martes, 29 de junio de 2021

Autoentrevista, autobomba, autogolpe…

 


Tomado de El Espectador

Autoentrevista. Comencemos por decir que este gobierno es un maestro del engaño, y de ello darán cuenta los “autos” que encabezan esta columna. Primero fue la autoentrevista, el viernes 21 de mayo, cuando Iván Duque apareció en medios y redes sociales hablando en inglés para un supuesto medio internacional, echándole la culpa a Gustavo Petro de la crisis social que atraviesa Colombia: “Cuando gané las elecciones, el candidato que derroté dijo que iba a estar en las calles todo mi mandato, que iba a protestar durante todo mi gobierno. (...) Su propósito era no dejarme gobernar”.

En respuesta a pregunta formulada por Caracol Radio, desde Palacio reconocieron que “la entrevista fue hecha por el equipo digital de Palacio para compartir la postura del presidente frente a temas de interés nacional”. (Ver noticia). Pero semanas después, en respuesta a un derecho de petición formulado por Ramiro Bejarano, dijeron que se trató de “una entrevista con Bernardo Álvarez, editor, diseñador, fundador y director de Shine Creative, bastante desconocido; que Duque habló en inglés porque así le hablaron y que quien difundió el video no fue el Gobierno”. (Ver respuesta).

Lo que se acostumbra es mentir primero y ya caídos, corregir con la verdad; pero aquí ocurrió al revés.

Autobomba. Casi un mes después, el 15 de junio el país se estremeció con la noticia de un atentado mediante un carrobomba dentro de la Brigada 30 del Ejército en Cúcuta. (Ver noticia). En respuesta a pregunta formulada por la revista Forbes, dijeron que no se presentaron víctimas fatales porque la explosión ocurrió en un área de oficinas que estaban vacías debido a que el personal de la brigada adscrito a la Segunda División se hallaba en cuarentena por covid. Pero debieron haber recapacitado, porque en precipitada rueda de prensa en horas de la noche el ministro de Defensa afirmó que hubo 36 heridos por el “atentado terrorista”.

Ahora bien, nunca se vio un solo lesionado ni mostraron la lista de los supuestos heridos y los grandes medios se conformaron con la versión oficial, ninguno exigió dicha lista. ¿Hubo de verdad heridos? Averígüelo Vargas…

¿Autoatentado? Dentro de la misma saga, diez días después el país se estremeció -de nuevo- con una noticia en apariencia muy delicada: dispararon contra el helicóptero de la FAC donde viajaba el mismísimo presidente de la República entre Sardinata y Cúcuta. 

Si ya es extraño que un grupo terrorista logre penetrar con tan asombrosa facilidad una brigada del Ejército para hacer daño con un carrobomba, más sospechoso resulta que la seguridad del presidente de la República haya podido ser vulnerada de modo tan sencillo desde tierra. ¿Cómo? Dizque con disparos de fusil. Para aumentar la sospecha, los orificios de las balas sobre el helicóptero parecían más de salida que de entrada, como se aprecia en este video. ¿Que la bala pudo haber entrado, atravesado y salido? Como así: ¿no se supone que si la nave es blindada, el blindaje retiene la bala?

Pero ya entra en la categoría de ridículo la noticia según la cual la Policía encontró dos fusiles cerca del aeropuerto Camilo Daza en Cúcuta, un AK-47 y un 7-62. Y este último “con marcas de las Fuerzas Armadas de Venezuela”. ¿O sea que Maduro quiso matar a Duque? En serio, ¿nos quieren hacer creer que los autores del atentado en lugar de dejar un comunicado reivindicando el ataque, prefirieron abandonar ahí mismo las armas con todo y proveedores, como prueba reina en huellas y ADN que conduzca a su eventual captura? Solos les faltó dejar la cédula, el pasaporte, el carné de afiliación al ELN y una selfi con Maduro.

Autogolpe.  En orden cronológico el cuarto lugar lo ocupa el autogolpe, pero en el contexto de lo que se dijo en “El autogolpe ya empezó. Para el caso que nos ocupa, el autogolpe opera como el escenario donde se desarrolla una tramoya de montajes, autoentrevistas, autobombas, aparentes autoatentados y mucho autobombo. Este último, el autobombo, consiste en aplicar al dedillo la consigna de Joseph Goebbels, director de Propaganda del nazismo: “Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores”.

