lunes, 8 de junio de 2020

Carta abierta al fiscal Francisco Barbosa




Señor fiscal general de la Nación:

No es por faltarle al respeto si comienzo diciéndole que en lugar de Aníbal Gaviria es usted quien debería estar preso, por cometer el atropello de librar orden de captura en plena pandemia contra un gobernador de la República de tendencia política contraria a la del presidente Duque, por un proceso que dormía el sueño de los anaqueles hace quince años.

Lo sorprendente, lo asombroso, lo aberrante es que el día anterior usted mismo había emitido una circular donde decía que las medidas de aseguramiento privativas de la libertad solo debían hacerse efectivas “cuando las circunstancias probatorias lleven a concluir que es necesaria para evitar la obstrucción de la administración de justicia, el procesado represente un peligro para la víctima o la comunidad, o cuando resulte probable que el imputado no comparezca al proceso”. (Ver circular)

¿Antes de expedir la orden de captura contra Aníbal Gaviria este representaba un peligro para la comunidad, o era previsible que obstruyera el proceso o que no compareciera al mismo?

Se trata además de una decisión temeraria e irresponsable, pues descabeza a un departamento de su autoridad central cuando la atención y los esfuerzos de las autoridades deben estar orientados a frenar los contagios del coronavirus, no a mandar a la cárcel al político que en la pasada campaña electoral se le atravesó en sus aspiraciones al candidato del Centro Democrático, vaya coincidencia.

Póngase a pensar si no es cosa de locos que mientras el liberal Aníbal Gaviria está en la cárcel, la señora Caya Daza, escuchada in fraganti cuando cuadraba una compra de votos (o sea cometiendo un delito) con el Ñeñe Hernández, está en la calle. Y en una calle de otro país, por cierto.

Esto daría para colegir que usted llegó a ese cargo a cumplir una agenda política al servicio genuflexo del gobierno del que alcanzó a hacer parte, y de ello dan cuenta primero la investigación que le abrió a Claudia López por una nimiedad (pillada con su esposa en un supermercado) y luego el llamado a interrogatorio a Gustavo Petro dizque porque -según sus propias palabras para RCN, señor Fiscal- “existe evidencia (…) de una presunta financiación de empresas mineras a la campaña de Gustavo Petro”. Eso se llama torcerle el cuello a la verdad, o sea mentir, porque el Ñeñe Hernández habla ahí es de “los hijueputas mineros esos”, en evidente referencia a los trabajadores sindicalizados de las empresas mineras cuyos dueños con toda seguridad votaron por Duque.

Así las cosas, se percibe ‘mala leche’ en el uso de sus atribuciones legales, señor Fiscal. Estamos ante un palmario abuso de autoridad, usted está deshonrando su puesto y por tal razón, insisto, eso también debería tener cárcel. Se lo digo con todo respeto, pero con igual franqueza santandereana.

Ahora bien, no es este el motivo central de mi columna, sino recordarle que el pasado 16 de marzo dirigí a su Despacho un derecho de petición, hasta ahora sin respuesta, donde le solicité informara -para un trabajo periodístico- si es cierto o no que usted se reunió con familiares de Álvaro Gómez Hurtado, en particular con su sobrino Enrique Gómez Martínez, el mismo que trató de tumbar el proceso contra el único condenado que hubo por este crimen, Héctor Paul Flórez, mediante una solicitud de revisión del fallo que la Corte Suprema le negó el 6 de febrero de 2019.

Gómez Martínez reconoció en entrevista con Salud Hernández para Semana TV haberse reunido con usted y entregado las pruebas de quiénes fueron los autores del crimen, y al final manifestó que espera que “cumpla con lo prometido en el sentido de evaluar estas pruebas y acusar a alguien”. Es por ello pertinente mi solicitud, pues si el representante legal del asesino de su tío afirma haber entregado las pruebas sobre los autores del magnicidio, significaría que el proceso está a punto de cerrarse. En tal caso lo conducente sería comprobar si esas “pruebas” coinciden con los planteamientos que hago en el libro Los secretos del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, o si van por otra dirección, como lo sospecho.

Como usted recordará, en el derecho de petición citado hice entrega oficial a la Fiscalía de un ejemplar de dicho libro, para que sea incorporado a la investigación, con la plena seguridad de que si usted lo leyera encontraría en él valiosos datos para entender que las mismas fuerzas de extrema derecha que hoy actúan coordinadas para que nunca se sepa quiénes fueron los verdaderos autores de tan execrable crimen, están tratando de alinearlo a usted en la dirección equivocada.

Si le menciono el nombre del santandereano Alejandro Ordóñez no es casualidad, considerando que la planeación del magnicidio tuvo su punto de partida en Santander, como demuestro en mi libro. No tengo duda alguna en que Ordóñez está a la cabeza en la tarea de acomodar las cosas, y usó su poder para que usted nombrara como jefe de Fiscales a Gabriel Ramón Jaimes, pupilo suyo, muy cercano a sus intereses de impunidad en dicho asunto.

Para no alargar esto, señor Fiscal, en mi condición de periodista especializado en el tema (el libro en mención es resultado de una investigación de diez años) públicamente le solicito una entrevista en la que usted les informe a los lectores de El Espectador sobre los lineamientos que ha trazado para cumplir con el pedido que le hizo su amigo Iván Duque el día de su posesión, respecto a esclarecer hasta las últimas consecuencias quiénes dieron la orden de asesinar a Gómez Hurtado: “los crímenes de lesa humanidad no se pueden quedar en la impunidad, esperamos que durante su fiscalía llegue a la verdad”, le dijo el presidente. (Ver noticia).

Es esa precisamente la más sagrada misión del periodismo, llegar a la verdad, y es el motivo por el cual le solicito amablemente se me informe del día y hora adecuados para la realización de la entrevista periodística que aquí le estoy solicitando.

DE REMATE: No sobra reiterarle mi amable invitación a que antes de la entrevista pueda leer el libro que envié a su oficina, esperanzado además en que tras su lectura quizás sea usted quien tenga más de una pregunta para formularme.

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