miércoles, 11 de mayo de 2016

Mauricio Vargas, el nuevo ‘mandadero’ del uribismo




Hay columnas que son aburridas de escribir, como cuando involucran a un colega al que un día se le tuvo respeto; pero el deber obliga. Con Mauricio Vargas Linares hubo un primer asomo de extrañeza cuando el 27 de febrero pasado escribió una columna titulada ‘Justicia para todos’, donde luego de un sesgado recuento de hechos concluía que los delitos cometidos durante el gobierno de Álvaro Uribe –y los delincuentes que los cometieron- debían quedar cobijados por la justicia transicional que comenzará a aplicarse a los guerrilleros de las FARC tras su incorporación a la vida civil. (Ver columna).

Oportunismo rastrero, pensé, pero de la extrañeza pasé al asombro cuando soltó una perla en la que descargó la culpa de las chuzadas del DAS sobre los mismos magistrados víctimas del espionaje, y de paso las justificó en el contexto de la lucha contra la guerrilla: “lo que lleva al gobierno de Uribe a hacerles seguimientos a los magistrados es el hecho probado de que algunos estaban en contacto con conocidos testaferros del narcotráfico, fenómeno que hace parte integral del conflicto armado que la mesa de La Habana intenta acabar”. A continuación se refirió a las dádivas entregadas a Yidis Medina para favorecer la reelección de Uribe, y le parecieron “un juego de niños” al lado de la ‘mermelada’ con la que el actual gobierno conquista a congresistas para la aprobación de sus proyectos, como si la mermelada de Santos estuviera forzando algún atropello contra la Constitución.

Tuve la impresión de que el escribiente le estaba haciendo el mandado a algún uribista emproblemado, y recordé que Mauricio Vargas y Diego Palacio eran muy amigos desde que este trabajó para El Tiempo, y bastó juntar los dos nombres en el omnisapiente Google para encontrar una columna anterior titulada ‘La Corte que se torció, donde ejerce una juiciosa defensa –casi de oficio- del exministro de Protección Social de Uribe, Diego Palacio, condenado precisamente por las dádivas entregadas a Yidis...

A calzón quitado, el efímero ministro de Comunicaciones de César Gaviria sostiene sin ruborizarse que Diego Palacio está preso porque “la Corte Suprema de Justicia tomó la decisión de apartarse del ordenamiento jurídico para activar una vendetta política y personal en contra del presidente Álvaro Uribe y de sus principales colaboradores”. Y para que no quede duda de quién es su defendido, a renglón seguido asegura que “el asunto ha quedado en evidencia en una tutela interpuesta por Diego Palacio (…) para tratar de tumbar la condena que pesa sobre él por el caso de la ‘Yidispolítica’.

Mauricio Vargas está en su derecho de salir en defensa de un amigo, ni más faltaba, pero a eso en el argot periodístico se le llama hacerle un mandado a alguien. Ahora bien, del asombro se pasa al estupor cuando en su columna del domingo pasado, titulada ‘Serpa y el armadillo, enfila baterías contra la posibilidad de que el exministro de Justicia Yesid Reyes pueda ser escogido como el próximo Fiscal General de la Nación, y con tal objetivo cae en la bajeza de dibujarlo como un títere de Horacio Serpa, a quien según Vargas le convendría ponerle en ese cargo “para que evite el avance del proceso por el asesinato de Álvaro Gómez en el que algunos testigos del mundo del narcotráfico le han atribuido una participación”.

Al margen de una protuberante inexactitud, pues ese proceso no reposa en la Fiscalía sino en la Corte Suprema de Justicia, ese mismo día Antonio Caballero opinaba muy diferente sobre Yesid Reyes: “un respetado jurista y un hombre decente y de carácter, a quien todo el mundo colma de elogios tanto en lo profesional como en lo personal, y que carece de intereses económicos y de ambiciones políticas” (ver columna).

Lo lamentable es ver a un colega columnista acudiendo a la perversa táctica uribista de encochinar a un candidato a la Fiscalía para impulsar a otro, en este caso a Néstor Humberto Martínez, y destilando la misma ‘mala leche’ de la también uribista María Isabel Rueda al hacer sinuosas sindicaciones de tipo penal contra Horacio Serpa, basado en la declaración trasnochada de un mafioso que según la revista Semana “¡Está loco!” (ver artículo).

Decía George Orwell que “periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques, todo lo demás es relaciones públicas”. En el caso que nos ocupa Mauricio Vargas está haciendo relaciones públicas a favor del candidato que Álvaro Uribe quiere de Fiscal, del mismo modo que en noviembre de 2014 la señora Rueda hacía relaciones públicas a favor de la tesis según la cual Samper y Serpa habían mandado matar a Álvaro Gómez. Tesis que hoy desvirtúa hasta el más poderoso enemigo que tuvo Ernesto Samper, el entonces embajador de EE UU en Colombia, Myles Frechette, sin duda el hombre mejor informado que hubo sobre su gobierno.

La misión más sagrada del periodismo es la búsqueda de la verdad, y fue precisamente en busca de ella que en octubre del año pasado publiqué el libro 'Objetivo: hundir a Serpa, donde le formulé a mi entrevistado diversos interrogantes sobre el proceso 8.000 y el asesinato de Álvaro Gómez, algunos de los cuales no habrían de gustarle, pero respondió a todo. Diferente a cuando en noviembre de 2014 le hice a María Isabel Rueda una pregunta puntual, y para evitar responderla hizo que Felipe López cancelara la columna que tuve durante cinco años en Semana.com.

Esto lo traigo a colación a raíz de la tripleta de columnas de Mauricio Vargas que acabo de citar. He mencionado mi libro no con el ánimo de promover su venta, sino porque ahí están las respuestas que Horacio Serpa le da a ese tema. Pero si no existiera el libro, a Vargas le conviene repasar lo que Myles Frechette le dijo a Julio Sánchez Cristo el 27 de noviembre de 2015, donde arroja luces definitivas sobre dicha inculpación e incluso suelta al desgaire un nombre en particular, como sugiriéndole un rumbo a la investigación. (Ver entrevista con W Radio).

Es con base en esta información que el lector desprevenido se puede formar su propia impresión, en torno a quién cree que utiliza una tribuna de opinión para hacer relaciones públicas a favor de sus protegidos o en contra de sus malqueridos, y quién la utiliza para hacer un periodismo que revele lo que muchos quieren ocultar.

Por ejemplo, a los que parecen trabajar unidos de la mano (negra) para ocultar a los verdaderos asesinos de Álvaro Gómez Hurtado.

DE REMATE: Este viernes 13 de mayo se celebra el día de la Santanderianidad y me quiero unir al festejo recordando algunos de los dichos más frecuentes del santandereano: “mucho lo pingo”, “qué joda tan arrecha”, “espere tantico”, “ay juelita qué bolera”, “renicuica atulampado”, “deque pa’cá”, “calle la jeta”, o “¿quiere que le voltié el mascadero?”. Para una correcta pronunciación agregue copiosos signos de admiración (¡¡¡!!!), hasta que logre la entonación perfecta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Félix de Bedout, Ignacio Gómez y esta otra marioneta, completan el trío de payasitos del ventrílocuo Daniel Coronell. Es una lástima que últimamente El Espectador se esté convirtiendo en la planta de reciclaje de toda la basura que sacan de El Tiempo y de Semana.