Lo cierto es que este gobierno está subido sobre un tigre del que no se puede bajar, porque si se baja, el tigre se lo come. En esto coincide el político y analista Duvalier Sánchez cuando en entrevista para El Unicornio afirma que “han desatado el caos para impedir a toda costa que haya un cambio de gobierno en las elecciones de mayo de 2022”.

Es de Perogrullo prever que el uribismo perdería el poder por la vía electoral el año entrante y, si lo pierde, más de uno deberá rendir cuentas -comenzando por el comandante en Jefe- no solo ante la justicia nacional sino ante la Corte Penal Internacional (CPI), por crímenes de lesa humanidad como torturas, asesinatos, desmembramientos y desapariciones de jóvenes.

Entonces, ¿qué harán para impedirlo? Pues lo mismo que han venido haciendo, ceñidos a un libreto que pareciera trazado sobre un escenario de guerra: autoentrevistas, autobombas y autombo a la lata.

Y si la memoria no nos falla, el libreto se remonta a los días de la campaña electoral en que súbitamente le encanecieron el pelo al candidato Iván Duque para que luciera menos bisoño, con más experiencia. ¿Cómo se le podría llamar a esa forzada canicie, acaso autoenvejecimiento?

Post Scriptum: ¿Recuerdan el supuesto atentado que iban a ejecutar desde una casa bomba en Puerto Colombia contra el entonces presidente Álvaro Uribe, del que luego se supo había sido un montaje del director del DAS en Barranquilla, Emilio Vence Zabaleta, para ganar puntos ante su jefe? Aunque Vence fue destituido por la Procuraduría, Uribe le dio la orden al director del DAS, Jorge Noguera, de reintegrarlo. Y así se hizo. (Ver noticia). ¿Ya entienden entonces de dónde viene el agua para el molino de los “atentados” más recientes? 

martes, 22 de junio de 2021

En Girón ganó otra títere, a lo Iván Duque

 

Foto de Corrillos.co

Tomado de El Espectador

Prometo a los pacientes lectores de esta columna que será la última del año sobre Girón, pero la ocasión apremia. A modo de justificación, Tolstoi decía: “si quieres ser universal, describe a tu aldea”.

En todo caso, lo ocurrido el domingo pasado en Girón durante la elección atípica de alcalde tiene su parangón en lo nacional. Fue una reedición de la segunda vuelta electoral de 2018, en la que para evitar el regreso de Uribe al poder era obligación votar por Petro, pero el voto en blanco jugó a favor del encumbramiento a la presidencia de un bueno para nada como Iván Duque.

Una buena para nada -en lo administrativo, quiero decir- es Yulia Moraima Rodríguez Esteban, quien fue encumbrada a la alcaldía de Girón no por sus méritos sino porque su marido John Abiud Ramírez Barrientos no quería perder el botín tras su paso por la alcaldía. Y armaron una tramoya que incluyó desde una separación conyugal de mentiritas, hasta el aporte de una gruesa suma de dinero al canal regional TRO para que cancelara el debate televisivo previsto tres días antes de la elección entre los candidatos participantes, porque si hubiera abierto la boca se habría evidenciado que la señora es incapaz de hilar dos frases con la sintaxis correcta. Y si no me creen, miren este video.

Lo sorprendente -por aberrante- es constatar el estado de miseria moral en que la corrupción y la politiquería tienen hoy al municipio colonial, reflejado en aspectos como que la abstención fue de un absurdo 66,5 por ciento: votaron solo 41.746 de los 122.194 votantes potenciales. O que el voto en blanco (promovido por Dignidad Santandereana y la Liga Anticorrupción, doble paradoja) jugó estratégicamente a favor del exalcalde corrupto: fueron 6.146 los votos en blanco, que sumados a los 14.591 que obtuvo el segundo, Óscar León, dan un total de 20.737, los cuales habrían superado en 2.237 votos a los 18.496 obtenidos por la mujer-títere del corrupto, Yulia Rodríguez. Tartufos de la política, los que se dicen honestos juegan por debajo de la mesa a favor de la permanencia de una administración corrupta, quizá porque “hay para todos”. (Ver resultados generales).

