Cuenta la
leyenda que Damocles, un cortesano adulador de la corte del rey Dionisio,
proclamó que este era afortunado al disponer de tan gran poder y riqueza.
Dionisio, para escarmentarlo, se ofreció a intercambiarse con él por un día,
pero hizo pender sobre su cabeza una afilada espada que colgaba atada por un
único pelo de crin de caballo. Así, la espada de Damocles alude al peligro que
se instala sobre aquellos que ostentan gran poder, pues pueden perderlo de un
solo golpe.
La metáfora se
ajusta a la situación que hoy vive el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, por
cuenta del anuncio que en días pasados hizo la Procuraduría General de la
Nación, referente a que ya cerró la etapa de investigación contra el
burgomaestre, quien en dos oportunidades fue notificado para que rindiera
versión libre, pero no asistió.
Petro es
investigado por las presuntas irregularidades que habría cometido su
administración al poner en marcha el nuevo esquema de recolección de basuras,
en diciembre de 2012.
Que la
suerte del alcalde de la capital de Colombia (y cuando decimos “suerte” nos
referimos a su carrera política) esté en manos de un funcionario como el
procurador Alejandro Ordóñez, quien ideológica y políticamente se ubica en el
polo opuesto de Petro, tiene de entrada dos poderosos elementos a considerar:
El primer
aspecto lo planteó Alfonso Gómez Méndez en reciente columna, cuando dijo que “aspecto
esencial es la facultad concedida al Ministerio Público para, por vía
disciplinaria, despojar de su investidura a personas elegidas popularmente”. Según
Gómez Méndez “carece de sentido que existiendo otros mecanismos en la propia
Constitución, un funcionario elegido por el Congreso pueda por vía
disciplinaria decretar la muerte política de alguien democráticamente elegido”.
Al margen de
las consideraciones jurídicas, lo cierto es que hoy el Procurador General de la
Nación dispone de la atribución legal para sancionar o incluso despedir de su
puesto al alcalde de Bogotá, y ello se traduce en que si el Ministerio Público
así lo dispusiera, de un solo plumazo podría acabar con la carrera política de
Petro al inhabilitarlo para ocupar cualquier cargo público por un tiempo
determinado, como ya hizo al destituir al secretario de Gobierno Guillermo
Asprilla, e inhabilitar al exalcalde de Medellín Alonso Salazar (por 12 años) y
a Piedad Córdoba por 18 años.
Es aquí
donde resulta imposible eludir las consideraciones políticas, pues si bien es
cierto que las sanciones e inhabilidades han cobijado a conservadores y
liberales, también lo es que Petro y Ordóñez militan en causas diametralmente
antagónicas, y para la muestra un botón: mientras el procurador ha sido un
acérrimo defensor del expresidente Álvaro Uribe e incluso se pronunció a favor
del referendo reeleccionista que le habría permitido un tercer periodo, Petro
desde el Senado no desaprovechaba ninguna oportunidad para denunciar a Uribe.
Si a lo
anterior se le suman sus posiciones opuestas sobre temas tan sensibles como el
aborto, el matrimonio igualitario o el consumo de drogas, la pregunta de fondo es si el Procurador se
resistirá a caer en la tentación de enviar al asfalto a tan duro contendor
político e ideológico.
Es un hecho
irrefutable que Ordóñez ha asumido como una cruzada personal la defensa y
promoción de sus más íntimas convicciones, sin duda respetables, pero asumidas
en un contexto donde se le critica por hacer primar sus creencias religiosas
sobre las consideraciones jurídicas, como en el tema particular del aborto
terapéutico, en torno al cual se le ha visto enfrentar incluso a la Corte Constitucional.
El
Ministerio Público dispone de un mes para evaluar si formula cargos contra
Petro por las presuntas faltas de prevención y estudios para la implementación
del nuevo esquema de basuras, o si archiva la investigación. Fuentes del
organismo disciplinario han confirmado que el proceso seguirá adelante, con un
pliego de cargos.
Es ahí entonces
donde se sabrá si “en su infinita sabiduría” el Procurador decide hacer caso
omiso de las más de 100 quejas radicadas ante su despacho (que es de donde Petro
se agarra para decir que “grupos de personas que se creen iluminadas por
razones extraterrenales se aprestan a
violar el voto popular”), o si prefiere aplicar
todo el peso de su poder soltando la crin y dejando caer sobre la cabeza del
alcalde la espada de una destitución fulminante…
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