Pasados los efectos del tsunami de indignación que se formó con motivo
de la aprobación y posterior hundimiento de la reforma a la justicia, el país
entró en una especie de resaca, pues quedó la incómoda impresión de que todo
cambió para que todo siguiera igual.
El referendo revocatorio no fue posible por la más obvia de las razones, por sustracción de materia: la reforma fue hundida; los ilusos que pensaron en revocar al Congreso se estrellaron con su propia invención, cuando supieron que el primer paso consiste en que la revocatoria sea aprobada por… los congresistas; los abusivos conciliadores de la reforma no recibieron siquiera unasanción moral y, ver para creer, el secretario general del Senado sigue conposibilidades de hacerse reelegir… ¡por sexta vez!
Ante tamaño desencanto, resurge la pregunta: ¿qué hacer?
Lo primero a considerar es que mientras persista una composición mayoritariamente corrupta de ‘legisladores’ en Senado y Cámara, la pelea está perdida. La pregunta del millón entonces es cómo hacer para que el pueblo no elija a políticos venales, sino a gente honrada, que de verdad quiera trabajar por mejorar el país. Y la respuesta, que a continuación trataré de argumentar,está a la orden del día: voto obligatorio.
En el remate de mi columna anterior mencioné que muchos colombianos entienden por participar en política el votar en elecciones, y ese es el motivo por el cual es tan alta la abstención: la gente no vota porque cree que los políticos son corruptos, pero es precisamente cuando se abstiene de votar que patrocina la elección de los corruptos, y esto se traduce en que los abstencionistas son los verdaderos idiotas útiles de la corrupción reinante.
Para entender mejor este razonamiento, baste considerar que para elegir a un senador como Eduardo Merlano Morales (el de la prueba dealcoholemia, sí) se necesitaron 37.195 votos, en su gran mayoría heredados de su padre, Jairo Enrique Merlano Fernández, exsenador con un vasto poderpolítico en Sucre, hoy preso por sus nexos con Rodrigo Mercado Pelufo, alias "Cadena", uno de los más sanguinarios paramilitares de la historia.
Si asumimos esos casi 38.000 votos como el 40 por ciento de los votantes potenciales, donde el 60 por ciento restante corresponde a los que se abstuvieron de sufragar, tendríamos que si existiera el voto obligatorio, ese mismo político para hacerse elegir necesitaría una suma aproximada de 100.000 votos, o sea que ya no estaría compitiendo con la ‘clientela’ de otros políticos de su región, sino que debería acudir al total de personas aptas para votar.
Este razonamiento opera para todo tipo de elección popular, de modo que para elegir a un concejal, diputado, alcalde, senador o gobernador no bastaría con hacerle una serie de favores al círculo cercano de personas que se encarga a su vez de contactar a otras de un círculo más amplio para multiplicar los favores y los votos, sino que se le convertiría en una obligación adicional convencer a los honestos, o sea a los que no están dispuestos a canjear su voto. Así las cosas, a muchos políticos no les alcanzaría la plata o los favores paracomprar la simpatía de tanta gente.
Es un hecho irrefutable que los abstencionistas constituyen la primera fuerza política del país, en una proporción muy superior a los que sí votan, y esto es lo que hace que para hacerse elegir no se necesiten ideas, sino maquinarias. La solución podría consistir entonces en imponer el voto obligatorio, algo que de entrada podría sonar antidemocrático, pero que se suaviza al convenir en que se trata de derrotar la abstención por decreto.
Si los ciudadanos tienen el deberde pagar impuestos y a cambio el derecho a recibir obras de infraestructura, también deberían tener el deber de votar, y a cambio el derecho a estar representados por gente honrada. ¿Es que acaso el voto obligatorio les representa alguna limitación a su libertad de expresión? Todo lo contrario, pues permite conocer la real voluntad popular, no la de unas minorías cooptadas por dinero o gabelas.
Pero es aquí donde de nuevo salta la liebre, pues se supone que para imponer el voto obligatorio se requiere contar con la aprobación de esos mismos políticos a quienes en teoría no les conviene. Ahora bien: si gracias a la ola de indignación que se generó en las redes sociales fue posible obligar al presidente Juan Manuel Santos a hundir la reforma a la justicia, ¿por qué no acudir a esa misma fuerza social (y política, en últimas) para promover lainstauración del voto obligatorio, en consideración a su democráticaconveniencia?
El único gobernante que en los últimos 20 años se atrevió a proponerlo fue Horacio Serpa Uribe, como ministro del Interior de Ernesto Samper, cuando dijo que “el Ejecutivo es partidario de analizar más a fondo la posibilidad de instaurar en Colombia el voto obligatorio”, y agregó que “no operaría como unaestrategia coercitiva para que los ciudadanos participen más de los debates electorales, sino como una forma pedagógica y temporal de adentrarnos en la cultura de la participación”.
Esto es señal de que sí hay políticos dispuestos a acompañar la iniciativa, la cual –haciéndole eco a Serpa- podría incluso pensarse por una sola vez, para una próxima elección, de modo que luego se evaluaran los resultados de la obligatoriedad y se determinara si se sigue aplicando o seretira la medida.
Por paradójico que parezca, la herencia más notoria que nos dejó elgobierno más prestigioso en la historia de Colombia fue una corrupción como no se había visto nunca antes, a tal punto que parece imposible de controlar. ¿No resulta entonces legítimo que busquemos y propongamos fórmulas prácticas para tratar al menos de neutralizar a los corruptos, a sabiendas de las dificultades que presenta nuestra justicia para llevarlos a la cárcel?
1 comentario:
Jorge, me alegro que haya planteado el tema. Yo lo hice también en mi blog hace un par de meses. Le invito a leer el post que le dediqué al tema: Por qué Colombia necesita el voto obligatorio en el blog cosmopolita en El Espectador - http://blogs.elespectador.com/cosmopolita/2012/05/04/por-que-colombia-necesita-el-voto-obligatorio/ cordial saludo, jg
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