Sea la ocasión para confesar que nunca antes en mi vida me había involucrado tanto en una campaña electoral, y ello obedece a que se están metiendo con el futuro del municipio donde vivo.

Es un hecho irrefutable que John Abiud Ramírez llegó a la alcaldía de Girón a enriquecerse, y parte de la prueba reside en mi columna del miércoles pasado, donde expuse la denuncia que hizo un ciudadano ante la Fiscalía por la compra de dos casas en Orlando (Florida) “que adquirió cercano a la fecha en la que celebró el cumpleaños de su hija, siendo una de ellas su regalo de 15 años”. Frente a esto Ramírez Barrientos no ha dicho esta boca es mía, sea para negarlo o para entablar demanda por calumnia, y en tal medida su silencio lo incrimina: el que calla, otorga. (Ver denuncia).

No conozco en persona al candidato derrotado, Óscar León, pero desde esta columna y en mis redes sociales invité a votar por él, sustentado en que “así como en primera vuelta para presidente voté por Humberto de la Calle y en la segunda consideré obligación votar por Petro para impedir el regreso de Uribe al poder, aquí en Girón considero urgente votar por Óscar León, para impedir el regreso de John Abiud. Y en el camino arreglamos las cargas”.

Justo el miércoles pasado que publiqué la delicada denuncia por la compra de esas dos casas, comenzó a circular por las redes el audio de una conversación privada, donde hablo con una amiga mía.

Yo ya conocía ese audio, pues días antes Óscar Jahir Hernández, excolumnista de Vanguardia y hoy mano derecha del exalcalde Rodolfo Hernández, me lo había hecho llegar, con esta acotación: “Me lo enviaron para que lo sacara y me negué rotundamente”.

Y le contesté: “Gracias. Lamento que un mensaje privado que le envié a una amiga mía haya llegado a sus manos. Yo creo tener el poder para ayudarle a esa persona a conseguir trabajo con el próximo alcalde (si hubiera sido León), porque entendía que andaba desesperada buscando empleo. Y en lo que a mí respecta, es evidente que estoy apoyando a Óscar León. Así que no veo cuál pueda ser la parte acusadora de ese mensaje privado”.

La amiga mía a la que hago referencia, quien en mi Facebook aparece como “la petrista intrusa”, cometió la ingenuidad de reenviarle mi mensaje a su amiga Nathaly. Y cuando ella se enteró del audio que andaba circulando, esto le escribió a su amiga traidora: “Hola Nathaly que esta pasando con el audio que te envié de George de manera privada por que lo estas compartiendo con que intención lo haces. Tengo entendido que el lo que quería era ayudarte porque estás desempleada. Porque haces eso? Que pasa?”. (sic). (Ver pantallazo).

Hoy juzgo como error mío haber hecho ese amable ofrecimiento, pero no porque hubiera incurrido en algo indebido. Lo hice porque se trata de una persona que en Girón es conocida como alguien que en cada campaña busca a quién apoyar para que la ayuden, así que pensé que si ella podía apoyar al candidato de mi preferencia, si este salía elegido yo podía tratar de ayudarle a solucionar su angustia. (Ver video). Es en esencia lo que dice el audio que trataron de convertir en piedra de escándalo.

Pero ahí no terminaron los ataques, en reflejo del daño que mis denuncias les han causado, si consideramos tan solo que de un guarismo de 52.775 votos en la elección de hace dos años a favor del candidato de John ‘Avión’, el domingo pasado solo fueron capaces de poner 18.496.

El nuevo ataque consistió en una noticia falsa, que circuló el día de la elección y parecía tomada del Twitter de El Espectador, donde este medio anunciaba la “clausura” de mi columna: “Dada la utilización de @Jorgomezpinilla de su columna para intereses electorales, mediante escritos calumniosos, injuriosos y sin sustento probatorio en contra de sus contenedores (sic) políticos y en beneficio de un candidato de sus afectos, esta columna se clausura”. (Ver noticia fake).

