lunes, 3 de abril de 2023

¿Por qué Hollman Morris no está al frente de RTVC?

 


Tomado de El Unicornio

Injusticias en esta vida se cuecen como las habas boyacenses, y un caso bien llamativo se viene dando con el periodista, productor de TV, escritor y político Hollman Morris, quien fue candidato a la alcaldía de Bogotá por Colombia Humana en 2019, como le correspondía en línea directa por su brillante trayectoria al frente de Canal Capital mientras Gustavo Petro fue alcalde.

Pero vio frustrada su aspiración debido a un escándalo orquestado desde las oficinas del abogado uribista Abelardo de la Espriella, después de que este convenció a la exesposa, Patricia Casas, de que le entablara un pleito legal por supuesto maltrato intrafamiliar, tomando como sustento jurídico que el demandado no cumplía “en un 100% con su responsabilidad con los menores ni con varios compromisos económicos”. (Ver noticia).

Cuando La W le preguntó a la demandante si pretendían dañar la aspiración electoral de su exmarido, aseguró que no. Pero la denuncia se presentó en medio de la campaña y la intención del abogado era -por supuesto- provocar un daño político, como en efecto lo logró, pues de no haber sido por ese escándalo el alcalde de Bogotá hoy sería Hollman Morris, no Claudia López.

A partir de tan lamentable circunstancia Hollman quedó marcado por un inri, el de maltratador, frente a lo cual él alega a su favor que ningún tribunal de justicia ha emitido una sola condena en su contra, ni por ese tema de índole privada ni por su desempeño en lo público.

Coincidimos en que se trató de un “asesinato de carácter” (character assassination), entendido en su acepción inglesa como acabar con la reputación de un contrincante mediante una maniobra orientada a desacreditarlo, sembrando infundios de índole privada o personal en su contra. En este terreno De la Espriella brilló con luz propia ­-es de caballeros reconocerlo-, al ganar para su perversa causa nada menos que a la exmujer de su enemigo político.

Lo cierto es que, golpeado por ese escándalo y sometido al ‘fuego amigo’ que le llegaba desde el ala feminista más radical del petrismo, la consecuencia inmediata para su carrera consistió en que se borró de tajo el buen desempeño que había tenido mientras gerenció Canal Capital, donde no solo fue eficaz escudero mediático de Petro sino que conquistó al público joven y posicionó al canal del Distrito con una parrilla de programación diversa, con contenidos culturales, de opinión y entretenimiento, sumado a que puso a la televisión pública a generar ingresos.

Esto conviene decirlo en coincidencia con una coyuntura muy crítica, que hizo a muchos a dudar o poner a tambalear su fe en el Gobierno del Cambio, a raíz del severo golpe a la reputación del presidente ocasionado por los malos pasos que venía dando su primogénito, envuelto en eso que los franceses llaman “relaciones peligrosas” (Liaisons dangereuses). Es en este contexto dañino donde se aprecia una situación paradójica, la de comprobar que la persona con el perfil más indicado para corregir el daño y capotear desde lo mediático esta u otras crisis venideras, está de algún modo abandonado a su suerte, por cuenta de una situación también ajena a su desempeño en lo público.

Decíamos en columna reciente que hoy se presenta una especie de desestabilización a cuentagotas, puesta en práctica por poderosos medios de comunicación que necesitan que fracase un gobierno contrario a sus intereses, y en tal medida andan dedicados a sembrar pesimismo sobre el futuro inmediato del país, sobre todo en el ámbito económico.

Y el Gobierno no es consciente de esta realidad, como parece evidenciarse en una política de Comunicaciones errática, dedicada más a apagar los incendios del día a día que al desarrollo de una estrategia de alto contenido pedagógico, que convenza sobre las ventajas de los cambios que pretenden impulsar para Colombia a mediano y largo plazo.

Es hora entonces de que el mismo presidente haga justicia y proceda como de nuevo corresponde, sobre un terreno donde lo más lógico sería que Hollman Morris asumiera la gerencia de RTVC, hoy sometida a una inexplicable e insólita orfandad administrativa que ya va para ocho meses. ¿Por qué el Sistema de Medios Públicos sigue en manos de la muy uribista administración anterior, comenzando por su actual gerente, Adriana Vásquez? Vaya uno a saber… Lo cierto es que se conocen denuncias sobre manejos amañados que la señora viene haciendo de la nómina de una entidad tan neurálgica, encargada nada menos que de las políticas estatales de Comunicación en lo televisivo y radial. (Ver denuncia que circula).

Si la memoria no nos falla, en octubre del año pasado se presentó la primera gran crisis que afectó la imagen del gobierno, relacionada con ciertos edredones y sábanas lujosas que había adquirido el DAPRE para las habitaciones del Palacio de Nariño. En aquella ocasión se escucharon voces que hablaban de la urgencia de crear medios gobiernistas, pero creíamos que el problema real se agudizaba ante la ausencia de un manejo estratégico de la Comunicación. En este terreno, por esos días propusimos dos aspectos claves: uno, fortalecer los medios aliados; dos, tener inserción dentro de los medios tradicionales desde instancias gubernamentales, con mensajes atractivos para el grueso público”. (Ver columna).

Fue lo que sugerimos, como aporte conceptual, pero lo que se vio fue la creación del primer medio gobiernista, Informativo Colombia Hoy, una emisora virtual que transmite tres horas diarias de programación oficial, de 6 a 9 a.m., con una abultada nómina de periodistas que por cierto proviene de medios tradicionales. A nuestro modo de ver, esta emisora juega un rol parecido al de regalarles biblias a los cristianos: son mensajes que le llegan a un público minoritario, leal a la causa, convencido de las bondades de este Gobierno.

Y ocurre que una efectiva estrategia de Comunicaciones debe llegar por igual a tirios y troyanos, o sea al país entero, buscando sobre todo reconquistar a quienes han sido contagiados por la ola de pesimismo y malestar colectivo que están sembrando medios como Semana, El Tiempo, El Colombiano, RCN, Noticias Caracol, Red + Noticias y otros que por ahora escapan a la memoria.

