lunes, 26 de agosto de 2019

En Colombia, ser pillo paga



La imagen es bien diciente: un video del programa Nos cogió la noche muestra al corrupto Contralor de Antioquia, Sergio Zuluaga Peña, saliendo de la Fiscalía con las manos atrás, en apariencia esposado, rumbo a su lugar de reclusión. Lo primero que sorprende es la cara de tranquilidad del reo, como si saliera de un restaurante: sin el más mínimo asomo de vergüenza (ver foto 1). Lo segundo es cuando la cámara se ha ubicado detrás del prisionero y se descubre que no lleva esposas, como ordena la ley para estos casos, sino que lleva las manos “libres” (ver foto 2).

Deberíamos pedirle al acucioso director del programa paisa, Nacho López, que averigüe por qué las cosas ocurrieron en modo pantomima. Ahí se hace evidente que la Fiscalía le concedió al detenido un trato preferencial, como el que recibió su paisano Andrés Felipe Arias (delincuente probado, condenado y prófugo) desde que descendió del avión que lo trajo de regreso a Colombia, extraditado por la justicia norteamericana.

Cuando el lector desprevenido recuerda las liberaciones la semana pasada del magistrado Francisco Ricaurte, el exdirector de Saludcoop Carlos Palacino y el asaltante de Estraval Carlos Mondragón, los tres por vencimiento de términos, entiende a qué obedece el impávido o cínico rostro de Zuluaga tras la diligencia de captura: a que sabe que enredando las cosas o dejando de asistir  a las audiencias con diferentes excusas, llegará el día en que le concedan casa por cárcel y pueda enfrentar -y disfrutar- el juicio desde su lujosa mansión de 3.000 millones de pesos.

Zuluaga es de esos sujetos a los que se les define como “conocido de autos”, pues ya en 2016 Noticias Uno había denunciado que mediante tráfico de influencias el hospital La María le hizo un implante de cirugía estética para aumentar sus nalgas, con recursos del erario. (Ver informe). En aquella ocasión salió indemne -aunque nalgón- y, como “el que es no dejar de ser”, ahora se vino a saber que tenía montado todo un cartel de sobornos y cobros indebidos.

Pese a que es precisamente la Contraloría la entidad encargada de defender el uso correcto de los dineros que los antioqueños aportan en impuestos, Zuluaga había montado un entramado de corrupción consistente en que cuando encontraba irregularidades en entidades públicas no las investigaba, a cambio de gruesas sumas de dinero que le sirvieron para enriquecerse en menos de dos años y adquirir tanto la residencia citada como otras 27 propiedades, nueve automóviles, dos sociedades y tres hoteles, todo por una suma superior a los 13.000 millones de pesos. (Ver noticia).

Pero el hombre está tranquilo, como ya se dijo, porque sabe que el dinero mal habido del que dispone le alcanzará para pagar el mejor abogado, ese al que todos conocen como “vencimiento de términos”.

Y si en Antioquia llueve, por Santander no escampa. Otro que está tranquilo porque sabe que lo que hace no se contempla como corrupción, es el representante a la Cámara Víctor Manuel Ortiz, de quien una fuente de alto nivel le contó a este columnista que la Comisión Tercera de la Cámara le asignó un cupo indicativo de 5.000 millones de pesos para su departamento.

Los cupos indicativos se diferencian de los auxilios parlamentarios en que el parlamentario beneficiado no crea la partida del gasto, sino que la recibe ya creada presupuestalmente, como si fuera de su propiedad política. Es él quien la orienta y decide quién la ejecuta, según sus intereses. Esto ha dado origen a un mercado de cupos indicativos en el Congreso, en función del cual el parlamentario que no puede o no quiere orientar su cupo hacia su región, lo cede -como quien adquiere una acción en la bolsa de valores- para que sea otro quien lo usufructúe políticamente.

Pues bien, la noticia es que el mencionado representante santandereano Víctor Manuel Ortiz recibió el cupo indicativo por la morrocotuda cifra de 5.000 millones y ¿saben qué hizo? Lo negoció por 200 millones ‘cash money’ con un representante de Antioquia… y se lo asignaron a ese departamento. La fuente consultada no dio el nombre del que recibió el cupo indicativo, pero basta con revisar la composición de la Comisión Tercera de la Cámara (o de Hacienda y Crédito Público, a la que pertenece Ortiz) para encontrar que es un copartidario suyo, antioqueño para más señas, quien preside dicha Comisión.