¿Se imaginan ustedes donde El Espectador para desvincular a un columnista lo hiciera con una reprimenda pública? No señores, yo sigo contando con el apoyo firme y decidido de esta casa editorial, donde respetan y valoran mi trabajo.

Post Scriptum: El senador Juan Luis Castro no logró sacar avante el impuesto a las bebidas azucaradas debido al rechazo de los empresarios del azúcar (verbi gratia Ardilla Lulle), pero no cejó en su empeño y el Congreso le acaba de aprobar la ley de la ‘comida chatarra’, que obliga a advertir en el empaque de todo lo que tenga sabores artificiales, mucha grasa o mucho sodio. Buen logro, que dio para una amena entrevista en El Unicornio.

En Girón hay un ‘avión’ fallando

 


Tomado de El Espectador

Escribo esto en mi condición de habitante de un municipio del área metropolitana de Bucaramanga llamado Girón, al que regresé después de vivir más de treinta años en Bogotá, donde hice una carrera universitaria y formé una familia. Un buen día, hastiado de esa metrópoli en obra negra permanente, decidí darle un vuelco a mi vida y acepté el ofrecimiento de Horacio Serpa para ser el editor de Publicaciones y Contenidos de la gobernación de Santander.

Fue una decisión profesional acertada, pues trabajé con el mejor jefe posible, y sea la ocasión para congraciarme con el honroso reconocimiento -póstumo, lástima- que le acaba de hacer la Fiscalía Octava delegada ante la Corte Suprema al manifestar que el patriarca liberal nunca estuvo vinculado a la investigación por el asesinato del político conservador Álvaro Gómez Hurtado. (Ver Noticia). O sea, caso cerrado.

Volviendo al tema que nos ocupa, escogí a Girón para regresar a Santander acaso por una añoranza ligada a mis primeros años de infancia en otro pueblo colonial, Zapatoca, del que tengo los más bellos recuerdos. Tal vez soy más provinciano que citadino, y esa cercanía en lo geográfico -aunque lejana en lo administrativo- intenté reflejarla en Zapatoca y Girón, tan cerca y tan lejos.

Escribí esa columna por los días en que John Abiud Ramírez fungía como alcalde de Girón y se hacía notorio tanto el lujoso estilo de vida que comenzaba a darse (siendo concejal manejaba una moto), como el descuido patético hacia el casco antiguo, expresado en atropellos como el de quitarles las bancas a tres parques (El Cocal, plazoleta de Las Nieves y parque Peralta) para que los marihuaneros no consuman droga, en lugar de resolver el problema social ahí expuesto. Un parque sin bancas es como unas gafas sin lentes, dije en mi muro de Facebook.

Desde ese entonces hasta hoy ha pasado mucha agua bajo el puente Lengerke, y las cosas han ido de mal en peor, sobre todo después de que logró poner como sucesor a un segundón suyo al que “a Dios gracias” el Consejo de Estado le quitó su credencial por doble militancia.

No repetiré lo que ya se dijo en esta columna, pero sí es hora de alertar a los gironeses, porque el próximo domingo se realizará la elección atípica de su alcalde y se corre el peligro de que el sujeto en mención logre extender sus tentáculos para perpetuarse en la figura de quien hoy figura de dientes para afuera como su exesposa, Yulia Moraima Rodríguez. Se dice que están manejando una tula de abundantes recursos, así que en últimas será una lucha entre la decencia y el poder corruptor del dinero, donde una de las dos fuerzas ganará la partida.

A modo de paréntesis, invito a leer los lúcidos planteamientos que hace Miguel Ángel Pedraza para Vanguardia en ¿Continuismo o cambio en Girón?. 

Sin darle más vueltas al asunto, lo siguiente va en respuesta a una solicitud de un lector que me pidió especificar a qué me refería cuando en columna anterior dije: “Hablando de adquisición de propiedades, limitaciones de espacio nos impiden hoy puntualizar por ejemplo sobre la compra de una casa en predios de Orlando (Florida) para un pariente muy querido de don John”.

