martes, 22 de marzo de 2022

Con P de Petro: en primera vuelta o nunca será

 


Tomado de El Espectador

En la campaña que culminó el 13 de marzo mi corazón estuvo dividido “entre dos amores”, Gustavo Petro y Alejandro Gaviria. Del primero siempre he dicho que tiene el mejor programa de gobierno, y al segundo lo admiro como escritor, académico y hombre de ideas liberales.

Mientras que de Petro no deja de preocupar su aparente dificultad para armar equipo, con Gaviria quedó la sensación del bolero: “lo que pudo haber sido y no fue”. En parte por su propia culpa, pues cometió una serie de errores que desnudaron su condición de intelectual sin casta de político.

Pero hubo un momento en que repuntó en las encuestas, aumentaban las búsquedas de su nombre en Google y parecía que entraba a jugar como un contendor fuerte en la política, luego de ‘pararle el macho’ a César Gaviria. Es cuando providencialmente Íngrid Betancourt pide pista y aterriza en la coalición Centro Esperanza y, si de algo sirvió su presencia allí, fue para sembrar división interna. Hecha la tarea, pateó el tablero y se fue con su música desafinada a otra parte.

¿A quién le hizo Íngrid la tarea? A Fajardo, sin duda: cuando todo el mundo la veía como la citica víctima de las Farc, ataca con saña a Alejandro en un debate con candidatos de otros partidos, desconociendo adrede que “la ropa sucia se lava en casa”.

Después de haberle propinado a su rival el daño que favoreció a Fajardo, se autoproclama candidata a la presidencia con su partido recién resucitado, Oxígeno, y es invitada a otro debate donde su nueva víctima es Gustavo Petro: “pero no me voy a meter en tu vida privada", le dice, justo cuando acababa de meterse hasta el epidídimo en su vida privada.

He ahí el talante serpentino de esta clase de seres que las mismas mujeres definen como una mosquita-muerta. Según el DRAE, “adjetivo del habla femenina para describir a las que se muestran como buenas amigas, pero esconden intenciones protervas”. Si le preguntamos a Clara Rojas sobre su examiga, esto se escucha: "A mí nunca se me ocurrió meterme con los hijos de Íngrid. Ella no tenía derecho a revelar quién es el padre de Emmanuel". (De libro Cautiva, testimonio de un secuestro).

En la coyuntura actual, tras la reculada de Germán Vargas porque La U no dio la talla, han quedado cinco candidatos presidenciales en la contienda: Gustavo Petro, Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo, Rodolfo Hernández e Íngrid Betancourt. Y otros dos de cuyo nombre no logro acordarme.

Hoy lo preocupante es que por la tronera que abre la opción Fajardo, sumando los votos de los que todavía creen en un cantinflesco Hernández o en la víbora Íngrid, terminaría por colarse a segunda vuelta el candidato de la extrema derecha, un tal Federico Gutiérrez de los mismos Gutiérrez a los que sus patrones le dicen “Gutiérrez, abra la puerta”, y Gutiérrez abre la puerta para ganar méritos. Algo así como un levantado, para colmo criado en los bajos fondos de Medellín.

Por cierto, llama vivamente la atención que Gustavo Villegas, colaborador de la Oficina de Envigado y condenado a prisión, fue secretario de Gobierno en la alcaldía de Fajardo y secretario de Seguridad en la de Gutiérrez. De donde surgen interrogantes: ¿por qué ambos tuvieron en su equipo de gobierno al mismo sujeto? ¿Hasta en eso se parecen? ¿Acaso es la sempiterna mafia actuando en Medellín como “la mano que mece la cuna”? (Ver noticia).

Con motivo del fraude masivo en las urnas que recién se descubrió, decía Juan Gabriel Montoya que “si la convocatoria (de Iván Duque) a la Comisión Nacional de Garantías Electorales no une a sectores alternativos, no lo hará nada. Esperemos que el partido Alianza Verde y el Pacto Histórico tengan la grandeza de trabajar unidos por la democracia”. (Ver trino). Válido el llamado a trabajar unidos, pero la urgencia del momento obliga a que la convocatoria se extienda a una eventual alianza programática que haga viable el triunfo del Pacto Histórico en la primera vuelta.

Si no es ahí, no lo será nunca.