¿En qué se parecen el antioqueño Sergio Zuluaga y el santandereano Víctor Manuel Ortiz? En dos cosas: en que ambos provienen del cada día más clientelista Partido Liberal, y en que les gusta la plata en rama. Contante y sonante.

De otro lado, al cierre de esta columna conoció una declaración del gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez -también de origen liberal-, en la que aboga por el contralor detenido cuando afirma que “no todo al que detienen lo condenan”, y a renglón seguido se muestra indulgente: “tenemos que tener (sic) misericordia y esperar qué decisión toman los jueces”. ¿Misericordia con un sujeto cercado por tan abrumadoras evidencias de enriquecimiento súbito e ilícito?

¿Misericordia con el delito, mejor dicho? ¿Qué le pasa, Pérez?

DE REMATE: En días pasados se conoció un video con escenas de sexo explícito entre Rodolfo José Hernández, hijo del alcalde de Bucaramanga, y su novia de entonces, que circuló por redes sociales (ver noticia). Todo indica que fue él -no ella- quien lo filtró, con un propósito si se quiere estratégico: para que actúe como cortina de humo que distraiga la atención de la opinión pública por los señalamientos cada vez más numerosos que le hacen al papá por temas de corrupción. Se trata de algo ruin y perverso, y tiene razón la víctima cuando en extenso comunicado -donde anuncia denuncia penal contra su victimario- deja en claro que “mi exnovio creció rodeado de dinero y lujos, pero carente de valores, de moral y de ética. Lamentablemente, nunca llegamos a conocer las aberraciones de las personas".

martes, 20 de agosto de 2019

Pastrana y su vuelo en el Lolita Express: algo no cuadra



Esta columna pretendía develar una aparente contradicción en la explicación que dio el expresidente Andrés Pastrana Arango para justificar su presencia como pasajero en un vuelo del Lolita Express, así llamado porque transportaba a las menores de edad que contrataba el multimillonario pedófilo Jeffrey Epstein, quien con relativa frecuencia invitaba a sus amigos ricos a su isla en ese, su jet privado.

Según Pastrana, se trató “de un viaje mío en su avión a Nassau, Bahamas, para trasbordo al destino final de La Habana, Cuba, invitados por el presidente Fidel Castro. El señor Jeffrey Epstein salió de Cuba uno o dos días después. Yo permanecí en la isla”. Ahí nació una primera sospecha, pues, como anotó Gerardo Reyes en investigación para Univisión, “no hay registro de vuelos de llegada ni salida a Cuba, lo que podría explicarse por las limitaciones que las leyes del embargo contemplan para el aterrizaje de aviones con matrícula estadounidense en la isla”. (Ver noticia). O sea que para probar que iba para La Habana y no para la isla privada de Epstein, solo nos queda creer en la palabra de Pastrana, porque Fidel ya murió. Y Epstein también…

Dijo además Pastrana que “al señor Jeffrey Epstein lo conocí en Irlanda cuando fui homenajeado en la Cumbre de los Logros en Dublín, ceremonia muy publicitada a la que asistieron personalidades como Mijail Gorbachov, Bill Clinton, Bono y Jeremy Irons”. Aquí la duda metódica se afincó en que no mostró ninguna foto del evento donde dijo haber estado. Si lo hubiera hecho, habría resuelto de un plumazo cualquier sospecha.

Sea como fuere, ante la inquietud relacionada con el supuesto homenaje, decidí averiguar yendo a la fuente primigenia, la página web de la entidad organizadora, American Academy of Achievement: www.achievement.org. Por razones técnicas que escapan a mi conocimiento, recurrí al buscador tecleando “Andrés Pastrana” y no apareció nada. Procedí entonces con la palabra Andres (sin tilde y con tilde) y luego con Pastrana, y tampoco. E invito al paciente lector a que haga la misma prueba.

