Tal vez
el planeta Tierra sería un mejor vividero si, así como los creyentes en
deidades que nunca se dejan ver están organizados en iglesias jerarquizadas que
imponen su autoridad y controlan la voluntad de sus rebaños, los ateos y
agnósticos estuvieran a su vez organizados en alguna congregación que
defendiera sus intereses y promoviera sus creencias.
¿Cuál
podría ser, por cierto, el interés primordial de los no creyentes en caso de
que lograran organizarse? Sería básicamente el de comunicar su verdad, que para
el caso que nos ocupa parte de considerar que desde tiempos inmemoriales la
mayoría de integrantes de esa inmensa masa amorfa llamada humanidad ha estado
sometida a un engaño sistemático, consistente en que se le suministra como “luz
eterna” lo que en realidad es oscuridad.
Si de
intereses hemos de hablar, en el caso religioso quienes salen más favorecidos
son los que se arrogan la condición de intermediarios de la deidad que dicen
representar, pues se asumen como imbuidos de autoridad celestial pero se dan la
buena vida terrenal, mientras los menos favorecidos son los que convertidos en
simples ovejas del rebaño son esquilmados mediante el pago de unos diezmos. ¿Y
qué reciben a cambio? Unas enseñanzas ‘celestiales’ que en apariencia
transmiten bienestar espiritual, pero que en nada contribuyen a su bienestar terreno.
Ahí
radica precisamente el engaño, pues si fuera cierto que las limosnas o los
diezmos contribuyen a mejorar la vida de las personas que los aportan, la humanidad
hace mucho tiempo se habría salvado o al menos habría encontrado la llave de la
redención material y/o espiritual.
Pero
ocurre lo contrario, y es que las religiones en el curso de la historia solo
han sembrado un manto de ignorancia, miseria (tanto económica como
intelectual) y confusión sobre los pueblos, hasta llegar a un tiempo presente
donde las guerras y confrontaciones de todo tipo entre la civilización
cristiana occidental y el mundo islámico de Oriente amenazan con hacer estallar
el planeta, como lo muestra el solo hecho de que el muy musulmán Irán –cuya Constitución
se rige por el Corán- ya está en condiciones de fabricar una bomba nuclear.
Es
entonces cuando cualquier hombre sensato podría preguntarse cómo es posible que
el imperio de la estupidez y la arcaica inutilidad del dogma religioso (que
unos y otros quieren imponer como el verdadero) le esté ganando la partida al
Imperio de la Razón, y si no estaremos entonces en mora de convocar a todos los
que “a Dios gracias” no hemos sido contaminados por esa especie de locura
colectiva, y unamos esfuerzos solidarios para construir los cimientos de una
nueva religión, la de los no creyentes en dioses, doctrinas o sucesos
sobrenaturales que sólo una fe ciega podría explicar y en tal medida escapan a
toda comprobación racional, material, empírica o científica.
No
sabemos qué nombre se le pudiera dar a esta nueva Iglesia, pero sí cuál sería
su objetivo fundamental: imponer a como dé lugar (aunque por las buenas) una
visión y una conducción del mundo donde imperen la sensatez, el sentido común,
las buenas maneras, la repartición de un ingreso justo, el acuerdo civilizado,
la solidaridad y la cooperación entre los pueblos, como garantía sine qua non
de que el planeta no estallará en pedazos o no agotará su hábitat, su atmósfera
y sus recursos naturales bajo los apetitos voraces del consumismo capitalista
que nada humanamente nuevo crea y –por el contrario- todo lo destruye.
Tampoco
sabemos qué tipo de logística o estructura jerárquica se requiere para su
organización, promoción, divulgación u operatividad, pero somos conscientes de
que es necesario elegir a un número determinado de líderes o pensadores que
trace pautas, proponga salidas, aporte criterios y se constituya en una especie
de Vaticano alternativo que desde una perspectiva pagana –aunque humanística y
profundamente filantrópica- proponga una estructura de poder basada en la
búsqueda de la armonía mundial y la reconciliación con la naturaleza.
