"Yo, claramente, nunca votaría por Francisco".
“Investigar a los militares nunca ha
sido fácil”.
"La Mano Negra no es un grupo conspirando
alrededor de una chimenea”.
La revista Semana estuvo en días
pasados en el centro de la atención nacional por cuenta de un atentado que
sufrió el periodista Ricardo Calderón cuando se desplazaba cerca de la base
militar de Tolemaida, donde continuaba una investigación en torno a los
privilegios de que gozaba un grupo de soldados condenados por atroces crímenes.
Con base en esta circunstancia
quisimos entrevistar a su director, Alejandro Santos Rubino, para que nos
contara sus impresiones al respecto. Pero debemos confesar que nos motivaba más
conocer sus opiniones sobre la coyuntura política, en parte porque es una de
las personas mejor informadas del país –sumado a su gran olfato analítico- y en
otra parte por su parentesco con dos personas que hoy acaparan la escena política,
como son su tío el presidente Juan Manuel Santos y el primo de este, el
exvicepresidente Francisco Santos.
Los lectores de Ola Política podrán comprobar aquí que no nos equivocamos con las
expectativas que teníamos frente a la entrevista.
OLA POLÍTICA: ¿Cómo va la investigación por el atentado contra Ricardo
Calderón? ¿Se ha sabido algo nuevo?
ALEJANDRO SANTOS: La investigación va por muy buen camino. Siempre nos
preocupó la coincidencia de que Semana estuviera investigando irregularidades
en el Ejército, en particular lo que estaba sucediendo el Tolemaida y en la
cárcel que alberga a soldados que han cometido graves delitos, y el momento del
atentado contra el periodista Ricardo Calderón. Pero yo siempre fui muy
cuidadoso en darle la última palabra a las investigaciones de las autoridades.
Las investigaciones, según la información privilegiada a la cual he tenido
acceso, van muy bien. Muy pronto se empezarán a tener noticias al respecto, y
la revista Semana será la que dará la primicia sobre ese lamentable episodio.
OP: Por la forma como ocurrieron los hechos, da la impresión
de que no querían matarlo sino asustarlo, como diciéndole “no se meta con
nosotros”. Y a la vez como una advertencia a los periodistas en general…
AS: Esa es una gran
duda que queda planteada. Las circunstancias del atentado pueden leerse como un
intento de homicidio, dada la proyección de las balas, pero al mismo tiempo
pudo ser las ganas de darle un susto…
OP: Estaba solo, en descampado…
AS: Sí. Hubieran
podido matarlo, pero cualquier conjetura me parece aventurada. Lo cierto es que
haya sido un atentado o la intención de asustarlo, es una clara violación a la
libertad de prensa, y un claro mensaje a la revista Semana y al periodismo
independiente, de que no querían que se destapara algo que alguien quería
mantener oculto. Pero ese tipo de episodios sólo logran el efecto contrario: y
es que los periodistas cuando reciben ese tipo de amenazas o de atentados,
redoblan sus esfuerzos para esclarecer la verdad. Y el país conocerá tarde o
temprano la verdad en este episodio.
OP: ¿No le da la impresión de que a los militares en Colombia les tienen
miedo, desde los presidentes para abajo? Ustedes tal vez han sido los primeros
que se atrevieron a ponerle el cascabel al gato…
AS: En Colombia
investigar a grandes poderes siempre ha sido difícil, y no solo en el caso de
los militares. También ocurrió con el DAS, donde Semana jugó un papel
protagónico destapando todo el espionaje que se había armado allí, o en las
investigaciones sobre la parapolítica, cómo los tentáculos del paramilitarismo
se fueron tomando la política colombiana. En ese sentido, hacer periodismo de
investigación en un país como Colombia, siempre conlleva unos riesgos muy
profundos.
OP: ¿El problema en el caso de Tolemaida es con unos
militares desviados, o es con el Ejército?
AS: En este caso me
parece muy importante aclarar que cuando uno habla de las denuncias que hace la
revista Semana sobre los militares, no está denunciando la institución, sino la
corrupción dentro de la institución, que muchas veces son pequeñas mafias,
pequeñas manzanas podridas que están ahí, y que tienen una patente de corso y
están tratando de aprovechar su condición para cometer delitos.
OP: Semana puso el dedo en la llaga con lo de los soldados condenados, en
lo que se llamó el Tolemaida Resort, pero nada se dice de los oficiales de alto
rango condenados que también viven como en un club. Está el caso del coronel
Alfonso Plazas Vega, que incluso trataron de llevarlo a una cárcel ordinaria,
pero la cúpula militar lo impidió. ¿Ustedes han hecho alguna investigación al
respecto?