El “hallazgo” parecía sólido, pero, para salir de dudas, con dos días de anticipación decidí anunciar esto en mis redes sociales, Twitter y Facebook: “Según Andrés Pastrana, “a Epstein lo conocí en Irlanda cuando fui homenajeado en la Cumbre de los Logros a la que asistieron Gorbachov, Clinton, Bono y Jeremy Irons”. Averigüé y no aparece que haya recibido ningún homenaje allá. Es el tema de mi próxima columna en El Espectador”.

Se trataba de tener plena seguridad del aserto, pues parecía falto de toda lógica que Pastrana se justificara aduciendo haber asistido a un evento o recibido un homenaje que no le hicieron, en consideración a que sería muy fácil probar que mentía. La idea entonces era que, si alguien podía probar que yo estaba equivocado, me correspondería corregir el error.

Y es eso lo que hoy hago, pues en mi cuenta de Twitter apareció ayer martes la señora Consuelo Corrales (muy amable ella, por cierto) diciéndome que “No buscó bien”, y demostrando que en efecto el nombre de Pastrana aparece entre los homenajeados en el año 2002. De otro lado, en mi muro de Facebook el señor Enrique Rodríguez publicó una foto tomada de Andrespastrana.org, donde se ve al expresidente en compañía de Mijaíl Gorbachov. (Ver foto).

Yo habría podido quedarme callado, desmontar lo que publiqué en mis redes sociales y “aquí no ha pasado nada”. Pero, acudiendo a la ética periodística, lo conducente es reconocer el yerro.

Ahora bien, ello no se traduce en que Andrés Pastrana queda libre de toda sospecha en relación con su presencia como pasajero en el Lolita Express, pues los hechos son contundentes:

Sumado a lo que dije arriba, que nos toca creerle que se fue a Cuba y no a al edén de Epstein poblado de ninfas, hay un desfase de tiempo entre el evento público de Dublín, 8 de junio de 2002, cuando le faltaban dos meses para entregar la presidencia, y el vuelo privado con el pedófilo, siendo ya expresidente, el 20 de marzo de 2003.

Mejor dicho: ¿Epstein conoce a Pastrana durante un evento y ocho meses después se acuerda del colombiano ese tan simpático de bigote que le presentaron en Dublín, y decide entonces llamarlo para ofrecerle así porque sí que lo transporta desde Palm Beach hasta La Habana, pero sin pasar por su isla privada…? En este punto, brindemos claridad: la bitácora del avión, con matrícula estadounidense N-900JE, muestra que decoló el 20 de marzo de 2003 del aeropuerto de Teterboro, Nueva Jersey, con Pastrana en compañía de Epstein y otros pasajeros, rumbo a Palm Beach. Y que al día siguiente ese mismo avión, con los mismos pasajeros… vuela a Bahamas.

Y el 19 de agosto del año en curso CNN titula Presuntos vínculos de expresidente Pastrana y multimillonario Jeffrey Epstein, dos días después del comunicado con la supuesta “aclaración” de Andrés Pastrana. (Ver noticia).

¿Qué saben ellos que nosotros no sabemos, ah?

DE REMATE: Muy valiente y digna de apoyo -al expresarse contrario a la determinación de sus patrones- la posición de Gustavo Gómez ante la censura impuesta por Caracol Radio contra los columnistas independientes de opinión. Se vienen tiempos muy difíciles para la libertad de prensa, cada vez más recortada y ultrajada. (Escuchar editorial de Gustavo Gómez).

domingo, 11 de agosto de 2019

La "bodega" uribista de Claudia López



Tomado de El Espectador

El primer campanazo de alerta lo dio Óscar Jahir Hernández en Bucaramanga el pasado 8 de agosto, con una columna para Vanguardia titulada ¿Paramilitares en el gobierno de Héctor Mantilla? Allí, en su remate dijo esto: “Señor Mario Camacho Prada, ¿Qué está haciendo el “contrahacker” Carlos Escobar en el apartamento 11-09 de la Carrera 25 No 18-39 de Bucaramanga?”. (Ver columna).

