martes, 23 de marzo de 2010

Pesimistas de todo el país, uníos

Especial para UN PASQUÍN

Una columna reciente de Daniel Samper Pizano contaba que analizó con un grupo de amigos los resultados electorales, y acabaron divididos en dos bandos: optimistas y pesimistas. “Los optimistas sostenían que eran lamentables. Los pesimistas afirmaban que eran catastróficos”. Ese mismo día el también columnista Vladdo afirmaba –con sobrado optimismo- que “si todos los pesimistas nos uniéramos alrededor de la propuesta y el nombre de Antanas, a lo mejor les damos una sorpresa a los políticos tradicionales”.

Una frase manida pero plena de verismo sentencia que “un pesimista es un optimista bien informado”. En este contexto, no sería error afirmar que hasta antes del 26-F (cuando la Corte Constitucional hundió el referendo reeleccionista) cundía el pesimismo entre la gente sensata de este país, ante lo que parecía la inminente aprobación de un tercer período presidencial para Álvaro Uribe, aupado por su Estado de opinión. Pero la Corte en su sabiduría no se dejó encandilar por el brillo de oropel de las encuestas, y desde ese día a los independientes –otrora pesimistas irredentos- se les ve pasar por ahí con cierta sonrisa optimista, cargada de esperanza.

Esa sonrisa tiene origen conocido, y en ella participan tanto el triunfo de Antanas Mockus en la consulta del Partido Verde, como la alta votación que recibieron sus candidatos al Congreso. Lo mismo estaría diciéndose hoy de Sergio Fajardo, si hubiera sido el preferido por el voto independiente. Pero éste pagó cara su presunción cuando –llevado por la vanidad y por un optimismo sin piso sólido- desechó la invitación que le hicieron ‘Los tres tenores’ para trabajar unidos, quizá porque vio muchos caciques y pocos indios. Y él quería ser el cacique de su propia tribu.

Si nos diera por hacer cábalas, diríase que el primer interesado en una posible unión con los verdes sería el Polo Democrático, en la medida en que es Gustavo Petro quien más ha hablado de convergencia, sumado a que fue éste el primero que le propuso a Mockus que se lanzara a la alcaldía de Bogotá, y a que mantiene una buena relación con Lucho Garzón. De donde se concluye que ya deben estar en conversaciones al respecto. Ahora bien, una unión Petro-Mockus es todavía insuficiente, por lo que no sobraría que la dupla citada le hiciera a Sergio Fajardo un cordial llamado a recapacitar, para que en actitud humilde pero reflexiva sopese la oportunidad que se le brinda de ser cola de león, antes que cabeza de ratón.

Sea como fuere, ni siquiera una hipotética unión entre los tres anteriores garantiza el paso a la segunda vuelta, frente a las mayorías que lograron consolidar los partidos de la U y Conservador, en lo que se conoce como la aplanadora uribista. Aplanadora que podría hacer el 1-2 en la primera vuelta, si a la unión opositora no se le suma el Partido Liberal. En cuyo caso –y en esa única condición, los cuatro unidos en acuerdo programático- podría darse por descontado su paso a la otra ronda.

Rafael Pardo viene de rechazarle a Germán Vargas Lleras una propuesta para la unión de ambas campañas, aduciendo que “llegó tarde”. Esto significa una de dos: que a Pardo no le interesa ninguna unión, o que el problema es con Vargas Lleras. Si fuera por lo segundo, en parte le cabe razón: en la palestra electoral quedarían íngrimos, como Toro y el Llanero Solitario.

Es comprensible además que Pardo se la quiera jugar solo, pues tiene con su Partido Liberal el compromiso de hacerlo crecer, y una alianza para la primera vuelta lo haría ver falto de fuerzas. Pero aquí obliga acudir a la Realpolitik, para señalar que el único lugar de Colombia donde creció el liberalismo –como partido organizado- fue en Santander. Esto saca a su Gobernador, Horacio Serpa, de la trastienda en que lo tenían desde su segunda derrota con Álvaro Uribe, y le da –o mejor, le renueva- un sitial de relevancia en ese partido, a la hora de las grandes decisiones.