En otras palabras, no nos llamemos a engaños: si el señor Gutiérrez logra convertirse en el contendor de Petro en la segunda vuelta, el poderoso y muy letal aparato mafioso que está detrás suyo hará todo lo que esté a su alcance (y todo es todo) para impedir el triunfo del Pacto Histórico.

Aquí ya no es un Pablo Escobar en su despiadada guerra individual contra el Estado, no. Ahora serán docenas, quizá centenares o millares de Pablos Escobar incrustados dentro del mismo Estado y dispuestos a todo para impedir que los saquen, porque están ahí como el tipo que se subió al lomo de un tigre y sabe que, si se baja, el tigre se lo come.

La parte ya no paradójica sino trágica del asunto, es que Fajardo sigue actuando como idiota útil de la caverna, y en esta tarea le sirven -tal vez equivocados de buena fe- personas de sobrada honorabilidad como un Humberto de la Calle, un Alejandro Gaviria, un Carlos Amaya, un Juan Fernando Cristo o un Carlos Fernando Galán.

Todos ellos a una, como en Fuenteovejuna, se están prestando de nuevo a la dañina táctica del "divide y vencerás" tan provechosa para Uribe.

No sabemos de cuántos modos diferentes habrá que decirlo, pero si no se logra que el Pacto Histórico triunfe en la primera vuelta, y en la medida de lo posible de manera avasalladora, el país se jode. Nos iríamos de culo pal estanco. Sería como salir de Guatemala para entrar a Guatepeor.

Si entra Gutiérrez a segunda vuelta, apague y vámonos.

Post Scriptum: A Federico Gutiérrez hay que llamarlo por su apellido, Gutiérrez. Decirle Fico lo vuelve popular, el diminutivo lo enternece. Así lo combinen con terroríFICO o hablen de narcotráFICO, eso le conviene, porque lo ponen a sonar. Piénsenlo, hay que dejar de decirle Fico a Gutiérrez. Tampoco debemos olvidar que, como dijo Ramiro Bejarano en esta columna, “Gutiérrez es un señor inexperto, inculto en el arte de gobernar, ordinario y dueño de un vocablo sicarial (“vos dijistes”).

@Jorgomezpinilla

martes, 15 de marzo de 2022

Fajardo, ¿por qué no te largas?

 


Tomado de El Espectador

Partamos de considerar que gran parte de la culpa de que un monstruo como Álvaro Uribe Vélez hubiera logrado la reconquista del poder para un nefasto tercer periodo presidencial (camuflado en un mequetrefe al que le encanecieron el pelo para darle experiencia), recae en Sergio Fajardo.

No es por matoneo que se le señala de ser un tibio, porque las pruebas de su tibieza abundan. Por ejemplo, cuando hace cuatro años largos la prioridad era defender el acuerdo de paz y se le invitó a unir fuerzas con Humberto de la Calle, pero despreció la oferta alegando que no quería “nada con el Partido Liberal ni con ningún partido”. ¿Y a qué obedeció semejante desatino? A que iba primero en las encuestas y creía que eso le iba a durar para siempre.

Por esos días dije algo que sigue teniendo vigencia: “hoy se les presenta la oportunidad dorada a las fuerzas que en defensa de la paz se hallan agrupadas alrededor de Humberto de la Calle, Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Claudia López, Jorge Robledo y Clara López, de llevar a buen puerto este proyecto reconciliación nacional. Basta con ponerse de acuerdo en el reparto equitativo de tareas hacia la construcción de un país donde quepamos todos, para que el triunfo esta vez (a diferencia del nefasto 2 de octubre de 2016) no nos sea esquivo”. (Ver columna)

Pero triunfaron los egoísmos individuales, sobre todo el narcisismo sectario de Fajardo, y por el camino de la variopinta división de la centro-izquierda se coló el candidato de la bestia a la segunda vuelta, Iván Duque, en compañía de Gustavo Petro. Fajardo había quedado de tercero con la nada despreciable suma de 4’602.916 votos, detrás de los 4’855.069 que obtuvo Petro. ¿Y qué hizo con ese capital político, cuando recaía sobre sus hombros la responsabilidad de decidir el futuro de la nación en los cuatro años siguientes?

Nada. Escurrió el bulto. Si le aplicamos simple lógica política (para no hablar de sentido común, hoy el menos común de los sentidos), a Fajardo le correspondía apoyar a quien dentro de la misma tendencia progresista le había ganado en franca lid, y contribuir de ese modo a impedir que la cavernícola extrema derecha se apoderara de la presidencia para ejecutar la promesa que hoy está cumpliendo a carta cabal: hacer trizas el proceso de paz.