Supe de inmediato que estábamos frente a un tema de gran calado, de índole más nacional que regional, pues Carlos Escobar saltó a la luz pública cinco años atrás -en la campaña presidencial de 2014- como un uribista de línea dura, a raíz del escándalo que se desató con un video grabado subrepticiamente, donde se veía al candidato del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, recibiendo un informe de las actividades que adelantaba el hacker Andrés Espinosa para perjudicar el proceso de paz que se adelantaba en La Habana entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc. (Ver video).


Por esos días escribí la columna Lecciones de inteligencia militar, donde planteé que a Sepúlveda y Escobar se les veía actuar como vasos comunicantes entre la campaña del CD y la dirección de Inteligencia del Ejército, o al menos del sector de las Fuerzas Armadas que le ‘copiaba’ a Uribe. (Ver columna). Allí también dije que “la atención hay que centrarla en el segundo hacker, Carlos Escobar, con quien Sepúlveda trabajaba en llave. Se trata de alguien que reúne el mismo perfil cien por ciento uribista (“le manejo la cuenta a Álvaro Uribe”, “le hacemos seguimientos a guerrilleros”), y maneja la página alvarouribesenador.com. Según una fuente de la campaña de Francisco Santos, Escobar “fue llevado por Tomás Uribe Moreno a las oficinas del exvicepresidente, para que le manejara las redes sociales”. (Ver diciente artículo de Las 2 Orillas).

A raíz de la columna de Óscar Jahir, este cronista se puso a la tarea de averiguar y supo de buena fuente que la campaña de Claudia Lucero López, candidata a la alcaldía de Bucaramanga, en efecto contrató a tan tenebroso sujeto para fabricar propaganda negra contra sus rivales, y que su “bodega” opera en la dirección arriba citada. Comencemos por preguntarnos si es legal que una campaña contrate a alguien para que ataque con juego sucio a sus oponentes o rivales, y continuemos con el contexto:

En el caso que nos ocupa, no se trata de una vinculación profesional entre una campaña política y alguien que ejerce un trabajo honrado, sino de la puesta en escena de una pecaminosa alianza entre el senador supuestamente liberal Miguel Ángel Pinto (esposo de la susodicha) y Álvaro Uribe, mediante la cual el primero le presta valiosos servicios desde la Comisión I del Senado para el impulso o aprobación de proyectos, y a cambio este le corresponde no solo con el aval del Centro Democrático a su cónyuge, sino poniendo a su servicio a uno de sus más fieles esbirros, Carlos Escobar, de esos que no tienen reatos de conciencia en practicar el ‘vale todo’.

Según la información que poseemos, parte de su trabajo consiste en el desarrollo de páginas como noticorrupción.com, notisantander.com o letramenuda.com, donde cuestionan al alcalde por los chats que lo relacionan con corrupción o por sus “oscuras relaciones” con el exalcalde Lucho Bohórquez. Sobre lo que hace este hacker uribista en Santander, ya lo hemos dicho en otras columnas: encochinar el agua donde todos nos bañamos para que no se note lo sucios que otros están.

El suscrito columnista en más de una ocasión ha cuestionado a Rodolfo Hernández por el negociado que intentó hacer su hijo Luis Carlos con Vitalogic, o por la “carta-promesa” con la que engañó a los votantes y se hizo elegir con “20.000 casas de papel” (ver columna). Pero lo inaudito es aceptar como normal que una candidata contrate a alguien para el desarrollo de prácticas ilegales y no haya ningún órgano de control que pueda ponerle coto a lo que constituye un delito informático.

El otro frente de “trabajo” que abrió el hacker Escobar fue contra el candidato de los partidos Conservador y Cambio Radical, Fredy Anaya, por tratarse del más poderoso rival a enfrentar, y el rufianesco método del que se valieron -ingenioso y muy dañino- consistió en crear una cuenta espejo en Twitter, @FredyAlcaldeBGA, a la que le cambiaron una ele minúscula (l) por una i mayúscula (I), y el eslogan Madruguemos a trabajar lo remplazaron por Madruguemos a robar. Anaya interpuso una tutela para “garantizar su derecho a la honra y al buen nombre”, y el resultado fue que el Juzgado II Municipal falló a su favor y emplazó “al Ministerio de Comunicaciones para que se tomen las medidas del caso y se castigue a los creadores de estas cuentas falsas”. (Ver noticia).