Lo que
se debe proponer en últimas es la salvación del planeta en lo material, en lo
espiritual y, por qué no, en lo anticlerical. Y esto requiere de la conjunción
del mayor número de voluntades aún no sometidas a doctrinas alienantes ni a
intereses de grupos de poder o de emporios transnacionales que por cuenta del
fenómeno de la globalización se están convirtiendo en los verdaderos dueños de
todo lo que nos rodea. (Baste considerar al respecto que ya se apoderaron del
agua y ahora la venden envasada, y en el momento menos pensado nos empiezan a
embotellar el aire).
Lo
anterior implicaría además la posibilidad de tener como máxima cabeza visible
de dicha congregación a quien mejor represente los fundamentos y postulados de
la ‘Paganería’, entendiendo lo pagano en su concepción original de corriente
opuesta a la creencia del dios que según los judíos y los primeros cristianos
del Imperio Romano se habría revelado en la Biblia. Porque no se trata de negar
la existencia de un ser superior, sino de impedir que la creencia en tal
divinidad se convierta en germen para la constitución de aparatos de poder que
sojuzguen la conciencia y las voluntades de los feligreses.
Y es
aquí donde, pensando en quién podría ser el Papa de esta nueva hermandad
política, filosófica y ‘religiosa’, no se nos ocurre nadie mejor como máximo
representante en la Tierra que Pepe Mujica, presidente de Uruguay, quien con
su discurso (que se volvió viral) del pasado
24 de septiembre en la asamblea de Naciones Unidas sentó las bases de una
doctrina que en caso de aplicarse contribuiría a la salvación de esta humanidad
agobiada y doliente.
Para la
muestra, varios botones:
“Es
posible un mundo con una humanidad mejor, pero tal vez hoy la primera tarea sea
salvar la vida”.
“Cargo
con el deber de luchar por patria para todos y para que Colombia pueda
encontrar la paz, y cargo con el deber de luchar por tolerancia para quienes
son distintos, con el deber de respetar y nunca intervenir contra la voluntad
de las partes”.
“Hemos
sacrificado los viejos dioses inmateriales y ocupamos el templo con el Dios
Mercado. Él nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida y hasta
nos financia en cuotas y tarjetas la apariencia de felicidad”.
“Si la
humanidad total aspira a vivir como un norteamericano medio, serían necesarios
tres planetas”.
“Prometemos
una vida de derroche y despilfarro, que constituye una cuenta regresiva contra
la naturaleza y contra la humanidad como futuro”.
“La
política, eterna madre del acontecer humano, quedó engrillada a la economía y
al Mercado”.
“Las
campañas de marketing caen deliberadamente sobre los niños y su sicología para
influir sobre los mayores y tener un territorio asegurado hacia el futuro”.
“El
hombrecito de nuestro tiempo deambula entre entidades financieras y el tedio
rutinario de las oficinas atemperadas con aire acondicionado”.
“Sería
imperioso lograr grandes consensos para desatar solidaridad hacia los más
oprimidos”.
“Nuestra
época es portentosamente revolucionaria, como no conoció otra la humanidad,
pero sin conducción consciente”.
“En lo
más profundo de nuestro corazón existe un anhelo de ayudar a que el hombre
salga de la prehistoria y archive la guerra como recurso cuando la política
fracasa”.
“Es
posible arrancar la indigencia del mundo y marchar a la estabilidad. Es posible
que el futuro lleve la vida a la galaxia y el hombre, animal conquistador,
continúe con su inclinación antropológica. Pero necesitará gobernarse como
especie, o sucumbirá”.
Por todo
lo anterior, larga vida a nuestro nuevo Papa… Pepe.
@Jorgomezpinilla
No hay comentarios:
Publicar un comentario