Esto fue concebido inicialmente como una columna de opinión independiente, del director de El Unicornio, pero llegados a este punto nos atrevemos a pensar que en lugar de su publicación quizá obraría un efecto más positivo si se le concibe como un documento que se somete a consideración del gobierno con espíritu constructivo, y donde la principal recomendación sería la de advertir sobre la conveniencia de tener al frente del manejo estratégico de las Comunicaciones a una persona como Hollman Morris, quien que con sus gestas y sus realizaciones ha demostrado ser tal vez el profesional más capacitado, más leal, más eficaz y por tanto más indicado para emprender tan importante tarea.

En algún pasaje del Nuevo Testamento, Jesucristo les hablaba a sus discípulos sobre cómo reconocer a los verdaderos seguidores y evitar a los falsos profetas, con estas palabras: “por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?”. Mateo 7:15-20

La palabra la tiene el presidente de la República.

@Jorgomezpinilla

Lo bueno, lo malo y lo feo de este Gobierno

 


Tomado de El Unicornio

Comencemos por algo que no es cuestión de gustos personales, sino una advertencia tomada de una columna reciente de Julio César Londoño: “sigo creyendo en los beneficios del proyecto de la Colombia Humana: a nadie, salvo a los buitres y a las funerarias, le conviene el fracaso de este Gobierno”. (Ver columna).

La frase en mención no habría sido pronunciada si no fuera porque el país atraviesa por una crisis política de hondo calado, debida en gran parte a errores del mismo Gobierno. Y lo preocupante del asunto es que hay sectores, unos oscuros y otros a plena vista de la concurrencia, tratando de aprovechar la crisis con propósitos desestabilizadores.

Estamos hablando de una desestabilización a cuentagotas, que no proviene exclusivamente de los enemigos del gobierno, a no ser que le demos el carácter de enemigos a los dueños de poderosos medios de comunicación que desde lo corporativo ven inconveniente que prospere un gobierno contrario a sus intereses, y en tal medida andan dedicados a sembrar pesimismo y malestar sobre el futuro inmediato del país, sobre todo en el ámbito económico.

Si en el plano televisivo durante el gobierno anterior Noticias RCN llevaba la batuta contra la imagen de Gustavo Petro, en esta ocasión el informativo que lleva la delantera en minar a como dé lugar esa misma imagen es Noticias Caracol. Y hay un hecho reciente que los delata: entrevistaban a una funcionaria del Invima sobre el desabastecimiento de medicamentos y cuando esta dijo que “el problema lleva mucho tiempo, esto trae una cola muy larga desde hace más de cuatro años…”, fue cortada de manera abrupta para dar paso, sin agradecer ni despedir a la entrevistada, a un aviso comercial de “Hepatodrén, triple acción, drenador hepático”. (Ver corte).

Es de caballeros reconocer que al frente de importantes denuncias de ese noticiero, sobre todo relacionadas con cosas oscuras dentro de las Fuerzas Armadas, hay investigadores íntegros de la talla de un Ricardo Calderón o un Juan David Laverde. Y sea además la ocasión para contar que precisamente durante el gobierno anterior dicho medio podía jactarse de mostrar objetividad periodística gracias a esos sesudos informes, que ponían y siguen poniendo el dedo en la llaga de la corrupción.

Pero hay un hecho irrefutable, y es que mientras Iván Duque fue presidente, Caracol nunca se metió con él, pese al progresivo desgaste de su imagen, por una razón de peso financiero: porque la mayor parte de la muy abultada contratación en forma de pauta o ‘mermelada’ publicitaria era ordenada directamente por la Presidencia de la República, de modo que en contraprestación andaban dedicados a la elaboración de informes que destacaban el optimismo empresarial y mostraban un supuesto crecimiento constante de la economía.

En esta ocasión, por el contrario, sobre todo en el cubrimiento del tema económico, la tendencia que en Noticias Caracol marca la pauta es el pesimismo frente al gobierno del Pacto Histórico. Y en esta tarea no están solos, pues, como se dijo atrás, para la difusión de mensajes que promueven el desencanto actúan de modo corporativo en alianza con medios como RCN (obvio), Red+Noticias, Semana, El Tiempo, El Heraldo, El Colombiano y otros que escapan a nuestra memoria. Y no se requiere tener cuatro dedos de frente para constatar que para los dueños de esos medios lo corporativo incluye a las EPS que tratan de proteger, mediante una soterrada oposición a la reforma a la salud que impulsa la ministra Carolina Corcho.

Lo llamativo es que el Gobierno no parece ser consciente de esta realidad, como se hace evidente en una política de Comunicaciones errática, dedicada a apagar los incendios del día a día antes que al desarrollo de una estrategia que convenza sobre las ventajas de los cambios que pretenden impulsar para Colombia a mediano y largo plazo.

Crearon el Informativo Colombia Hoy, con tres horas diarias de programación radial virtual, pero esto es como regalarles biblias a los cristianos, pues solo lo escuchan los que están convencidos de las bondades del gobierno del Pacto Histórico. Y el objetivo debería ser llegarles a los críticos y malquerientes.

 

Ligado a lo anterior, podemos regresar al título de esta columna que hablaba de lo bueno, lo malo y lo feo de este gobierno.

Para brindar claridad al respecto, lo bueno es que está del lado de los más pobres y decidido a promover un profundo cambio en lo cultural, lo económico y lo social. Y de ahí que coincidamos con el columnista Londoño en que a nadie le conviene su fracaso, y en tal medida, pese a sus errores, debemos brindarle el más firme apoyo.

Lo malo, que las directrices de la política de Comunicaciones parecieran emanar exclusivamente de la cuenta de Twitter del presidente Gustavo Petro como máximo órgano informativo.

Y lo feo -de esto último no nos cabe duda- es que desde lo ético no han logrado depurar las costumbres en lo relacionado con el tráfico de influencias desde las más altas esferas del poder.

Fin del comunicado.

@Jorgomezpinilla

Lo que va de Nicolás a Nicolás


Tomado de El Unicornio

Anda circulando por ahí una caricatura de Mheo (Mario Hernando Orozco), donde se le escucha decir al presidente Gustavo Petro, apesadumbrado: “Si malcriaron a Nicolás, fue a mis espaldas”. El dicho se ajusta a la verdad histórica, pues estamos hablando del primer hijo que tuvo, por los días que vivía en Zipaquirá, aunque con una novia que había conocido desde niño en Ciénaga de Oro, Katia Burgos, perteneciente a una de las familias más tradicionales de ese municipio cordobés.

