martes, 27 de marzo de 2018

“Salud y ataúd”, rectifico. Y ¿qué hacer con la vejez?



El pasado 7 de febrero publiqué una columna titulada Salud y ataúd, ahora en combo dos por uno, donde manifestaba mi extrañeza frente a un “Plan de prevención exequial integral” promovido por Colsanitas entre sus afiliados a medicina prepagada. Lo extraño o sorprendente residía en ver a una empresa cuya misión es la preservación de la salud de sus pacientes… ofreciendo servicios funerarios. (Ver columna).

Cuando pregunté a Colsanitas, respondieron: “se trata de un beneficio GRATUITO que la Empresa les otorga a partir de este año a todos sus afiliados”. Yo no creí lo de la gratuidad, y en tal sentido escribí que “lo único gratuito es la inscripción. Lo que hace Colsanitas es ‘direccionar’ al cliente hacia un proveedor determinado, con el cual establece un convenio de tipo comercial, por supuesto, pues no se ha visto la primera empresa que le guste trabajar a pérdida”.

Hoy tengo claro que el servicio sí es gratuito, y lo constaté luego de aceptar invitación a sus oficinas por parte del Presidente Ejecutivo de Colsanitas en Bogotá, Ignacio Correa Sebastián, y su Vicepresidente Comercial, Franck Harb (el primero español y el segundo sanandresano), poseedores ambos de un profundo respeto por las opiniones ajenas, motivo por el cual fue posible sostener una amena conversación, no solo en temas de salud.

Allí entendí por qué Colsanitas decidió embarcarse en el ofrecimiento de un servicio exequial, como valor agregado al plan de atención que cobija a sus usuarios, y a sabiendas de que la presentación de su “producto” habría de generar las prevenciones que precisamente motivaron mi columna.

En palabras de Ignacio Correa “sin costo adicional a su cuota de medicina Prepagada, la Previsión Exequial les permite a nuestros usuarios vivir su proceso de duelo sin tener otro tipo de preocupaciones. Los servicios exequiales completos se prestan sin límite de edad, incluyendo la movilización desde el lugar de fallecimiento hasta la ciudad o municipio del destino final a nivel nacional, una red exequial con cobertura en todo el territorio y la oportunidad de escoger entre cualquier funeraria o centro memorial de la red de Prever S.A.”.

Haciendo honor a la verdad, digamos entonces que en términos de calidad o eficiencia (entendida incluso como ‘fidelización’ más allá de la tumba) se anotan un punto, tras ser superado el resquemor que podría producir que “una empresa dedicada a preservar la salud de sus pacientes pretenda también lucrarse con la muerte de ellos”.

La anterior frase entre comillas fue lo que opiné en su momento, pero es de caballeros reconocer que estaba equivocado en lo de ver a la empresa generando una nueva fuente de ingresos mediante la prestación de servicios funerarios. No es cierto, pues tanto la inscripción como los servicios exequiales al momento del óbito son gratuitos, no representan un costo adicional para la familia del suscriptor fallecido.

Sea como fuere, el propósito que me animó a escribir la columna siempre fue acertado y legítimo, pues apunta a una obligada reflexión sobre un tema ineludible en nuestras vidas: la muerte. Y previa a esta la vejez, esa engorrosa ‘compañía’ que en forma lenta e inexorable nos aproxima al último instante de nuestras vidas, después del cual permanece la maldita incertidumbre de saber qué nos espera al otro lado, en consideración a que nadie ha regresado de allá para contarnos.

¿Qué hacer con la vejez? De la respuesta asistencialista habla Franck Harb para referirse al plan de Cuidados Paliativos de Colsanitas, el cual desemboca “por lógica simple y humana” en la cobertura de exequias. Cuidados paliativos quiere decir cuidado de la tercera edad, la de los sanos y de los que requieren atención domiciliaria, que ellos brindan.

