martes, 11 de agosto de 2015

Diomedes, el antigalán de La Junta


Tienen razón los que se oponen a la ‘Ley Diomedes’ que pretende rendirle homenaje a la obra del cantante, en parte porque su muerte es reciente y ofende a las víctimas –entre estas a los parientes de Doris Adriana Niño- y en parte porque la iniciativa despide un tufillo electoral, como de querer congraciarse con potenciales votantes costeños.

Sin embargo, no tienen razón los que se oponen a la emisión de la serie ‘Diomedes el Cacique de la Junta’, que emite el canal RCN desde el 16 de enero. Y lo dice un converso, pues fui por esos días el primero en protestar desde las redes sociales cuando observé escandalizado que el eslogan de la campaña promocional era “Diomedízate”, un colosal desacierto que luego se encargaron de corregir, y la prueba es que en Internet ya no aparece esa imagen. Desacierto, sí, porque la idea de ‘Diomedizarse’ se prestó para memes donde aparecían desde niños consumiendo cocaína hasta la foto del fichaje cuando el ‘Cacique’ ingresó a la cárcel de Valledupar.


Yo tenía mi conciencia tranquila por haberme opuesto a lo que llamé “un esperpento”, cuando creía que por tratarse de una telenovela iban a falsificar la vida de Diomedes y a mostrarlo como un galán digno de imitación. Pero una noche por curiosidad vi un capítulo completo y mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que lo muestran como un antigalán, o sea como lo que en realidad fue: un mujeriego, bebedor, machista, mentiroso y periquero, pero a la vez como un gran poeta popular de eximia inspiración para componer sentidas canciones que llegaban al alma de su “fanaticada”, en todos los rincones del país.

Como ‘a todo señor todo honor’, es mi deber retractarme de lo que había dicho sin conocimiento de causa y reconocer que estamos frente a una ‘señora’ producción televisiva, donde se perciben dos propósitos claros: uno, mostrar al cantante en su faceta más humana, con todos sus defectos de adicto al sexo y a otras cosas; y dos, construir una novela si se quiere costumbrista, con una preocupación auténtica por rescatar el folclor vallenato y en tal medida retratar con fidelidad una cultura autóctona y auténtica, donde se reflejan las costumbres, los dichos (“al que le van a dar le guardan”), las pantagruélicas exageraciones y ese ‘cógela suave’ del alma Caribe.

Hay que hablar sobre todo de los personajes y sus actuaciones naturales, que son un verdadero deleite, comenzando por el propio Diomedes (Orlando Liñán), sin ninguna experiencia como actor pero culpable en gran parte del éxito de la serie, pues en sus gestos y ademanes parece haber clonado al artista. Y ni qué decir del que en la vida real fue su suegro, conocido como ‘el negro Arjona’, en magistral interpretación ciento por ciento machista de Víctor Trespalacios: “yo te llego a ver con un vergajo de esos, cojo y te reviento. No me vas a llegar preñada como tu prima”.


También brillan con luz propia la Lucía Arjona (Laura Rodríguez) que interpreta a la real Patricia Acosta; la alcahueta madre actuada por Adriana Ricardo; Joaco Guillén con su espíritu altruista y colaborador; y la hermana menor de Diomedes (Rosa), un gran acierto de la caleña Emilia Ceballos pero acompañada de un gran desacierto: el actor que interpreta a su novio, de quien la verdadera hermana le dijo a la bella actriz que la interpreta: “¿Por qué te pusieron ese novio tan feo? Yo tengo malos ratos, pero no malos gustos.”

Si algo se debe destacar es el rigor investigativo que aplicaron para confeccionar la historia, así como el sello del director de libretos (Fernando Gaitán) en la caracterización de cada personaje, en reminiscencia de series como Café –otra región plasmada en sus raíces culturales- o Betty la Fea, de la que parece haber salido Yurleidis (Alejandra Azcárate, sobrada, mirá ve…), la amante valluna que en realidad no existió pero a quien quizá metieron para atraer público cachaco o de la zona andina.

La polarización en torno a ‘Diomedes’ obedece en gran parte a que vino precedida de series como ‘El patrón del mal’, ‘El señor de los cielos’ y otros capos (I, II, III), lo cual condujo a que se emparentara la producción con su vida disoluta –con el mal, precisamente- y la faceta de artista quedó relegada a un segundo o tercer plano. Lástima.

Hace por lo menos tres meses he venido siguiendo la serie, y mi intención era escribir esta columna luego de ver el capítulo donde aborden la muerte de Doris Adriana Niño, pero la coyuntura del debate en torno a la ‘Ley Diomedes’ me hizo comprender que este es el momento indicado para expresar un punto de vista al respecto.

Mi impresión personal es que la serie de Diomedes se defiende sola, que está muy bien hecha, y que mucha gente debería dejar a un lado sus prejuicios y comenzar a seguirla, porque puede ser incluso instructiva en que por muy artista que uno sea, los excesos solo conducen a una muerte segura.