Pues bien, hace referencia a la copia de una denuncia puntual dirigida al correo electrónico de la fiscalía general de la Nación (hechoscorrupcion@fiscalia.gov.co), donde una persona cuya identidad mantengo en reserva, denuncia lo siguiente ante al ente acusador:

“El señor John Abiud ex-alcalde de Girón, es el propietario de dos casas ubicadas en Orlando, Florida, Estados Unidos, propiedades que adquirió cercano a la fecha en la que celebró el cumpleaños de su hija, siendo una de ellas su regalo de 15 años.

El enriquecimiento durante su periodo de alcalde es muy evidente ya que ese sueldo no da para esos lujos ni viajes, ni fiestas ni compras de propiedades en el extranjero, por eso solicito a ustedes como autoridades investiguen los diferentes activos, salidas del país y propiedades que pueda tener este señor en Colombia y en el exterior.

Solicitamos que en particular investiguen las propiedades a nombre de Milena Garcés Acevedo, secretaría privada durante el mandato de John Abiud, de quien se sabe que tiene un apartamento en el edificio AquaTower, Cra. 41 #40-131, Bucaramanga, Santander; y de Marcela Sánchez, quien es la madre de una hija de John Abiud; y de Yulia Moraima Rodríguez, ex esposa y actual candidata a la alcaldía de Girón.

Adjuntamos fotografías, video y ubicaciones de las posibles propiedades de John Abiud en Orlando, Florida”.

Una foto muestra la entrada al conjunto residencial donde estaría ubicada una de las dos propiedades, y otra una vista lateral de la casa. Incluso agrega un video y la ubicación satelital de ambas casas, aquí la casa 1 y aquí la casa 2.

El video, de apenas seis segundos, deja entrever el temor del denunciante a ser identificado.

Cuando en el titular de arriba decía que hay un avión fallando en Girón, aludía a que son demasiados los señalamientos que recaen sobre quien hace unos meses se hizo nombrar director administrativo de la Cámara de Representantes gracias a un video donde, acudiendo a planteamientos claramente politiqueros y clientelistas, les promete a sus electores que sabrá atender con prontitud todas sus expectativas.

Fue sin duda otra de sus habituales ‘avionadas’, y es por eso que en Girón se le conoce con el apodo de John ‘Avión’ Ramírez. Pero hoy esa aeronave, averiada por sus evidentes actos de corrupción, presenta claras muestras de estar fallando, y deja ver además que su estrellada contra una realidad social que reclama cambios podría ser algo más que estrepitosa.

Post Scriptum: La pregunta final en torno al mismo tema es si será posible que el sentimiento de indignación que hoy vive el país frente a la corrupción se reflejará en la elección de nuevo alcalde en Girón, o si será que vuelven a ganar los corruptos con su tula repleta de dinero mal habido.

martes, 8 de junio de 2021

¿Cómo salir de Duque y sus jefes?



Tomado de El Espectador 

Hubo un tiempo en que esta columna pudo titularse ¿Cómo hacemos para tumbar a Duque?: por los días posteriores al 28 de abril que comenzó lo que se llamó paro nacional, pero en realidad fue una insurrección popular, solo que desorganizada.

Es tal el sentimiento de furia colectiva que subsiste por el pésimo manejo que le dio a la pandemia el subpresidente Iván Duque (cuando prefirió favorecer a los banqueros y empresarios en lugar de las clases medias y bajas) que, si desde un principio esa oleada espontánea de protesta se hubiese canalizado hacia el objetivo de tumbar a este gobierno miserable y criminal, lo habríamos logrado.

Hoy las condiciones no están dadas, pues ante la ausencia de soluciones sociales y sordos al diálogo, la salida que tejieron los que tras bambalinas halan los hilos del poder presidencial fue poner al país bajo “asistencia militar”, eufemismo para bota militar a diestra y siniestra. Sobre todo, siniestra.

