martes, 29 de diciembre de 2020

Para 2022, armemos un triunvirato

 


Tomado de El Espectador

Esta columna se inspira en algo que dijo Juan Fernando Cristo hace unos días: “frente a los asesinatos de líderes sociales y excombatientes es tal el problema, que deberíamos ser capaces de unirnos al menos en el propósito de parar este horror entre todos”. ¿Cómo solucionar semejante desmadre, con el país gobernado por un badulaque como Iván Duque y soportando la exacerbación de la violencia en todos los frentes, como en los peores tiempos de Pablo Escobar?

Eligiendo a alguien responsable, no al que dio muestras de ser excelente cabeceador de balón, intrépido bailarín y rasgador de guitarra sinigual. Estamos en las peores manos, es un hecho, y ahora la pregunta del millón es cómo hacer para que un día nos gobiernen las mejores manos.

De Gustavo Petro dice hasta su contradictora Claudia López que tiene el mejor programa de gobierno, pero presenta dificultades para armar un equipo, y eso en toda organización al servicio de una causa termina por convertirse en un problema serio, que requiere solución.

La solución en apariencia es fácil, pues estaría en que logre armar equipo y que entre sus integrantes se establezca una comunicación horizontal, sin jerarquías. Es un hecho irrefutable que a Petro se le han retirado muchas personas que trabajaban con él (Navarro Wolf, Daniel García-Peña, Guillermo Jaramillo, Carlos Vicente de Roux, María Mercedes Maldonado, Ángela Robledo) y la solución no está en enconcharse sino en tender lazos de unión, de cooperación entre todos.

Mejor dicho, Petro puede ser una persona difícil de tratar, pero ¿cómo hacemos si tiene el mejor programa de gobierno y cuenta con ocho millones de votos, que al día presente quizá son muchos más por cuenta de la indignación generalizada, pero es imposible saberlo si la encuesta la hacen Invamer o Guarumo?

Desde columnas atrás he insistido en la necesidad de que Petro aprenda a hacer equipo, que se deje ayudar. Y que, en aras de la urgencia de defender la paz, trate de establecer una alianza estratégica con Humberto de la Calle, quien además de haber sido el arquitecto de la hoy debilitada paz, es la persona que mejor encarna el ideario liberal luego del lamentable deceso del patriarca Horacio Serpa, uno de los poquísimos hombres íntegros que le quedaban al liberalismo tras la vergonzosa venta de la dignidad de su partido que hizo César Gaviria a cambio de un plato de lentejas.

Si Petro es el hombre de los votos, Humberto de la Calle no es el picapleitos sino el hombre sereno, el conciliador con talla de estadista, el que se sienta a hablar con el enemigo para llegar a acuerdos.

Sea como fuere, es en la diferencia donde se encuentran los contrarios, y de buena fuente he sabido que a De la Calle han tratado de contactarlo desde las toldas del petrismo, para proponerle un acuerdo programático que haga posible la definición de una alianza estratégica. El hombre al parecer ha guardado silencio, o marca distancia estratégica a la espera de los avances que se vienen dando entre los que pertenecen a la otra orilla de la centro-izquierda, en cuyas toldas se habla de la necesidad de una consulta que los incluya a todos, excepto a Petro. Esto a la espera de que surja un candidato fuerte, que desplace al candidato del uribismo al tercer lugar y en una eventual segunda vuelta se enfrente a Petro y lo supere, confiados en que Colombia preferiría la moderación del centro al radicalismo de la izquierda.

La aparente dificultad reside entonces en que quizá De la Calle cree contar con juego propio para medírsele a la consulta de ‘todos menos Petro’, ignorando así lo que pudiera ser la fórmula imbatible: el mejor programa de gobierno, en compañía del hombre mejor capacitado para impedir que el uribismo acabe de hacer trizas la paz, sembrando la zozobra para aparecer luego como su salvador. Lo dijo en su cuenta de Twitter el comandante en jefe de la caverna, el 24 de diciembre: “Trabajar desde hoy para salvar a Colombia en el 2022″. Ya están trabajando en eso. (Ver trino).

