lunes, 9 de marzo de 2020

Protestar sí, pero no así



Justo cuando están dadas las condiciones para que el pueblo se mantenga día tras día en las calles exigiendo la renuncia de un presidente ilegítimo, que se hizo elegir en parte mediante una compra masiva de votos auspiciada por un mafioso amigo suyo, en Colombia no pasa nada…

El 21 de noviembre pasado hubo un primer Paro Nacional, al que el Gobierno del subpresidente Iván Duque enfrentó con montajes de la Fuerza Pública y medidas represivas contra la población inerme, que incluyeron el “homicidio” -según Medicina Legal- del joven Dilan Cruz.

Duque hizo oídos sordos a la indignación y para no escuchar los reclamos de la gente se inventó la Gran Conversación Nacional, a la que invitó de primeros a los empresarios que acababa de llenar de regalos con una reforma tributaria conocida con el eufemístico nombre de Ley de Financiamiento, tan eufemístico como llamar ‘falsos positivos’ a los más de 5.000 asesinatos -aún impunes- sobre persona protegida -o sea crímenes de lesa humanidad- que se cometieron durante el régimen de la Seguridad Democrática del sátrapa Álvaro Uribe Vélez, jefe del actual mandatario. Un presidente con patrón, ¿habrase visto mayor indignidad?

Lo cierto es que “llegó diciembre con su alegría” y en medio de los festejos de fin de año la protesta popular pasó a segundo plano, y ahora se está convocando a un nuevo paro el 25 de marzo, que Gustavo Petro quiso adelantar para febrero, pero no lo dejaron. Ahí el pesimismo comienza a invadir al espectador desconsolado, cuando constata que después del 25 viene la Semana Santa y entonces se relajarán de nuevo los ánimos… Así que, ¿cómo hacer para prender motores de nuevo y lograr que no desfallezca la tan necesaria protesta?

La respuesta nos llega de Chile, donde desde aquel día histórico en que al presidente Sebastián Piñera le tocó reversar un alza del transporte público, la protesta se ha mantenido viva, y ha sido esta la que ha obligado al Gobierno a aplicar una serie de medidas que sin la indignación de la juventud chilena nunca habrían sido posibles. ¿Y qué hicieron allá? Algo que en Colombia deberíamos imitar y lo explica un artículo de Tania Tapia en Cerosetenta.com: “en Chile las protestas se concentran en Santiago, en un solo punto de la ciudad: la Plaza Italia. En Colombia no. Además, en Chile hay un calendario para protestar: cada viernes, desde octubre".

Sumado a lo anterior, en Colombia se presenta una lucha fragmentada, pues hasta en la escogencia de una fecha para salir a las calles se presentan diferencias insalvables entre las partes involucradas.

Esta columna pretende entonces llamar la atención sobre la urgencia de mantener viva la protesta, por ser la única salida a lo que se percibe como la aplicación de un modelo neofascista que viene copando todos los frentes, comenzando por el mediático, cooptado por la millonaria pauta oficial, que se expresa en casos como este:

Ante la ‘providencial’ aparición del primer caso de coronavirus en Colombia, cuando el escándalo por la compra de votos del Ñeñe Hernández estaba en la cresta de la ola, el viernes 6 de marzo (¡al día siguiente de haber estallado el escándalo!) los noticieros RCN, Caracol y CM& no incluyeron en sus titulares una sola línea o imagen referente a dicha “bomba”, que lesiona gravemente la imagen de Duque y de su protector Álvaro Uribe. Contrario sensu, las primeras escenas -propagandísticas a más no poder- mostraron al subpresidente sometido a un examen médico para demostrar que él no estaba contagiado, y enseguida dando consejos para prevenir el contagio. Y si no me creen, convénzanse: no hay una sola alusión al Ñeñe Hernández en los laudatorios titulares de la Emisión Central de CM& ese día.

Concomitante con lo anterior, al cierre de esta columna se supo de un listado de periodistas y medios a los que el Ejército fichó como “enemigos”. De esta se vino a saber por una torpeza del operador de la cuenta @COL_EJERCITO, quien no era consciente de que al listarlos con su dirección de Twitter, a estos les llegaba una notificación. (Ver listado).

Así las cosas, por un lado se percibe que los más poderosos medios le ponen sordina al escándalo del ñeñe-duque para que no se les vaya a dañar la “mermelada” publicitaria, y por otro el Ejército Nacional ejerce actividades de vigilancia, control y seguimiento sobre la prensa. Estas son señales evidentes de que avanzamos con pasos de gigante hacia una dictadura, al menos en lo informativo.

Por todo lo anterior, resultan pertinentes las palabras de un periodista del establecimiento (Caracol Radio), Gustavo Gómez Córdoba, cuando se enteró de que su nombre estaba incluido en esa lista negra: “que una cuenta de @COL_EJERCITO elabore lista de OPOSITORES con cuentas y nombres de periodistas es una muestra clara de que (…) a "Inteligencia Militar" le sobra una palabra. Pavoroso, ofensivo y peligroso”. (Ver trino).

DE REMATE: El pasado 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer y un 16 de marzo de hace 239 años una vendedora de plaza de El Socorro, Manuela Beltrán, encendió la chispa de la rebeldía popular que condujo a la Revolución de los Comuneros. Lo paradójico es que en la Colombia actual -como acabamos de ver- existen motivos mucho más fuertes para una nueva insurrección, pero factores como la religión, la televisión y la ideología uribista-mafiosa hacen que hoy el atraso sea mental, hasta un extremo tan aberrante que los explotados defienden a sus explotadores…

1 comentario:

Unknown dijo...

Tengo la idea de hacer una crítica constructiva a los colombianos apáticos que odian leer y estar enterados de los acontecimientos del país y colgar el texto en tiendas y árboles, para que salgan del atraso mental ¿ Que pasaría si esos millones de colombianos leyeran la historia de Colombia?. El cambió del país nadie lo detendría.