AS: Evidentemente que cuando se tienen
como 300.000 hombres hay todo tipo de personajes, desde el más valiente y el
más honesto hasta el más corrupto y el más cobarde. En eso un medio de
comunicación como Semana tiene la responsabilidad histórica y el deber ético de
destapar las irregularidades dentro del Estado, llámese gobierno o llámese
Fuerzas Militares. En este último caso lo que se presenta es una solidaridad de
cuerpo que ha sido muy mal entendida, porque terminan tapando o reaccionando a
las denuncias tapándose con una cobija y haciéndole daño a la institución, y no
más bien permitiendo que se investigue hasta las últimas consecuencias, para
encontrar a los responsables y sacarlos de la institución. Lo cual legitima a
la institución, la fortalece, y manda un mensaje de transparencia hacia la
sociedad.
OP: Volviendo al tema del Tolemaida Resort, lo que Semana ha dejado
entrever es que a esos soldados los tienen en esas condiciones privilegiadas
para que no ‘echen al agua’ a los oficiales que habrían dado las órdenes para
que se cometieran los crímenes que los tienen a ellos purgando esas penas. ¿Es
correcta mi apreciación?
AS: Nosotros tenemos información de que
muchos de los soldados que están condenados a más de 30 años en la cárcel de
Tolemaida, no han sido trasladados porque son protegidos por sus superiores. Y
en eso gran parte del poder que tienen para no ser trasladados obedece a que
hay coroneles y generales que no están interesados en que estas personas vayan
a la cárcel. Eso va a terminar conociéndose, porque el comandante del Ejército dijo
que va a acabar esa cárcel. De modo que si esas personas son trasladadas, como
esperamos que suceda, tarde o temprano esos soldados detenidos van a terminar
contando toda la verdad. Una verdad que el país merece conocer, en cuanto a
saber hasta dónde llega esta cadena de complicidades.
OP: ¿Cómo se explica que en países como Argentina o Chile sí fue posible
enjuiciar y condenar a militares por torturas y desapariciones, mientras que en
Colombia, frente a un caso tan aberrante como el de los falsos positivos, lo
que uno ve es que enredan la justicia para sacar a sus autores mediante la
prescripción de términos?
AS: Investigar a los militares nunca ha
sido fácil, y en Colombia, a pesar de las dificultades, se ha hecho muchísimo.
Tenemos el caso emblemático del coronel Plazas Vega, que está preso y
condenado, y que sigue estando en la picota pública. Al mismo tiempo vienen
muchos generales y coroneles que están siendo investigados por los falsos
positivos, y sumémosle a eso que hay ya más de 500 casos de condena a miembros
de la Fuerza Pública por el mismo caso. Sin hablar de más de 2.500
investigados. Entonces uno puede criticar a la justicia y reconocer que es
difícil investigar a los militares, pero se han dado unos pasos muy importantes
al respecto, y en ese sentido lo que está sucediendo hoy en día frente a la
justicia y la verdad de los militares, es muchísimo mejor de lo que sucedía
hace 15 o 20 años.
OP: En Colombia se habla de la Mano Negra como de una logia secreta en la
que al parecer confluyen militares, empresarios y políticos, todos
identificados por sus pensamientos y acciones de ultraderecha. Carlos Castaño
dio algunas pistas al respecto cuando en su libro Mi confesión habló del Grupo
de los Seis. ¿Usted cree que existe la Mano Negra?
AS: La Mano Negra es todo y nada. La Mano
Negra es un rótulo para atribuirle magnicidios y crímenes que nadie tiene la
idea quién fue, hasta casos concretos que la justicia ha terminado demostrando
que tienen vínculos con la extrema derecha legal o ilegal. La Mano Negra es una
especie de concepto abstracto que sirve para todo. Pero es equivocado verla
como un solo grupo alrededor de una chimenea conspirando. Yo creo que hay
muchas manos negras. Y son manos negras que se activan y se desactivan según
las coyunturas, y que tienen relaciones con instituciones legales, con grupos
ilegales, mafias, narcos, políticos corruptos, etc., que por una u otra
coincidencia se reúnen porque tienen intereses comunes, y reaccionan a cierto
tipo de situaciones. Eso ha sucedido en diferentes momentos de la historia, por
ejemplo cuando funcionarios del DAS han estado vinculados a varios de los
magnicidios más importantes de este país: Luis Carlos Galán, Bernardo
Jaramillo… así que esa Mano Negra son muchas pequeñas manos negras, que no
necesariamente tienen vasos comunicantes, y que en diferentes momentos históricos
reaccionan violentamente frente a intentos de logran grandes cambios en
Colombia, para defender un statu quo, y que termina favoreciéndolos.