Pero falta la respuesta existencial, la del que se pregunta a sí mismo qué hacer con su propia vejez. “Vejez es sinónimo de soledad”, dice Harb, saliéndose del libreto. Esto se traduce en que la vejez es aprender a sobrellevar no solo la carga del olvido (por ejemplo, de la familia que te abandona) sino el deterioro de tu propio cuerpo, al punto de temerle a seguir mirándose al espejo que te devuelve unos ojos alarmados –casi ofendidos- por la huella del tiempo en el rostro, para no ir más abajo.

Tal vez la única sabiduría posible es la del hombre o mujer que habiendo llegado a la vejez acepta la inminencia de la parca, y en tal medida dedica la vida que le queda al aprendizaje de la más grande verdad posible, la de su propia muerte. No soy viejo ni así me siento, pero sí comienzan a percibirse pasos de animal grande, o sea la proximidad de lo que el poeta León de Greiff definía como esa “señora muerte que se va llevando/ todo lo bueno que en nosotros topa”.
 
En consonancia con lo anterior, las empresas prestadoras de servicios de salud deberían desarrollar también planes de ‘mercadeo’ que incluyan brindarles a los viejos y a los ancianos un trato privilegiado, tan privilegiado como el que Colsanitas ha comenzado a brindarles a sus muertos.

Mejor en vida que difuntos. Si todos hemos de morirnos, que mientras estemos vivos tengamos al menos las condiciones elementales requeridas para afrontar una vejez llevadera y recibir la muerte con dignidad, cara al sol y frente en alto.

DE REMATE: La señora Christine Lagarde, presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), tiene 60 años y piensa que “los ancianos viven demasiado, son un riesgo para la economía global. ¡Hay que hacer algo ya”! En tal dirección reclama medidas drásticas, como el recorte de las prestaciones o aumentar la edad de jubilación, para “evitar el riesgo de que la gente viva más de lo estimado”. Moraleja y conclusión: el FMI nos quiere matar… del susto.

martes, 20 de marzo de 2018

Álvaro Gómez Hurtado y un crimen de lesa redacción


En días pasados llegó a mis manos la declaratoria de lesa humanidad que emitió la Fiscalía por el asesinato del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado. Son 52 páginas y la primera impresión que queda de su lectura es que el fiscal Néstor Humberto Martínez no leyó el documento, o si lo leyó no se explica por qué dejó pasar tan numerosos y protuberantes errores de redacción y ortografía, por un lado, y tan bajísimo nivel de argumentación jurídica, por otro.

Las primeras nueve páginas son un verdadero zaperoco, sin hilo conductor y con un doble objetivo: desvirtuar las pruebas que condujeron a la condena de Héctor Paul Flórez (el único condenado, hoy defendido por un sobrino de la víctima), y eximir de culpa a los militares involucrados en la planeación del crimen, en particular el coronel Bernardo Ruiz y el general Rito Alejo del Río.

Para muestra del revoltillo y la pésima redacción, estos botones: sobre el testimonio de Mary Luz Cuadros dice que “fue elaborado en sus propias conjeturas o de interpretaciones que hizo de las noticias y retratos hablados que en la época divulgó (sic) los medios de comunicación”. Y del testigo Julio Ramón Carrillo afirma que “ninguna verosimilizad (sic) tienen las circunstancias que plantea”. (Ambos gazapos en página 7).

Súmenle a esto que en la página 35, al referirse a un editorial de Gómez Hurtado (Una causa desaforada) habla de “el ardí (sic, con tilde en la í) del presidente y de su apoderado para buscar una absolución”, mientras que en la 47 dice que Orlando Henao era “consiente” de la lucha que el Estado libraba contra él.

Un segundo aspecto llamativo tiene que ver con las inusuales y abundantes citas (nueve en total) al libro Memoria de un golpe, del político conservador Pablo Victoria. Inusuales porque de Victoria siempre se ha dicho que con su amigo y confidente el general Harold Bedoya fue participante activo del complot que intentó tumbar a Ernesto Samper “por los buenas o por las malas”, y el libro habría sido escrito con el expreso propósito de desvirtuar esos señalamientos.

