El término “boliburgués”
se lo inventó el periodista venezolano Juan Carlos Zapata para referirse a los
empresarios y funcionarios públicos que supuestamente se han enriquecido
durante la revolución bolivariana, mientras que para la columnista Fanny
Kertzman hace alusión a “aquellos ungidos por Chávez que siempre caen parados”.
Si
hiciéramos extensivo el término al nombramiento de la esgrimista –y odontóloga-
Alejandra Benítez en el ministerio del Deporte, tendríamos que hablar de una
ministra ‘bolisexy’, quien a su belleza ha sumado dos medallas de plata en
sable femenino en los Juegos Panamericanos de 2003 y de 2011, con los cuales
llamó la atención del presidente Hugo Chávez, y fue diputada suplente por el
Partido Socialista Unido de Venezuela en la Asamblea Nacional en 2011.
Es indudable
que con dicho nombramiento Nicolás Maduro se anota un triunfo, en la medida en
que neutraliza cualquier posible crítica de la oposición, considerando sobre
todo que Venezuela es un país donde la frivolidad que imponen la farándula y la
belleza física está a la orden del día. (Y de la noche, que es cuando las
telenovelas les ayudan a los venezolanos a olvidarse de sus problemas y a hacer
la vida más llevadera).
Baste
recordar que en este campo ostentan un récord mundial de seis Miss Universo, y
que incluso una de ellas, Alicia
Machado, es recordada en su papel de ‘analista política’ cuando en su
cuenta de Twitter (2010) escribió que "Esta noche quiero pedirles que me
acompañen en una oración por la paz para que estos ataques entre las Chinas no
empeoren nuestra situación", refiriéndose al conflicto entre Corea del Norte
y Corea del Sur. Luego de las fuertes críticas y burlas que recibió, no le
quedó otra salida que cerrar su cuenta.
En este
contexto de frivolidad y culto a la apariencia, no se puede desconocer que en
la escogencia de Henrique Capriles como candidato de la opositora Mesa de
Unidad Democrática de Venezuela (MUD) también jugaron un papel decisivo su juventud
y su semblanza de galán de telenovela, como un recurso si se quiere
‘subliminal’ para enfrentar –a modo de contraste- los limitados atributos
físicos con que contaba el comandante Chávez. Hablando de limitaciones, las que
enfrenta Capriles como orador o como economista (pues es abogado, y pare de
contar) son superadas con creces gracias a su buen registro ante las cámaras.
Tampoco se
puede pasar por alto que en busca de su talón de Aquiles, el chavismo en boca
del propio Nicolás Maduro se encargó de pregonar la idea de que Capriles era
gay, porque no se le conocía novia, y fue entonces cuando de la noche a la
mañana los medios afectos al candidato opositor descubrieron que sí tenía
compañera sentimental y que esta era –para más señas- la presentadora de
televisión Caterina Valentino. Ella se encargó de desmentir la ‘acusación’
diciendo que “Capriles y yo nos queremos mucho”, y agregó, para no dejar lugar
a dudas, que “nos tenemos muchísima estima”.
Son todos
estos ingredientes faranduleros los que confirman la marcada tendencia de los
venezolanos a caer en la banalización de la política, y son a su vez los que
quizá fueron tenidos en cuenta por el presidente Nicolás Maduro a la hora de
nombrar a tan bella esgrimista al frente de la ‘cartera’ del Deporte.
Hay una
expresión francesa utilizada en la esgrima, que la pueden pronunciar tanto el
tirador al tocar a su oponente, como el juez para reconocer la exactitud de la
estocada: “¡touché!”. Esto se podría traducir entonces en que la oposición
quedó “¡tocada!”, y se evidencia además en el mutismo de Capriles al respecto,
en clara demostración de que quedó… “¡callado!”
Sea como
fuere, lo cierto es que a Alejandra Benítez no sólo le luce su condición de
ministra deportista, sino también su profesión de odontóloga, pues a diferencia
de Capriles a muchos nos dejó literalmente… con la boca abierta.
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