martes, 2 de febrero de 2021

¿Ángela o Petro? Un corazón dividido

 


Tomado de El Espectador

Comencemos por decir que la fórmula Gustavo Petro – Ángela Robledo de hace tres años habría sido el “matrimonio ideal” para gobernar a Colombia. En este contexto la renuncia definitiva de Ángela María Robledo a Colombia Humana podría verse como algo negativo, pues profundiza la división de la centro-izquierda. Pero podría tener su lado positivo.

Ángela renuncia porque cree que no dispone de espacio para su legítimo anhelo de aspirar a la Presidencia y, aunque no sale dando un portazo, sí hace todo el ruido mediático del mundo con su versión según la cual el feminismo o “las mujeres” no tienen cabida en el movimiento que preside Gustavo Petro. Todo ese ruido le sirvió para posicionarse, ahí hizo bien la tarea, así muchos fans de Petro hubieran hecho el respectivo ruido para tildarla de “traidora”.

Donde sí cree disponer de espacio Ángela, es en el ámbito conocido como “centro”, al que confluyen todos los que no son Petro ni uribismo: Sergio Fajardo, Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo, Jorge Robledo, Roy Barreras, Iván Marulanda, Camilo Romero, Juan Manuel Galán, Carlos Andrés Amaya… y faltan datos de otros municipios. Cada uno de ellos en el fondo de su vanidoso corazón cree que puede dar la sorpresa y quedarse con el premio mayor.

En medio de tan variopinto repertorio, no creo caer en error si afirmo que las personas que hoy más brillan con luz propia son Fajardo y Ángela. En ese orden. A mediano plazo hay un asunto que ambos todavía no han resuelto, y es si se van a meter a Alianza Verde para buscar la candidatura por ahí. Mi humilde punto de vista es que a Ángela no le conviene meterse, pero a Fajardo sí.

En el caso de Fajardo, forma parte de su sempiterna tibieza que todavía no lo haya hecho. Pero debió hacerlo desde tiempo atrás, pues él viene a ser algo así como el líder natural de los verdes (¿si no es Fajardo, quién?), además con un caudal de votos considerable, tanto así que estuvo cerca de desbancar a Petro.

Hoy Fajardo se sigue cuidando -o descuidando, vaya uno a saber- al no resolver si se incorpora a Alianza Verde o se queda con su Compromiso Ciudadano, y ese espacio de lo dubitativo comienza a ser llenado por figuras como un experimentado Humberto de la Calle, un sagaz Roy Barreras o una amorosa Ángela Robledo.

A Fajardo le conviene meterse antes de que otros acaben de llenar el espacio que él no ha querido ocupar, y a Ángela le conviene no meterse porque si se mete ahí, quizá se la tragan viva y se acaba su proyecto. Pero los verdes la necesitan: es mujer y la representación femenina suma simpatías electorales, y esto acrecienta el balance de P&G del partido a la hora de la reposición económica de los votos, llámese consulta o escrutinio electoral.

El problema de no meterse reside en que Ángela anda huérfana de partido. Así que, si quisiera mantener su aspiración como independiente, le tocaría mediante firmas o buscando el aval de otro partido.

Ahora bien, ¿qué tal si decidiera dar la pelea dentro de Alianza Verde, y con el tiempo del que dispone se dedicara a armar una atractiva campaña que captara sobre todo el voto femenino, y diera la gran sorpresa o batatazo en la consulta de marzo?

 

Estoy pensando con el deseo, por supuesto, porque basta mirar las respectivas cuentas de Twitter de Fajardo y Ángela para constatar que algo va de los 500 mil seguidores de ésta al millón y medio de aquél, y eso cuenta a la hora de las urnas.

Pero soy un convencido de que el poder de convicción de las palabras (o de las letras, en mi caso) puede servir para ayudar a cambiar el mundo y, apuntando a esta meta altruista, nada sería más saludable para nuestra aporreada democracia que el retiro de la opción presidencial de Fajardo.

Y esto solo requiere de pedagogía política: convencer al mayor número posible de colombianos que lo más conveniente para el triunfo de una amplia coalición -una que deje las puertas abiertas para construir un nuevo país con la ayuda de Petro- es sacando de la baraja antes de la primera vuelta al que se fue a ver ballenas.

Es más, si se presentara la eventualidad de que Ángela Robledo decidiera meterse a Alianza Verde, me tentaría la idea de afiliarme a ese partido para adelantar desde adentro un trabajo político que contribuyera a tan noble causa: “neutralizar” al tóxico Fajardo, para decirlo en términos obdulianos.

Y aquí no faltará quien revire: cómo así, ¿este no es el mismo que días atrás proponía como fórmula imbatible la unión de Petro y De la Calle, o sea de la izquierda y el liberalismo?

El mismo, sí. Y me sostengo. Pero dije arriba que tengo mi corazón dividido entre Ángela y Petro, porque abrigo la certeza de que si en la primera vuelta fueran los candidatos que representaran la oposición al uribismo gobernante, nuevos y refrescantes vientos soplarían para Colombia.

Baste citar tan solo una frase de la amable carta de renuncia que Ángela le presentó a Petro, para entender que tan promisorio panorama quizás -con la voluntad de muchos- sí es posible: “A lo largo de este camino estoy segura de que podremos retomar el diálogo respetuoso que hemos sostenido, y confío que nos permitirá tomar las mejores decisiones que las circunstancias aconsejen para el bien de este país que tanto amamos”.

DE REMATE: ¿Hay coincidencia ideológica entre quienes creen que los que quieran protestar deben irse al Protestódromo -donde nadie los vea- y los que andan matando jóvenes y líderes sociales, sembrando terror indiscriminado para que a la gente le asuste pensar por cuenta propia, como si fuera el accionar de una pavorosa máquina dedicada a sembrar terrorismo desde el Estado? Solo pregunto.


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