La única manera de tumbar a Duque -por inepto, por insulso, por inútil, por poca cosa, por lo que sea- la tuvimos en las manos y la dilapidamos: matamos el tigre, o sea pusimos el país patas arriba, pero nos asustamos con el cuero. ¿Por qué? Porque sabíamos lo que nos dolía y por qué salíamos a las calles a protestar, pero nos faltó el para qué. Si hubiéramos tenido claro que era para tumbar al mediocre correveidile de Álvaro Uribe, a ese personajillo al que los medios equivocadamente tratan como si fuera el presidente de la República en funciones, lo habríamos logrado. Reitero.

Hoy la tarea es más complicada, porque el gobernante títere (sí, títere de las fuerzas oscuras que se tomaron el poder por debajo de la mesa) muy obediente emitió un decreto presidencial que ordenó la militarización del país, algo a todas luces inconstitucional, pues contempla la acción armada del Ejército contra la ciudadanía y porque se les da a los manifestantes “tratamiento de combatientes”. Es lo que sostiene en entrevista con Cecilia Orozco el abogado Gustavo Gallón, director de la Comisión Colombiana de Juristas, con status consultivo ante Naciones Unidas. (Ver entrevista).

Esta militarización del país, o sea el autogolpe de Estado del que hablé en columna anterior, es lo que hoy impide acabar de tumbar al que solo faltó darle un empujoncito para que se cayera. Pero no lo sabíamos.

Si nos ponemos a pensar en el para qué de este caos, fomentado en parte desde los organismos de seguridad y en parte desde el partido de gobierno (¿vieron la foto de María Fernanda Cabal con agentes del Esmad como si fueran sus perros de caza?), la respuesta nos llega de Duvalier Sánchez: “Tienen la intención de hacernos desesperar. Este tipo de acciones son premeditadas, buscan aumentar los odios entre colombianos, llevarnos con rabia a las elecciones de 2022”. (Ver video).

Coincido con Sánchez en que “el objetivo es dividirnos hasta el punto de impedir un cambio de gobierno. No están pensando en el país o en resolver el paro. Lo único que les importa es mantener el poder y evitar la justicia”.

Este último punto es crucial, el de evitar la justicia, pues cada día se hace más evidente que estamos ante una demoledora unión de fuerzas, unas legales (medios de comunicación y partidos comprados) y otras ilegales (paramilitares que disparan al lado de policías) conspirando desde el mismo poder para garantizarle la impunidad a perpetuidad al que está detrás de todos los hilos, el gran capo, el mismo que debió haber ordenado a Fiscalía y Policía no celebrar la captura de casi media tonelada de cocaína que aterrizó en Providencia y había salido de la sede de Antinarcóticos de la Policía en Guaymaral. (Ver denuncia de Gustavo Bolívar).

El meollo del intríngulis reside en que la gente que está con Uribe en su tercer período de gobierno, llegó para quedarse. Sobre todo esas fuerzas oscuras que acuden a medidas de choque contra la población, de manera abierta y descarada en las calles, bajo la mirada cómplice del mismo Estado que debería impedir semejantes desafueros. (Ver artículo sobre paramilitarismo urbano).

El gobierno de Iván Duque -o sus jefes, vaya uno a saber- la está emprendiendo contra todo lo que huela a protesta. Es la bota militar como único instrumento para acallar (aplastar, sojuzgar) la creciente indignación, en un escenario de guerra donde el “enemigo” que enfrentan es el pueblo.

Por eso, como dice Duvalier Sánchez, “para derrotarlos debemos ser contundentes en el proyecto de país alrededor del cual nos vamos a unir. Tenemos que entender que las elecciones de 2022 son una inmensa oportunidad, la de darle otro rumbo a esta Colombia adolorida”.

Sánchez en su video evita señalar al candidato de sus preferencias, pero se sabe que aspiró a la gobernación del Valle con los verdes, o sea que milita por los lados de la Coalición de la esperanza. Hasta aquí muy bonito, pero hay un punto por él planteado que se debe enfatizar: “el objetivo es dividirnos, hasta el punto de impedir un cambio de gobierno”.

Un planteamiento similar lo expuso Gustavo Bolívar en el canal de María Jimena Duzán: “si no nos unimos en primera vuelta, ganará el uribismo”. (Ver video). Entiendo dicha unión como un eventual acuerdo programático entre la izquierda de Gustavo Petro, el liberalismo de Humberto de la Calle y la amorfa centro-derecha amalgamada en políticos como Sergio Fajardo, Ángela Robledo o Iván Marulanda.