Hoy la paradoja con Petro reside en que él solo no gana, pero nadie gana sin Petro. Así las cosas, ¿quién podría ser la persona más indicada para que sus votos le ayuden a ganar a su compañero de fórmula? En la respuesta a esa pregunta brillan dos nombres con luz propia: Humberto de la Calle y Alejandro Gaviria. De este último, basta leer una entrevista suya en Nota Uniandina para ser testigos de que estamos ante un verdadero sabio. (Ver entrevista).

Por eso hablé arriba de un triunvirato, entendido no como una conjunción de voluntades a la vuelta de la esquina, sino como la propuesta de gobierno que resultaría de una consulta entre los tres mencionados, en la que dependiendo del número de votos para cada uno, se define quién va a presidente y quién a vice. Y al que quede de tercero -tan solo es ocurrencia- se le podría nombrar primer ministro, para que coordine comunicaciones y acciones bilaterales, con poderes autónomos para tomar la decisión final cuando no haya acuerdo entre presidencia y vice.

En todo caso, Gaviria no jugaría el papel de rival de los otros dos, pues coincide con Kurt Vonnegut en que “a los inventores de la democracia se les olvidó que solo los locos quieren ser presidente".

Lo urgente en la terrible coyuntura actual es la toma del poder -por la vía electoral, obvio- para el retorno de la decencia a la vida democrática. Y esto solo es posible mediante una alianza sólida entre la izquierda auténtica de Gustavo Petro y el liberalismo auténtico de Humberto de la Calle. No el del cafre César Gaviria, no, sino el original pensamiento liberal de un Darío Echandía o un Alfonso López Pumarejo, el de la Revolución en marcha, quien pregonaba que «es deber del hombre de Estado efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una revolución».

Lo único cierto -en síntesis- es que Gustavo Petro, Humberto de la Calle y Alejandro Gaviria deberían juntarse, por el bien de Colombia. Es mi humilde opinión, como liberal de izquierda.

DE REMATE: Con Alejandro Gaviria me llevé una muy agradable sorpresa, en forma de coincidencia literaria, pues resultó conocedor de dos autores a los que he leído en profundidad, Aldous Huxley y Kurt Vonnegut. De este último, Matadero cinco es sin duda su obra cumbre, con apartes que parecen escritos desde una dimensión de conocimiento a la que solo él tenía acceso. Si la memoria no me falla, en dos ocasiones fue candidato al Nobel de Literatura. 


martes, 22 de diciembre de 2020

Una vaca para “El Unicornio”

 


Tomado de El Espectador

Decía El Espectador en su editorial del sábado pasado que “en internet, en el sector de la publicidad digital, hay un monopolio de Google y Facebook: si no pautas con ellos, no llegarás a la audiencia que deseas. Esto ha sido catastrófico para el bienestar de los medios de comunicación”. (Ver Ahora tiembla Google).

Si ha sido catastrófico para los grandes medios, imagine lo ardua que ha sido la tarea para medios alternativos como ElUnicornio.co, que en últimas son emprendimientos digitales y solo pueden sobrevivir si cuentan con un patrocinador fuerte, o con el apoyo solidario de sus lectores.

En todo caso, la supervivencia en Internet está estrechamente ligada a la competitividad, entendida como la presentación de un producto atractivo para el público en términos de forma y contenido. En el caso de El Unicornio, pese a que trabajamos “con las uñas” hemos procurado competir con originalidad, mostrando un sello editorial propio y contando cosas nuevas, de las que nada se sabía. En eso consiste el buen periodismo, modestia aparte.

Si nos preguntaran qué tenemos para sacar pecho en este primer año, además de la entrevista a Juan Manuel Santos (que aquí pueden leer) señalaría lo que nuestro jefe de Redacción -Hermann Sáenz Prieto- tituló El entorno mafioso de Álvaro Uribe, una verdadera primicia suya que deja ver con meridiana claridad que en el árbol genealógico del expresidente y exsenador antioqueño los entronques con sagas familiares vinculadas al narcotráfico no han sido propiamente una excepción. (Ver artículo y Video).