Hay un punto sin embargo en el que sí se debe protestar, y es en la publicidad camuflada que le hacen al whisky que más se consume en la costa, cuya botella cuadrada ‘marroncita’ no se cansan de mostrar en cuanto concierto, ‘toque’ o reunión familiar escenifican, con gente levantando el envase en actitud animada. ¿Cuánto les estarán pagando por eso? Con toda seguridad, un ‘billetal’. Si fuera alguna gaseosa de Postobón, va y pase; pero… ¿por qué un canal de televisión nacional promueve de manera tan subliminal y sin control alguno un producto alcohólico? Ahí cuando menos se están saltando olímpicamente el obligatorio mensaje “El alcohol es perjudicial para la salud, prohíbase el expendio de bebidas embriagantes a menores de edad…”, etcétera.

De resto, como diría el muy costeño Pibe Valderrama (este sí digno de imitar): “todo bien, todo bien”.

DE REMATE: Noticias Uno reporta que recibió “una hora después de ocurrido el siniestro” el audio donde un técnico de la Policía dice del helicóptero Black Hawk accidentado en territorio del clan Úsuga, que “parece ser que los impactaron por debajo pero no balas, sino como un tatuco”. ¿En manos de quién está grabar a un ingeniero que no fue testigo del accidente, coger esa grabación y editarla, reproducirla y distribuirla entre los medios de comunicación en menos de 60 minutos? ¿Acaso en diligentes y muy bien ágiles  manos… negras?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cito de su texto: "las pantagruélicas exageraciones y ese ‘cógela suave’ del alma Caribe." Asumo que es usted del interior del país. Yo soy nacido y criado en la costa atlántica colombiana, mis padres son costeños y mis abuelos y sus abuelos son costeños. Infortunadamente, vivo en Bogotá donde trabajo como piloto comercial de avión, y soy de esos que recicla, no hace escándalos, escucha Claude DeBussy, Chopin, Beethoven, Rachmaninoff y hasta Richard Clayderman. Maneja prudentemente, cede el puesto al discapacitado, a la embarazada y a veces al anciano. Soy absurdamente psico-rígido, puntual y amargado y estoy tratando de irme de esta asquerosa ciudad donde resulta que el culpable de todo lo que pasa, es el inmigrante como yo. Ante la cantidad de atropellos, robos, asesinatos, prostitutas, corrupción, desplazamiento, trancones, taxistas y demás, siempre el rolo la 'coge suave' y justifica las situaciones diciendo: "Es que esta es la ciudad de nadie, donde viven todos y nadie tiene sentido de pertenencia. Por eso estamos así" luego continúa su vida quejándose ocasionalmente y esperando la oportunidad gloriosa en que un periodista lo entreviste sobre la situación de Transmilenio.

Como ya se pudo dar cuenta, no vengo a hablar de la Novela ni de sus personajes; vengo a hablar de su sentencia que cité al comenzar este texto, porque para mi se ha vuelto intolerable escuchar y leer de las personas como usted, que es presumible que el costeño es exagerado, flojo, impuntual, escandaloso, 'come-burra' y hasta bebedor. Perdón, ¿Que el costeño es bebedor? Lo invito a que visite Valledupar un martes y espere hasta las cinco de la tarde, busque un estanco o bar abierto y cuente cuanta gente está sentada consumiendo. Luego vaya a Bogotá y empiece a buscar bares abiertos un martes, y cuente la gente. El rolo es mucho mas alcohólico que el costeño y ¿cómo no serlo viviendo en una de las ciudades con peor calidad de vida en América latina?

He vivido en Barranquilla, Valledupar, Montreal, Miami, Medellín, Cartago y Bogotá, y para mi es muy fácil escoger cual es la peor de todas. Sin embargo el 'rolo' promedio tiene una sensación de superioridad regional y tienden a mirar las otras regiones del país por encima del hombro: Los pastusos son burtos, los paisas son 'guizos', las caleñas son prepagos y los caleños son 'lava perros', los llaneros son campesinos (lo dicen de manera despectiva), no tienen ni idea de cómo es el Amazonas, los santandereanos son escandalosos y groseros y los costeños somos el resto de cosas malas. Los bogotanos, por otro lado, (según ellos mismos) son el diamante mejor pulido de la OEA, UNASUR, OACI etc. yo me pregunto: ¿Han visto la escena cuando se abre una puerta de un Transmilenio en hora pico? Por allá se escucha gritar un paisa: "Primero se deja bajar la gente" y los presentes lo miran mal e incluso lo insultan.

Si. Este es otro texto regionalista, si así quiere usted llamarlo, en contra de los Bogotanos y de su asquerosa ciudad. Adelante; pregúnteme lo que me preguntan la mayoría de capitalinos que escuchan mis quejas: Si a usted no le gusta Bogotá ¿por qué no se va?. Les respondo: Aquí me toca vivir mientras puedo largarme, así como a usted le toca vivir en Colombia pero no le gustan las FARC, o acaso, si a usted no le gustan las FARC ¿Por qué no se va?

Anónimo dijo...

Señor Jorge Gómez Pinilla, Y QUIEN REPRESENTA EN ESTA ESTUPIDA Y RIDICULA NOVELA (COMO TODAS LAS DE ESTE CANAL)A DORIS ADRANA NIñO. EN QUE ESCENA VAN A MOSTRAR LOS MOMENTOS EN LOS QUE FUE EMBRIAGADA, DROGADA, VIOLADA Y POSTERIORMENTE ASESINADA POR ESTE HP Y SUS GUARDAESPALDAS ASESINOS...