La unión de todos los anteriores en un momento tan delicado como el actual, donde las fuerzas de extrema derecha en el poder andan dedicadas a subvertir la libre transición democrática, daría como obvio resultado un triunfo arrollador en la primera vuelta, que haría innecesaria la segunda.

Conociendo la cercanía de Duvalier con Iván Marulanda, quien ‘se le abrió’ a Sergio Fajardo y sacó candidatura propia, quizá pudiera servir como vaso comunicante entre unos y otros para hacer realidad algo en apariencia tan fácil, tan a la mano y tan definitivo, por contundente: ponerse de acuerdo para cambiar el país tras el triunfo arrollador de la izquierda, el liberalismo y la centro derecha, todos unidos en primera vuelta.

Este es, a ojo cerrado, el único modo de dejar atrás el nefasto régimen de Iván Duque y sus oscuros jefes.

Post Scriptum: En Girón, pueblo de Santander donde resido, "todos los contratistas están compelidos a hacer campaña a riesgo de perder su contrato, y están utilizando abusivamente a los beneficiarios de programas sociales como “adulto mayor”, “jóvenes en acción” y el Sisben para presionar su voto en favor de la señora Rodríguez". Hablo de la elección atípica de nuevo alcalde y la cita es de Miguel Ángel Pedraza en columna para Vanguardia.

martes, 1 de junio de 2021

¿Quién le pone el cascabel a Zapateiro?



Tomado de El Espectador

Cuenta la fábula infantil de un gato que tenía aterrorizados a “unos ratoncitos que habitaban la cocina de una casa”, hasta que uno de ellos tuvo la brillante idea de ponerle un cascabel al temible felino para que, cuando se moviera, el sonido les avisara y se pusieran a salvo. Pero vino la pregunta que les frustró el plan: ¿quién le pone el cascabel al gato?

Algo parecido siente hoy gran parte de los colombianos frente al comandante del Ejército, el general Eduardo Zapateiro, quien al comienzo de lo que sin duda fue -y no ha dejado de ser- una insurrección popular nacional, prometió que si en 24 horas no solucionaba los problemas de orden público que se presentaban en Cali, renunciaba a su cargo.

Contrario a lo que de él se esperaba, ocurrió exactamente lo contrario: convirtió no a Cali sino a todo el Valle del Cauca en una verdadera ratonera, donde pareciera que los mismos organismos de seguridad del Estado han desatado una máquina de muerte y destrucción que incluye ahora a civiles disparando impunemente contra manifestantes en compañía de personal uniformado, llámense policías o soldados.

Podría pensarse que a Zapateiro la tarea le quedó grande y por tanto deberían ir pensando en cambiarlo, pero no se descarta que las cosas más bien les estén saliendo a carta cabal, en cumplimiento de la hipótesis que plantea Freddy Sánchez Caballero en columna para El Unicornio: “al gobierno le conviene mantener este estado de caos. Es donde mejor se siente”.

Todo por estos días es caos y confusión, pero se debe afinar la perspectiva si no queremos contribuir al caos. Es conveniente entonces poner la mirada sobre el ejecutor de lo que está pasando en lo militar y policial, a nivel nacional. Y los hechos vienen demostrando en forma fehaciente que Zapateiro es la persona menos indicada para la tarea de pacificación que se le encomendó, más cuando se hace evidente que él y ciertas fuerzas oscuras -desatadas en las calles, reitero- están haciendo exactamente lo contrario.

Es la hora entonces de recodar con qué clase de ser “humano” estamos tratando, y en este sentido no les puede quedar en el olvido a las víctimas del más grande asesino de Colombia, Pablo Escobar, que cuando murió alias Popeye este fue su mensaje de condolencia para la familia del sicario, en lo que constituyó un acto de revictimización y una bofetada para la nación entera: “Lamentamos mucho la partida de 'Popeye', somos seres humanos, colombianos". Y lo hizo como comandante del Ejército, con su uniforme puesto, no a título personal. Y Duque ni lo tocó, porque tiene claro que meterse con él es como rebelársele a su presidente eterno.