Es tal la inquina de Claudia López contra Rodolfo Hernández, que produjo un video donde lo enfrentó por haber dicho que su excolaborador Cecilio Vera recibió 200 millones de pesos para irse a trabajar con ella, y le respondió con estas palabras: “La corrupción está representada (…) por usted, que le prometió y engañó a los bumangueses ofreciéndoles 20 mil viviendas". (Ver video). En eso tiene razón, pero es inobjetable que quien lo dice no actúa por cuenta propia sino en representación de los intereses de su esposo el senador Miguel Ángel Pinto, y los de la caverna política representada en Álvaro Uribe, y los de un César Gaviria que apostata del ideario liberal para entregarle su aval a una fanática religiosa, homofóbica y ultraderechista como Ángela Hernández, con quien hoy hace fórmula Gobernación – Alcaldía de Bucaramanga.

La invitación entonces es a que doña Claudia entienda que hacer política no consiste en contratar a sujetos expertos en dañar reputaciones mediante falsos portales y mentiras al elector.

En otras palabras: ¡juego limpio, señora!

DE REMATE: Una buena pedagogía política en esta campaña debería consistir en enseñarle a la población de Barrancabermeja sobre los peligros inherentes a que el clan Gnecco se apodere de los recursos del municipio mediante su ‘caballo de Troya’, el candidato Jonathan Vásquez, quien le vendió el alma al diablo. Ellos van tras el botín mayor, representado en todas las inversiones que se abren tras la declaratoria del puerto petrolero como Distrito Especial. Este artículo de Ariel Ávila brinda meridiana claridad al respecto.

domingo, 4 de agosto de 2019

Hablemos de Iván Duque y su “sugar daddy”




Cuando Iván Duque era joven y liberal, la tenía clara: “Uribe nunca respaldó con fuerza la candidatura de Serpa, y lo que es peor, creo que nunca se podrán identificar ideológicamente, en tanto que Serpa es un hombre empeñado en la paz, y Uribe es identificado como un escudero de las Convivir, es decir, con una expresión clara de la extrema derecha colombiana, que concibe la paz únicamente como el resultado de una victoria militar sobre los alzados en armas”.

Eso escribió Duque en columna para el semanario Tolima 7 Días de El Tiempo en julio de 1998, unos días después de la derrota sufrida por Horacio Serpa, candidato a la presidencia por el Partido Liberal… al que Duque pertenecía. Se trata de un análisis de las circunstancias que desde Antioquia contribuyeron al triunfo de Andrés Pastrana, entre las cuales menciona que “la traída de Álvaro Uribe fue un error craso”, porque “fue oportunista y solo participó cuando vio la posibilidad de una victoria liberal”. Y remata con esta perla: “A Uribe Vélez en este momento lo único que le preocupa es organizar su campaña para el 2002, y de pronto por eso poco le importa la derrota del partido. Ya nos quedó claro que Uribe no es profeta en su propia tierra”.

Podría pensarse que se trató de un devaneo izquierdista, producto de su juventud (tenía 22 años), pero muchos pronunciamientos posteriores confirman que Duque siguió mostrando ideas liberales, hasta el día en que fue reclutado por Uribe a sus filas. De pensamiento liberal era cuando en su cuenta de Twitter dijo el 27 de julio de 2011 que “el derecho a la igualdad no es relativo, las parejas homosexuales deben poder unirse formalmente ante un notario”. En la misma línea ideológica, el 12 de mayo de 2012 le enviaba “Felicitaciones al presidente Obama por apoyar el matrimonio entre las parejas del mismo sexo. Gran paso en materia de derechos civiles”. (Ver trino). Y en 2009, último año del gobierno de Uribe, escribía este trino: "De acuerdo con descriminalizar consumo (No cárcel). Es más efectivo (Portugal) imponer sanciones administrativas". (Ver noticia).

Según el analista Andrés Calle Noreña, la presidencia de la República para Duque fue “el premio al colombiano trepador y advenedizo, que sabe acomodarse, como gusano de guayaba”. (Ver trino). En la columna de Duque de 1998 que aquí cito, respecto a Uribe y Serpa decía, repito: “nunca se podrán identificar ideológicamente”. Efectivamente así ocurrió, cada uno en su propia orilla, excepto Iván Duque, quien demostró que sí es posible dar una voltereta ideológica de 180 grados para identificarse plenamente, hasta la abyección ideológica, con su otrora antagonista.

