Con motivo de la confesión de culpa del general Mauricio Santoyo ante
una corte de Virginia (EEUU), Semana.com
explicó así por qué éste prefirió aceptar los cargos en lugar de declararse
inocente: “el sistema de justicia estadounidense tiene unas variables estadísticas
que son usadas por las partes en cada uno de los procesos. Se llama Estudio de
Probabilidad del Caso, que la Fiscalía aplicó con un resultado de 80 por ciento
de probabilidades de vencer a Santoyo en juicio, con base en el alto volumen de
pruebas que tenían en su contra. Santoyo y su abogado vieron que insistir en la
inocencia podía ser letal para su futuro”.
Si este mismo “Estudio de Probabilidad del Caso” se le aplicara al
expresidente Álvaro Uribe, no para identificar su grado de complicidad con
Santoyo –que no se descarta- sino para determinar si tenía conocimiento de sus
andanzas, resulta estadísticamente IMPROBABLE que no lo supiera.
Ahora bien, si dicho estudio lo hiciéramos extensivo a la
multiplicidad de casos en los cuales gente de su entorno se ha visto
involucrada con actividades delictivas, resulta estadística y matemáticamente
IMPOSIBLE que la gran mayoría hubiera ocurrido a sus espaldas, en consideración
sobre todo a su obsesión por el tema de la seguridad. Parodiando al cardenal Pedro
Rubiano del Proceso 8.000, si una docena de elefantes -ya no uno- se mete a la
sala de su casa, ¿cómo hace usted para decir que no los vio?
Hablando precisamente de la Casa (de Nariño, para el caso que nos
ocupa) resulta desde todo punto de vista incongruente, absurdo y delirante que
el Presidente de la República hubiera tenido durante varios años a Mauricio
Santoyo como el jefe de su seguridad personal y a Jorge Noguera en la dirección
del DAS (o sea en los dos más sensibles cargos de la Presidencia), y que ambos
hubieran resultado un par de delincuentes de la más alta peligrosidad, que
lograron burlar los férreos controles que –como es de suponer- debía aplicar
Uribe en la escogencia de sus colaboradores.
En columna
anterior ya habíamos reflexionado en torno a si tiene algún asidero lógico
que dos individuos tan habilidosos y de tan refinada mente criminal le hayan
metido al Presidente de Colombia semejantes golazos a lo que constituía su
primer círculo de seguridad personal, o si más bien fue que él mismo buscó y
contrató a personas que reunieran esos perfiles para el desarrollo y aplicación
de su muy particular visión de la Seguridad Democrática.
En busca de una respuesta coherente son de obligatoria mención las
famosas ‘chuzadas’ del DAS, definidas por la Sala Penal de la Corte Suprema
como una “empresa criminal” que, con base en las evidencias recopiladas, habría
sido fraguada y coordinada desde la propia Casa de Nariño. Es pertinente
entonces recordar que por este caso está preso el exsecretario General de la
Presidencia, Bernardo Moreno, mientras que la exdirectora del DAS María del
Pilar Hurtado logró evadir la acción de la justicia con la eficaz ayuda de su
exjefe, pero los traemos a colación porque hay un hilo conductor que une a los
cuatro citados (Santoyo, Noguera, Moreno y Hurtado), como es la interceptación
ilegal de líneas telefónicas a magistrados, periodistas, políticos opositores y
defensores de derechos humanos.
Podríamos de aquí saltar a la más criminal de todas las operaciones
que se adelantaron durante el gobierno de Álvaro Uribe, los también famosos
‘falsos positivos’, que si no fueron ordenados por él sí contaron con su
consentimiento (y falta ver si con su conocimiento), como lo demuestra la
férrea defensa que viene haciendo de todos los soldados y oficiales
involucrados, a los que sigue considerando “héroes de la patria injustamente
perseguidos por la Fiscalía”.
Si a lo anterior sumamos los señalamientos que se le hacen a Andrés
Felipe Arias por el AIS, a Luis Carlos Restrepo por las falsas
desmovilizaciones, a su primo Mario, su hermano Santiago y los generales Rito
Alejo del Río y Mario Montoya por nexos con grupos paramilitares (y dejamos por
fuera casos como la Yidispolítica, la visita clandestina de alias Job a Palacio
o tantos otros que harían la lista interminable), sería de obligatorio recibo
concluir que hace diez años elegimos para Presidente a una persona que demostró
infinita torpeza para escoger a sus colaboradores, motivo por el cual cobraría
vigencia cierto trino que en días pasados circuló por Twitter, falsamente
atribuido a @ErikaSalamanca: “Uribe sigue siendo un gran hombre, cuya confianza
fue traicionada por la manada de hampones que trabajaron a su lado”.
DE REMATE: Hablando de
Twitter, @AlvaroUribeVel escribió desde su cuenta que “GralSantoyo debe decir a
la justicia si recibió mal ejemplo.” La pregunta del millón no es esa, sino por
qué el propio Presidente de la República le dio tan mal ejemplo al país al
escoger a semejante calaña de gente para trabajar tan cerca de él.
Twitter: @Jorgomezpinilla
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