martes, 17 de marzo de 2009

El póquer de Juan Manuel


Especial para UN PASQUÍN

Chapeau, dicen los franceses cuando en gesto simbólico se quitan el sombrero ante algo que los impresiona positivamente, así mantengan puntos de vista contrarios al personaje o suceso en cuestión. Algo así podría decirse –sin negar que con gran esfuerzo- ante las más recientes declaraciones y actuaciones del ministro de Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, con las consecuentes reacciones que éstas han provocado.

Comencemos por decir que no es correcto que Santos esté utilizando su ministerio para posicionarse políticamente antes de salir a buscar la Presidencia de la República, pero continuemos agregando que los pasos que ha dado se encaminan en la dirección estratégicamente acertada, disgústele a quien le disguste. No es nuevo saber que Juan Manuel Santos es con Rafael Correa y Hugo Chávez como el agua y el aceite, pero sí es nuevo cuando el primero decide revolver agua y aceite en pleno uso de sus facultades mentales, con el –si se quiere perverso- propósito de que su nombre suene duro en un terreno donde a Uribe le ha tocado morigerarse, porque las relaciones comerciales con las naciones vecinas así se lo exigen.

Cuando a su regreso de Washington el ministro agita el cotarro regional invocando legítima defensa y dejando claro que en tal perspectiva estaría dispuesto a ir por los cinco cabecillas de las Farc que según informes de inteligencia estarían en Venezuela; cuando a continuación se reúne con la cúpula militar y los convence de pedirle al Presidente Uribe que convoque el Consejo de Seguridad, es porque decidió tallar fuerte en la partida, a tal punto que jugó sus restos… y ganó. El reciente acuerdo suscrito con el gobierno de Brasil para permitir que aviones militares de uno u otro país puedan adentrarse hasta 60 km en sus respectivas fronteras para eventuales persecuciones a terroristas o criminales, se inscribe en este contexto.

Parte de su triunfo estriba en lograr que Chávez despotrique de él, porque igual al presidente de Venezuela también le escuchan ahora criticar duramente a Barack Obama, de modo que la ganancia está en que hablen mal de Santos, sí, pero que hablen. Flaco favor, pues, el que Chávez se hace cada vez que menciona a su enemigo político e ideológico, pues lo engrandece.

Y Juan Manuel lo sabe, como sabe también cuánto les desagrada –casi por igual- a los presidentes Álvaro Uribe y Hugo Chávez la septembrina “oligarquía bogotana”, a la que el ministro Santos y su primo el Vice pertenecen, y a la que Uribe procura neutralizar para que no se le atraviese en su anhelo de un tercer período, porque sabe que “a los enemigos, mejor tenerlos cerca”.

Y sigue la partida…

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