En el mismo rango de relevancia informativa está la historia sobre las tres víctimas de una misteriosa masacre, contada por Aída Merlano, a la que poca importancia le dieron los medios. En ElUnicornio.co le hicimos seguimiento y llegamos hasta las circunstancias en las que fueron asesinados -en Tamalameque (Cesar) el 18 de diciembre de 2019- los tres hombres que habrían tenido secuestrada a la exsenadora costeña, hoy refugiada por el gobierno de Nicolás Maduro. (Ver EXCLUSIVA: Aída Merlano y una masacre de la que nadie habla).

En este recuento no puede quedar por fuera un “padrino” (pero no de los mafiosos), el señor Julio César González conocido como Matador, a quien contactamos en septiembre del año pasado para pedirle que nos diseñara el logo de El Unicornio y cuando le preguntamos cuánto nos cobraba respondió “qué va Pinilla, huevón, yo a usted se lo regalo”.

En un rango similar -de padrino, no se piense otra cosa- estaría el exalcalde de Bogotá Lucho Garzón, quien también creyó en El Unicornio y en su director, y su apoyo se vio reflejado en cierta intervención durante la primera temporada de El Debate de Semana TV.

Lo anterior se traduce en que contamos con importantes apoyos mediáticos, pero para seguir existiendo se requiere su apoyo, el suyo, lector de esta columna. Así es como hoy subsiste este tipo de proyectos, con el aporte financiero de sus lectores: cuando deciden que no quieren que se acabe lo que están viendo o leyendo.

Nuestra oferta de patrocinio se concreta en la ‘vaca’ que hemos armado en Armatuvaca.com, y que se resume así:

1 -) Usted contribuye una sola vez con un millón de pesos ($1’000.000), cifra cerrada.

2 -) Si le parece elevada la cifra anterior, contribuye una sola vez con cien mil pesos ($100.000).

3 -) Si todavía le parece mucho, le quita otro cero y aporta diez mil pesos ($10.000) por una sola vez o con periodicidad mensual, durante el tiempo que quiera.

Los aportantes de 100 mil o un millón de pesos recibirán en su correo electrónico un valioso documento histórico, hasta hoy inédito: la Cronología de la vida del Libertador Simón Bolívar, paso por paso, día a día. El documento es resultado de una minuciosa investigación adelantada por el genealogista y presidente de la Academia de Genealogía, Julio César García Vásquez, quien nos cedió los derechos de reproducción en Internet para que pueda ser obsequiado a nuestros aportantes.

Y no se diga más: si usted quiere que ElUnicornio.co continúe y cree que puede aportar en dicha tarea, haga clic en este enlace.

martes, 15 de diciembre de 2020

Iván Duque Márquez, el mamarracho

 


Tomado de El Espectador

Lo mismo que en un circo, cuando salen los payasos a hacer las ruidosas morisquetas que divierten a los niños e irritan a los papás, con las más recientes actuaciones del subpresidente Iván Duque uno no sabe si reír o llorar.

Comencemos por advertir la payasada cuando habló de un supuesto milagro del que habría sido testigo: “es impactante que después de haber pasado por la isla de Providencia un huracán de categoría 5, la Virgen estaba en pie. Muchas personas decían que ella es milagrosa, porque evitó muchas muertes en la isla”. (Ver noticia).

Se percibe un libretista detrás de esa declaración (y de muchas otras de funcionarios del gobierno con mensaje religioso), pero esta es llamativa porque va contra toda lógica que la Virgen tuvo poder para evitar “muchas muertes”, pero no lo tuvo para desviar el huracán que sembró miseria a su paso. O sea, si le creemos a Duque, habría que agradecerle a la Virgen por el huracán.

La anterior declaración es de las de llorar, pero entre las que hacen reír está la visita que fue a hacerle hasta el Palacio de la Zarzuela al mismísimo rey de España en julio de 2018, donde muy clarito se le escuchó decir que “le mandó muchas saludes su gran amigo, el presidente Uribe. Que lo quiere mucho”. Oso ajeno, trágame tierra.