Estando Katia embarazada, Petro se incorpora al M-19 e ingresa a la clandestinidad, por lo que ella se regresa a Ciénaga de Oro. Pero no a casa de sus padres, pues su familia había renegado de ella, sino que se fue a vivir con su suegra, Clara Nubia Urrego, y su cuñado, Juan Fernando Petro, quienes le ayudaron a criar al pequeño Nicolás.

Volvió a saber del padre de su hijo cuando fue capturado en Santander, mientras se movilizaba entre Girón y Barrancabermeja, en cuya cárcel fue recluido. Al llegar a esa ciudad, luego de una accidentada travesía en compañía de su cuñado, en la primera visita dominical que le hizo al preso Katia se lleva la terrible sorpresa de coincidir con el nuevo amor de Petro, Mary Luz Herrán, oriunda de esa ciudad, quien para la fecha estaba en quinto de bachillerato, tenía 16 años y pertenecía a la Juventud Comunista (JUCO).

A Mary Luz la conoció en Girón, fueron compañeros de convivencia y de lucha durante 15 años, y tuvieron dos hijos, Andrés y Andrea, cuyos nombre por cierto fueron un homenaje de Petro a la persona que los presentó, el entonces comandante Andrés Almarales, quien habría de perecer en la toma al Palacio de Justicia en 1985.

En este contexto conviene mencionar que el M-19 se desmovilizó el 8 de marzo de 1990, y fue después de esta fecha que Mary Luz y Gustavo tuvieron a sus dos hijos. El matrimonio duró hasta el 2003.

Tres años antes Petro conoce a Verónica Alcocer, 17 años menor que él. Fue durante una conferencia que dictó en la Corporación Universitaria del Caribe de Barranquilla, siendo ella estudiante de Derecho. Verónica provenía de una familia católica devota, con un padre conservador y admirador de Álvaro Gómez Hurtado, el abogado Jorge Emilio Alcocer, tío de Mario Fernández Alcocer, exsenador del Partido Liberal investigado por parapolítica y casado con una senadora cercana al clan Char, Ana María Castañeda, del partido Cambio Radical.

Cuando se conocen, Verónica era madre soltera de un hijo que había tenido meses antes con un compañero de universidad, bautizado como Nicolás Arbeláez Alcocer. Pero al momento en que se van a vivir juntos, Petro decide adoptarlo, y entonces pasa a llamarse Nicolás Alcocer Petro.

Y es aquí donde llegamos al verdadero motivo de esta columna, para demostrar cómo el hijo adoptado ha compartido mucho más tiempo de calidad que el biológico del mismo nombre, y de quien los sucesos recientes en torno al escándalo destapado por su exesposa Daysuris permiten concluir que terminó convertido en el hijo calavera.

Esto para brindar claridad entonces en que las mañas que hoy se le conocen a Nicolás Petro Burgos no las adquirió de la influencia o el contacto directo con el hoy presidente de la República, sino todo lo contrario: de su lejanía con el papá.

DE REMATE: Llega como anillo al dedo la columna de Cecilia Orozco hoy en El Espectador, donde pone el dedo en la llaga con frases contundentes como esta: “Gritan ‘castigo’ –como ciertamente lo merece– para el hijo de un presidente que irrumpió en las altas esferas oficiales sin pertenecer a ellas; pero acallaron el escándalo mayúsculo de “los hijos de otros expresidentes” que se hicieron multimillonarios durante la administración de sus padres, como lo aseguró” el mismo Gustavo Petro.

sábado, 28 de enero de 2023

Hoy Barranquilla es “la caldera del diablo”

 


Tomado de ElUnicornio.co

Los que tienen más de cincuenta años deben recordar una serie de televisión norteamericana que todas las noches congregaba a las familias alrededor de la pantalla. Se llamaba La caldera del diablo y retrataba la vida en Peyton Place, un pueblo de Nueva Inglaterra que guardaba secretos escandalosos, como el de una joven que era abusada por su padrastro.

Si comparamos eso con la hoguera de pasiones que hoy se vive en Barranquilla, desatada por una mujer que fue utilizada por dos familias y cuyos victimarios siguen gozando de impunidad, lo ocurrido en Peyton Place pasaría a ser un cuento de hadas.

La historia aquí adquiere visos de culebrón cuando nos enteramos de que su protagonista, Aída Merlano, fue encumbrada a la política gracias a su condición de amante núbil de Julio Gerlein, a quien conoció cuando ella tenía 16 años y él 52. Son 36 años de diferencia, ojo. En 2008 la hicieron concejal y cuatro años después diputada a la Asamblea, a la que renunció para pasar en 2014 a la cámara de Representantes, y en 2018 al Senado de la República. Todo eso en solo diez años, una meteórica carrera que habría terminado por conducirla mínimo a la gobernación del Atlántico. 

Y todo lo anterior en representación política de las dos familias que la encumbraron, los Gerlein y los Char. Porque no se debe olvidar que luego de ser la amante oficial de Julio Gerlein pasó a manos de Alejandro Char, quien la convirtió en su preferida de cobijas y vivió un tórrido romance de cachos para la esposa oficial, con regalos de finas joyas, viajes y otros perendengues para “la otra”. 

Aída Merlano fue arrestada en la sede de su campaña el 11 de marzo de 2018, acusada de corrupción al sufragante, concierto para delinquir y tenencia ilegal de armas. Según la propia Aída -y hay videos que la respaldan- esas armas le fueron sembradas por la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez para convertirla en chivo expiatorio. Y la explicación es clara: si no fuera por las armas, cuya tenencia constituye un delito mayor, los delitos de corrupción al sufragante y concierto para delinquir habrían involucrado directamente a sus jefes políticos y patrocinadores económicos, el clan Char-Gerlein. 

Lo cierto es que en un juicio exprés Aída fue condenada a 11 años y 4 meses de cárcel, y recluida en El Buen Pastor, y la película adquiere visos de suspenso cuando el 1 de octubre de 2019 estalla la noticia bomba de su cinematográfica fuga desde la ventana de un consultorio odontológico para subirse a una moto que la esperaba y que la condujo a destino desconocido. 

Lo que solo vino a saberse tras su recaptura en Caracas el lunes 28 de enero de 2020, es que a la mujer le habían organizado la fuga con la finalidad de secuestrarla y desaparecerla. Según la propia Aída, se trató de un secuestro porque “si no, me hubiesen dejado ir en el instante que les dije que me quería ir. Y no fue así. Tuve que hacer muchas cosas para escaparme de ellos”.