Un enfoque pesimista nos advierte que no es nada fácil poner de acuerdo a esos cuatro, porque cada uno en su optimismo (irracional, obvio) cree que puede pasar solo a la segunda vuelta. La paradoja del asunto radica entonces en que habría que convencer a los optimistas de su error de cálculo, para que desaparezca el pesimismo reinante.

MORALEJA Y CONCLUSIÓN: una eventual convergencia de fuerzas entre Antanas Mockus, Rafael Pardo, Gustavo Petro y Sergio Fajardo sería la única fórmula imbatible, que les quitaría a Juan Manuel Santos y a Noemí Sanín esa sonrisita de exagerado optimismo que ahora cargan…

domingo, 21 de marzo de 2010

Los protegidos


Durante el consejo comunitario en Ibagué de este sábado 20 de marzo, el presidente Álvaro Uribe le dijo a su teleaudiencia: “duele mucho informarle al país que sicarios asesinaron anoche en la ciudad de Montería al periodista Clodomiro Castilla, de 'La Voz de Montería'. Castillla era reconocido por revelar nexos entre paramilitares y dirigentes políticos -incluidos aliados del mandatario-, tanto a través de la emisora como de su revista El pulso del tiempo, que circula (¿circulaba?) en Córdoba, la tierra del Ubérrimo.

El periodista había recibido amenazas, pero pidió que le retiraran la escolta que le habían asignado porque “a mí me protege Jesucristo”. Se sentía seguro, en esas tierras protegidas además por la Seguridad Democrática.

Uribe ofreció una recompensa de 50 millones de pesos por información que permita la captura de los responsables. Cuando el 31 de enero de 2007 asesinaron a Yolanda Izquierdo en su natal Valencia, Córdoba, ofreció la misma suma. Hasta ahora, nadie ha querido ganársela. (La tarifa por la cabeza –aunque una mano también cuenta- de un líder guerrillero es exorbitantemente mayor).

En los años 90 Yolanda Izquierdo había sido despojada de su finca en Valencia por el líder paramilitar Fidel Castaño, quien también obligó a centenares de familias a salir desplazadas del sur de Córdoba, para adelantar su “reforma agraria”. Dieciséis años después, Yolanda se había armado de valor y representaba a unas 800 familias víctimas de las AUC. “Cállate mija, no sigas con eso de la reparación que te vamos a quebrar”, era la voz que Yolanda oía al otro lado de la línea en su teléfono celular. Las pistas siempre apuntaron a Salvatore Mancuso, por los reclamos de tierras que ella le hacía, pero la investigación nunca avanzó.

En ese mismo consejo comunitario del sábado pasado en Ibagué, donde Uribe contó como si hablara del clima que “asesinaron anoche” al periodista Clodomiro Castilla, remató con esta frase:

"Uno de los propósitos de este Gobierno ha sido la protección de los periodistas".

Según la Federación Colombiana de Periodistas (FECOLPER), en sólo 2009 fueron asesinados siete comunicadores por razón de su oficio; y según la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) –en información suministrada por Enrique Santos Calderón-, en Colombia suman 125 los crímenes contra periodistas en los últimos 13 años.

Para hacer claridad, a lo que sí se ha dedicado nuestro Presidente es a la protección de los suyos.

COLOFÓN: En este contexto, mencionar los nombres de personajes como Salvador Arana (a quien quiso proteger enviando de embajador a Chile), Jorge Noguera (a quien quiso proteger enviando de cónsul a Milán), Luis Camilo Osorio (a quien protegió enviando de embajador a México) o el general® Rito Alejo del Río (a quien le rindió homenaje de desagravio en el Hotel Tequendama), sonaría políticamente incorrecto.


viernes, 19 de marzo de 2010

Hacia una coalición verde-amarilla

Dos aspectos fueron decisivos para la paliza que recibió el Polo Democrático en la pasada jornada electoral. Uno, la deficiente alcaldía de Samuel Moreno: muchas explicaciones, pocos progresos. Y dos, el anuncio de Gustavo Petro en cuanto a que su fórmula a la Vicepresidencia sería Clara López, Secretaria de Gobierno de la misma administración capitalina a la que venía acusando de corrupción y clientelismo. Aquí, triunfó la maquinaria partidista sobre la coherencia (política e intelectual).