Esto es patética confirmación de que el mismo Duque tiene claro que su puesto es el de subalterno, así lo exhibe pública y privadamente. Como en reunión con la bancada de su partido, cuando al final de su intervención dijo "le doy la palabra al presidente Uribe" y este contestó "muchas gracias, señor presidente". Entonces, ¿Colombia tiene dos presidentes en ejercicio? Más bien, que Colombia tiene un subpresidente

Lo terrible en el fondo no es comprobar que por primera vez Colombia tiene un presidente con jefe, sino ser testigos del triste papel de marioneta al que lo tienen dedicado, como cuando lo llevaron a un CAI y lo disfrazaron de policía y lo pusieron ahí para tomarle la foto, 48 horas después del asesinato de 14 jóvenes en diferentes puntos de Bogotá a manos de agentes que habían recibido licencia para matar. (Ver Iván Duque, el hazmellorar).

Pero ahí no paró el cinismo presidencial, pues en días recientes le rindió un homenaje al director de la Policía, general Óscar Atehortúa, pese a gravísimas acusaciones que sobre él recaen por temas de corrupción. Y no contento con lo anterior se inventó una Comisión contra el crimen para poner ahí al exfiscal Néstor Humberto Martínez después de que España no quiso recibirlo como embajador debido a sus actuaciones criminales contra la paz.

Todo lo anterior reitera lo que se ha venido diciendo desde los días de la campaña, respecto a que Duque es un monigote sin personalidad, un títere de los designios de su “presidente eterno”. Pero la definición que mejor le casa es la de mamarracho, según el DRAE una “persona que generalmente hace reír a otros y no merece ser tomada en serio ni tratada con respeto”.

¿Cuál respeto puede inspirar un presidente que durante acto público en la Casa de Nariño declara frente a la imagen egregia del Libertador Simón Bolívar que “nos gusta el periquito, pero el que está en el café”? ¿Hubo también ahí libretista? En todo caso, con su chiste desafortunado no fue consciente del daño que el comercio ilícito del “perico” le ha hecho al país. ¿O acaso quiso restarle importancia a que su campaña fue infiltrada por el exportador de periquito (no el pintadito sino del otro), José Ñeñe Hernández, con quien aparece en numerosas fotos? (Ver declaración).

Un mamarracho es alguien que ante la incapacidad de brindar respuestas claras al país y para que dejara de embarrarla en público, le cancelaron las ruedas de prensa desde marzo, en coincidencia con la pandemia, y a cambio de estas lo pusieron a aparecer de lunes a viernes en TV, diciendo cosas que le escriben en el teleprompter. Según Félix de Bedout, “en ninguna democracia del mundo los canales privados de televisión le regalan una hora diaria de su programación al presidente. En ninguna”. (Ver trino).

Las ruedas de prensa en todos los países del mundo las conceden los mandatarios a los medios como parte de sus obligaciones, pues los periodistas que cubren Presidencia recogen el sentir de la opinión pública y se lo transmiten al gobernante, y este da respuestas oficiales al país.

Así lo siguieron haciendo durante la pandemia presidentes tan disímiles como Andrés Manuel López Obrador en México o Donald Trump en EE.UU., pero en Colombia las eliminaron de un plumazo, y lo sorprendente es que los medios no reviran ni exigen ni preguntan cuándo volverán las ruedas de prensa de la Presidencia de la República, todos tan calladitos, tan misteriosamente calladitos…

Lo que sí se ha sabido es que en remplazo de las ruedas de prensa, a Iván Duque le tienen reservado el papel estelar de mamarracho presidencial, cuando en cumplimiento de un contrato con RTVC estará de regreso desde enero con un programa en el que “dialoga con colombianos destacados en todos los ámbitos”. (Ver contrato). De nuevo con presencia diaria, dentro de un formato al mejor estilo Hassan Nassar, lo convertirán en un remake del ‘Jotamario’ que cautivaba a su público con entrevistas frívolas y con las mejores frases elaboradas por un selecto grupo de libretistas.

¿Cuánto creen que nos demoraremos en volver a ver a Duque haciendo cabecitas con su entrevistado, rasgando boleros en su guitarra o ejecutando los más arriesgados pasos de merengue, salsa o reguetón?

En todo caso, es para lo único que sirve.