¿A cambio de qué? Del ofrecimiento -a modo de cuota inicial- de una curul en el Senado, cuando todavía se desempeñaba como representante del gobierno de Juan Manuel Santos en el BID. Esto lo hizo correr presuroso a afiliarse al Centro Democrático, avizorando -exultante y gozoso- el premio mayor que lo esperaba como resultado de su traición a las ideas liberales: la Presidencia de la República. A cambio de tan importante e inmerecida distinción, Duque se olvidó de las diferencias que tenía con Uribe y lo aceptó como su ‘sugar daddy’ político: “lo que tú quieras, papacito, no importa si me haces duro o pasito”. (La cita es inventada, solo metáfora).

Un año después de haberse posesionado, un informe especial de Semana titulado “Año de aprendizaje”, acomodaticio a más no poder, muestra por qué hoy la aprobación del subpresidente Duque no supera el 30 por ciento: porque “llegó después de haber estado 13 años en el exterior en cargos secundarios y con tres años en el Senado como única experiencia”. El solo título daría para pensar que ven a Duque como un practicante del Sena (¿acaso un presidente llega a aprender…?), y en él traicionan -a su vez- los postulados de un periodismo serio y objetivo, pues caen en una melosa complacencia con el uribismo que deja ver a las claras por qué esa revista intentó desembarazarse de un columnista como Daniel Coronell, antítesis de la Vicky Dávila emparentada con el clan Gnecco que cada semana escribe en tinta de su propia bilis. (Ver informe).

Según Semana, “al contrario de lo que algunos creían, Duque no llegó al poder a volver trizas los acuerdos de paz”. ¿Cómo así, entonces las seis objeciones a la ley estatutaria de la JEP que a pedido de su jefe presentó al Congreso, no tenían ese propósito? Y el proyecto que acaba de anunciar el Centro Democrático para crearles a los militares una sala especial de juzgamiento, ¿no responde al mismo objetivo de desarticular dicho tribunal de justicia transicional?

Es una suerte que existan periodistas lúcidas como María Jimena Duzán, quien el mismo domingo 4 de agosto hizo su propio balance del desgobierno que vivimos, en columna titulada “El presidente que no sabe quién es”, donde concluye: “En su primer año en el poder, Duque nos ha demostrado que no sabe gobernar sino bajo la sombra de Uribe, y que su verdadero Plan de Desarrollo es el Twitter de su presidente eterno. Para donde apunte el expresidente, él va a su sombra”. (Ver columna).

Esto es tan cierto, que su aberrante grado de sumisión al ‘sugar daddy’ le alcanza hasta para justificar las tretas de ciertos áulicos del círculo más íntimo de su amo: como cuando Ernesto Macias se valió de una “jugadita” en la instalación del Congreso para sacarlo del recinto antes de que Jorge Robledo hablara, y a Duque le preguntaron qué opinaba de semejante artimaña de rufián de esquina, y respondió que “yo no le daría a eso mucha importancia”. Cómo así, ¿todo un presidente de la República impedido para desaprobar el atropello de un congresista contra la oposición?

Mejor dicho, ¿en Casa de Nariño quién manda a quién? ¿Quién es el dominante y quién el dominado, ah?

DE REMATE: La vicepresidenta Marta Lucía Ramírez viajó el pasado 28 de julio a El Socorro (Santander) a conmemorar los 200 años del fusilamiento de Antonia Santos y allá afirmó que dicho suceso “generó la rebeldía de los comuneros que impulsó a los santandereanos a enfrentarse en la batalla de Pienta”. (Ver noticia) Se le debe recordar a la despistada funcionaria que quien encendió la chispa de la efímera Revolución de los Comuneros fue Manuela Beltrán, 38 años atrás. A Antonia y a su hermano Fernando -ambos parientes lejanos de Juan Manuel Santos- se les recordaba era como guerrilleros, no como comuneros, pues comandaban respectivamente las guerrillas de Coromoro y Cincelada contra la dominación española. Son cosas que la historia oficial prefiere mantener ocultas…