Pero prefirió anunciar su voto en blanco e irse a ver ballenas, con los resultados ya conocidos: los cuatro años de gobierno más desastrosos de las últimas décadas, en los que Fajardo tiene una alta cuota de responsabilidad, porque en su cálculo egoísta quizás avizoró que si permitía que ganara Duque, cuatro años después con su abultada votación él podría superar a Petro y ser el próximo presidente.

El pueblo al parecer le castigó en las urnas semejante desacierto, pues de los cuatro millones y medio de votos que obtuvo en 2018, el domingo pasado apenas alcanzó a contabilizar 723.084, cifra además inferior a la que obtuvo la segunda en la coalición del Pacto Histórico, Francia Márquez: 783.160.

Pero Fajardo parece no darse por enterado, y ha salido muy orondo en su Twitter a “convocar a los ochos millones de personas que no participaron ayer”, como si nada hubiera pasado, como si esos mismos millones de personas en la menguada votación que obtuvo no le hubieran pasado cuenta de cobro por los onerosos errores cometidos, en parte suyos y en parte de la babosa coalición que encabeza.

También ha salido a hablar de “evitar que se repita la polarización de 2018 que nos dejó atrapados”, inconsciente en su marasmo de que ha quedado tan golpeado, que su escasa fuerza electoral si acaso le alcanzará para quedar de cuarto en la primera vuelta, muy seguramente detrás del cantinflesco Rodolfo Hernández.

Tengo frente a mis ojos un artículo de El País de España titulado “Sergio Fajardo gana en un centro fragmentado y debilitado”, donde se dice que este “apareció en el evento de victoria junto a los otros cuatro precandidatos con los que compitió, un símbolo de unión que no siempre lograron tener en los últimos meses”. (Ver noticia con foto).

Victoria… ¿cuál victoria? Mira uno la foto del evento y encuentra solo caras alargadas, invitados de piedra a un convite donde se respira más ambiente de derrota que de triunfo. ¿Qué estarían pensando en ese instante Humberto De La Calle, Juan Fernando Cristo, Alejandro Gaviria, Carlos Amaya y Juan Manuel Galán? ¿Serían conscientes de que son coequiperos del “ganador” de una consulta donde los votos sumados de los cinco que compitieron no alcanzaron ni siquiera para empatar a los que obtuvo ‘Fico’ Gutiérrez?

En esa foto llama sobre todo la atención Gaviria, distraído con su mirada hacia el costado izquierdo, como quien no tiene velas en ese entierro. Y es cuando uno se pregunta si será que esos cinco excandidatos de rostro circunspecto están obligados a cumplir el compromiso que pactaron de apoyar al ganador de la consulta, o si no será que en aras de enfrentar con las fuerzas numéricas requeridas a la caverna representada en ‘Fico’, orientan sus ojitos en la misma dirección de Alejandro, hacia la izquierda…

Si se le ha visto al mismísimo director del Partido Liberal reunirse con Gustavo Petro, ¿qué les cuesta a ellos, portadores de un pensamiento aún más liberal que el de César Gaviria, hacer lo mismo?

Mejor dicho, ¿se imaginan nomás el alivio que sentirían Humberto, Juan Fernando, Juan Manuel, Carlos y Alejandro donde a Sergio le diera por seguir el ejemplo de Óscar Iván Zuluaga?

Lo preocupante en últimas es que la bajísima votación de la coalición Centro Esperanza representa para Fajardo un triunfo pírrico, pero este nunca lo reconocerá y, en tal medida, podría ser de nuevo la piedra en el zapato para el progresismo en su búsqueda de la ya más que merecida Presidencia de la República en la segunda vuelta.