OP: Pasemos a la coyuntura política: se da por un hecho el lanzamiento de
la candidatura de Álvaro Uribe al Senado, y hay quienes creen que él
encabezaría una lista para arrastrar a su gente, pero que no se posesionaría,
en parte para no rebajar su dignidad de expresidente y en parte para evitar
eventuales mellas a su fuero presidencial. ¿Usted qué opina de esta
posibilidad?
AS: Es difícil especular sobre el futuro
jurídico del expresidente Uribe. Lo que podría decir es que el proyecto
político del uribismo depende inevitablemente de la figura de su gran caudillo,
Álvaro Uribe. En ese sentido, veo inevitable que la vocación de poder del
uribismo pase por una lista al Congreso, encabezada por su gran líder, para
mantenerse vigente en la política. Si Uribe no se lanza encabezando una lista
al Congreso, el uribismo puede desaparecer. ¿Por qué? Porque no hay un gran
heredero del uribismo. Hay mucha simpatía popular, muchos sectores que se
identifican con la causa uribista, muchos discípulos atomizados de todos los
colores y sabores, pero ninguno del que pueda decirse que es su gran heredero. Por
lo tanto, el único factor de cohesión de un proyecto político uribista es él
mismo.
OP: ¿Usted cree, como le dijo Álvaro Leyva a Ola Política, que si se
firma la paz el uribismo se desploma?
AS: Si se firma la paz, las voces
guerreristas quedarían bastante golpeadas. Un país que firme la paz con las
Farc y logre reintegrarlas a la vida civil, es escenario donde quienes ven como
enemigo número uno de Colombia a las Farc, terminan perdiendo una de sus grandes
banderas.
OP: Con el paso de los días, Francisco Santos se perfila como el más
seguro candidato del uribismo a la presidencia. ¿Usted que es pariente y lo
conoce desde siempre, sí le ve seriedad a esa candidatura?
AS: Depende de qué entendamos por seriedad.
¿Seriedad en su proyección electoral? ¿O en su favorabilidad e imagen ante la
opinión? ¿O seriedad en su proyecto ideológico y político?
OP: Bueno, ¿cómo ve esas tres?
AS: Seriedad en su favorabilidad, la veo
bien. Pacho Santos es un hombre carismático, espontáneo, que tiene llegada y
sintonía popular. Es un hombre desabrochado, a quien su propia improvisación,
sus contradicciones y su honestidad lo hacen una persona querida por la
opinión. Seguridad en su futuro electoral, lo veo bastante incierto, sin
ninguna remota posibilidad a la presidencia. Eso requiere una estructura
política y una plataforma mucho más de fondo, que va mucho más allá de la
simpatía personal y popular del candidato. Y seriedad en su proyecto ideológico
y político, pues… muchísimo menos. En ese sentido creo que su proyecto
ideológico es demasiado llevado a la derecha, radicalizado, muy marginal,
efectista, sin muchas posibilidades de que cale en un país que, mal que bien,
es sensato a la hora de tomar una decisión sobre quién nos va a gobernar.
OP: Si le ve favorabilidad, eso quiere decir que de pronto se daría la
posibilidad de un enfrentamiento por la presidencia con su primo Juan Manuel.
Usted que también es familiar de ellos, ¿cómo vería esa circunstancia?
AS: Yo no descarto que Francisco Santos
se convierta en el candidato del uribismo, y no porque sea el hombre de los
afectos de Uribe, sino porque Uribe siendo un pragmático de la política vea que
inevitablemente le toca escogerlo a él, porque sea el que más salida electoral pueda
tener. Hay una gente muy seria alrededor del uribismo, desde Óscar Iván Zuluaga
hasta Martha Lucía Ramírez, hay mucho de dónde escoger, todos muy serios, pero
ninguno con posibilidades reales de tener un futuro político presidencial.
OP: OP: Bueno, ¿y usted entre Francisco y su tío Juan Manuel por quién
votaría?
