque no los
tuvo en cuenta para nada, ni en la conformación del gabinete, como lo reconoció
el propio Gaviria: ‘No nos invitaron a ser coalición de gobierno’. (Ver
noticia).
En otras palabras, le hicieron 'conejo' al Partido Liberal, estuvieron ahí
como invitados de piedra sin darse cuenta, y cuando les tocó decidirse entre
ser opositores o amigos del gobierno se declararon independientes, quizá en
espera de que de pronto quizá quién quita que más tardecito los tengan en
cuenta para algo…
Es obvio que no se iban a
declarar partido de gobierno, sería el colmo de la desvergüenza, pero la verdad
monda y lironda es que en lugar de asumir la actitud que habría correspondido
por sentido común, la de una firme y enhiesta oposición “liberal”, se fueron
por la vía tibia y blandengue del "ni sí ni no" que ya le pertenece a Sergio
Fajardo…
Blandengues no es lo que
necesita Colombia frente a un momento tan delicado como el actual, cuando a los
magistrados de la Corte Suprema de Justicia José Luis Barceló y Luis Hernández les
toca salir a pedir cacao en una entrevista para Caracol porque la estrategia de
defensa del ciudadano sub judice Álvaro Uribe Vélez ha consistido en apuntar
toda su artillería a criminalizar la actuación del alto tribunal, en lo que a
todas luces constituye un accionar desestabilizador, donde se impone la
propaganda negra alentada por mastines rabiosos que avivan el descrédito, como
Claudia Gurisatti, Hassan Nasar o Gustavo Rugeles, para mencionar solo tres de
la nutrida cauda de esbirros suyos.
Lo asombroso es que nadie
parece percibir el inmenso daño que la mente perversa de Uribe le está causando
a la institucionalidad, cuando logra que sus legítimos acusadores terminen
convertidos en acusados ante la opinión pública. Sentó a la Corte Suprema en el
banquillo, mejor dicho, hasta ese grado llega su capacidad de maquinación
diabólica. (Ver video
de entrevista en Caracol).
Según los chinos, crisis
traduce oportunidad. Hoy César Gaviria Trujillo tiene ante sí la posibilidad
dorada de pararle el macho a la bestia y reconocer que fue un error suyo tratar
de convertirse en aliado de ocasión de un sátrapa que incluso fue irrespetuoso
cuando le enrostró hasta la saciedad -por intermediación de su subalterno el
Presidente de la República- no necesitar de ese apoyo.
Así las cosas, no sobra
advertir que una eventual reunificación del otrora glorioso Partido Liberal estaría
a la orden del día si se presentara dicho timonazo, y con mayor razón elevamos
nuestras plegarias al Altísimo para que se difunda en altavoz -también
mediático, en la medida de lo posible- este llamado:
Doctor Gaviria, ¡salve
usted la patria!
DE REMATE: El artículo 6
del Estatuto de la Oposición en parágrafo único establece que “las
organizaciones políticas podrán por una sola vez y ante la Autoridad Electoral
modificar su declaración política durante el periodo de gobierno”. Manos a la
obra, doctor Gaviria. Es cuestión de dignidad.
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