RECTIFICACIÓN: En mi columna del miércoles pasado titulada “Muchas gracias por el detalle. Ya le firmé el recibo a Marín”, publiqué el pantallazo de un chat donde una supuesta funcionaria de la gobernación de Santander, de nombre ÉRIKA YISETH FLÓREZ ANGARITA, se dirige a contratistas de esa entidad en busca de votos. Una persona con ese mismo nombre, pero “funcionaria en Carrera Administrativa de la Dirección Territorial de Salud de Caldas”, me escribe para solicitar que aclare que no es ella la persona relacionada con ese chat. Hago la debida rectificación, puntualizando en que al parecer fui engañado por una persona interesada en construir un montaje.

martes, 8 de marzo de 2022

“Muchas gracias por el detalle. Ya le firmé el recibo a Marín”

 


Tomado de El Espectador

Por el bien de Santander, esta columna tiene el propósito de mostrar quién es y qué hay detrás del señor José Alfredo Marín, candidato al Senado por el Partido Conservador y comodín político del coronel Hugo Aguilar, quien pretende tener al menos esa representación en el Congreso después de que se frustró la candidatura de su hijo el exgobernador Richard Aguilar -del partido Cambio Radical- por lo mismo que hoy le pasa al papá: porque lo metieron preso.

A Marín lo tenían para la Cámara, pero tras la captura de Richard les tocó “ascenderlo” al Senado.

¿Y por qué pusieron a Richard a compartir reclusión con su papá? Porque la Corte Suprema le comprobó que desde su gobernación había montado un sofisticado engranaje para obtener comisiones por contratos de infraestructura, como lo demostraron en parte las confesiones de los dos principales testigos de tantos sobornos y contratos amarrados, la exsecretaria de Infraestructura, Claudia Janeth Toledo, y su esposo Lenin Darío Pardo.

Según detallado informe de Noticias Caracol, ellos revelaron “la más feroz radiografía de la corrupción en Santander”, y entre sus revelaciones hay un detalle que hasta ahora ha pasado desapercibido por la Fiscalía y demás organismos de control.

El periodista Juan David Laverde cuenta ahí de un video hallado en la residencia de Julián Jaramillo Díaz, asesor de confianza de Richard Aguilar, el cual constituye prueba reina de los bultos de dinero que se repartieron en esa época. Según la Corte, “esto indica a todas luces el papel de Jaramillo en este carrusel de corrupción, como quien recibe y reparte dinero producto de coimas”.

Pues bien, el detalle desapercibido se encuentra a partir del minuto 7:40 de este video, donde se ve que alguien le muestra a Jaramillo tres inmensas bolsas repletas de fajos de billetes, y dice: “Doctor Julián, para contarle que ya le llegó la encomienda, mire. (…) Muchas gracias por el detalle. Ya le firmé el recibo a Marín”.

¿Quién es el Marín ahí mencionado? ¿Se trata del mismo José Alfredo Marín en el que hoy están puestos todos los anhelos y complacencias del clan Aguilar? ¿Mejor dicho, es posible acaso que sea otro Marín? Ahí les dejo ese trompo, para que lo bailen en una uña.

Podría pensarse que están ante una situación desesperada, y ello explicaría que en la actual gobernación de Santander -presidida por Mauricio Aguilar, de quien se dice estaría próximo a ser destituido por falsificación de documento público- tienen a su gente trabajando incansablemente para conseguirle votos a Marín.

Parte de la prueba sería un chat de Whatsapp donde Érika Yiseth Flórez Angarita, funcionaria de la Gobernación, invita a un grupo de contratistas “a nuestro proyecto político para que todos nos pongamos la camiseta y nos ayuden con cada uno de sus amigos, vecinos, en fin”. Y en uno posterior se lee: “Les recuerdo que para el día de hoy son las planillas que les compartí”. Y más adelante: “Buenos días, compañeros, les recuerdo los listados. ¿A qué horas puedo pasar?”. Listados de votantes por Marín, por supuesto. (Ver chat).

Pero no se trata de un hecho aislado, pues el periódico Vanguardia en su edición del domingo 6 de marzo cuenta desde su titular que “Con la maquinaria de la Gobernación de Santander a toda marcha, los Aguilar buscar mantener sus curules en el Congreso”. Para no alargar la pita, en este enlace se explica de qué modo “utilizando toda su maquinaria institucional, el gobernador Mauricio Aguilar se la juega en estas elecciones legislativas por mantener su representación en el Senado de la República y la Cámara de Representantes”.

En tal contexto de desesperación se inscribiría el permiso de 72 horas de libertad que el miércoles 2 de marzo le concedió el Inpec a Hugo Heliodoro Aguilar, justo a diez días de las elecciones legislativas. No existen pruebas para hacer esta aseveración, pero si de algo le es útil a Aguilar estar fuera de la cárcel tres días seguidos, sería para ‘ajustar los tornillos’ de la campaña en busca de que su pupilo logre ser elegido.