DE REMATE: Mi humilde opinión es que hoy la urgencia de Colombia es defender la paz, y que una fórmula Gustavo Petro presidente – Humberto de la Calle vicepresidente sería quizás inviable, pero una fórmula De la Calle presidente – Petro vicepresidente sería imbatible. Obviamente el petrismo en bloque no lo permitiría, lo tomarían como traición a la causa, pero deberían contemplarlo, así fuera desde una perspectiva de altruismo revolucionario. ¿Les quedaría muy difícil a Petro y De la Calle gobernar el país entre ambos, sin importar el orden de los factores? 

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Petro, déjese ayudar

 


Tomado de El Espectador

Comencemos por citar lo que le escuché a un amigo cuyo nombre me abstengo de pronunciar, pero es un caricaturista famoso: “Petro va a volver a perder, por pendejo”.

En alguna columna anterior dije que Gustavo Petro tiene el mejor programa de gobierno y estaría encantado de ver que se aplique en mi país. Es un programa ambicioso, plantea grandes transformaciones, es visionario y no pretende la revolución por decreto, como sus enemigos han querido hacer creer a muchos. O como dijo Claudia López el domingo pasado en entrevista para Semana: “Gustavo tiene una comprensión del desafío del cambio climático. Genuinamente y de corazón, cree que la desigualdad en Colombia es un problema profundo. Y que la corrupción y la inequidad no permiten que las mayorías colombianas se incluyan”.

En la anterior elección Petro se hizo a ocho millones de votos, lo cual se traduce en que cualquier consulta para escoger al candidato de la centro-izquierda debe contarlo entre sus opciones, y el que no se atreve a confrontarlo en ese terreno es porque teme perder. Y ese pusilánime tiene nombre propio: Sergio Fajardo, primer responsable del regreso de Uribe al poder, cuando tuvo en sus manos los votos para juntarlos con los de Petro e impedir la tiranía, la porquería de gobierno que hoy nos toca padecer. Pero anunció su voto en blanco y se fue a ver ballenas, el muy irresponsable.

El problema con Petro, de todos modos, es que teniendo el mejor programa, “no se ayuda”. A veces en temas de forma, a veces de contenido.

Los de forma tienen que ver por ejemplo con la redacción de sus trinos en Twitter, donde uno encuentra cosas como: “En ese debate sobre el derecha, centro e izquierda en donde no son capaces de decir porque nos tildan de extremistas, se esconde un verdadero debate. Nos proponemos un pos neoliberalismo, debemos salir del neoliberalismo, quienes esta de acuerdo” (sic). Ver trino

Y en una entrevista reciente con la W Radio dijo cosas muy interesantes, pero no dejaba de golpear un lapicero sobre su escritorio, produciendo un ruido molesto para los oyentes y muy incómodo para quienes padecemos de misofonía, consistente en “irritabilidad ante sonidos como el goteo de un grifo, el ruido de alguien mascando chicle o cliqueando un bolígrafo”. ¿A qué obedecen semejantes descuidos, diríase reiterados, en el manejo de su imagen, y por qué nadie se lo advierte?

¿Por qué no puede agradarnos con una charla impecable tanto en sus lúcidos planteamientos como en el control de las condiciones de sonido que le rodean, sin que toque soportarle durante casi media hora un golpeteo del que pareciera no ser consciente? Pueden parecer asuntos baladíes, pero deberían ser tenidos en cuenta cuando se trata de un aspirante al primer cargo de la nación.

Ya en asuntos de contenido, el discurso de Petro va cargado de verdades demoledoras, soluciones viables y análisis certeros, pero preocupa que en lugar de mostrar el talante que se espera de un estadista, se le ve dedicado a cazar peleas a diestra y siniestra, en plan de picapleitos con rivales hasta de su propia orilla, a los que podría necesitar más adelante. Pero prefiere quemar puentes y asumir una estrategia de confrontación radical con todo el que propone soluciones diferentes.

Hablo desde una visión de izquierda liberal, y por eso fue que en columna anterior planteé la posibilidad de una alianza estratégica de Petro con la persona que mejor reúne el talante, el tono conciliador y la experiencia requeridas para defender el proceso de paz, Humberto de la Calle, quien propuso “construir una coalición que en el 2022 haga presencia con un programa compartido, construido de manera transparente y sin equívocos”. (Ver columna).