En este punto de la trama es de singular importancia una investigación que hicimos en El Unicornio por esos días, a raíz de unas declaraciones suyas ante una jueza de Caracas, cuando afirmó que “después de todas las cosas que pasaron, hubo una masacre en Cesar. Mataron a tres personas, no sé si fue en el mismo lugar en el que me secuestraron o si son los mismos a los que me les fugué, quizás para evitar que confesaran quiénes los habían contratado para lo que iban a hacer contra mí”. (Ver artículo de El Unicornio). 

Pues bien, nos pusimos a investigar y hallamos que, en circunstancias cronológica y geográficamente coincidentes con su dicho, hubo una masacre de tres personas el 18 de diciembre de 2019 en Tamalameque (Cesar). Y tenemos la foto de una de las víctimas, y la buena noticia de la solicitud de extradición de Aída al gobierno de Venezuela por parte del presidente Petro es que quizá así podamos tener acceso a ella para preguntarle si esa cara corresponde a la de uno de sus captores, con lo cual desde El Unicornio habríamos de brindar un aporte importante para el esclarecimiento de ese crimen. (Ver foto).

En el solo contexto de las implicaciones legales, el aparente regreso de Aída a Colombia sería dulce para unos y amargo para otros. Dulce y motivo de plácemes para su abogado Miguel Ángel del Río, barranquillero como Aída y como los acusados por su defendida, los Char y los Gerlein. Estos últimos, si la justicia se hiciera sentir, terminarían por ver el rostro amargo de su retorno. Fíjense no más en que Arturo Char fue llamado para responder este 24 de enero ante la Corte Suprema por “corrupción electoral y concierto para delinquir”, nada menos, pero logró su aplazamiento arguyendo que había cambiado de abogado. Ah, y se acaba de saber que a su hermano Álex le quitaron la visa de turista para entrar a Estados Unidos… 

Están además las implicaciones políticas, pues de ningún modo se puede desconocer el inmenso poderío electoral que han conformado las dos familias atlanticenses, mientras que de otro lado habría un interés de Miguel Ángel del Río en medírsele a una batalla tipo David contra Goliat, si le diera por aspirar a la alcaldía de Barranquilla, como se rumora insistentemente. 

Podría decirse que el abogado está en su derecho, pues desde la normatividad jurídica nada se lo impide, y juega a su favor el reconocimiento que tiene como hombre honesto y luchador contra la corrupción. Pero debería contemplar que, por el hecho de actuar o haber actuado en defensa legal de Aída madre e hija, podrían enrostrárselo sus rivales como un impedimento. Sumado a lo anterior, así en su imagen pública el clan Char quedara golpeado o alguno de sus miembros fuera a la cárcel, metérseles al rancho electoral en busca de arrebatarles la alcaldía de Barranquilla no es tarea fácil, como lo demuestra con creces un estadio Roberto Meléndez a reventar y a rabiar el día que el Junior (equipo del patriarca de esa casa, Fuad Char) presentó a la fanática hinchada su nueva adquisición, el futbolista Juan Fernando Quintero. 

Ahora bien, si con motivo del regreso de Aída Merlano a Colombia nos diera por ponernos de detectives, la primera pregunta a resolver sería esta: ¿a quién o quiénes beneficiaba el secuestro y posterior desaparición de Aída Merlano, luego de su fuga desde un consultorio al norte de Bogotá? La respuesta es evidente. 

En todo caso, bienvenidos a un nuevo capítulo de la emocionante caldera del diablo en que hoy está convertida Barranquilla desde cuando se supo del inminente regreso de doña Aída a Colombia… 

@Jorgomezpinilla


domingo, 22 de enero de 2023

Emanuela, ¿qué hizo el Vaticano contigo?

 


Tomado de ElUnicornio.co (14 de enero de 2023)

Si de algo sirve la historia de la desaparición de Emanuela Orlandi a la tierna edad de 15 años dentro de las paredes del Vaticano, es para confirmar dos cosas: primero, que todos somos esclavos del azar. Y segundo, que dentro de la Iglesia Católica hay todavía muchas cosas oscuras -pervertidas o perversas- que siguen sin salir a la luz pública o sin resolver.

Esclavos del azar, dije, porque según cuenta el extraordinario documental de Netflix sobre tan misterioso rapto, titulado (La chica del Vaticano) la última vez que ella salió de la casa acababa de tener una discusión con su hermano Pietro. Ella le pidió que la acompañara a su clase de flauta, pero él no quiso. Discutieron, ella se fue muy brava con Pietro, y según reseña El Tiempo, esa fue “una de las decisiones que más lamentó en su vida”. Aquí entre nos, ¿quién puede cargar con el peso de esa culpa en su conciencia? Si esa tarde del 22 de junio de 1983 su hermano hubiera decidido acompañarla, Emanuela Orlandi estaría viva.

Ahora el tema “resucita” luego de permanecer durante décadas en el olvido, debido a que según un cable de la BBC de Londres (última ciudad a la que habría llegado viva), “las autoridades han reabierto la investigación del caso, tras varias solicitudes del hermano mayor de Emanuela, quien a lo largo de los años ha llevado a cabo una campaña para resolver la desaparición”.

Dije atrás que dentro de la Iglesia Católica existen aún muchas cosas pervertidas o perversas, y sea la ocasión para recordar un escándalo relativamente reciente que sacudió al Vaticano, en 2017: una orgía gay amenizada con consumo de cocaína y presidida por el cardenal Luigi Capozzi, quien luego de ser sometido a desintoxicación tuvo que pasar un largo período de recuperación en un monasterio. (Ver noticia).

Pero vamos al grano. Del tema específico de la desaparición de la chica italiana se ocupó una columna de Ramiro Bejarano titulada Papas encubridores, donde afirmó que “alguien en el Vaticano abusó sexualmente de una joven de 15 años, al parecer un cardenal, y de todo eso estuvieron enterados los pontífices, quienes terminaron convertidos en los encubridores del escándalo más grande que haya sacudido a la Iglesia católica”.

¿Y en qué se basa Bejarano para hacer tan delicada afirmación? En que el mismo documental cuenta al final cómo, cuando el papa Francisco visitó a la familia Orlandi y el hermano de la secuestrada le dijo que tenían esperanza de que Emanuela regresara, el papa le respondió: “Emanuela está en el cielo”. Se lo dijo dos veces, por falta de una. (Video adjunto, incluir desde 4:10 hasta 4:35).

