lunes, 29 de abril de 2013

Petro y la espada de Damocles



Cuenta la leyenda que Damocles, un cortesano adulador de la corte del rey Dionisio, proclamó que este era afortunado al disponer de tan gran poder y riqueza. Dionisio, para escarmentarlo, se ofreció a intercambiarse con él por un día, pero hizo pender sobre su cabeza una afilada espada que colgaba atada por un único pelo de crin de caballo. Así, la espada de Damocles alude al peligro que se instala sobre aquellos que ostentan gran poder, pues pueden perderlo de un solo golpe.

La metáfora se ajusta a la situación que hoy vive el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, por cuenta del anuncio que en días pasados hizo la Procuraduría General de la Nación, referente a que ya cerró la etapa de investigación contra el burgomaestre, quien en dos oportunidades fue notificado para que rindiera versión libre, pero no asistió.

Petro es investigado por las presuntas irregularidades que habría cometido su administración al poner en marcha el nuevo esquema de recolección de basuras, en diciembre de 2012.

Que la suerte del alcalde de la capital de Colombia (y cuando decimos “suerte” nos referimos a su carrera política) esté en manos de un funcionario como el procurador Alejandro Ordóñez, quien ideológica y políticamente se ubica en el polo opuesto de Petro, tiene de entrada dos poderosos elementos a considerar:

El primer aspecto lo planteó Alfonso Gómez Méndez en reciente columna, cuando dijo que “aspecto esencial es la facultad concedida al Ministerio Público para, por vía disciplinaria, despojar de su investidura a personas elegidas popularmente”. Según Gómez Méndez “carece de sentido que existiendo otros mecanismos en la propia Constitución, un funcionario elegido por el Congreso pueda por vía disciplinaria decretar la muerte política de alguien democráticamente elegido”.

Al margen de las consideraciones jurídicas, lo cierto es que hoy el Procurador General de la Nación dispone de la atribución legal para sancionar o incluso despedir de su puesto al alcalde de Bogotá, y ello se traduce en que si el Ministerio Público así lo dispusiera, de un solo plumazo podría acabar con la carrera política de Petro al inhabilitarlo para ocupar cualquier cargo público por un tiempo determinado, como ya hizo al destituir al secretario de Gobierno Guillermo Asprilla, e inhabilitar al exalcalde de Medellín Alonso Salazar (por 12 años) y a Piedad Córdoba por 18 años.


Es aquí donde resulta imposible eludir las consideraciones políticas, pues si bien es cierto que las sanciones e inhabilidades han cobijado a conservadores y liberales, también lo es que Petro y Ordóñez militan en causas diametralmente antagónicas, y para la muestra un botón: mientras el procurador ha sido un acérrimo defensor del expresidente Álvaro Uribe e incluso se pronunció a favor del referendo reeleccionista que le habría permitido un tercer periodo, Petro desde el Senado no desaprovechaba ninguna oportunidad para denunciar a Uribe.

Si a lo anterior se le suman sus posiciones opuestas sobre temas tan sensibles como el aborto, el matrimonio igualitario o el consumo de drogas, la pregunta de fondo es si el Procurador se resistirá a caer en la tentación de enviar al asfalto a tan duro contendor político e ideológico.

Es un hecho irrefutable que Ordóñez ha asumido como una cruzada personal la defensa y promoción de sus más íntimas convicciones, sin duda respetables, pero asumidas en un contexto donde se le critica por hacer primar sus creencias religiosas sobre las consideraciones jurídicas, como en el tema particular del aborto terapéutico, en torno al cual se le ha visto enfrentar incluso a la Corte Constitucional.

El Ministerio Público dispone de un mes para evaluar si formula cargos contra Petro por las presuntas faltas de prevención y estudios para la implementación del nuevo esquema de basuras, o si archiva la investigación. Fuentes del organismo disciplinario han confirmado que el proceso seguirá adelante, con un pliego de cargos.

Es ahí entonces donde se sabrá si “en su infinita sabiduría” el Procurador decide hacer caso omiso de las más de 100 quejas radicadas ante su despacho (que es de donde Petro se agarra para decir que “grupos de personas que se creen iluminadas por razones extraterrenales se aprestan a

violar el voto popular”), o si prefiere aplicar todo el peso de su poder soltando la crin y dejando caer sobre la cabeza del alcalde la espada de una destitución fulminante…


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