¿Por qué entonces no buscar un acercamiento con el liberalismo -o con lo quedó de este luego de la debacle armada por César Gaviria- y tratar de armar una coalición progresista que convoque a otras fuerzas y permita lo que De la Calle propuso en la columna citada, una “ingeniería a la inversa”, donde cada uno de los interlocutores comience por fijar los puntos en los que no está dispuesto a ceder? ¿Es mucho pedir?

Lo que debe quedar claro es que Petro no puede presentarse como el único salvador de los problemas que agobian al país, se requiere mostrar un equipo de gobierno que brinde confianza, y esto exige hacer concesiones con otras tendencias de la centro-izquierda, pues su equipo no puede estar integrado exclusivamente por gente de su movimiento. ¿O sí…? Y si es así, ¿quiénes son?

En trino reciente hablé del “rebaño petrista” en referencia a los que dentro de su movimiento le siguen al pie de la letra hasta sus tuits de redacción confusa. Algunos se vinieron en gavilla y comprendí que quizás debí diferenciar los admiradores de Petro -entre los que me incluyo- de sus adoradores, sus fans, quienes conforman una especie de barra brava dentro de las redes sociales y enturbian el ambiente, cual si siguieran un modelo calcado de las bodegas uribistas.

Sea la ocasión para disculparme con los petristas que se sintieron injustamente tratados, pero lo que quizás unos y otros -admiradores y adoradores- no han sabido entender, es que al hacer críticas constructivas no se pretende entorpecer un eventual triunfo de Petro, sino allanar el camino que lo haga posible, consciente como soy de que a Petro no lo pueden dejar por fuera. Y esto comienza por no cerrarse a la banda, y luego por comprender que se trata de sumar fuerzas, no de restar, menos de dividir.

DE REMATE: Pensarán que recibo comisión de Netflix por promover lo que algún petrista definió como “una visión edulcorada” de la política, pero me sostengo en que cualquier político que quiera desarrollar un proyecto honesto al servicio de la gente, debería ver Borgen. Como dije en columna reciente, allí se entiende que la política consiste en llegar a acuerdos con los contrarios, no en imponer sus ideas a la brava.

martes, 1 de diciembre de 2020

El atentado contra el Centro Andino: ¿otro “entrampamiento”?

Tomado de El Espectador

Ahora que se habla del entrampamiento contra la paz urdido desde la Fiscalía por Néstor Humberto Martínez, el suscrito se permite recordar -modestia aparte- que hace dos años denunció ese montaje y otro similar contra la Justicia Especial para la Paz (JEP), en estos términos:

“El ataque contra JEP consistió en un montaje que contó con la eficaz colaboración de la DEA, algo que en EE.UU. se conoce como entrampamiento (…), consistente en que lograron inducir a un político condenado por parapolítica y a un fiscal de la JEP, Carlos Bermeo, a que les recibiera una gruesa suma aportada por la misma Fiscalía, para dar la apariencia de que ese dinero iba a ser utilizado en impedir que Jesús Santrich fuera extraditado. Cuando vieron que las dudas sobre la legalidad del operativo crecían, en la audiencia de imputación de cargos le metieron narcotráfico a la acusación, y hablaron entonces de un supuesto cargamento hacia Italia. (Ver El asesinato moral como una de las bellas artes).

Habría que hablar entonces no de uno sino de dos “entrampamientos” entre DEA y Fiscalía, ambos para perjudicar el proceso de paz de Juan Manuel Santos: uno que quiso minar el prestigio de la JEP, otro que pretendió mostrar a Santrich como un narcotraficante y lo habría forzado a regresar al monte.

Pero falta hablar de un tercer entrampamiento o montaje, que también denuncié en su momento en esta columna. Trata sobre las falsas imputaciones que se urdieron contra un grupo de jóvenes, en su mayoría estudiantes de la Nacional, para hacerlos pasar como autores del execrable atentado contra el Centro Andino de Bogotá cometido el 17 de junio de 2017. Para esa fecha, Néstor Humberto Martínez llevaba diez meses como Fiscal General de la Nación.