Tan copiosas citas a ese libro encierran además una contradicción flagrante, teniendo en cuenta que su autor en la página 277 cuenta de una visita que le hizo el general Fernando Landazábal, donde le dijo: “Quiero hablar con usted, pero otro día, porque yo sé quién mandó asesinar a Álvaro Gómez”. Quedaron en que cinco días después hablarían sobre el tema, pero fue asesinado el día anterior, 12 de mayo de 1998. ¿Alguien se atreve a poner en duda que quienes lo mataron fueron los mismos ‘compañeros de armas’ que mataron a Gómez Hurtado, y por el mismo motivo, porque uno y otro sabían demasiado? ¿O acaso van a culpar también a Ernesto Samper del homicidio de Landazábal?

Otra cita igualmente llamativa es la que hacen de la periodista María Isabel Rueda –tan conservadora como Pablo Victoria- donde ella se refiere en elogiosos términos a su exjefe Álvaro Gómez (“él luchaba contra (…) las imbricaciones de la Política con la delincuencia”), pero sin que aporte ningún elemento novedoso en términos probatorios.

En síntesis, esas reiteradas citas son prueba fehaciente de la orientación ‘goda’ que respira la declaratoria de lesa humanidad emitida por la Fiscalía, y son a su vez la mejor expresión del grado de afinidad que hoy existe entre el ente acusador y la familia (y la ideología) del líder inmolado.

La segunda parte del documento está dedicada a demostrar por qué el crimen se debe declarar de lesa humanidad, y en este punto la “sistematicidad” juega un papel determinante. La Fiscalía no ve sistematicidad en los asesinatos que desde la firma del acuerdo de paz se vienen cometiendo de modo sistemático –valga la redundancia- contra líderes de derechos humanos, pero sí la ve al establecer conexión entre el asesinato de Álvaro Gómez y los de mafiosos como Pablo Escobar o Gonzalo Rodríguez Gacha contra políticos y/o periodistas, siendo que la intención entre uno y otros fue por completo diferente.

En este contexto es bien llamativo el olvido adrede que hacen de las declaraciones del exembajador de EE.UU. en Colombia, Myles Frechette, tanto a diferentes medios como en entrevista que me concedió en Washington tres meses antes de morir, donde habló de “militares que hicieron cosas brutales, pero lo hicieron por el bien de la patria”. Cuando le pregunté si entre esas cosas brutales estaba el asesinato de AGH, respondió: “No. Eso lo hicieron porque querían borrar su rastro. Borrar la conexión entre ellos y Álvaro Gómez. Cuando él les dijo que no (al golpe de Estado que preparaban), ellos pensaron “caracho, de pronto el tipo suelta la letra o se le sale algo. Y lo inmolaron”. Y agregó: “El autor material pudo ser cualquier persona, pero los autores intelectuales están ahí todavía. No sé adónde, pero están en Colombia. No han sido apresados, no han sido detenidos, nada”. (Ver entrevista).

Y el documento de declaratoria de lesa humanidad producida por la Fiscalía General parece orientado precisamente a ocultar el papel representado por esos “autores intelectuales”, cuyos nombres Frechette no quiso dar porque “hay secretos de Estado que no puedo contar”.

Pese a la importancia capital que las palabras de Frechette deberían tener en el esclarecimiento del crimen, por ser la persona mejor informada que hubo durante el gobierno de Samper, su nombre es mencionado una sola vez y de manera errada, cuando en la página 5 dicen que según Carlos Lugo “los autores del atentado eran personas vinculadas al ejército nacional, hipótesis compartida por el entonces embajador de Estados Unidos señor FRECHET (sic) quien le dijera a MARIA MERCEDES GÓMEZ ESCOBAR que para saber de dónde provenía el crimen indagara en la Brigada 20 con un señor de apellido RUIZ”.