La familia debió creer que lo decía a modo de consolación, pero su sorpresa fue mayúscula cuando una compañera del colegio de Emanuela, que había guardado silencio durante 37 años, contó que dos días antes de la desaparición le había contado que había sido víctima de abuso sexual por una persona muy importante del Vaticano.

Lo anterior daría para pensar entonces que el mismísimo papa Francisco estaría ayudando a encubrir el crimen, pero ahora se podría concluir lo contrario: que quiere contribuir a resolverlo, si hemos de creerle al fiscal del Vaticano, Alessandro Diddi, sin duda obedeciendo órdenes del pontífice, cuando declaró a la agencia de noticias ADNkronos que “todos los archivos, documentos, informes, información y testimonios relacionados con el caso serán reexaminados, para no dejar piedra sin remover".

Ramiro Bejarano cree que se trató de un caso de abuso sexual, y que de esto estuvieron enterados “los pontífices”. Y en efecto, hay un suceso sospechoso que le daría la razón al columnista: 12 días después de su desaparición, el 3 de julio de 1983, el papa Juan Pablo II en alocución ante la Plaza de San Pedro se dirigió a los “responsables de este caso, para pedirles que tengan piedad de la joven. Espero que sea devuelta a la familia”, dijo.

Esto significaría, según el documental, que el papa sabía que estaba viva y que había sido secuestrada. O sea, tenía una información que escapaba al conocimiento de la misma familia de Emanuela. Además, ¿por qué su interés específico en un solo caso de crónica roja, de tantos que podía haber?

Por todo lo anterior, es de esperar que el anuncio de la investigación exhaustiva por parte del Vaticano no se trate de un simple saludo a la bandera. La verdad sea dicha, si el papa Francisco logra llegar hasta sus últimas consecuencias, estaría de contera contribuyendo a horadar los cimientos del prestigio sobre los cuales Pedro, discípulo amado de Jesucristo y supuesto primer papa, construyó su iglesia.

Sea como fuere, se le abona al pontífice argentino su interés en apariencia sincero por resolver el misterio, y quedamos atentos a los resultados de tan interesantes pesquisas. Esto sí que constituye una verdadera “noticia en desarrollo”.

Gustavo Bolívar y Miguel Ángel del Río… ¿alcaldes?

 


Tomado de ElUnicornio.co (4 de enero de 2023)

En torno a la reciente renuncia de Gustavo Bolívar al Senado hay mucha tela de donde cortar. Primero que todo, porque dejó abierta la puerta a la posibilidad de lanzarse como candidato a la alcaldía de Bogotá. Y segundo, porque dijo que se retira para sentarse a escribir Amor a primera línea, novela que al parecer le contrató el canal RCN y cuenta el romance entre la joven alemana Rebecca Sprößer y su novio caleño, asesinado en desarrollo del paro nacional.

Hubo gente de la caverna uribista que le sacó en cara que vaya a recibir “un pago millonario” por trabajar para “un medio oligarca”, como si fuera su obligación cobrar poquito o solo debiera ser contratado por empresas que pertenezcan a gente de izquierda.

De otro lado, son llamativas las reticencias que ha provocado su eventual postulación al segundo cargo más importante del país, pero esto mismo da una idea de la trascendental decisión que tomó, pues donde se hiciera posible que el hombre más cercano al presidente Petro logre hacerse a la alcaldía de Bogotá, nada sería más útil para apuntalar el proyecto político y social que pretende desarrollar el actual gobierno.

En su última columna para El Espectador, Ramiro Bejarano apunta a que “es muy posible que el Pacto Histórico se apodere de las alcaldías de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, bien directamente o en coaliciones”. Y si bien el columnista afirmaba que “en Bogotá todo se ve confuso”, no se debe olvidar que lo escribió el día anterior al anuncio de Bolívar, con lo cual lo que antes era confuso ahora adquiere mayor claridad, como parte de una estrategia de largo alcance. En ciudades como Medellín o Cali no estamos hablando de políticos con el mismo grado de cercanía al presidente, pero igual ayudarían a la consolidación del mismo objetivo.

Sin salirnos del propósito estratégico de afianzamiento de una propuesta de cambio, de las cuatro ciudades mencionadas por Bejarano las dos que más se integran a dicho objetivo son Bogotá y Barranquilla. Y en esta última la persona que más está sonando para ir en busca de esa alcaldía es el corajudo Miguel Ángel del Río, ‘llave’ a su vez de Gustavo Bolívar. Ahora bien, es donde menos fácil la tiene el Pacto Histórico, sumado a que meterse el abogado a competir allí podría resultarle perjudicial a su otra eventual aspiración, la de convertirse en el nuevo fiscal general de la Nación.

Pero la pelea en La Arenosa hay que darla, pues se trata nada menos que de derrotar al poderoso clan de los Char que usó a su antojo a Aida Merlano para una multimillonaria compra de votos que la llevó al Senado y luego la puso en la cárcel, y a quien al parecer le orquestaron su fuga para secuestrarla y desaparecerla, y hoy permanece exiliada en Venezuela, desde donde ha señalado repetidamente a los que fueron los cómplices y autores intelectuales -y financieros- del entramado criminal.

¿Y quién creen ustedes que es el abogado que hoy defiende y representa a la señora Merlano? El mismo que podría entrar a competir por la alcaldía de Barranquilla, exactamente. No es tarea fácil, ya lo dije, pues hablamos de una ciudad donde el ‘tebille” manda la parada en cualquier elección. Pero en caso de lograrlo, Miguel Ángel del Río estaría aportando no su granito de arena sino un monumental triunfo en la tarea de configurar un verdadero cambio en las costumbres políticas, y significaría además un duro golpe a la corrupción enquistada en ese departamento y en muchos otros donde grupos de poder cercanos a intereses mafiosos han acabado por tomar el control de alcaldías y gobernaciones.

Hablando de reticencias y sin salirnos del escenario costeño -ni de las coincidencias- no es posible pasar por alto el ‘fuego amigo’ que le disparó a Gustavo Bolívar el exactor Agmeth Escaf, convertido de la noche a la mañana en pomposo congresista gracias a que su ex María Antonia Pardo intrigó para sacar de la cabeza de lista a la Cámara en Atlántico precisamente a Miguel Ángel del Río, como denuncié en columna de diciembre de 2021 titulada Queríamos tanto a Nany (Ver columna).

