Es bueno saber que el Partido Liberal en cabeza de Horacio Serpa
manifestó que se opondrá al referendo
que impulsa Viviane Morales para prohibirles a parejas homosexuales o a
solteros adoptar hijos; pero no es suficiente. Y no lo es porque si un miembro
de esa bancada abraza una ideología contraria al pensamiento liberal, lo conducente
es que le abran un proceso disciplinario interno o al menos la inviten a buscar
unas toldas acordes con las tesis de su iglesia, Casa sobre la Roca. Se trata
de exigir coherencia.
La senadora Morales respondió con altanería que “yo no entiendo por
qué un partido como el Liberal se niega a la solicitud de 2 millones 300 mil
ciudadanos”, cifra correspondiente al número de firmas que la senadora recogió
en apoyo a su iniciativa. Basta brindar claridad en que Colombia es un país católico
desde los tiempos de la colonia española, y ese catolicismo fue incorporado como
un chip a fuerza de púlpito en las mentes de criollos y nativos, e incluyó el
reclutamiento de generaciones y generaciones de ‘fieles’ a partir del bautismo,
cuando eran bebés, sin su consentimiento. O sea que esperar un resultado
diferente en el referendo sería como si a los hinchas de Santa Fe se les
preguntara si quieren que el campeón del torneo rentado de fútbol sea Millonarios.
La señora Morales se niega a aceptar que en Colombia rige desde 1991
una Constitución que define a Colombia como un Estado laico. Su visión según la
cual solo existe la familia instituida por Dios en la Biblia y por tanto los
matrimonios compuestos por parejas homosexuales no pueden adoptar hijos,
corresponde íntegramente a un postulado religioso. Ella sabe que eso es así
–porque bruta no es- y que de ser aprobado su referendo en el Congreso no
pasará luego en la Corte Constitucional, pero se mantiene en su posición porque
le da votos. Y esos votos son ‘sagrados’.

Por simple coincidencia, ocho horas antes del histórico 26 de septiembre
Álvaro Uribe trinó
esto: “Estaremos a las 8 de la mañana en la cadena humana de Cartagena, con
la ayuda de Dios”. Al día siguiente la bancada uribista quiso formar una cadena humana que nunca se dio, y en
versión default decidieron rezar “una oración por el bien de la Patria”, y en
ella se vio a Uribe acompañado del inefable Alejandro Ordóñez, lo cual se
prestó para ingeniosos
memes.

Para acabar de condimentar la sopa del radicalismo está el ‘concejal
de la familia’, Marco Fidel Ramírez, a quien Las 2 Orillas mostró en un congreso
de pastores evangélicos sermoneando con que “el acuerdo con las FARC tiene una indiscutible
motivación ateo-marxista que nos lleva de narices a una peligrosa dictadura
homosexual”, y “cuando venga la implementación de esa atrocidad, las primeras
víctimas seremos los pastores y las iglesias” (ver
video).
Todas estas manifestaciones recientes de religiosidad extrema en
políticos opuestos al gobierno de Santos no son simple coincidencia, no. Son la
expresión del nuevo discurso que han confeccionado los partidarios del NO en el
plebiscito, al constatar lo apaleados que aparecen en las encuestas. Pareciera
que se hubieran reunido y preguntado, parodiando al Chapulín Colorado: Y ahora,
¡¿quién podrá salvarnos?! Y hubieran encontrado la respuesta al unísono: ¡Dios!
Lo que se está viendo entonces es una cruzada
político-religiosa donde la extrema derecha usa a Dios como su caballito de
batalla. Bajo la fachada de combatir el “lobby gay” (que tampoco existe) quieren
impedir que se consolide la paz, con un objetivo político embozado: llevar a la
Presidencia de Colombia al ultra-católico, corrupto y clientelista exprocurador
Alejandro Ordóñez, el mismo que le dedicó su tesis de grado “A nuestra señora
la Virgen María, suplicándole la restauración del orden cristiano y el
aplastamiento del comunismo ateo”.
Después de haber comprobado que las toneladas de montajes con propaganda
negra que vertieron en las redes sociales no lograron su objetivo, han cambiado
de estrategia: ahora han llamado en su auxilio a las iglesias cristianas y
evangélicas. Conscientes de la estruendosa derrota política que les espera el 2
de octubre, convocan a sus rebaños de creyentes a supuestas jornadas de oración
por todo el país, justo dos días antes del plebiscito. La nueva consigna apunta
a satanizar el acuerdo de paz. Como saben que la religión ejerce gran poder en
el imaginario colectivo, de ella se han agarrado como quien se aferra a un
clavo ardiendo, para sembrar miedo.
¿Lograrán su propósito desestabilizador sacando a las calles a las
masas más ignorantes y maleables mediante la exacerbación de sus pasiones
religiosas? Aún no lo sabemos. En todo caso, Dios
nos coja confesados. La caverna necesita guerra para justificar su
existencia política en la encarnación de un enemigo demoníaco, y esa guerra la han
convertido en cruzada religiosa, y si nos descuidamos hasta podría desembocar
en una guerra civil. Casos se han visto.
DE REMATE: Un verdadero cristiano notaría de inmediato que están
siendo blasfemos al usar a Dios con tan perverso objetivo, pero no les importa.
Vienen de la escuela del ‘todo vale’.