Es hora además de tomar conciencia: no puede ser que estemos en las peores manos y sepamos dónde están esas manos y qué es lo que están haciendo para acabar de armar el tierrero más tenaz, como durante los días del horror en que Escobar tenía al país entero arrodillado, y aquí no pase nada.

Es absurdo, por ejemplo, que sigamos impasibles ante un hecho tan aberrante como que una avioneta sale de un hangar de la sede de la Policía Antinarcóticos en Guaymaral y cae en Providencia cargada con media tonelada de cocaína (gracias a un policía honesto), pero nadie sale a reclamar el triunfo en la lucha contra el narcotráfico, ni el subpresidente Duque ni su jefe ni el fiscal general ni ningún oficial de la Policía o el Ejército, nadie, todos como “narcotizados”. Y justo unos días después se cae por accidente un helicóptero donde perecen cuatro policías de antinarcóticos, y uno prefiere no hilar delgado.

Desde niño he escuchado decir que no hay nada más sagrado que el honor de un militar, entendido el honor -para todas las categorías- como la cualidad moral que nos impulsa a realizar el más estricto cumplimiento de nuestros deberes ante los semejantes y ante nosotros mismos.

Si de honor vamos a hablar, forma parte más bien del deshonor que Zapateiro haya prometido quedarse “hasta que estabilice Cali y Valle del Cauca”, pero hoy la desestabilización de esa región entrega ya una cifra superior a los 40 muertos y casi cien desaparecidos. Como bien lo recordó Julio César Londoño en sarcástica columna, “Zapateiro amenaza con poner orden en 24 horas o renunciar (48 horas después renunció a renunciar y al orden), los vándalos incendian las ciudades, un helicóptero abre fuego sobre Buga”. (Ver columna).

Estamos hablando además de quien hasta hoy sigue siendo el único sospechoso de la desaparición hace 25 años del padre del futbolista Juan Fernando Quintero, cuando se desempeñaba como capitán en Carepa (Antioquia) y luego de haber tenido un altercado con el soldado raso Jaime Quintero lo mandó a Medellín en un bus municipal, y nunca más se supo de él. (Ver noticia). Y está vinculado a la ejecución de falsos positivos, de los cuales se recuerda cuando se desempeñaba como comandante de la V Brigada y fue asesinado el vicepresidente de la Junta de Acción Comunal de Alto Limón (Bolívar), al que él mismo presentó como guerrillero del ELN pero al momento de su muerte no se le encontró ningún material subversivo. (Ver noticia).

Para acabar de completar su perfil ‘beligerante’, es el mismísimo comandante del Ejército quien desde tan alta majestad decide casar pelea con un pinche caricaturista y le manda a Matador sendos mensajes, uno amenazante (“su morbosidad periodística y dañina la dejo en manos de Dios”) y otro insultante (“no sea tan miserable”), y el destinatario solo viene a saber quién era el remitente cuando un año después Anonymous hackea la cuenta de Zapateiro y se descubre la trama oculta. (Ver mensajes).

Unos días después Zapateiro le contestó a Matador: “Quiero recordarle que ese mensaje hace parte de varios que hemos cruzado a través de WhatsApp, con pleno conocimiento suyo de con quién estaba hablando”. En otras palabras, lo tildó de mentiroso.

No se trata de presentar aquí un memorial de agravios contra dicho oficial, pero sí juzgamos pertinente armar un perfil periodístico con algunas de sus más conocidas ‘hazañas’, con el único propósito de demostrar que no es la persona más indicada para asumir las responsabilidades que con la nación implican el ejercicio de tan honorable cargo.

El problema de fondo, de todos modos, es que al parecer no existe gobernante ni autoridad ni medio de comunicación ni persona influyente que se atreva a ponerle el cascabel a semejante gato salvaje.

Post Scriptum: Lo dije en columna anterior y lo sostengo: Están dedicados a desmoronar la institucionalidad desde adentro, propiciando una situación de caos que justifique la adopción de medidas radicales. Le han dado más bala al pueblo en un mes que al Clan del Golfo en veinte años.