Escaf le lanzó un duro ataque a su copartidario, en estos términos: “Pedir que le bajen el sueldo a los colegas, pero al mismo tiempo renunciar porque ese mismo sueldo (que dice es excesivo) no le alcanza y necesita otras entradas que le permitan pagar sus gastos, es un desatino. En fin… ojalá el próximo año nos traiga más unión y coherencia”. A lo cual, Bolívar le respondió con igual dureza: “Incoherencia es valerse de los votos del Pacto Histórico para elegirse y después salir a defender los puestos de los Char. Por algo dijo Nicolás Petro que nos equivocamos con el Pacto en Atlántico”. (Ver trinos).  

Aquí lo llamativo no es que se presenten diferencias entre dos personas comprometidas en el mismo proyecto (¿dónde no hay diferencias entre iguales?), sino que Escaf haya olvidado el refrán según el cual “la ropa sucia se lava en casa”. Mejor dicho, ¿a cuenta de qué se explica que Escaf pretenda hacerle daño al proyecto político en el que se embarcó, y donde siempre se le ha visto como el comercial de Davivienda, “en el lugar equivocado”? La única explicación lógica es que les esté haciendo el mandado a esos paisanos suyos de Barranquilla que se sabe le son muy cercanos desde tiempo atrás, los Daes y los Char.

Si se me permite meter la cucharada, solo para mostrar por dónde va el agua al molino traigo a colación algunas fotos que publiqué en mi muro de Facebook por los días de la columna citada, las cuales dan cuenta de la cercanía de Escaf con el clan Char: una donde le dice a Elsa Noguera “qué orgullo recibir de tus manos la bandera de la tierra prometida”, otra donde abraza a Álex Char y le dice “mi llave @alejandrocharch”, y una tercera donde anuncia que “por el amor que le tengo a mi tierra prometida, porque me emociona ver lo bonita que está, lo bien que va, el domingo votaré por Álex Char”. (Ver fotos y trinos).

Pero me estoy saliendo del tema, porque a donde quiero llegar es a que si Gustavo Bolívar lograra hacerse elegir burgomaestre de la capital (y la tiene relativamente fácil por el prestigio que se ha labrado como político insobornable) sería tanto como si su tocayo Petro regresara en persona ajena a la alcaldía de Bogotá.

Y si en perfecta carambola a tres bandas Miguel Ángel del Río lograra conquistar la alcaldía de Barranquilla, este trío de aliados políticos no solo estaría fortaleciendo con granito el proyecto macro del Pacto Histórico, sino que pondrían por fin a temblar los cimientos del inmenso poderío político al que parecería que hoy le sigue sirviendo en forma solapada el señor Agmeth Escaf.

Al cierre de esta columna surge la noticia de la renuncia de Guillermo Alfonso Jaramillo al cargo de secretario general del partido Colombia Humana para lanzarse como precandidato a la alcaldía de Bogotá. Esto de ningún modo invalida lo dicho aquí, solo abre la puerta a que Jaramillo entre a competir en una consulta abierta con Bolívar, si este último persistiera en su aspiración.

@Jorgomezpinilla

“Si las Farc están mintiendo, se acaba la JEP”: Ernesto Samper

 


Tomado de Revista Cambio (Diciembre 23 de 2022)

Ernesto Samper Pizano publicó en días pasados su libro La verdad siempre es lógica, nunca miente, (Cuéllar Editores, 2022). El escritor y periodista Jorge Gómez Pinilla, autor del libro Los secretos del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, entrevista al expresidente para contrastar las versiones de ambos sobre el magnicidio del líder conservador.

 

Por: Jorge Gómez Pinilla

 

Jorge Gómez Pinilla: Dice usted que, de las personas mencionadas en el Acta del Poder Constituyente -documento que le fue hallado a Rommel Hurtado, uno de los conspiradores contra su gobierno-, “menciono el caso de Pablo Victoria, quien era el animador del proceso”. (Pág. 70). Cuando dice “animador del proceso” ¿lo señala como la cabeza de la conspiración golpista?

 

Ernesto Samper Pizano: La información sobre el papel protagónico que jugó Pablo Victoria salió de una declaración que el mejor amigo de Álvaro Gómez, Eduardo Matuk, le dio al proceso. Un día Gómez lo invitó a su casa y allí le dijo que estaba indignado con el entonces senador conservador, que no quería volver a tener nada que ver con él. De ahí infiero que Victoria estaría tratando de meterlo en la conspiración, si no era que ya lo había metido. Así que el enlace entre los conspiradores y Álvaro Gómez, que yo creía que era solo su hermano Enrique, también era Pablo Victoria. En algún momento, por alguna situación enojosa que se presentó entre ambos, Gómez Hurtado le perdió la confianza a Victoria. En todo caso, es una coincidencia que en la providencia decretada por una fiscal que no llevaba el caso de Álvaro Gómez Hurtado, según la cual su muerte era un crimen de lesa humanidad, las fuentes citadas en esa determinación hayan sido precisamente Pablo Victoria y la periodista alvarista María Isabel Rueda.

 

J.G.P.: Hablando del hermano, en mi libro dije que a partir de una reunión que sostuvo en su propia casa con quien siempre fue el principal sospechoso, el coronel Bernardo Ruiz Silva, Enrique Gómez lucía como “un Caín en turbio lance”. (Pág. 88) ¿Qué piensa usted de esto?

 

E.S.P.: Yo creo que el hermano siempre estuvo vinculado a la conspiración, a lo mejor dándoles a entender a los ‘conspiretas’ que Álvaro estaba enterado o dispuesto a meterse, para darles confianza en el tema. Ellos dos como hermanos eran muy cercanos, pero el uno manejaba la política y el otro los negocios. Y Enrique era el de los negocios. No es de extrañar entonces que este hubiera hecho los contactos empresariales de la conspiración. Yo he pensado incluso que los últimos años de Enrique debieron ser una pesadilla, porque si bien no creo que hubiera tenido que ver con su asesinato, él sí pudo haber sido el que le llevó los conspiradores al hermano. Álvaro les dijo que no, y entonces lo mataron. En una hipótesis nada compasiva, yo diría que le fueron dando cada vez más información sobre el golpe que planeaban, hasta que hubo un momento en que ya sabía tanto, que no lo podían dejar vivo.