De los siete jóvenes detenidos (Boris Rojas, Lizeth Johana Rodríguez, Andrés Mauricio Bohórquez, Alejandro Méndez, Natalia Trujillo, César Andrés Barrera y Juan Camilo Pulido) a quienes la Fiscalía señaló de integrar el MRP y de haber participado en el atentado, seis ya recobraron la libertad. La última fue Lina Jiménez, según informó El Espectador el sábado pasado (ver noticia). Lo cierto es que este caso reviste unas repercusiones gravísimas, más que las del caso Santrich, pues de probarse la inocencia de los falsos imputados, quedaría flotando una inquietante pregunta en el ambiente: entonces, ¿de dónde provino el ataque contra el Centro Andino?

Para entrar en materia, algo que dijimos aquí mismo tras el bombazo en ese centro comercial, que dejó como saldo fatal tres víctimas, todas mujeres: “se trata de un atentado en apariencia organizado y ejecutado por gente de extrema izquierda, pero que beneficia los intereses políticos de la extrema derecha”. Sumado a lo anterior, conviene poner de nuevo la lupa sobre cosas que nunca se resolvieron, a saber:

El día del atentado no funcionaron las cámaras del Centro Andino y los organismos de seguridad entregaron a la opinión pública retratos hablados de dos de los supuestos implicados, cuya fisonomía en nada coincidía con los capturados, como lo advirtió el abogado penalista Ramiro Bejarano en este trino.

A los capturados se les venía haciendo un detallado seguimiento desde meses atrás, que incluyó saber de “una extraña búsqueda de planos y geolocalizaciones específicas (…) cerca del Centro Andino”. ¿Por qué no fue posible entonces que la Fiscalía evitara el atentado, pero sí fue posible capturar a los supuestos terroristas con sorprendente facilidad unos días después?

De otro lado, quedó en el olvido la declaración de la esposa de Richard Emblin, director del periódico City Paper, quien dijo que cuando ella iba saliendo del baño donde luego explotó la bomba, se encontró con un hombre en su interior, a quien le recriminó y preguntó qué hacía allí. (Ver noticia).

Resulta además descabellado creer que un grupo de estudiantes de izquierda, a los que Semana llamó “inadaptados extremistas” (ver artículo), contara con la sofisticación requerida para inutilizar las cámaras de seguridad del Centro Andino y cometer un atentado en un sitio tan neurálgico, y de paso no fueran conscientes del aprovechamiento político que obtendrían los opositores al acuerdo de paz que el gobierno de Juan Manuel Santos estaba a punto de firmar con las Farc.

No tengo pruebas para afirmar que el atentado fue realizado -o “montado”- por los mismos que entramparon a Santrich, pero conviene reiterar que, si no se les pudo comprobar participación a los jóvenes que por tal motivo fueron liberados, algún culpable o culpables debe haber por lo del Centro Andino.

Y es aquí cuando llamamos de nuevo la atención sobre el modus operandi en uno y otro “entrampamiento”: cometen un atentado contra la paz y le echan la culpa en un caso a un desmovilizado de las Farc, en el otro a un numeroso grupo de jóvenes de izquierda.

A modo de conclusión, lo del Centro Andino y lo de Santrich daría para pensar que hay organismos de seguridad que investigan crímenes… y hay organismos que cometen crímenes para que la investigación conduzca a la captura de la gente que ellos persiguen.

En este contexto no se puede olvidar que al día siguiente de los asesinatos de Luis Carlos Galán y el humorista Jaime Garzón, el DAS corrió a mostrar a los supuestos sendos autores, pero luego se demostró que habían sido puestos ahí con el exclusivo propósito de desviar la investigación. Y por eso está preso el general Miguel Maza Márquez, exdirector del DAS. ¿Esto no debería ponernos entonces a pensar… si no será que desde tiempo atrás a Colombia la gobierna la ‘mano negra’?

DE REMATE: Hablando de crímenes impunes, en total impunidad también permanecen el asesinato de 14 jóvenes a manos de agentes de la Policía en una noche horrenda, y la muerte de nueve detenidos incinerados en un CAI de Soacha durante un incendio provocado. Y hablando de brutalidad policial, La Silla Vacía pone el ojo sobre una realidad espeluznante: 7.491 denuncias contra la Policía en cinco años y, aunque usted no lo crea, no ha habido una sola condena. (Ver artículo).