Un asunto que falta dilucidar –como dije en columna anterior- es por qué la Fiscalía pretende utilizar la declaratoria de lesa humanidad para interceder ante la Corte Suprema por Héctor Paul Flórez, pese a que este ya cumplió las ¾ partes de la pena y se encuentra en libertad condicional. La única explicación que hallo, es que dicha condena constituye un obstáculo para que la familia de la víctima reciba una millonaria indemnización. Si estoy equivocado, permanezco atento a que se me demuestre el yerro.

DE REMATE: Si para la primera vuelta continúa la división suicida entre los tres grandes bloques de la centro-izquierda (Gustavo Petro, Humberto de la Calle, Sergio Fajardo), votaré por Petro. Es el que tiene más posibilidad de pasar a la siguiente ronda y no quiero botar mi voto. Con Petro al menos subsiste la esperanza de que yo esté equivocado sobre su dificultad para trabajar en equipo, y termine por armar el Equipo Mundialista.

lunes, 12 de marzo de 2018

Petro, Fajardo, De la Calle: ¡salven ustedes la Patria!




La elección que acaba de pasar constituye un campanazo de alerta para las fuerzas de centro-izquierda, pues permite apreciar que ni siquiera quien hoy encabeza las encuestas, Gustavo Petro, tiene garantizado el paso a la segunda vuelta. Fue ante todo un triunfo de las maquinarias, que pusieron como mayorías en el Congreso a dos partidos corruptos y venales al cual más –Centro Democrático y Cambio Radical-, en una jornada atravesada por fuertes sospechas de manipulación de encuestas primero, y de fraude electoral después.

Muchas de las cosas que están pasando en la arena política deberían ser motivo de asombro, por absurdas, pero la gente las toma como si fueran un paisaje más en el reino del absurdo cotidiano.

Absurda por ejemplo la trepada que se pega Iván Duque en dos encuestas previas al 11 de marzo, a las que hice referencia en mi última columna, y diríase inaudita la arrasadora diferencia que en votos le tomó este a Marta Lucía Ramírez, siendo que días antes esta lo superaba en 18 puntos (ver encuesta) y que muchos repetimos lo que hicimos en 2010, cuando votamos por Noemí Sanín para que no ganara Andrés Felipe Arias. Y lo logramos.

No es posible poner la mano en el fuego y asegurar que Duque ganó en franca lid, menos cuando en ese millón y medio de votos que obtuvo Marta Lucía no aparecen los de quienes votamos por ella para frenar el proyecto político de Uribe, los cuales deberían contarse por decenas de miles, como sí se contaron y aparecieron hace ocho años en las cuentas de Noemí. Ahí ni siquiera se refleja el total de votos que obtuvo Marta Lucía en la elección de 2014, cercano a los dos millones.

Sumado a lo anterior se presenta el bochornoso episodio por la falta de tarjetones en 26 puntos de votación, todos en llamativa coincidencia a la misma hora del mediodía, y la atropellada respuesta del Registrador Nacional es que saquen fotocopias y repartan, y comienza entonces la gente del Centro Democrático a repartir fotocopias como repartiendo yuca en plaza de mercado, según se aprecia en un video con diligentes voluntarios de ese partido en Bogotá. (Ver video).

Es aquí donde cobra sentido la denuncia que Gustavo Petro había hecho días atrás y se materializó el día de la elección, respecto a que no se digitalizaron los formularios E-14 y “los datos se dieron por teléfono, sin huella digital”. (Ver trino). No hay cómo probar, mejor dicho, que los resultados que se entregaron son fidedignos y de sana fuente.