Si Julián Jaramillo era “el hombre del maletín” de Richard Aguilar, José Alfredo Marín sería el de Hugo Heliodoro, y el video en mención mostraría la conexión entre uno y otro, ambos como miembros activos del mismo clan. Es mucho lo que está en juego, y en este contexto el permiso de salida se explicaría en que busca evitar que su pupilo se le queme, pues en diversos círculos políticos de Santander se rumora que la candidatura de José Alfredo Marín no ha logrado despegar.

Por último, así se trate de un saludo a la bandera, sería de esperar que tanto la Procuraduría como la Fiscalía entren a adoptar las medidas de control y fiscalización pertinentes.

¿Es mucho pedir? Amanecerá y veremos, como dijo el ciego.

Post Scriptum: No es por posar de adivino, pero me atrevo a aventurar que un miembro de otro clan al parecer también mafioso, Alejandro Char, será el ganador de la coalición de la derecha. Esto sería reflejo de la cada vez más creciente banalización de la corrupción en Colombia, o sea la consolidación del ethos mafioso, para decirlo en términos de Germán Ayala. Y es la ocasión para señalar algo en apariencia absurdo: ¿cómo así que en Colombia la gran mayoría de la población se define como “de centro”, pero una encuesta de Guarumo muestra que la segunda consulta más votada será la del Equipo por Colombia, detrás de la del Pacto Histórico? Ahí hay gato encerrado, intentan crecer a la derecha desde las encuestas.

Posdata 2: Como dije en columna anterior, mi voto para el Senado será por el número 9 en la lista del Movimiento Fuerza Ciudadana, Emiro Arias. Aunque no veía por quién votar a la Cámara, lo haré por Jorge Flórez, abogado y exconcejal de Bucaramanga, segundo en la lista de Alianza Verde. Votaré además por Alejandro Gaviria en la consulta del centro y por Gustavo Petro a la presidencia en primera vuelta.

@Jorgomezpinilla

martes, 1 de marzo de 2022

Colombia, ad portas de un nuevo "aborto"



Tomado de El Espectador 

En medio de la más violenta y confusa campaña electoral de todos los tiempos, la Corte Constitucional despenaliza el aborto terapéutico y les entrega en bandeja de plata a las ruidosas huestes de Álvaro Uribe y Alejandro Ordóñez la posibilidad de que en iracunda cruzada religiosa pongan de nuevo presidente de Colombia.

Una señora rabiosamente católica, por supuesto “provida”, decía en su muro de Facebook que la Corte se había convertido en “el verdugo de Colombia” porque acababa de aprobar “el asesinato de seres inocentes”.

Y es cuando el espectador desprevenido se pregunta: ¿dónde están los verdaderos verdugos de Colombia, los verdaderos asesinos de niños inocentes? ¿Acaso en quienes los bombardean para evitar que se conviertan en “máquinas de guerra”, sin que los provida se den por aludidos?

El peligro inminente reside en que se estaría repitiendo un escenario como el de 2016, cuando Juan Manuel Santos decidió someter a aprobación -o rechazo- el acuerdo de paz firmado con las Farc, mediante el plebiscito del 2 de octubre, desconocedor de las habilidades de la extrema derecha para hacer creer que detrás de ese acuerdo se escondía un plan maléfico para incitar a los niños y niñas de Colombia a volverse homosexuales, o sea portadores de un sexo “diferente al que Dios nos dio”.

La ‘prueba reina’ del supuesto plan perverso de Santos residía en una cartilla que iba a publicar el ministerio de Educación, donde se explicaba en qué consiste el enfoque de géneros y se promovía la defensa de derechos de los diversos, eso era todo. Pero publicaron unas ilustraciones que hacían creer que fueron tomadas de esa cartilla, donde aparecían dos homosexuales desnudos en una cama y se decía que “este es el manual de convivencia que se está repartiendo en las escuelas de Cartagena y Bolívar”. (Ver ilustraciones).

Para colmo de males, la ministra Gina Parody no solo era gay sino novia de la entonces ministra de Transporte, Cecilia Álvarez. Y de Parody decían en la misma publicación que “esta loca cree que por ser lesbiana tiene derecho a exigir que envíe mis hijas a una institución donde puedan pervertir su moral, contrariando la creación divina de un hombre y una mujer”.

