sábado, 31 de enero de 2015

Y ahora, ¿qué estará pensando María Isabel?



Si hay tres personas profundamente informadas sobre el gobierno de Ernesto Samper Pizano, son el entonces embajador de Estados Unidos en Colombia, Myles Frechette; el hoy director de noticias de Univisión, Daniel Coronell; y la periodista y abogada conservadora María Isabel Rueda. Y si algo tienen en común, es que hasta hace un tiempo los tres pensaban lo mismo sobre los posibles autores del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado.

Según Myles Frechette, en entrevista de este viernes 22 de enero a NTN24: “Creo que fueron algunos derechistas y militares los que pensaron en eso, quienes habían hablado con Álvaro Gómez Hurtado de un posible golpe que se venía discutiendo mucho en Bogotá, y posiblemente él les dijo ‘déjenme poner la cabeza’. Y cuando les dijo que no, ahí sin él hubiera sido visto como una burda intervención de los derechistas. Yo creo que por esa razón uno de ellos mató a Álvaro Gómez”.

Según Daniel Coronell: “Desde el primer momento en que se cometió el delito hay fuertes indicios de que miembros de la Fuerza Pública han estado involucrados en eso. Y parece que esa versión no satisface a una rama de esa familia (Gómez Hurtado) y han querido buscar el culpable en otra parte”.

Y según María Isabel Rueda, en columna del 4 de agosto de 2007: “Siempre he creído en la teoría de que un crimen de Estado acabó con la vida de Álvaro Gómez, entendiendo por ello la posibilidad de que miembros de las Fuerzas Armadas, aliados muy probablemente con el narcotráfico del Valle y sin conocimiento de Samper, hubieran planeado y efectuado el magnicidio”. Ojo, que dice “siempre”.

Lo llamativo en esta última afirmación es que se sustentaba en la misma declaración trasnochada de alias ‘Rasguño’ que hoy utiliza con el propósito contrario, el de acusar al expresidente Ernesto Samper de haber sido el supuesto ordenador del crimen de Álvaro Gómez. En su última columna la periodista arremete contra el fiscal Eduardo Montealegre por lo que llamó su “Sistema radial acusatorio”, pero no muestra el rabo de paja que la acompaña cuando acusa y condena a diestra y siniestra desde sus tribunas radiales y escritas.

Es una pena tener que comenzar 2015 insistiendo en el tema, pero la exclusiva que en torno a Samper y Serpa le entregó el exembajador Frechette al periodista Juan Carlos Iragorri le da mayor validez a la explicación que en dos ocasiones le pedí a María Isabel Rueda en torno a su flagrante contradicción. Es sabido que ella guardó un silencio de sordina y, valiéndose de su poder mediático y político, movió influencias para conseguir que le entregaran en bandeja de plata la cabeza del columnista de Semana.com que se había atrevido a cuestionarla.

La pregunta que ligada a la declaración de Frechette le sigo haciendo a Rueda, y que no dejaré de formular hasta obtener respuesta, es esta: ¿Por qué hace siete años veía a Samper “sin conocimiento” sobre los autores del crimen y hoy lo culpa de estar detrás del asesinato de su líder inmolado, si en ambos casos se sustenta en las mismas acusaciones trasnochadas de ‘Rasguño’, las cuales fueron minuciosamente desvirtuadas por la revista Semana (“¡Está loco!”), sumado a que la Corte de Nueva York que en diciembre de 2013 lo condenó a 30 años de cárcel sentenció que “todas las declaraciones que había entregado el narcotraficante en procesos como el del magnicidio de Álvaro Gómez (…) carecían de veracidad y hacían parte de una estrategia para tratar de buscar beneficios jurídicos que le ayudaran a rebajar su condena”?

En su primera columna de 2015, titulada El pasado en presente, Daniel Coronell presentó un recorte de prensa de Vanguardia Liberal de agosto de 1987, donde se lee que el procurador Alejandro Ordóñez apoyaba la existencia de grupos de autodefensa: “(…) las auto-defensas se ajustan a las normas de la moral social, del derecho natural y de nuestra legislación positiva. Pensar lo contrario es por decir poco una absurda ingenuidad’. Esa revelación en cualquier parte del mundo obligaría al funcionario a dar una explicación, menos en Colombia, y el propio Coronell explica por qué: “Como ya es habitual el jefe del Ministerio Público, el encargado de velar por los derechos humanos no dirá una palabra sobre este nuevo hallazgo. En ese sentido este es un ejercicio inútil, pero al menos queda claro que su discurso de hoy viene de sus convicciones de siempre”.

Esto se traduce en que el procurador se arroga el derecho de guardar silencio, resguardado tras el poder que tiene para hacerlo. Pero no es un ejercicio inútil porque permite acceder a una verdad, y guarda estrecha relación con el poder mediático y político que maneja María Isabel Rueda para esconderse en su mutismo y de paso silenciar a un contradictor suyo con solo hacer una llamada.

La diferencia estaría en que antes y después Ordóñez demuestra coherencia ideológica, mientras que en el caso de Rueda esta mostraba una convicción de inocencia sobre Samper en 2007 y una de culpa al día presente, en ambos casos basada en la misma ‘prueba reina’ (las declaraciones de ‘Rasguño’), como se puede comprobar de modo fehaciente en la columna citada. Hay por supuesto temas que en el ejercicio del periodismo terminan convertidos en ejercicios inútiles, pero en el caso del suscrito columnista más inútil será si se permite que María Isabel Rueda no responda tan pertinente pregunta, en cuyo caso se habría consumado el atropello de silenciar mediante despido fulminante al que le exigía cabal respuesta.

Es por ello que no se puede pasar por alto la importantísima declaración de quien sin duda debió ser el hombre más informado durante el gobierno de Ernesto Samper, y en tal medida conduce a plantear un nuevo interrogante: si eso piensa nada menos que el exembajador de Estados Unidos en Colombia sobre los verdaderos culpables del asesinato de Álvaro Gómez, a esta hora ¿qué estará pensando María Isabel Rueda?

DE REMATE: Un caso en el que se puede hablar de verdaderos chivos expiatorios, es en el de los oficiales desvinculados del Ejército y la Policía a raíz de la trama de espionaje montada por la campaña a la presidencia de Óscar Iván Zuluaga y develada por el hacker Andrés Sepúlveda. Tratándose de tantas personas y teniendo en cuenta la estructura vertical jerarquizada que opera en las Fuerzas Armadas, ¿no se supone que estaban obedeciendo órdenes? En otras palabras: ¿qué tanto hay que mirar hacia arriba para llegar hasta los que dieron las órdenes?


@Jorgomezpinilla

2 comentarios:

Nostradamus dijo...

Gran artículo, mi apreciado Jorge. Aunque jamás he creído que ni Galán ni Gómez Hurtado, hubiesen sido las personas que le darían un vuelco a nuestra podrida clase política y empresarial, sus asesinatos y todos los posteriores sucesos que han ocurrido hasta ahora-con los desgobiernos militarizados y paramilitarizados de Uribe, apuntan a la peligrosa clase ultraderechista (goda y no goda) que se ha tomado al país desde hace 60 años

Unknown dijo...

TIPICA DEFENSA DE UN SERPISTA DE MERDE