 

J.G.P.: Usted dice en su libro que los conspiradores se reunían sobre todo en Santander.

E.S.P.: Claro. Es que está el siquiatra derechista Juan Carlos Martínez Santoro, amigo del político conservador Hugo Mantilla, quien huyó a Suiza para evitar que también lo mataran por lo que sabía. Y Alejandro Ordóñez, y todos los militares que luego resultaron vinculados: Ricardo Cifuentes, Harold Bedoya, el coronel Ruiz Silva. El punto de reunión de ellos era allá. Y siendo presidente supe que había un vínculo entre los organismos de inteligencia que se manejaban en Bucaramanga y los que operaban en Sincelejo, bajo la cuerda común de la 2ª brigada. De Sincelejo salió el sicario condenado por disparar contra Gómez Hurtado.

 

J.G.P.: Dice usted también que Myles Frechette “al marcharse del país me solicitó una audiencia. Aunque el motivo no me disgustaba -su despedida- no se la concedí, más por cuestión de dignidad nacional que de vanidad personal”. (Pág. 71) ¿No cree que quizás fuese un error suyo no haberlo recibido, pues de pronto le hubiera contado algo sobre los que mataron a Álvaro Gómez?

E.S.P.: No. Yo tengo la impresión de que a Frechette lo sacó su propio gobierno. O sea, que no se fue voluntariamente, sino que lo echaron. Porque después de que regresó a Washington proveniente de la embajada, no ocupó ningún cargo relevante. Si de allá salió en malos términos, con mi gobierno ni se diga. Frechette empleó todo tipo de contactos para despedirse, inclusive el general Rosso José Serrano intervino ante el canciller para que lo recibiéramos. Pero yo dije “no me voy a despedir de ese sinvergüenza, ya bastante daño le hizo al país”.

 

J.G.P.: Luego del atentado contra Antonio José Cancino y de que Serpa hubiera respondido “me suena, me suena” cuando le preguntaron si creía que detrás estaba la DEA, usted dice que “Serpa me puso al tanto de la información que tenía para haber hecho tan tajante afirmación. La fuente era incontestable”. (Pág. 72) ¿Es posible conocer esa fuente incontestable?

E.S.P.: Horacio me habló de parlamentarios vinculados al cartel de Cali, que tenían contactos con la gente que ya estaba presa y que escucharon que la DEA estaba metida. Yo siempre confié en las informaciones que me daba Serpa. Era muy serio en eso. No fue un arrebato de franqueza santandereana, él tenía información previa según la cual la DEA pudo estar metida en eso.

 

J.G.P.: Dice usted que con Álvaro Gómez “coincidimos en que teníamos en Andrés Pastrana un enemigo común”. (Pág. 73) ¿En qué se basa para hacer esta afirmación?

E.S.P.: Él despreciaba a Pastrana. A los dos, padre e hijo. Era conocida la rivalidad política que tenían; de hecho, cada uno representaba a un sector diferente del Partido Conservador. Gómez Hurtado y yo teníamos muy buena relación, para mí era como el Alfonso López Michelsen del conservatismo. En un viaje que hice a París, estando de embajador en España, me fui un día a hablar con él. Recorrimos el Petit Palais, almorzamos en un restaurante muy sabroso en Les Champs Elysées. Ahí me confesó que no tenía ninguna afinidad con Pastrana, que le parecía políticamente despreciable y un desatino que se lanzara a la presidencia; que era un capricho del papá, que él hubiera preferido de candidato a Ávaro Leyva. Y esa versión me la confirmó el mismo Leyva: que él aspiraba a llegar a la presidencia a nombre de su partido.

 

J.G.P.: Durante esa campaña a la presidencia, ¿qué papel jugó entonces Álvaro Gómez?

E.S.P.: Pues a mí Elvira Cuervo de Jaramillo me organizó un coctel un coctel que causó escándalo, porque fue todo el alvarismo, estando yo de candidato…

 

J.G.P.: En referencia al vehículo del general Ricardo Cifuentes en la escena del crimen, usted se pregunta: “¿Una comisión de gente armada para comprar un ejemplar atrasado de una revista?”. (Pág. 75). ¿Veía usted acaso -como sí la vi yo- una línea de complicidad entre los generales Harold Bedoya y Cifuentes, y el coronel Bernardo Ruiz, quienes por cierto habían trabajado juntos en la Brigada V de Bucaramanga?

E.S.P.: Yo fui víctima de la conspiración que montó Bedoya desde antes del asesinato de Álvaro Gómez. Bedoya venía conspirando y se sabía que tenía un círculo que incluía al general Iván Ramírez, comandante de la Brigada II. Y lo que los unía era la Inteligencia Militar. Ambos eran de esa misma rama, era la sintonía que ellos tenían para actuar juntos.

 

J.G.P.: Después de lo que dijeron las Farc al declararse autoras del magnicidio, ¿se sostiene en lo que me acaba de decir sobre la posible culpabilidad de esos militares?

E.S.P.: Durante varios años la hipótesis del asesinato estuvo vinculada a la de la conspiración, pese a que Valdivieso nunca quiso abrir un proceso formal por ésta última. Sigo pensando que esta hipótesis tiene su propia coherencia y veracidad. La segunda hipótesis, la del crimen de Estado, que sacó la familia Gómez de un cubilete después de que la Corte Suprema de Justicia condenara a Botero por el hurto agravado de mi campaña, tenía el claro propósito de allegar argumentos para una reclamación económica. Para justificar lo del crimen de Estado, lamentablemente incurrieron en el error de vincularnos a Serpa y a mí. Inclusive a Ramiro Bejarano, con lo cual esa hipótesis perdió toda credibilidad. Y hay una tercera hipótesis, que resulta de la reciente autoincriminación de las Farc ante la JEP, que también tiene elementos convincentes, que se están constatando. Siempre he pensado que mi obligación, como jefe de Estado, no es la de “casarme” con una sola hipótesis -excepto la que nos vincula a Serpa y a mí porque sé que es falsa-, y permitir que sea la justicia la que decida dónde está la verdad. Tampoco descarto que las distintas hipótesis pudieran estar interconectadas.

 

J.G.P.: Dice usted en la página 93 que “pudieron haber fallado los mecanismos de inteligencia, porque podían haber estado involucrados en el asesinato”. Ahí usted parece coincidir con mi libro, en que se trató de un operativo de Inteligencia Militar del Ejército...