Sin que haya nada en contra de López –ni de las mujeres-, lo sorprendente de esta designación es que mostró a un Petro sin opciones, acorralado por su propio partido después de prometer que escogería a una mujer –con lo cual cerró la puerta a casi la mitad de las opciones- y ante la negativa rotunda de Gina Parody a su requiebro.

http://www.semana.com/noticias-opinion-on-line/hacia-coalicion-verdeamarilla/136558.aspx

Es sintomático de la debacle que ni siquiera se hayan salvado Carlos Romero –esposo de Clara López y gran elector al concejo- ni Jaime Dussán, presidente del Polo y reconocida cabeza del ala clientelista del Polo, irónicamente el artífice de que hoy el alcalde de Bogotá sea Samuel Moreno, pues fue quien lo lanzó y lo apoyó con su nutrido voto profesoral para atravesársele a la candidatura de María Emma Mejía, ganadora en todas las encuestas. Si la memoria no nos falla, la corriente encarnada por Romero y Dussán interpuso una demanda ante el Consejo Nacional Electoral para que la consulta del Polo a la alcaldía fuera semiabierta. Y ganaron, de modo que el que quería votar en esa consulta tenía que inscribirse en el partido, y así ahuyentaron a gran parte de la votación a favor de María Emma. (Incluido el voto del suscrito).

Algún día la historia habrá de recordarle a Petro que su principal error en esta campaña fue haberse ‘casado’ con Clara López a la Vicepresidencia, por mil razones, pero sobre todo por ésta: porque se acostó –metafóricamente hablando- con una ganadora, y se despertó con una perdedora (en lo político, ojo). Se trata de un matrimonio mal avenido, que durará hasta que la primera vuelta los separe. De allí no pasan, mientras persista esa unión. (¿Podría ser una salida decorosa que ‘Clarita’ renunciara, para no hacerle aún más pesada la carga a su partido? Averígüelo Vargas…)

Si una conclusión se puede sacar de todo este berenjenal, es que el Polo Democrático se desdibujó como alternativa política, debido en parte a que sufre de divisionitis aguda (no se ponen de acuerdo para nada), y en parte a que el cáncer de la corrupción imperante en otros partidos ya hace metástasis en sus propias filas. En contraste, el Partido Verde salió fortalecido, y es el culpable de las bajas cifras electorales que mostraron tanto el Polo como el movimiento Compromiso Ciudadano, de Sergio Fajardo, que quedó sin una sola munición en el Congreso.

Ante el nuevo panorama, es de simple lógica inferir que a estas tres fuerzas les iría mejor si se unieran en la primera vuelta, para evitar que la segunda sea un aburrido tete a tete entre Juan Manuel Santos y Noemí Sanín. (Como quien dice, yo con yo).

No sobra tocar también en las puertas del Partido Liberal –en aras de acrecentar la unión-, pero bastaría de entrada con que se pusieran de acuerdo Mockus, Petro y Fajardo para que surgiera una fórmula de verdad novedosa. Incluso poderosa, si se le suman los nombres de Enrique Peñalosa, Lucho Garzón (quien, valga decirlo, se sacó un clavo con el Polo), Jorge Enrique Robledo, Germán Navas Talero, John Sudarsky, Gilma Jiménez, Juan Carlos Flórez…

Ponerse de acuerdo se traduce en que dos de los tres citados tendrían que renunciar a su candidatura para apoyar al tercero, sin que se descarte que entre esos dos restantes salga el nombre del potencial Vice. Sea como fuere, la sensación en el ambiente es que Antanas Mockus lleva cierta ventaja, pues se creció precisamente con los votos que el Partido Verde les quitó al Polo y al movimiento de Fajardo, pero sobre todo porque inspira “confianza”, que fue el lema de campaña de ‘Los tres tenores’.

Al día siguiente de las elecciones, El Espectador tituló así: “Maduran los verdes”. Es un titular acertado, que apunta a señalar lo que más necesitan las fuerzas democráticas de oposición si no quieren ser barridas precozmente en la primera vuelta: madurez.

Ah, y confianza mutua.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Arias, el plan B de Uribe

Después de que por fin se desató el nudo gordiano que se había formado en torno a la cacareada reelección de Álvaro Uribe, los ojos están puestos ahora en el mano a mano electoral que libran Noemí Sanín y Andrés Felipe Arias, de importancia capital, pues lo que está en juego no es sólo la candidatura del partido Conservador a la Presidencia, sino –sin exagerar- el futuro mismo del proyecto uribista.