A lo anterior sumaban un video del entonces negociador con las Farc en La Habana, Humberto de la Calle, donde hablaba de las diferencias entre sexo y género (ver video), y el resultado final fue que la gente ignorante de Colombia quedó una parte confundida y otra convencida de que detrás del acuerdo de paz se escondía el propósito de acabar con la moral y las buenas costumbres, poner patas arriba las instituciones, dejar que las Farc se tomaran el país, etcétera.

Esas fueron apenas dos muestras de la avalancha de propaganda negra con trasfondo religioso que se desató contra el gobierno de Santos, y que logró para la caverna política el objetivo trazado: primero, hacer abortar el proceso de paz con el triunfo del NO en el plebiscito; y luego, hacer trizas el acuerdo mediante la estrategia de elegir presidente a un mequetrefe como Iván Duque, un bueno-para-nada cuyo mayor mérito hasta hoy ha sido el de obedecer a pie juntillas todas las órdenes de su jefe, “el presidente eterno”.

Por los días anteriores al 2 de octubre publiqué una columna titulada Homofobia y guerra sucia unieron fuerzas, y una segunda donde mostraba cómo acudían a la religión como arma política, y ya en grado de alerta una tercera anunciando la catástrofe: Usan a Dios para seguir la guerra.

Pues bien, señoras y señores, ténganse de atrás: si hace seis años el detonante del regreso al conflicto armado fue la capitalización del odio contra la población homosexual reflejado en una cartilla “inocente” (que ni siquiera alcanzó a ser publicada porque también la hicieron abortar), en esta ocasión la despenalización del aborto parece brindarles de nuevo el bisturí que estaban necesitando para hacer abortar los legítimos anhelos de cambio que traen millones de colombianos en indignada reacción contra este gobierno corrupto, genocida y de talante criminal.

Coincido con el médico y político liberal Roy Barreras en que "hubiese preferido no 24 sino un límite de 14 semanas (es el límite entre embrión y feto) pero celebro la sentencia de la despenalización". Ahora bien, lo preocupante es la manipulación política que desde ya ejercen las fuerzas más reaccionarias contra esta medida, comenzando por la convocatoria a marchas desde el pasado domingo 27 en las principales capitales del país “en defensa de los que van a nacer”; y el llamado a organizar un plebiscito (otro plebiscito…) buscando que el constituyente primario, en su mayoría de arcaica mentalidad religiosa, eche atrás la despenalización y criminalice de nuevo el aborto.

Es en situaciones como ésta donde uno parece entender por qué Gustavo Petro decidió aceptar en sus filas a un antiabortista como el pastor Alfredo Saade, o por qué habla ahora de una búsqueda de “cero abortos”. Porque para hacer viable la conquista del poder quizá se requiere tragarse el sapo de sintonizarse con los sentimientos más primitivos de una población que le da a un embrión (o sea a un muñón de carne) el mismo valor “vital” que a un bebé recién nacido, mientras miran con desprecio a los niños hambrientos que piden limosna en las calles. Como dijo Germán Navas Talero en entrevista para El Unicornio, “engañar a los colombianos es muy fácil. Aquí si la gente protesta, dicen ‘qué mano de desocupados’. Solo les interesa el fútbol, lo demás los tiene sin cuidado".

Bueno, el fútbol y la religión.

Con base en lo anterior, no se cae en error si afirmamos que está servido en el quirófano de la democracia el instrumental requerido para un nuevo aborto, el de una campaña electoral sin la intromisión de fuerzas oscuras camufladas en credos religiosos. Vaya paradoja, los que se dicen defensores de la vida terminan convertidos en idiotas útiles de los más violentos, de los verdaderos verdugos y asesinos que hoy asuelan a Colombia.

“Bendita sea la Corte Constitucional y su providencial despenalización”, debe estar pensando para sus adentros el comandante en jefe de la mano negra, Álvaro Uribe Vélez.

Post Scriptum: “Tan íntimo e inviolable es el cuerpo de una mujer, que solo ella puede decidir lo que quiere hacer con él. Todo lo que ocurra en su superficie o en su interior es sagrada decisión suya, desde follar o masturbarse o abortar o cuidar con infinito amor su vientre para proteger el hijo anhelado que viene en camino. Ahí nadie ajeno a ella puede intervenir... ¡y menos legislar! (Tomado de columna Marihuana y aborto: absurda demora en legalizar, febrero de 2020).