AS: Yo, claramente, no votaría por
Francisco. Él está demasiado a la derecha. El proyecto del presidente Santos me
parece mucho más de centro, más progresista, que se identifica con los ideales
liberales con los cuales yo me identifico.
OP: ¿Que un tío suyo sea presidente de Colombia, le ha presentado
dificultades para ejercer como director de Semana? ¿Por ejemplo, en términos de
credibilidad?
AS: La independencia no está en el
vínculo familiar sino en las convicciones y en las decisiones que uno toma
sobre la marcha. ¿O acaso Francisco y Juan Manuel por ser primos se quieren y
son amigos? Todo lo contrario. Representan dos proyectos políticos antagónicos.
En ese sentido, la credibilidad y la independencia de la revista Semana están
en su propuesta periodística, en el coraje a la hora de asumir un periodismo de
investigación, en su papel de contrapoder frente a los abusos del poder
político. De modo que quien lee la revista, se da cuenta dónde está su
independencia.
OP: Hubo un tiempo en que los liberales eran los progresistas, los
conservadores los reaccionarios, y los de izquierda los que querían cambiar el
sistema. Pero ahora vemos a un izquierdista como Samuel Moreno robándose a
Bogotá, a un liberal como Uribe comandando a la extrema derecha, y a un
conservador como Álvaro Leyva muy cercano las Farc. ¿Se borraron las fronteras
entre los partidos? ¿Así, quién entiende a los políticos?
AS: Hace mucho tiempo que en Colombia las
fronteras ideológicas desaparecieron. Aquí proyectos políticos coherentes y
serios de mediano y largo plazo dejaron de existir hace un largo rato. Vemos
desafortunadamente rótulos que lo único que agrupan maquinarias electorales
previas a las elecciones. Tenemos un Partido de la U que se inventaron en el
momento del paroxismo uribista para reunir un grupo de gente y armar un partido
donde no hay ningún tipo de identidad ideológica, hay solo un pragmatismo
político. El Partido Conservador ha limitado su ideario político al tema
clientelista. Vemos a una izquierda canibalizada y antropofágica a la que sus
propios odios la están carcomiendo, donde la estocada final fue lo que sucedió
con los hermanos Moreno en la alcaldía de Bogotá. Y como si lo anterior fuera
poco, el colofón de un movimiento de Progresistas que antes que proyectar a la
izquierda en la alcaldía de Bogotá, lo que está mostrando es nuevamente su
incapacidad para gobernar a Colombia. La verdad es que el país está cansado de
las falsas promesas, está cansado de la corrupción, del clientelismo. Pocas
veces como ahora hay tanto escepticismo frente a la política. Por eso es hoy
cuando la política y las ideas políticas tienen la posibilidad de reinventarse
a través de nuevas figuras. Este es el momento cuando nuevas figuras políticas
tienen que comenzar a hablarle más claramente al país. Y no se ven.
OP: ¿Sería entonces el momento ideal para que en medio de la pelea entre
Santos y Uribe se cuele un tercero a la presidencia?
AS: Es correcto. Hay una muy buena
coyuntura para un movimiento organizado, que tenga un proyecto serio de país,
pero que inevitablemente pase por una gran figura, de gran liderazgo.
OP: Ya para terminar, usted atrás se refirió al gran paroxismo que hubo
en torno al gobierno de Álvaro Uribe. En su condición de director de una
importante revista nacional, ¿cómo juzga usted esa veneración que casi todos
los medios le profesaban a él, en contraposición con la actitud más crítica que
ahora asumen en torno a su figura, después de que abandonó la presidencia? ¿En
ese momento, no cree que hubo una especie de complicidad de los medios con
Uribe?
AS: Colombia con Uribe vivió un
caudillismo, y muchos medios lo vieron a él como un salvador, como el hombre
que iba a cambiar el país. Y esa visión mesiánica me pareció peligrosísima para
la democracia colombiana. Semana asumió siempre una posición crítica, y en eso
siempre defendimos las instituciones. Una democracia se fortalece no por las
habilidades de una persona sino mediante el fortalecimiento del capital social
y de las instituciones. Por eso estuvimos en contra de la reelección, pero
éramos una voz en el desierto. Porque había un enamoramiento del país, no sólo
del pueblo sino de muchísimos medios de comunicación, que en su inmensa
mayoría, yo diría que casi todos, estuvieron de acuerdo no solo en la primera
sino en la segunda reelección. Hoy en día, muchos de esos periodistas deben
sentirse avergonzados de haber apoyado la segunda reelección.
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