En muchos aspectos la transparencia electoral brilló por su ausencia, y por eso me atreví a opinar que si hubiera ocurrido en Japón, el Registrador Nacional se habría hecho el harakiri. Es más: si nos ponemos de capciosos, lo de los tarjetones faltantes podría entenderse como un elemento distractor para esconder algo más grande, por ejemplo un fraude electoral a gran escala que al final del día haya dejado contentos a los amigos del 'establecimiento', excepto Petro. Todos poniendo carita de yo no fui, comenzando por la principal damnificada –que termina convertida en Vice- y continuando con Alejandro Ordóñez, quien todavía no es consciente de la ‘carbonizada’ que se pegó y en su delirio postraumático anda pidiendo la jefatura de debate de la campaña. 

Antes de que en artilugio mágico Iván Duque apareciera punteando las encuestas como conejo que sale del sombrero, la segunda vuelta se preveía entre Petro y Vargas Lleras, o en el mejor de los casos con Fajardo. Habrá que pedirle al señor Procurador que investigue tan extraña voltereta en las preferencias y las notorias irregularidades que se presentaron ese día, pero no es hora de llorar sobre la leche derramada sino de hacer cuentas con base en el nuevo balance de fuerzas.

El viernes anterior a la elección César Gaviria rompió cobijas con Juan Manuel Santos tras una agitada reunión en la que este quiso obtener para Germán Vargas el apoyo de los directorios aliados a su gobierno, y lo que obtuvo fue el retiro abrupto e indignado del liberalismo. El presidente Santos tiene una pelea casada –aún no resuelta- con Álvaro Uribe, y ante la debilidad electoral de Humberto de la Calle solo le queda Vargas Lleras para tratar de impedir que su archienemigo político recupere el solio de Bolívar.

Es previsible una desbandada tanto de la U como del conservatismo 'enmermelado' hacia Duque, por lo que de aquí a mayo Santos debe tratar de atraer hacia Vargas a todos los que no tienen cabida en el uribismo, y a las fuerzas de Fajardo que en segunda vuelta por nada del mundo se irían con Petro, y a los liberales que como Juan Fernando Cristo se le abrieron a De la Calle y hoy parecen más dispuestos a irse con Cambio Radical que con el candidato oficial de su partido. Sea como fuere, desde la trepada de Duque la suerte de Santos y la de Vargas Lleras han quedado unidas, se necesitan mutuamente.

En días venideros podría darse un acercamiento entre Fajardo y De la Calle que conduzca a algún acuerdo, pero ello no habrá de traducirse en que logren desplazar a Petro, sino en algo aún más azaroso: que por el boquete que en primera vuelta dejaría la repartición de votos entre Petro, Fajardo y De la Calle terminen por colarse a segunda vuelta los dos candidatos de la derecha, Duque y Vargas Lleras. Y ahí sí, apague y vámonos. (Por cierto, en ese caso... ¿para dónde agarrarían los votantes de Petro y Fajardo?).

El propósito de esta columna ha sido brindar claridad en que si el trío –no el dueto- de Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Humberto de la Calle lograran afinar sus voces y ponerse de acuerdo para cantar en coro la misma melodía, lograrían en primera vuelta lo mismo que en apariencia acaba de hacer Iván Duque con Marta Lucía: arrollar.

¿Qué tan difícil puede ser que con base en un acuerdo programático se establezca entre los tres una repartición del poder y una asignación de funciones, y para adelante? Piénsenlo, es por el bien de la Patria. Se trata de sumar, no de restar.

Como dijo @eddmunoz en divertido trino: “Propongo encerrar a Petro, Fajardo, Claudia y De la Calle en una casa con pola, ron, bareta y no dejarlos salir hasta que lleguen a un acuerdo”. O como dijo Antanas Mockus, con llanto en los ojos: “Nos van a meter miedo de lado y lado: media sociedad se va a asustar frente a Petro y media sociedad se va a asustar frente a Duque. Pues no nos dejemos echar ese cuento. Escribamos otro cuento, que sea más bonito, que dé más orgullo, que nos una”. (Ver video).

