Comencemos por algo que no es cuestión de gustos personales,
sino una advertencia tomada de una columna reciente de Julio César Londoño:
“sigo creyendo en los beneficios del proyecto de la Colombia Humana: a nadie,
salvo a los buitres y a las funerarias, le conviene el fracaso de este
Gobierno”. (Ver columna).
La frase en mención no habría sido pronunciada si no fuera porque
el país atraviesa por una crisis política de hondo calado, debida en gran parte
a errores del mismo Gobierno. Y lo preocupante del asunto es que hay sectores, unos
oscuros y otros a plena vista de la concurrencia, tratando de aprovechar la
crisis con propósitos desestabilizadores.
Estamos hablando de una desestabilización a cuentagotas, que no
proviene exclusivamente de los enemigos del gobierno, a no ser que le demos el
carácter de enemigos a los dueños de poderosos medios de comunicación que desde
lo corporativo ven inconveniente que prospere un gobierno contrario a sus
intereses, y en tal medida andan dedicados a sembrar pesimismo y malestar sobre
el futuro inmediato del país, sobre todo en el ámbito económico.
Si en el plano televisivo durante el gobierno anterior Noticias
RCN llevaba la batuta contra la imagen de Gustavo Petro, en esta ocasión el
informativo que lleva la delantera en minar a como dé lugar esa misma imagen es
Noticias Caracol. Y hay un hecho reciente que los delata: entrevistaban
a una funcionaria del Invima sobre el desabastecimiento de medicamentos y
cuando esta dijo que “el problema lleva mucho tiempo, esto trae una cola muy
larga desde hace más de cuatro años…”, fue cortada de manera abrupta para dar
paso, sin agradecer ni despedir a la entrevistada, a un aviso comercial de “Hepatodrén,
triple acción, drenador hepático”. (Ver corte).
Es de caballeros reconocer que al frente de importantes
denuncias de ese noticiero, sobre todo relacionadas con cosas oscuras dentro de
las Fuerzas Armadas, hay investigadores íntegros de la talla de un Ricardo
Calderón o un Juan David Laverde. Y sea además la ocasión para contar que precisamente
durante el gobierno anterior dicho medio podía jactarse de mostrar objetividad periodística
gracias a esos sesudos informes, que ponían y siguen poniendo el dedo en la
llaga de la corrupción.
Pero hay un hecho irrefutable, y es que mientras Iván Duque
fue presidente, Caracol nunca se metió con él, pese al progresivo desgaste de
su imagen, por una razón de peso financiero: porque la mayor parte de la muy
abultada contratación en forma de pauta o ‘mermelada’ publicitaria era ordenada
directamente por la Presidencia de la República, de modo que en contraprestación
andaban dedicados a la elaboración de informes que destacaban el optimismo
empresarial y mostraban un supuesto crecimiento constante de la economía.
En esta ocasión, por el contrario, sobre todo en el
cubrimiento del tema económico, la tendencia que en Noticias Caracol
marca la pauta es el pesimismo frente al gobierno del Pacto Histórico. Y en
esta tarea no están solos, pues, como se dijo atrás, para la difusión de
mensajes que promueven el desencanto actúan de modo corporativo en alianza con
medios como RCN (obvio), Red+Noticias, Semana, El Tiempo, El Heraldo, El
Colombiano y otros que escapan a nuestra memoria. Y no se requiere tener cuatro
dedos de frente para constatar que para los dueños de esos medios lo
corporativo incluye a las EPS que tratan de proteger, mediante una soterrada
oposición a la reforma a la salud que impulsa la ministra Carolina Corcho.
Lo llamativo es que el Gobierno no parece ser consciente de
esta realidad, como se hace evidente en una política de Comunicaciones errática, dedicada a apagar los incendios del
día a día antes que al desarrollo de una estrategia que convenza sobre las
ventajas de los cambios que pretenden impulsar para Colombia a mediano y largo
plazo.
Crearon el Informativo
Colombia Hoy, con tres horas diarias de programación radial virtual,
pero esto es como regalarles biblias a los cristianos, pues solo lo escuchan
los que están convencidos de las bondades del gobierno del Pacto Histórico. Y
el objetivo debería ser llegarles a los críticos y malquerientes.
Ligado a lo anterior, podemos regresar al título de esta
columna que hablaba de lo bueno, lo malo y lo feo de este gobierno.
Para brindar claridad al respecto, lo bueno es que está del
lado de los más pobres y decidido a promover un profundo cambio en lo cultural,
lo económico y lo social. Y de ahí que coincidamos con el columnista Londoño en
que a nadie le conviene su fracaso, y en tal medida, pese a sus errores,
debemos brindarle el más firme apoyo.
Lo malo, que las directrices de la política de Comunicaciones
parecieran emanar exclusivamente de la cuenta de Twitter del presidente Gustavo
Petro como máximo órgano informativo.
Y lo feo -de esto último no nos cabe duda- es que desde lo
ético no han logrado depurar las costumbres en lo relacionado con el tráfico de
influencias desde las más altas esferas del poder.
Fin del
comunicado.
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