No es simple coincidencia que el mismo día que se hundió el referendo se conoció una declaración del mandatario al programa de Televisión Etcétera, de Teleantioquia, donde le lanzó un impúdico guiño al “Uribito” (así lo llamó), de quien dijo es “la versión mejorada” de él mismo. Y agregó: “ahí le dejo esa inquietud”.

Inquieto debió quedar Juan Manuel Santos, pues esto despeja cualquier incertidumbre en torno a dónde está el verdadero amor del Presidente, mientras que la relación con su ex ministro de Defensa se desenvuelve en términos de conveniencia mutua. Santos ya se le supo meter –casi a la brava- al rancho de la sucesión presidencial, y Noemí hizo lo propio (aunque con disfrazada ternura), pero es un hecho irrefutable que Uribe sólo podrá retirarse tranquilo a sus cuarteles de invierno si en su reemplazo queda Andrés Felipe Arias, el hijo dilecto en quien ha puesto todas sus complacencias, hecho a su imagen y semejanza.

Lo que está por verse entonces es hasta qué punto –o límite- se la jugará el Presidente por su pupilo, considerando el capital político que tendría que gastarse en promover a un ex colaborador suyo que viene de ser tan duramente cuestionado, y con investigaciones pendientes en su haber, para colmo de desdichas.

Si fuera sólo por la maquinaria conservadora, el ganador de la contienda sería Arias, porque Uribe tiene esos votos. No hace falta que Andrés Pastrana le advierta a Juan Manuel Santos que no se vaya a tomar el partido Conservador. Ese partido hace rato se lo tomó el Presidente, para ponerlo a marchar detrás de él. Los votos que están en juego no son pues los de las filas godas, sino los de la opinión pública, porque la consulta coincidirá con las elecciones parlamentarias del 14 de marzo, y esto en apariencia favorece a Noemí.

Ahora bien, ¿qué tanto pesará en la balanza el poseer la certeza de que un gobierno de Arias sería lo mismo que uno (otro) de Uribe, sólo que en cuerpo ajeno? ¿Hacia qué lado se inclinarán los electores, en un momento en el que ciudadanos de todas las vertientes políticas podrán meter baza, pero en el que Uribe necesita seguir al mando, así sea en cuerpo ajeno? ¿Qué pasaría si por ejemplo invita abiertamente a votar por Arias, como ya lo hizo a favor de Enrique Peñalosa por la Alcaldía de Bogotá (en intento fallido)? Vistas las cosas desde esta perspectiva, diríase que el único plan B que a Uribe le queda se llama Andrés Felipe Arias.

El proyecto de Noemí es en apariencia uribista, pero es ante todo su propio proyecto, y si saliera triunfadora no tendría por qué incorporar –o mantener- en él al ejército de áulicos que necesitaba una segunda reelección de su jefe para no quedar en la calle. El proyecto de Juan Manuel Santos es también su propio proyecto político, que en alguna ocasión definió como La Tercera Vía y que viene concibiendo desde que tiene uso de razón. El proyecto de Andrés Felipe Arias, en cambio, es el mismo proyecto sin mácula de su mentor, y por ello se da el lujo de aparecer en vallas como “el del Presidente”, sin que éste lo desmienta.

Para el presidente Uribe fue una triste y dolorosa noticia que la Corte Constitucional no le hubiera dado permiso de seguir en la brega, pero más dolorosa será si Noemí Sanín gana la candidatura, pues ello le significaría perder el partido Conservador para sus planes de largo aliento. Ante un horizonte tan contrario a sus intereses, estaría obligado a jugársela a fondo con su ex ministro de Defensa, a sabiendas de que no es la mata de la lealtad y de que su coalición se presentaría a la primera vuelta dividida en tres pedazos: Santos, Sanín y Vargas Lleras. Lo cual, muy seguramente, forzaría la elección a una azarosa segunda vuelta.

Es éste el escenario electoral que Álvaro Uribe quiere evitar, porque es precisamente el que pone en peligro la continuidad de su proyecto original. ¿Qué podría hacer para reacomodar las fichas?

Eso es lo que aún no sabemos. Pero que algo hará, pónganle la firma…