DE REMATE: Es cierto que a los candidatos que se presentaron a consultas les está impedido cambiarse de partido o integrarse a otras candidaturas, a no ser que devuelvan el dinero que reciben por reposición de votos. Pero hay fórmulas que se deben intentar, se trata de ser creativos. Hay personas que pueden actuar en representación de otras y “en el camino se arreglan las cargas”.

lunes, 5 de marzo de 2018

¿Quién competirá con Petro en segunda vuelta?




Con Gustavo Petro en el primer lugar de las encuestas se cumple una de las máximas dialécticas del filósofo alemán Federico Hegel: “todo sistema engendra la semilla de su propia destrucción”. No significa que estemos ante un destructor por naturaleza, sino dentro del contexto que planteó Humberto de la Calle en entrevista con Yamid Amat: “la responsabilidad del crecimiento de Petro proviene de ese pertinaz ataque a las instituciones con el ánimo de hacerle daño a Santos. Ha sido un error estratégico del Centro Democrático”. (Ver entrevista).

Es un planteamiento acertado, pero no exclusivamente atribuible al uribismo. En ese crecimiento exponencial también tuvo que ver Alejandro Ordóñez cuando de procurador lo destituyó e inhabilitó por 16 años, y Enrique Peñalosa con una gestión que opacó los errores gerenciales de la alcaldía de Petro y lo convirtió en su jefe de campaña, y ahora el Consejo Nacional Electoral cuando sus magistrados, políticos alcahuetas, cohonestan la ineptitud de Peñalosa hundiendo la revocatoria, sin ser conscientes de que así aumentan el malestar que fortalece al mismo Petro.

Citando a Mafalda, “este acabose es el continuose de un empezose” cuya última representación escénica se dio con los ataques, sabotajes e impedimentos del alcalde de Cúcuta –y de la Policía local- contra Gustavo Petro. (Ver noticia). De ese episodio dos cosas quedan claras: una, que Cúcuta está gobernada por un mafioso desde la cárcel, quien la maneja como territorio paramilitar independiente; y dos, que esos ataques son el mejor abono para ayudarle a crecer a Petro allá mismo (basta ver la espontánea manifestación que se formó frente al hotel) y en el resto del país.

Por cuenta de la reacción en modo bumerán que ha ido provocando la derecha, la balanza se inclina hacia su antípoda: Petro, para bien o para mal, es quien mejor recoge hoy el sentimiento de indignación por la corrupción generalizada, por el paramilitarismo que fingió una negociación con Uribe para quedarse, por el anhelo de una paz duradera. Y fue ese sentimiento de indignación lo que condujo a centenares de jóvenes universitarios de la señorial Popayán a cantarle la tabla al exmandatario al grito de “Uribe, paraco, el pueblo está verraco”, lo cual provocó que les echaran encima el Esmad para reprimir el descontento juvenil.

Esto nos sumerge en un ambiente de marcada polarización, donde por un lado a Petro ya se le puede dar por descontada su presencia en la segunda vuelta, y por otro hace altamente sospechoso el repentino crecimiento de Iván Duque (de la noche a la mañana), primero en una encuesta pomposamente llamada “polimétrica”, contratada por Alianza Red Más Noticias y Caracol Radio al Centro Nacional de Consultoría, y el domingo pasado en una realizada para El Tiempo y W Radio por Guarumo, EcoAnalítica Medición y Conceptos Económicos. (Ver Polimétrica).

Ambas encuestas ensillaron antes de traer las bestias, pues Duque apareció en milagroso empate técnico frente a Petro cuando ni siquiera se ha dado la consulta que resolverá si el candidato de la Coalición Colombia será él o Marta Lucía Ramírez. Aquí entre nos, la confección de ambas encuestas pareciera querer inducir al electorado a votar en la consulta del 11 de marzo por el candidato de Uribe y no por la candidata de Andrés Pastrana.