 

E.S.P.: A mí en la Comisión de la Verdad me preguntaron algo parecido y yo contesté que no era de descartar una combinación de dos hipótesis. O sea, que hubiera sido una operación de las Farc, pero con apoyo de Inteligencia Militar, de la cual tuviera conocimiento el mismo Bedoya. No sé si usted ha considerado la posibilidad de que hubiera un imbricamiento entre unos y otros, porque sí se sabía que las Farc tenían fuentes o recibían información de Inteligencia Militar.

 

JGP: Le respondo: puesto que las Farc no han podido aportar una sola prueba material, documental o testimonial de su supuesta autoría, yo percibo un posible acuerdo ‘por debajo de la mesa’ entre los verdaderos autores del crimen y ese sector de las Farc que se desmovilizó, para que estas se inculparan. El motivo todavía lo desconozco, pero sigo investigando. Sé que ‘Antonio Lozada’, a quien veo convenciendo al secretariado de que se adjudicaran el crimen, tenía vínculos con el Ejército o actuaba como infiltrado de Inteligencia, me lo han dicho variadas fuentes de sus propias filas.

 

Lo único cierto hasta hoy es que la Corte Suprema de Justicia ratificó la sentencia del juez que condenó como autor material al sicario Héctor Paul Flórez a 40 años de cárcel, de quien se probó que con cuatro disparos cegó la vida de Álvaro Gómez. O sea, es caso cerrado, hasta el punto de haber rechazado por improcedente la acción de revisión contra ese fallo que insólitamente promovió el sobrino de Álvaro Gómez Hurtado. Y ahora aparece Julián Gallo a decir que no, que fueron cuatro muchachos de la Red Urbana Antonio Nariño (RUAN) que él comandaba…

 

ESP: Permítame invitarlo, Jorge, a que no descarte posibles imbricaciones entre las dos hipótesis. Yo no me he “bajado” de su hipótesis; desde el día del crimen Horacio y yo siempre estuvimos defendiéndola. Ahora, si la JEP comprueba y reconoce que sí fueron las Farc, o sale otra sentencia en la justicia ordinaria diciendo que fue el general Bedoya, a mí me da lo mismo. Yo me voy con eso a la Comisión de Acusaciones, donde me tienen sometido a un proceso canalla hace 20 años, y entrego esa sentencia como prueba reina de mi inocencia: el reconocimiento de la JEP a mi juicio tiene efectos de cosa juzgada.  Y colorín colorado, el caso queda cerrado.

 

JGP: Yo lo que veo, desde lo jurídico, es que la investigación de la JEP está muy bien encaminada. Así que hoy propondría que esperemos a ver qué resuelve ese alto tribunal, si fueron las FARC o si están mintiendo.

 

ESP: Si la JEP llega a decir que no fueron las Farc, se acaba la JEP. Es que todo el secretariado está comprometido en esa autoinculpación. O sea que si la JEP dice que es mentira, van a parar a la justicia ordinaria.

 

JGP: ¿No sería solamente Lozada el que va para allá? A mi modo de ver, fue él quien comprometió a las Farc en ese tema…

 

ESP: No, porque todo el secretariado respalda esa versión.

 

JGP: Yo a las Farc ni siquiera les creo cuando además se adjudican los crímenes del general Fernando Landazábal y de Jesús Antonio ‘Chucho’ Bejarano. En mi libro digo que a ellos dos los asesinaron los autores del magnicidio porque también se convirtieron en hombres que sabían demasiado. El hijo de ‘Chucho’, Eduardo Bejarano, tampoco les cree una sola línea a las Farc. (Ver entrevista). Y el investigador Germán Marroquín, el que mayores aportes le hizo a la investigación, se preguntaba: Entonces qué, ¿fueron las Farc las que trataron de matarme? ¡Por supuesto que no, fue el Ejército! (Ver entrevista).

 

ESP: Lo sorprendente es ver ahora a Enrique Gómez Martínez de defensor del único autor material condenado. ¿Usted sabe a qué obedece eso, Jorge? A que necesitan desbaratar esa condena para poder reclamar una indemnización, como ya lo intentó la familia Gómez con una solicitud ante la CIDH, de la que desistieron recientemente.

 

JGP: Eso es así, lo digo en mi libro.

ESP: En su libro está todo, es un gran libro. Pero entiéndame que no puedo descartar ninguna hipótesis, ni que al final hayan terminado mezclándose.

 

“Fernando Botero montó un lavadero de pesos”

 

J.G.P.:  Hay un último tema que no quiero dejar por fuera y que usted también trata. En relación con el Proceso 8.000, deja ver su molestia porque el fiscal Alfonso Valdivieso no quiso investigar las cuentas de su exministro de Defensa, Fernando Botero Zea, en Nueva York. (Pág. 58).

 

E.S.P.: El gran beneficio que le dio Valdivieso a Botero (la gente pensaba que le iba a dar casa por cárcel o que le iba a condonar sus culpas), fue no abrir sus cuentas de los bancos en Nueva York. Botero sabía que en esas cuentas estaba la verdad, no solamente de todo lo que había pasado en la campaña, sino de lo que había hecho con las cuentas del papá. Él usó esa cuentas para consignar ahí los dineros que estaban consiguiendo para la campaña personas tan importantes como Julio Mario Santodomingo.

 

J.G.P.: ¿Y el papá le permitía eso?

E.S.P.: El papá le tenía confianza porque eran las cuentas en las cuales se manejaban los giros artísticos por la venta de sus cuadros o esculturas. El gran temor de Botero era a que le abrieran esas cuentas, y Valdivieso nunca ordenó abrirlas. Las cuentas los vino a abrir Alfonso Gómez Méndez. Él encaró al gobierno de Justicia de EE. UU., les exigió que las dejaran revisar. Y ahí estaba la verdad.

 

J.G.P.: ¿La prueba reina de la culpa de Botero?

E.S.P.: Claro, porque confirmaba que lo que había hecho era montar un lavadero de pesos. Él recibía los pesos, los hacía pasar como dineros que estaba monetizando a través de Panamá y Nueva York, y entonces la sensación que había en la campaña era que estaba trayendo la plata de Nueva York. Es decir, Botero engañó a la mafia y robó a la campaña.