En momentos en que llueven rayos y centellas de lado y lado por las
acusaciones de Enrique Gómez Hurtado y su sobrino Enrique Gómez Martínez contra
Ernesto Samper y Horacio Serpa en torno al asesinato del dirigente conservador
Álvaro Gómez, el empresario Nicanor Restrepo en entrevista para El Colombiano hizo
una especie de ‘confesión
de culpa’ con gran valor histórico.
Allí reconoció lo que el hoy presidente de Colombia nunca ha aceptado,
como fue que él (Nicanor) y su amigo Juan Manuel Santos conspiraron para buscar
la renuncia de Ernesto Samper, en términos que define como de “conspiración
democrática”, si es que tal figura es posible: “En la época de Ernesto Samper
había un grupo al que llamaban ‘los conspiretas’, que eran unos personajes que
estaban teóricamente conspirando: pero no era favoreciendo un golpe militar ni
nada de eso. Era una conspiración democrática, pero al fin y al cabo una
conspiración. Los paramilitares y las guerrillas harían un gran pacto de paz,
que obviamente estaría avalado por el Estado. Las fuerzas de Policía y militares
respetarían ese gran pacto y habría desarme y todas esas cosas de finales
de los conflictos. A cambio de eso se producía un relevo en el gobierno”.
Esta revelación de todos modos no descarta la existencia de los
conspiradores que sí estaban buscando un golpe militar para derribar al
gobierno de Samper, y esto es precisamente lo que Enrique Gómez viene empeñado
en desvirtuar (¿u ocultar?), tanto con su libro Por qué lo mataron (controversia Editorial, 2011) como mediante una
campaña mediática orientada más a señalar a Samper y Serpa de haber sido los
instigadores del asesinato, que a una búsqueda honesta de la verdad.
El fundamento más ‘sólido’ que tienen Enrique Gómez y su sobrino
–constituidos en parte civil- es el testimonio que Hernando Gómez Bustamante,
alias 'Rasguño', rindió desde una cárcel de Estados Unidos en 2010, y para cuya
recepción viajaron hasta allá un fiscal; el procurador delegado para asuntos
penales, Gabriel Jaimes (hombre de confianza del procurador Alejandro Ordóñez);
y el abogado de la parte civil, Enrique Gómez Martínez. En reciente entrevista
para El Tiempo, este último manifestó que “el conjunto de lo dicho por
'Rasguño' se ha venido confirmando casi en su totalidad en los últimos dos años”.
Una cosa muy diferente piensa la revista Semana, que basada en el
mismo testimonio concluye que Rasguño “¡está loco!”,
y para probarlo toma diversos apartes de la declaración y los contrasta con la realidad.
Aparte de lo anterior, el artículo
citado repara en un hecho llamativo, como fue que en varios apartes del
testimonio Gabriel Jaimes y Enrique Gómez “le sugieren nombres e incluso le
corrigen fechas y datos a ‘Rasguño’ cuando éste se equivoca o no se acuerda”,
como si lo estuvieran orientando para que se ciñera a un libreto acordado de
antemano.
Otro aspecto llamativo de esa declaración –conocida en su integridad
por Semana- es que allí ‘Rasguño’ la emprende por igual contra el exfiscal
Alfonso Valvidieso (“que inició la investigación por el crimen de Álvaro Gómez
Hurtado y descubrió las pistas que señalaban a algunos militares como
partícipes del magnicidio”), el exvicefiscal Adolfo Salamanca (“encargado de
adelantar delicados procesos contra altos oficiales del Ejército y fuerte
crítico de la impunidad de la justicia penal militar en casos de masacres”) y
el exfiscal Alfonso Gómez Méndez (“especialmente duro en las investigaciones
contra los militares y en cuya fiscalía varios integrantes de la Brigada XX
fueron arrestados por diversos crímenes, entre otros el magnicidio de Álvaro
Gómez”).
Traigo a colación esta triple coincidencia porque es sabido que en
torno al asesinato de Gómez Hurtado la primera y más fuerte hipótesis apuntaba
a la participación de militares de alto rango, supuestamente organizados para
tal fin en torno al Grupo Cazadores de Inteligencia, con sede en Bucaramanga y
dirigido por el coronel Bernardo Ruiz Silva, quien fue acusado y tuvo medida de aseguramiento pero
se dio a la fuga, en lo que de entrada daría para pensar por qué huía un
oficial que contaba con el apoyo del Ejército para probar su inocencia. Es
sabido que el 20 de mayo de 2003 el hombre fue absuelto por el Juzgado Segundo
Penal del Circuito Especializado, pero una fuente de la Fiscalía que prefirió
la reserva de su nombre le dijo a este columnista que ese ente investigador “no
ha enterrado del todo las hipótesis en torno a la eventual participación de
oficiales retirados en el magnicidio”.
Volviendo al libro de Enrique Gómez Hurtado, su contenido evidencia
dos propósitos básicos: uno, acusar a Samper y Serpa como instigadores del
crimen, valiéndose del testimonio de ‘Rasguño’; y dos, ejercer durante más de
50 páginas una defensa oficiosa del estamento castrense, para concluir que
“desde la Fiscalía y otras instituciones se desvió la investigación para
encubrir a sus verdaderos autores”.
Tan débil y exento de valor probatorio está resultando el testimonio arriba
citado, que al cuestionamiento de Semana se suma ahora un informe
de RCN Televisión que da cuenta de la existencia de una carta, escrita a
puño y letra por el mismo ‘Rasguño’, en la que el capo revela su propia
intención de hacer el montaje probatorio para incriminar a Samper, a Serpa y a
la Policía en el magnicidio, según “el reciente testimonio de un reconocido
abogado”.
La carta en mención hablaría de los planes que Carlos Castaño le comunicó
a ‘Rasguño’ a mediados de 1999, en una reunión en Montería, en la que además de
ellos dos estuvieron un abogado y dos jefes de las AUC. Según RCN, esa reunión le
fue confirmada a la Fiscalía por uno de los asistentes. El plan del extinto
jefe paramilitar sería el de desviar la investigación y proteger a un alto
oficial del Ejército, para lo cual le habría dado instrucciones a ‘Rasguño’ de
decir (y el texto entre comillas corresponde a lo que él mismo habría escrito) que
“al doctor Álvaro Gómez Hurtado lo habían matado por orden del doctor Ernesto
Samper y por orden del doctor Horacio Serpa; que don Orlando Henao había ido a
una reunión con ellos dos, y que yo había estado en la reunión también...
Castaño seguía en su propósito de que eso había que contárselo al país y que
había que hacer una rueda de prensa, llamar periodistas de Bogotá, y que yo
tenía que contar que eso había ocurrido”.
Faltaría por dilucidar si tanto el libro de Enrique Gómez como su
campaña mediática y las declaraciones de ‘Rasguño’ responden al mismo
propósito, pero lo que comienza a develarse haría pensar que hay fuerzas muy
poderosas –y oscuras, por supuesto-, que desde la extrema derecha vienen
trabajando en forma coordinada para ocultar los verdaderos móviles y autores
del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado.
Twitter: @Jorgomezpinilla
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