Dice la encuesta de El Tiempo que "a la luz de estos resultados, Duque y Petro no tendrán ninguna dificultad para salir triunfantes". Eso es redactar con el deseo y es falso en lo que respecta a Duque, pues hasta la semana pasada otras encuestas daban a Marta Lucía Ramírez como la virtual triunfadora en esa consulta. Si antes a los candidatos los maduraban como a los aguacates, a punta de periódico, ahora los inflan a su amaño con encuestas.

La duda que por ahora nos asalta es la de saber quién enfrentará a Petro en segunda vuelta, si un Fajardo al que la encuesta de El Tiempo sacó casi a empellones y en su remplazo puso a figurar a Duque, o un Germán Vargas dueño de la más poderosa maquinaria electoral, en un escenario donde ya no figura Humberto de la Calle porque la paz dejó de ser políticamente rentable.

Soy de los que opinan que Iván Duque no tiene el combustible político para aparecer como el nuevo rival de Petro, y que las dos encuestas que lo muestran trepándose al primer lugar son el resultado de una operación muy sospechosa, como de ‘todo vale’ contra Petro. Y no se puede decir que lo mismo podría ocurrir con él, que lo hayan inflado artificialmente, pues la diferencia es obvia: el ‘fervor’ petrista se siente, se palpa en el ambiente, sobre todo entre los jóvenes.

Como el mago que saca un conejo del sombrero, el pupilo de Uribe aparece de pronto ‘coronando’ la cúspide. Algo huele mal, muy mal, en tan precipitado afán de treparlo a la preferencia electoral. En lugar de Duque, veo es a Vargas Lleras enfrentando a Petro en segunda vuelta. Por Vargas votarán los conservadores que buscarán su abrigo después de haberle dado el triunfo a Marta Lucía Ramírez sobre Duque, y los liberales que dicen estar con De la Calle pero por debajo de cuerda saben que su voto les saldrá más rentable con el de Cambio Radical, por un motivo pragmático: no les conviene el verdadero ‘cambio radical’ que se daría si fuera Petro el Presidente.

Sea como fuere, pese a la condición desventajosa de Humberto de la Calle, este aún tiene un as bajo la manga: no puede ser fórmula vicepresidencial porque participó en una consulta que lo hizo candidato presidencial, pero sí puede renunciar a su candidatura para entrar a fortalecer la de Fajardo. Si así fuere, quedarían tres sectores claramente definidos: por la derecha la montonera de Vargas, Duque, Ramírez, Ordóñez, Pinzón, Viviane y compañía; por el justo centro Fajardo con De la Calle, Robledo, Claudia y Clara López; y por la izquierda un Gustavo Petro solitario, pero con una devota y cada vez más numerosa fanaticada.

Solo en este escenario es factible que Fajardo y Petro pasen a segunda vuelta (lo ideal), mientras que si De la Calle mantiene su candidatura, los votos que le resta a Fajardo le abrirían la entrada a Vargas Lleras.

Apreciado doctor Humberto de la Calle: ¿le suena, le suena? Es más lo que ganan usted y Colombia, que lo que pierden.

DE REMATE: Gustavo Petro advirtió sobre un posible fraude de la Registraduría en la consulta debido a que no serán digitalizados los formularios E-14, como ordena la ley. Es válida su preocupación, pero se equivoca cuando cree que el fraude iría dirigido contra su candidatura. Lo preocupante es que puedan alterar los resultados a favor de Iván Duque, a quien las cosas comenzaron a irle demasiado bien, de la noche a la mañana…

Y esto para los no seguidores de Petro (cuyo triunfo está asegurado): no olviden votar por Marta Lucía Ramírez en la consulta de los godos. Se trata de impedir que regrese el nefasto régimen de los ‘falsos positivos’ y de la falsa Seguridad Democrática, tan falsa como las encuestas que crecieron a Duque en un abrir y cerrar de ojos. Debilitar al candidato-títere de Uribe es prestarle un invaluable servicio a la patria.