Enrique
Santos Calderón sorprendió este jueves a tirios y troyanos cuando en un foro en
Estados Unidos dijo de su hermano Juan Manuel que “está atado a la reelección,
porque hay que ver las opciones que hay…”. Lo primero que cualquier analista
entra a considerar es si no fue una imprudencia, o si sería que ambos se
pusieron de acuerdo para soltar la ‘bomba’ y medir el efecto causado.
Imprudencia
porque la expresión “hay que ver las opciones que hay…” puede ser interpretada
como una carga profunda contra Germán Vargas Lleras, de quien se da por
descontado que sería el heredero del trono en caso de que Santos decidiera no
aspirar a la reelección. Y cuando un periodista le picó la lengua al ‘primer
hermano’ preguntándole precisamente por la posición de Vargas en torno a la
paz, agregó que “uno no ve que estaría tan jugado por el proceso como el
actual presidente”.
A
continuación entró a terciar el presidente Santos desde su cuenta de Twitter,
así: “para evitar confusiones, no hay que olvidar que Augusto es Augusto y
Abdón es Abdón”. Con ello daba a entender que por muy hermanos que sean, cada
uno maneja puntos de vista diferentes. En el mismo tono, Enrique Santos fue
enfático en que sus opiniones son personales y no comprometen al gobierno.
Al
margen de que pudiera o no ser un libreto preparado de antemano, la respuesta
que en torno al tema dio Vargas Lleras a La W siembra más dudas que certezas:
“no le sobran razones” (a Enrique Santos).
Sin
entrar en suspicacias, esto indicaría que estamos ante la primera diferencia
política de fondo entre Juan Manuel Santos y su ministro de Vivienda. Para
nadie es desconocido que entre Vargas y el expresidente Uribe siempre hubo
identidad de criterios en el tratamiento guerrerista y confrontacional que
había que darles a las Farc, y la coincidencia se hace extensiva a que los
mismos que le mataron el papá al segundo, le hicieron al primero un atentado en
el que perdió parte de su mano izquierda.
Lo
que habría que preguntarse, entonces, es por qué el hoy presidente dice confiar
tanto en Vargas Lleras, cuando todo parecería indicar que, si éste fuera su
sucesor, se repetiría la ‘traición’ de Santos frente a Uribe, pero a la
inversa: Vargas retornaría a la mano dura, al mejor estilo uribista, o sea que
abandonaría los esfuerzos en busca de una salida negociada al conflicto y
pasaría a privilegiar el combate.
Es
aquí donde, si se nos permite, el terreno queda abonado para formular una osada
hipótesis: Germán Vargas Lleras sería el ‘fusible’ con que cuenta Juan Manuel
Santos para remplazarse a sí mismo en caso de que el proceso de paz con las
Farc fracase. Es previsible que si esta malhadada eventualidad se diera, la
consecuencia inmediata sería la resurrección política del expresidente Uribe,
porque todo le quedaría servido en bandeja de plata para que en las elecciones de
2014 impusiera su candidato, de modo que pudiera retomar el control del Estado,
si bien ‘en cuerpo ajeno’.
Ahora
bien: como es sabido que Santos sigue siendo el más habilidoso de los tahúres,
él ya debió contemplar esa posibilidad, y la carta que tendría para jugarse
sería la de renunciar a la reelección, a sabiendas de que el fracaso de la paz
le cerraría las puertas a un segundo mandato. Pero se las abriría a Vargas
Lleras, quien contaría a su favor con el antecedente de una política social a
favor de “los más pobres entre los pobres” (las 100.000 viviendas gratis), y
con que nunca abandonó el discurso de la mano dura contra la guerrilla.
Ello
explicaría por qué en la misma entrevista a La W arriba citada, al ser
preguntado si volvería al Congreso, respondió que "esa página ya la
pasé". Porque sabe que –de nuevo en coincidencia con Uribe- su más cercana
posibilidad de regir los destinos de la nación está íntimamente ligada a que
las Farc se lo permitan.
Y
en esto, vaya irónica paradoja, Juan Manuel Santos parece estar de acuerdo…
Twitter:
Jorgomezpinilla
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